La mortalidad, al menos la catastrófica, retrocedió en Europa Occidental en el siglo XVIII. Así se sostiene y asevera en muchas obras, hasta tal punto que se ha convertido en un lugar común. No está de más comprobarlo para una localidad como Requena, que desde finales del XVII veía reducirse su mortalidad con parsimonia.
En líneas generales, solamente disponemos de las defunciones registradas en la parroquia de El Salvador, faltándonos las de Santa María y San Nicolás. Carecemos, por desgracia, de todos los datos necesarios para calcular con seguridad la tasa de mortalidad y su evolución. Agrupadas aquéllas por lustros, nos ofrecen los siguientes resultados, con sus correspondientes números índice:
1701-10 | 116 | 100 |
1706-10 | 327 | 282 |
1711-15 | 121 | 104 |
1716-20 | 116 | 100 |
1721-25 | 129 | 111 |
1726-30 | 161 | 138 |
1731-35 | 215 | 185 |
1736-40 | 240 | 206 |
1741-45 | 171 | 147 |
1746-50 | 269 | 231 |
1751-55 | 242 | 208 |
1756-60 | 266 | 229 |
1761-65 | 260 | 224 |
1766-70 | 230 | 198 |
1771-75 | 206 | 177 |
1776-80 | 240 | 206 |
1781-85 | 288 | 248 |
1786-90 | 319 | 275 |
1791-95 | 281 | 242 |
1796-00 | 429 | 369 |
En 1691 partía Requena y sus términos con una población de unos 831 vecinos, concentrándose el 81% en el núcleo urbano. Si a cada vecino le asignamos unas cuatro personas o almas de media, contaría con unas 3.324 personas. En el siglo XVII, el vecindario de Requena apenas había crecido por un encadenamiento de circunstancias fiscales, agrícolas, epidémicas y sociales adversas.
Con su implacable paso de tropas y operaciones militares, la guerra de Sucesión tuvo un sesgo dramático, con un pronunciado pico de 220 defunciones en 1706, bajo la ocupación de las fuerzas de Carlos de Austria. No todos los fallecidos, claro está, fueron requenenses.
Curiosamente, las muertes se mantuvieron estables de 1711 a 1725, a pesar de los años de sequía y de enfermedad, como el de 1720. Sin embargo, entre 1726 y 1740 los fallecimientos aumentaron sin que se registrara ningún pico que se saliera de lo habitual, respondiendo muy posiblemente al crecimiento de la población a nivel general.
En el quinquenio de 1741-45 hubo un retroceso, seguido de un clarísimo incremento en el siguiente, con una punta de 94 muertes en 1747, causada por la extensión entre la población de calenturas y dolor de costado, síntomas quizá de una neumonía o bronquitis, transmitida por infección viral o bacteriana. Aunque ya Hipócrates la describiera, sus bacterias no fueron vistas científicamente hasta 1875 y hasta el descubrimiento de la penicilina se consideró el capitán de los hombres de la muerte. El cese de los zarpazos de peste no hizo retroceder la mortalidad catastrófica al pasado.
Entre 1751 y 1775 se remansaron las aguas, observándose un claro descenso. En 1769 se alcanzaron los 1.440 vecinos, puede que unas 5.760 personas, con un crecimiento del 2´2 por ciento anual en relación a 1691. La Requena de la labranza en auge y de la sedería daba sus frutos.
Desde 1776, las muertes volvieron a crecer. En 1786 se registró otro pico de 98 fallecidos, causados por tercianas, trasmitidas por el temible mosquito anopheles, muy asociado a áreas húmedas. Quizá fuera una consecuencia de la actividad agrícola emprendida. Con todo, la situación empeoró bastante con las fiebres del lustro final, con picos de 82 difuntos en 1796, 108 en 1798 y 104 en 1799. La muerte volvía a castigar a la población requenense, que en 1805 llegó a sumar unos 2.398 vecinos o 9.592 personas, con un crecimiento anual del 4´6 por ciento anual en relación a 1769.
En suma, Requena aumentó sus efectivos demográficos con un claro coste humano. Las gentes del XVIII no se vieron libres de epidemias, y lograron plantar cara a la muerte con medios que hoy en día se nos antojan irrisorios.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Índice de defunciones de la parroquia de El Salvador.
Bibliografía complementaria.
GALÁN, Víctor Manuel, Requena bajo los Austrias, requena, 2017.
HORTELANO, José Luis, “Un siglo de catástrofes y epidemias”, Oleana, 24, pp. 499-524.
