La vida rural abarca un sinfín de elementos geofísicos, humanos y culturales. Cualquier estudioso serio sabe que con el tiempo fue cambiando. Lo que parece inmutable a los ojos del profano, no lo es en realidad.
Nuestra comarca brinda un observatorio privilegiado para conocerla. Sus municipios comprenden una cantidad apreciable de aldeas y caseríos, que en muchos casos son el resultado de la expansión de la labranza que adquirió fuerza a lo largo del siglo XVIII. A diferencia de lo sucedido en tierras como las de Soria, no ha experimentado la comarca una merma de núcleos rurales en el cambiante siglo XX.
Y fue en la pasada centuria cuando España dejó de ser un país eminentemente agrario. Muchas familias tuvieron que dejar las tierras de sus mayores para establecerse en las expansivas ciudades, donde las jóvenes generaciones casi han reducido su contacto con el pueblo al intervalo de las vacaciones estivales.
El número 32 de la publicación El lebrillo, auspiciada por la Asociación Cultural Amigos Venta del Moro, nos ofrece otra agradable oportunidad de introducirnos en el medio rural este verano, el de la Venta del Moro del pasado siglo, un tiempo nada lejano. Como hemos defendido en varias ocasiones desde Crónicas históricas de Requena, la mejor manera de estudiar una cuestión general es a través del caso local, donde aparecen personas de carne y hueso, con sus nombres y apellidos.
Entre los artículos de este número encontramos el de los pasos del Cabriel (de Antonio López Haba e Ignacio Latorre), el de la arquitectura pastoril (Carlos Javier Gómez Sánchez), el de la familia Ballesteros Pardo (Marcial García Ballesteros), el de los vergeles como patrimonio (Fernando Moya), el de los albéitares, médicos y boticarios (Feliciano Antonio Yeves) y el de las Relaciones de Moros y Cristianos en la aldea de las Monjas (Fermín Pardo).
Mucho se podría decir sobre cada uno de ellos, aunque dejemos al lector el gusto de entrar en sus detalles. De todos modos, se impone una constatación a medida que los vamos leyendo, la del esfuerzo de unas personas que han sido capaces de hacer buen uso de los pasos del idiosincrásico Cabriel, de proteger en los campos a sus ganados de las inclemencias meteorológicas, de dar luz y aliento a familias de amigos, de convertir en arte la naturaleza y de recrear un rico y complejo folclore.
Con todos estos mimbres se han rodado magníficos westerns en los Estados Unidos. En la más pacífica Venta del Moro se ha elaborado una magnífica publicación anual y un extraordinario número.
Víctor Manuel Galán Tendero.
