Pan para el Hospital de Pobres y toros para el pueblo. El Hospital siempre buscó recursos con los que mantenerse y atender a los pobres y enfermos necesitados y el pueblo buscaba divertimento y distracción en lo que ancestralmente le había atraído, los toros. De ahí, en ciertas épocas pasadas, se nutrían recíprocamente el Hospital y la afición. En Requena, y en todos los lugares de España, las fiestas y juegos de toros estuvieron y siguen estando presentes como uno de los pilares básicos de la traición ceremonial y festiva más arraigada y auténtica. Documentalmente en Requena se tienen datos de celebraciones taurinas desde al menos el siglo XVI, con ocasión de los más diversos motivos, fiestas religiosas y civiles locales, visitas regias, proclamación de monarcas, bodas o nacimientos reales, etc., acompañadas o combinadas con otro tipo de juegos, alardes o diversiones. En las cuentas del Hospital de Pobres del año 1800, dadas en Julio de 1801 por el Mayordomo Administrador D. Francisco Antonio Herrero al Dr. D. Benito Cuevas de la Fuente, párroco de San Nicolás, y como tal, Patrono de la benéfica institución hospitalaria figura en el cargo de las cuentas en la partida de “Cargo de limosnas” en fecha 28 de agosto de 1800, «Id. son cargo mil y seiscientos reales de vellón por limosna que dieron los carpinteros de esta villa Josef Carrasco y Josef Gil en una corrida de novillos que hicieron, por estar sacada la licencia a nombre de este Sto. Hospital”. En las cuentas del año 1801 dadas en Julio de 1802, aparece en la partida denominada Cargo de limosnas la que recibió el Mayordomo el 30 de Octubre de 1801: “Id. Son cargo 266 reales vellón por tres días de novillos que se hicieron el 5, 11 y 12 del presente, por mi cuenta y la de Martín Iranzo las pérdidas, y las utilidades para el Sto. Hospital, y resultó haber de ganancias según cuenta que presento 266 reales.” En la Data de estas cuentas de 1801 vemos: 20 de Marzo de 1801 “Id son data trescientos reales que pagué al Corregidor por los derechos devengados por el informe que le vino del Consejo sobre las veinte corridas de toros que solicitó licencia a favor de este Sto. Hospital y demás gastos ocurridos…» 10 de Abril de 1801 “Id son data 52 r. v. Que pagué por sus derechos y dos pliegos de papel sellado a Francisco Moral y Caravaca por el testimonio que ha sacado de la concesión de las veinte corridas de toros por el Consejo a favor de este Hospital con una memoria que hizo en solicitud de la Plaza del Castillo.”
14 de julio de 1801 “Id son data 12 rs. 17 mvs. que pagué a el escribano Pedro Juan Moral por un pliego de papel sellado y su trabajo por hacer un poder a Martín Iranzo para ir a comprar los toros.” Se ve, como ante las habituales penurias económicas por las que atravesó siempre el Hospital, con etapas algo más desahogadas y otras más preocupantes, se buscan todo tipo de remedios para captar recursos, y en esta ocasión se decide, por iniciativa del Mayordomo Herrero, con el concurso altruista de otros requenenses, como los carpinteros Carrasco y Gil, y el labrador Iranzo, poner el punto de mira en las corridas de toros y novillos. El Hospital solicita las licencias, gestión costosa en tiempo y dinero, a su nombre ante la Corte (El Consejo, que sería el órgano competente en materia taurina ), y lo hace así seguramente por resultar más fácil la obtención de licencias para estos espectáculos a una institución benéfica que a un particular; pero en este caso son estos generosos particulares los que se brindan a organizar los festejos corriendo con el riesgo de las pérdidas y dando los beneficio, si los hay, después de resarcidos de sus gastos, al Sto Hospital. El gesto no puede ser más generoso y desinteresado. Llama mucho la atención el número de corridas que se solicita y de las que se obtiene licencia, 20 festejos nada menos, pero entendamos el asunto, sería muy engorroso y caro solicitar licencia para los festejos cada año, así que se solicita un paquete de corridas a celebrar en varios años, al menos cinco o seis, pues más adelante se habla de la realización de entre tres y cuatro festejos anuales. En cuanto al lugar de ubicación de la plaza de toros de madera, se hace mención de la memoria elevada al Ayuntamiento para solicitar la plaza del Castillo y del decreto de este, se entiende concediéndola; la plaza del Castillo era la plaza de la Fortaleza que hoy llamamos Patio de Armas. Abundando en el altruismo de ciertos elementos de la ciudadanía requenense para con el Hospital y los pobres, en el libro segundo del Sto. Hospital (1770-1802) figura una