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LOS LOBETANI, VECINOS IBERO-ROMANOS EN EL ALTO CABRIEL (PARTE II)

  • Por Javier Jordá Sánchez
  • 14/12/2017
  • Época Antigua

Características del cerro que le hacen candidato para ser el oppidum de Lobetum

-Es un cerro amesetado situado en el centro de una zona llana, por lo tanto es accesible para las rutas y sus habitantes, pero defendible en caso de ataque.

-Es el cerro con mejores condiciones naturales de su entorno para poder construir una ciudad bastante poblada, pues sobre él se extiende una planicie extensa, de entre 7 y 8 hectáreas. Superficie similar a otros oppidum nombrados en Ptolomeo, e incluso está entre los de mayor tamaño de su tipología de cerro amesetado.

-A su alrededor podemos encontrar numerosos cerros medianos y pequeños fortificados en altura, y atalayas defensivas. Son todas menores que el cerro nombrado, y la encierran dentro de un territorio que lo circunda.

-Arqueológicamente, a pesar de no haber sido prospectado el yacimiento, se observa en superficie muchos restos de estructuras de construcciones iberas. A simple vista hemos podido observar dos torres, un foso y decenas de líneas de muros pertenecientes a viviendas y fortificaciones, algunos de los cuales de bastante longitud.

-Por su situación podríamos afirmar que estaría incluida en una ruta antigua que nombran las fuentes, como es el caso del Itinerario de Antonino número 31, que cruza desde Saltici (Chinchilla de Montearagón) hasta Ad Putea (hacia Putea) en un cruce de caminos cercano al río Cabriel en la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. Desde ahí seguiría paralelo al río Cabriel, bordeando el río Mira u Ojos de Moya o Algarra, que pasa muy cerca del oppidum al que nos referimos. Y continuaría por el rincón de Ademuz, por donde podríamos ubicar la posterior población hispano-romana de Valeponga, hasta llegar al entorno de Teruel.

Esta misma ruta fue descrita en el S X, en época medieval islámica, por el cronista Ibn Sahih al Salath, siguiendo el viaje de Abderramán III desde Córdoba a Zaragoza. Se refiere a las acampadas que hizo su ejército a lo largo del trayecto, que enumeramos a continuación, partiendo desde Castulon:

Ruta de Abderramán III desde Castulon a Saraqusta

La ruta de Abderramán III (S X d.C.) y la de Antonino (S III d.C.) coinciden en su recorrido, aunque los lugares y poblaciones citados coinciden algunas veces, y otras son tan sólo cercanos.

De tal manera que ambas rutas representadas sobre un mapa se superponen, como podemos ver en la siguiente imagen.

En verde las localidades del itinerario 31 de Antonino. En rojo los lugares de acampada de la ruta de Abderramán III.

La descripción que hacemos de estas rutas, nos sirve para averiguar que este oppidum ibérico del término de Moya estaba situado dentro de los límites que recorría la ruta 31 de Antonino desde Ad Putea (hacia Putea) hasta Valeponga (en el entorno del Rincón de Ademuz), lo cual le da una identidad geográfica.

Ahora bien, fue un oppidum que pervivió solamente, al igual que otras urbes ibéricas similares, hasta quizás el último siglo antes de Cristo, pues los restos arqueológicos, cerámica y edificios, así lo muestran. Por lo tanto, un elemento esencial para certificar que aquel cerro ibérico fuera Lobetum debería ser que su población fuera trasladada, como ocurrió en muchos de sus oppidum homólogos, hasta un hábitat próximo donde desarrollar un modelo urbano romanizado en los siguientes siglos. Y por la falta de información arqueológica, este aspecto histórico no hemos logrado documentarlo.

