La iglesia de Santa María de Requena es junto a la del Salvador y a la de San Nicolás uno de los tres templos parroquiales históricos de nuestra localidad. No pudo presumir de ser la más importante o arciprestal como la del Salvador ni la más antigua al modo de la de San Nicolás. Sin embargo, acogió en su sacristía vieja los variados documentos del archivo municipal en 1588 y allí celebraron sus principales ceremonias religiosas los caballeros de la nómina del rey, con residencias cercanas al templo. También puede mostrarse ufana de su antigüedad y de sus espacios, añadidos a lo largo de su Historia.
Aunque a veces se ha hablado que ocupó el solar de una antigua mezquita, no lo sabemos a ciencia cierta. La primigenia iglesia era de una sola nave de dimensiones reducidas pero de altura, lo que se ha atribuido a su reducida feligresía. Esta primer templo ha sido comparado con el de San Nicolás de los siglos XIII-XIV por su disposición y construcción. Al principio la iglesia que nos ocupa no fue consagrada a Santa María de la Asunción, sino a Nuestra Señora del Pópulo.
En la obra Antigüedad y cosas memorables de la villa de Requena, que se ha venido atribuyendo a Pedro Domínguez de la Coba, se brindan importantes noticias sobre la evolución de su construcción, ya que el autor de aquel libro consultó otro hoy desgraciadamente perdido, la Cuenta de Marco Pedrón, del siglo XVI, que lo más probable es que fuera un libro de fábrica en el que se anotaban los gastos de obras y los ingresos destinados a cubrirlas.
El altar principal de la primera iglesia se ubicaría donde más tarde se construiría la capilla mayor; esto es, a la izquierda de la actual entrada. En el siglo XV no se emprendieron grandes obras dentro del templo, a diferencia de lo que acontecería en El Salvador y San Nicolás, pero sí que se consolidó plenamente la advocación a la Asunción, cuyo culto ganó en popularidad entre los europeos durante la Baja Edad Media.
En 1461, según Rafael Bernabéu, se compró en la ciudad de Valencia un retablo dedicado a la Asunción, que se dispuso en el altar mayor. Según la descripción tomada de Marco Pedrón a ambos lados de la Virgen se representaron sendos ángeles, símbolo de su ascensión a los cielos por voluntad de Dios según la iconografía de la época. Uno de los ángeles llevaba un escudo con una garza representada, emblema heráldico de la prudencia, que a veces se ha atribuido de forma un tanto gratuita al linaje de los García.
El alero de madera que protege la monumental portada sería de 1535, lo que nos permite datar años antes la misma, construida en estilo gótico flamígero, muy utilizado en la Corona de Castilla en tiempos de los Reyes Católicos. Aunque en su tímpano vemos representada una Anunciación, lo que no deja de plantear interrogantes, las imágenes representadas en la portada (Santa María, los apóstoles, los ángeles y distintos animales) se avienen muy bien con la advocación del templo. Según Enrique Herrero y Moral el material de las esculturas procedía de la cantera de la rambla de los Morenos, en Campo Arcís, también conocido como el barranco de los Santos.
En las décadas centrales del siglo XVI Requena experimentó un importante crecimiento económico, coincidiendo con el fortalecimiento de la autoridad de la Iglesia Católica ante el avance del protestantismo. Es la llamada Contrarreforma, en la que se insistió en acentuar la separación entre los sacerdotes y los seglares como principio de jerarquía. En la arquitectura de la Europa católica cobró gran importancia el presbiterio o espacio destinado al clero ante el altar mayor. En 1565 se concluyó la capilla mayor que constaba de dos capillas a cada lado. El anterior retablo se emplazó aquí. Surgía así el segundo gran espacio del templo de Santa María.
Entre éste y el primigenio no existía similitud ni incluso proporción, pero el difícil siglo XVII no fue muy propicio a acometer nuevas obras en Santa María, a diferencia de lo que sucedió en los conventos de San Francisco, del Carmen e incluso de las Agustinas en aquella centuria. En 1692 se edificó en el cuarto tramo de la nave, en el lado opuesto al de la entrada, una capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario, muy celebrada por su cubierta en forma de media naranja. Allí tendría su espacio una de las cofradías más fuertes de la Requena del siglo XVIII, según se desprende de la información consignada en el Catastro del marqués de la Ensenada. Al lado de esta capilla se construyó otra en 1723, dedicada a San Isidro Labrador en un tiempo de expansión de los cultivos en nuestra comarca.
La cabecera, donde se alojaba la capilla mayor, disponía de tres tramos, el último de perfil ochavado, y no casaba bien con el resto del templo, por lo que se requirió que se acometieran nuevas obras para embellecer el templo, algo que no fue nada sencillo.
La búsqueda (o necesidad) de la deseada proporción obligó a demoler parte del antiguo muro e incluso algunas torres medievales. Las capillas del Rosario y de San Isidro también tuvieron que derribarse para volverse a construir. En aquel tiempo era el obispo el que daba permiso para hacer nuevas obras a petición de los párrocos y de los feligreses. Los tres curas párrocos de Requena tuvieron que suplicar la gracia al obispado de Cuenca, cuyo maestro mayor valoró en 28.000 reales los gastos. En la década de 1720 el municipio de Requena ingresó una media anual de 9.900 reales en el mejor de los casos, lo que da cumplida idea del coste de la obra, que al final ascendió a más, a 49.500 reales iniciales. Parte de los ingresos de los diezmos y de otras rentas eclesiásticas se tuvieron que dedicar, no sin cierta reticencia, a los gastos de fábrica.
Se buscó la colaboración de tres maestros alarifes o de la construcción: José Ortiz, Antonio García y Mauro Minguet. Acordaron finalmente dar comienzo las ansiadas obras en la primavera de 1730. El templo se ampliaría desde la capilla de Santa Teresa, en la zona del altar mayor, hasta sus pies, de lo que resultó una nave de estilo corintio, tan del gusto de los artistas barrocos del momento. Una cornisa marcó esta ampliación. Durante la misma, la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario alentó la ampliación de su capilla hacia el camino de bajo de los huertos, confiada en sus fondos, que al final se quedaron bien cortos, por lo que el propio municipio tuvo que asumir en 1732 el coste de sus obras, que duraron hasta 1815.
De 1763 dataría la construcción del coro alto situado en los pies del templo. En la clave del coro se dispusieron las armas reales de Castilla y León. Una escalera helicoidal serviría de enlace entre los distintos pisos de la iglesia, cuyo característico perfil se completaría con una torre de base rectangular en el segundo tramo de su nave. Como bien ha sostenido Fermín Pardo, Santa María sería un templo con tres iglesias distintas.
Víctor Manuel Galán Tendero.
Fuentes y bibliografía.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA. Libro de acuerdos municipales de 1587 a 1593, nº. 2898.
DOMÍNGUEZ DE LA COBA, Pedro (atribuible a), Antigüedad y cosas memorables de la villa de Requena. Edición de César Jordá y Juan Carlos Pérez García, Requena, 2008.
HERRERO Y MORAL, Enrique, Historia de la tres veces muy leal, dos veces muy noble y fidelísima ciudad real de Requena, Valencia, 1891.