diligencia o documento titulado de reelección del Mayordomo del Sto. Hospital cuya letra es la siguiente: “Mediante a que el actual Mayordomo D. Fco. Antonio Herrero ha construido a sus expensas propias la plaza de madera de esta Villa con destino a celebrar en ella las veinte corridas de toros concedidas a favor del Sto. Hospital por el Excmo. Sr. Gobernador del Consejo, y que así mismo ha cedido y cede a beneficio de dicha Sta. Casa la plaza construida, luego que se verifique con las corridas de toros el total reintegro de los excesivos gastos que ha hecho en su construcción. En esta atención y la exactitud e integridad con que ha administrado las rentas y limosnas del Sto. Hospital a satisfacción de todo el pueblo; usando de las facultades que me competen, renombro y reelijo para administrador del dicho Sto. Hospital por todo aquel tiempo que sea necesario para el total reintegro de los gastos de construcción de la plaza, quedando, como queda esta condición, a beneficio del Sto. Hospital, cuyo nombramiento y obligación recíproca aceptamos y firmamos en Requena a 10 de Julio de 1802.” Firmado por el párroco de San Nicolás Patrono del Sto. Hospital D. Benito Cuevas de la Fuente y por el Mayordomo Fco. Antonio Herrero. Advertimos en este acto además de un profundo reconocimiento y agradecimiento a la labor desinteresada y eficaz del Mayordomo Herrero al frente de la administración de la institución, la clara intención de asegurar a este de forma documental la garantía del cumplimiento de lo pactado con respecto a la plaza de toros; ya que el mayordomo por su propia iniciativa se ofreció y ha cumplido con costear la construcción de la plaza de madera, para una vez saldados los gastos de construcción con los que ha corrido, ceder la plaza en propiedad y a beneficio del Hospital. Es curioso observar como D. Benito Cuevas, aguerrido luchador ante el Real y Supremo Consejo de Castilla, frente a las injustificadas pretensiones del Concejo requenense sobre el gobierno del Sto. Hospital, de cuyo largo proceso salió finalmente bien parado e incluso muy reforzado tanto el Patrono como el Hospital, manifestó al redactar el documento precedente una preocupación por garantizar los intereses del Mayordomo Herrero en previsión quizás de que en un futuro se pudiera obrar con él injustamente, pues tal vez intuyera que su ministerio sacerdotal en Requena llegaba a su fin, a causa de su delicada posición por el pleito con el Ayuntamiento, por traslado reglamentario a otra población o por motivos de salud o edad, pues como se ve, al año siguiente, 1803, el párroco de San Nicolás y Patrono del Hospital es D. Dionisio Enríquez de Navarra, con quien el joven Navarro no tuvo problema alguno en el cobro de lo invertido en la plaza de toros y en la liquidación de los alcances a su favor resultantes de las cuentas del Hospital de varios ejercicios. En las cuentas del Hospital del ejercicio económico de Julio 1802 a Julio 1803, nada hace referencia a la plaza de toros, ya que son los que la han construido a sus expensas los que se supone la explotan hasta cubrir y recuperar la inversión hecha en ella.
Sin embargo en las cuentas del ejercicio 1803 – 1804, en el apartado de “Diferentes entradas en este Sto. Hospital”, con fecha 6 de Octubre 1803, se lee, “Entraron en mi poder de Fco. Cepeda por haberle cedido la plaza para correr una tarde de vacas el 30 del pasado septiembre 700 rs.; así mismo en fecha 22 de Diciembre “por la corrida de vacas que se hicieron en octubre y se cedió sus utilidades para los pobres enfermos, 415 r. s.”
Tras estas últimas cuentas figura la diligencia de aprobación de las mismas con la siguiente indicación del Patrono del Sto. Hospital D. Dionisio Enriquez de Navarra: “Resultando un alcance en las mismas a favor del Mayordomo de 2.708,28 rs., para la satisfacción y seguridad del alcance que resulta de estas ctas. y puede resultar de las siguientes a favor del Mayordomo mando que luego que la Plaza de Toros quede a beneficio del Hospital, y como propia de él, según tienen determinado los constructores de ella, después de reintegrados los intereses empleados en ella, entonces se ceda y deje a voluntad y disposición del citado Mayordomo para que haga una o más corridas, si fuere menester, hasta reintegrarse de su deuda, abonando al Hospital lo que sobrare corriendo el mismo con la dirección de todo, por no ser justo se le perjudique después de servir al Hospital con tanto esmero y celo solo por caridad. Entendiéndose este arbitrio si antes no se le satisfaciere la deuda, en lo cual se convino y conformó el Mayordomo.»