-Un aspecto que nos podría aclarar la funcionalidad del oppidum ibérico del que hablamos es el contexto económico sobre el que debió basarse este pueblo, pues la abundancia de minas de hierro a lo largo del territorio y el encontrar escorias de hierro fundido en el mismo entorno del oppidum, sumándole la aridez del terreno, nos hace pensar que debieron sostenerse con este tipo de minería e industria. Y que incluso podría ser este tipo de labor la que hizo que Lobetum tuviese un cierto renombre en época romana, ya que la densidad de población, a tenor de la no excesiva cantidad y tamaño de yacimientos arqueológicos que conocemos, no debió ser muy elevada. Conocemos de fuentes antiguas que hubo en la zona importantes minas de este metal, sobre todo entre Landete y Talayuelas.

-Otro aspecto que nos puede servir para intentar ubicar al oppidum ibérico de Lobetum nos lo da Estrabón cuando nos describe en su Geografía (III.5) “el individualismo de los iberos, divididos en pequeñas tribus y reinos, que por orgullo no se mezclaban entre sí…”. Arqueológicamente esto lo podemos observar en la distribución geográfica de sus ciudades principales, pues se disponían en una equidistancia proporcional y geométrica entre ellas. En un radio de unos 40 ó 50 kilómetros aproximadamente no existía otra ciudad de su misma importancia política, aunque a veces en territorios muy poblados pudieron incluirse algunas otras también grandes. En el caso del cerro del oppidum del que hablamos, es el único de su envergadura en el entorno que la rodea.

Cerro de Lobetum

Conclusiones

Averiguar dónde pudo estar localizada Lobetum tiene un interés especial para nosotros porque fue una ciudad o ciudad-estado ibérica cuyo territorio fue el vecino del territorio ibérico que ocupó lo que hoy es la comarca de la Tierra del Cabriel y el Magro. Si averiguamos quiénes eran ellos, nos daremos una idea de quiénes fueron los nuestros.

Sabemos que existió una ciudad ibero-romana que se llamaba Lobetum porque lo menciona Claudio Ptolomeo en su obra “Geographia”, del S II d.C. Podemos localizar este oppidum en un área que comprendida en el sureste de la provincia de Cuenca, según sus coordenadas.

En esa área, sólo hemos encontrado un oppidum de gran tamaño que pudiese identificarse con la tipología que reúnen los de época ibérica de su misma tipología, y se encuentra en el término municipal de Moya (Cuenca). Es un cerro amesetado de unas 8 hectáreas de superficie poblada, aunque no existen datos de excavaciones arqueológicas que nos puedan aclarar sus rastros históricos. Aun así, en superficie se ven restos cerámicos de varias épocas ibéricas, aunque no de cerámica romana, por lo cual no nos atrevemos a datarlo, pero sí a percibir que fue abandonado antes de ser nombrada en el S II d.C. por Ptolomeo.

Para que un oppidum haya sido citado por Ptolomeo debe haber llegado como un conjunto urbano hasta el S II d.C., y en estos momentos, desconocemos dónde pudo ubicarse esa población romana, pues no hay datos arqueológicos que nos la muestren. Este conjunto urbano, según hemos visto en otros ejemplos similares, debería haber sido trasladado a no mucha distancia del cerro del que hablamos.

Así que elegimos como localización más probable del Lobetum ibérico a este cerro del término municipal de Moya, y pensamos que el Lobetum hispano-romano no debe andar muy lejos. Su territorio ejercería de vecino noroeste del ibérico sobre el que se superpone hoy en día la Tierra del Cabriel y el Magro.

Vista aérea del oppidum del posible oppidum ibérico de Lobetum

*Yacimientos celtiberos del valle del rio Cabriel, desde Salvacañete a Villar del Humo. Mariano López Marín

*Un itinerario de Córdoba a Zaragoza en el S X, Jesús Zanón.

Autor: Javier Jordá Sánchez

(P.D.: Agradecería que quienes tuviesen a bien utilizar este artículo para sus propias publicaciones o exposiciones, se dignasen a citarlo)

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