«Requena, la tierra del vino» o «Requena, donde la vendimia es fiesta» son diversas de maneras de conocer a esta tierra hoy en día. Pero, ¿cómo era hace más o menos 100 años? En este artículo mi subjetividad (y mi espíritu requenense) se adentrarán en nuestras calles para buscar nuestra historia, plasmada en cada rincón. Para ello haré una pequeña selección propia.
La calle más importante.
Generalmente si nos preguntan la calle más importante de nuestro pueblo/ciudad decimos la nuestra, indudablemente. No obstante, debemos ser más objetivos e ir más allá. Aunque en cada esquina de cada calle se esconden partes inconexas de nuestra Historia y solamente juntándolas todas conseguiríamos la totalidad de la obra de nuestro pasado y presente, elegiría la calle de Santa María. ¿Por qué? Más allá de las centenas de vidas que han pasado por allí, se podría simplificar en tres motivos:
– En mi elección me he basado en la antigüedad que tiene y su base histórica. Sin duda es la más rica en ese tema. Además de que fue durante muchos años la calle principal, aún quedan las huellas de los caballeros de la Nómina Real. Célebres y distinguidas figuras que marcaron su paso por la zona con majestuosos arcos de piedra, puertas, balcones y sobre todo edificios completos. Parte imperturbable de la historia española que no se debería perder; herencia de nuestros antepasados, de nuestro pasado.
-Allí se encuentra localizada (según mi humilde opinión) la edificación más bonita de toda Requena: la Iglesia de Santa María. Nada camuflada entre la majestuosidad de la calle, destaca y engatusa por su sorprendente belleza a cualquier mortal. Además, me enorgullecería afirmar que es el icono inconfundible de la Requena turística actual.
-Los sentimientos que me provoca. Respeto, pues piso la tierra de mis antepasados, que ahora me pertenece a mí también, que me transporta a otra época (esto es lo que más me gusta); recuerdos, de que el pasado está siempre presente en mi vida; y una reflexión que me viene a la mente:
”Solo somos personas de papel en un mundo de piedra”
Las personas vivimos y morimos constantemente, pero las calles y los edificios permanecen imperturbables a la acción del tiempo. Son el claro recordatorio de nuestra fugacidad y su eternidad.
Por ello, esta es mi calle favorita, el claro recordatorio de lo que todavía me gustaría saber más de mi pueblo y mi pasado.
El edificio más importante.
Realmentetodos los edificios antiguos han tenido y/o tienen cierta importancia, pues son nuestro patrimonio, de sus creadores, los requenenses. Pero, si tengo que necesariamente adjudicar este título, me quedaría con la Estación de Viticultura y Enología de Requena.
Principalmente porque estamos hablando de importancia y no de simple belleza pues, aunque es bonito, no tendría el título de «el más hermoso». Su importancia se basa en ser el impulsor de nuestra economía.
Aquí en la zona, durante una parte importante del siglo XIX, nos encontramos con una crisis enorme y con niveles alcanzados tanto de pobreza como de mortalidad alarmantes. La “ruralización” alentada por la expansión de la viticultura resultó una alternativa a la crisis sedera. No fue hasta entonces que una nueva Requena comenzó a florecer. Es decir, nos salvó de acabar en el pozo del olvido y la pobreza cultural y económica, destacando esta primera.
¿Qué pienso? Que muchas veces no le damos el suficiente reconocimiento a la educación, la general y la específica, pues la damos por supuesta, cuando no nos damos cuenta que hace apenas cien años era un privilegio.
Por todo esto, creo fervientemente que el sitio donde se da la oportunidad de ser personas con capacidades para pensar y razonar, mejorar como sociedad, fortalecer nuestra economía y ser mejores es de enorme valor. Aun así, soy consciente de su falta de reconocimiento, enalteciendo otras cosas por contrario. No obstante, debemos echar muchas veces la mirada al pasado para darnos cuenta que las cosas simples y pequeñas son las que hacen a un pueblo grande.
¿Por qué los edificios de Requena son como son?
Una compleja pregunta con respuesta sencilla, un pueblo es como es porque sus habitantes así son.
Es decir, en cada obra de arte queda plasmado un trozo del autor, consciente o inconscientemente. Somos todos únicos e inimitables, no obstante, ¿qué nos une? Fácil, el amor a la patria, las raíces, los inicios. Somos hijos de la misma madre: Requena.
Y es este sentimiento de pertenencia el que nos guía constantemente (o debería) a enaltecerla. Por ello, nuestros edificios son las huellas de habitantes de esta misma, orgullosos, tristes o contentos, afanados o altaneros; fueran como fuesen, amantes de una misma alma.
Esto se refleja en el diseño de nuestros edificios. El monumento a la Fiesta de la Vendimia enaltece estas mismas fiestas, fortalecidas por esta pertenencia; la Fuente de Patos es la marca eterna de la riqueza, tanto gastronómica como de poder de Requena; la plaza de los toros, el amor a nuestro arte, etc.
Todos y cada uno de ellos son como Requena hace sentir a los que la habitan, la visitan, la viven y la disfrutan: hermosas y eternas.