En las cuentas del año económico 1804-1805 (de julio a julio) tampoco figura partida alguna referida a los toros, pues es claro que todavía no se ha reintegrado a los constructores de sus gastos; pero al final de estas cuentas, 10 de julio de 1805, vemos cómo el Mayordomo Francisco Antonio Herrero cesa en el cargo a petición propia por motivos familiares, pues, habiendo fallecido su padre, sus muchas y crecidas ocupaciones y graves negocios recaídos sobre él y ser además curador y tutor de sus hermanos menores le impiden atender el cargo de Mayordomo con la dedicación necesaria. Esto figura en la diligencia de aprobación de las cuentas por el párroco de San Nicolás y Patrono del Hospital , quien reitera que se satisfaga al Mayordomo saliente el alcance a su favor del beneficio de las primeras corridas que se hagan en la plaza que ha quedado y es ya suya propia (es decir, del Hospital). Por lo cual se entiende que si la plaza ya ha pasado a propiedad el Sto. Hospital es porque con el beneficio de los festejos taurinos de los años anteriores ha quedado saldada la cuenta con los que corrieron con los gastos de su construcción. El nuevo Mayordomo es D. Josef Enriquez de Navarra, hermano de D. Dionisio. En las cuentas del ejercicio julio 1805 a julio 1806, dadas y aprobadas el 7 de julio de ese último año, y ya siendo propietario de la plaza de toros el Sto. Hospital, vemos en el Cargo de las cuentas, en el epígrafe “Producto de la plaza” : “It. son cargo 2087 rs. que produjeron en líquido las cuatro corridas de novillos hechas en la plaza del Hospital en el mes de septiembre próximo pasado, como se acredita de las cuentas presentadas”; “It. son cargo 600 rs. que pagó Juan Antonio Martínez alias el Chulo en parte de pago de un novillo que se llevó y quedó a beneficio del Hospital cuando este tomó la plaza con sus efectos, y debe aún 340 rs.”; “It. son cargo 355 rs. de seis pieles de toro vendidas de las que quedaron para el Hospital cuando se tomó la plaza”; “It. son cargo 80 rs. cobrados a Vte. Cano alias Batanes de dos pieles de toro. Debe 80”; “It. son cargo 128 rs. del estiércol que se sacó de la plaza y se vendió”; It. son cargo 300 rs. que dieron los italianos por el tiempo que estuvieron en la plaza y divirtieron al público con varios animales que conducían”. Vemos como este era, según hoy se dice, un coso polivalente, donde se ofrecían todo tipo de espectáculos de la más variada índole, pero todos encaminados a la obtención de benéficos con los que atender al funcionamiento del Hospital, y a divertir al pueblo.
Seguimos con otro cargo de 400 rs. de varios despojos de la plaza y madera inutilizada que se vendieron, y otros 163 rs. de limosna por dejar madera para andamios. Este último cargo del Mayordomo se refiere a que en la plaza había un acopio de maderas varias para las reparaciones que hubiera que hacer, y se prestaron algunas a los albañiles de la Villa para ser utilizados en andamiaje, por lo cual pagaron una limosna, lo que hoy denominaríamos un alquiler. En las cuentas del ejercicio del que nos vamos ocupando, en la Data del Cargo aparece el asiento de 1000 rs. dados a Fco. Antonio Herrero Mayordomo que fue de este Sto. Hospital a cuenta de su alcance. (El Hospital cumple). También son data en estas cuentas 262 rs. entregados al Juez, escribano y escribiente, por la parte que les tocó de las diligencias sobre entrega de la plaza y dar su testimonio. Según costumbre muy sana y recomendable de la época, aunque fuera costosa, todo quedaba perfecta, clara y legalmente documentado. Siguiendo cronológicamente con las cuentas del Sto. Hospital y referencias en las mismas a la Plaza de Toros y espectáculos taurinos, observamos como en un momento se ajustan estas al año natural y no al de julio a julio que se venía observando, pues se hace un ajuste alargando el ejercicio del 9 de julio de 1806 al 10 de enero de 1808, se comprende que aunque la fecha de aprobación es del diez de enero de 1808, el ejercicio abarca hasta 31 de diciembre de 1807. En el Cargo de dichas cuentas aparece una cifra muy importante, 5.650 rs. “que en diferentes veces me ha dado Fco. Cepeda a cuenta del arrendamiento de la Plaza de Toros del año 1806 y debe para su total pago 550 rs. según consta de escritura otorgada”. Otro cargo de 4.420 rs. que Manuel Pardenillas dio del arrendamiento de dicha plaza correspondiente al año 1807 quedando a deber hasta su total pago 80 rs. según escritura. Y son cargo también 102 rs. que el dicho Pardenillas dio por el «quebranto» que la plaza y maderas tuvieron en las corridas de 1807. En la Data de estas cuentas figura en lo referido a la Plaza de Toros 251 rs. que costó la composición de la plaza para las corridas de novillos de septiembre de 1806; otros 505 rs. en el reparo de la plaza para las corridas de septiembre de 1807 y portes de traer la madera de Utiel; 756,12 rs. empleados en madera de Utiel en abril de 1807 para reparar la plaza de lo que se encargó Miguel Donato. En la Data de estas cuentas hay 219 rs. de dos carros de viguetas que el Mayordomo compró para la Plaza en Utiel, además vemos cómo se finiquita la deuda pendiente (1.347,26 rs.) que el Hospital tenía contraída con el anterior Mayordomo Herrero. Lo más destacado de las cuentas de este año es que el Hospital, ya propietario de la Plaza de Toros, no la explota de forma directa por su cuenta, sino que la da en arrendamiento, por lo cual obtiene unos sustanciosos ingresos, corriendo con los gastos de conservación y mantenimiento de la plaza, fundamentalmente en maderas, de las que como vemos se abastecía en Utiel. Es significativo que tanto en las cuentas del Hospital, como en las de la Cofradía de las Vera Cruz, que conozco bien, de siglos pasados, se adquirían preferentemente ciertos productos en Utiel, y comparando los precios, se observa que resultaba más rentable adquirir el mismo producto en Utiel que en Requena, en el caso de la Vera Cruz, concretamente, en la cera. No en vano el auge comercial de nuestra población vecina en el siglo XIX, sobre todo a partir de la llegada del ferrocarril, y hasta la primera mitad del siglo pasado, fue notorio. De hecho, a día de hoy, tanto el Hospital como la Cofradía siguen manteniendo relaciones comerciales con Utiel. El 4 de abril de 1808, en la Data hay 75 rs. pagados a Josef Carrasco El Justero, por hacer la tasación de la Plaza por orden del Rey. Y en mayo 170 rs. por un cabrio y cuartones para el surtido de la plaza.
En las cuentas del año 1809, cargo de 300 rs. por limosna de D. Antonio Enriquez por haber gastado en su casa nueva alguna madera y lías de la Plaza. Y en la Data 1.385 rs., importe de la madera comprada en varias veces para los “reparos” de la Plaza de Toros; otros 20 rs. al Escribano Florillo por notificación y diligencias contra los vecinos que viven en el muro de la Fortaleza que “a petición mía se les mandó cerrasen las ventanas que caían adentro de la Plaza de Toros…” Cuentas de 1810, cargo de 96 rs. por venta de madera recia de la plaza. Cuentas de 1811, cargo de 226 rs. por venta de alguna madera sobrante en la Plaza. Y en la Data 1.069,11 rs. “que entregué al Gimilio por Julio para deshacer la Plaza de Toros por ruinosa e inútil”. Aquí se acaba la efímera historia de la Plaza de Toros, que surgió con fuerza e ilusión del espíritu altruista de ese gran requenense y Mayordomo del Hospital que fue Francisco Antonio Herrero y otros hombres buenos que se han nombrado, y que después de haber dado unos excelentes frutos decae de golpe y porrazo, estimo que como consecuencia, entre otras razones, por la ocupación francesa y guerra consiguiente, deviniendo en algo «ruinoso e inútil”. En sustitución de los festejos taurinos, optó el Santo Hospital por otro entretenimiento bien diferente del que obtener alguna rentabilidad, como vamos a ver por la información obtenida de las cuentas, pues en la Data de las cuentas del año 1811, tras el desmantelamiento de la Plaza de Toros de madera de la plaza del Castillo, figuran 320 rs. “Para ayudar a componer un juego de pelota en lo que antes era la Plaza de Toros”. Y 184 rs. “Que he abonado a Ximilio por una cuenta que me presenta de varios gastillos ocurridos en la casa de la madera (almacén en el que se guardaba la madera para reparar la Plaza de Toros) y juego de pelota”. Y finalmente en las cuentas del año 1812, cargo de 700 rs. obtenidos del juego de pelota en varias fechas. Y son data 90 rs. por compra de nueve pelotas de baqueta para el juego de pelota, más 200 rs. a D. Josef Moral, Presbítero el 7 de julio de 1812 pagados por este para componer el juego de pelota. Este Juego de Pelota, establecido en sustitución de la Plaza de Toros, fue explotado por el Hospital, cobrando por el uso y por la entrada de público, con unos regulares benéficos durante algún año. Este fue el que hemos conocido como trinquete, cuyo frontón era el muro de la Fortaleza, y que se utilizó para este deporte por aficionados a dicho juego y público seguidor durante el siglo XIX y seguramente hasta el primer tercio del XX, pero ya no bajo el usufructo del Hospital, sino de forma libre y gratuita, aunque organizada, se supone, pues estos extremos no los he investigado por no hacer al caso de este artículo.
Fuentes.
Libro 2o Cuentas, Actas, Visitas, Inventarios 1770-1802 del Santo Hospital de Pobres de Requena.
Libro 3o Cuentas, Actas, Visitas, Inventarios, 1802-1839, del Santo Hospital de Pobres de Requena.
