La figura de Pascual Carrión es un valor señero incorporado con orgullo a la historia de Andalucía. De él dijo Blas Infante: “La obra de Pascual Carrión jamás será bastante agradecida por los andaluces”[1]; don Pascual, por su parte, cuando su buen amigo don Blas Infante lo requirió para trabajar con él por Andalucía, no pudo rechazarlo.
Muchas páginas se han escrito sobre Carrión y la Reforma Agria, los latifundios, el andalucismo, aspectos que no voy a tratar, porque lo que hoy nos reúne aquí es destacar el papel desempeñado por Pascual Carrión en la viticultura y en la enología española, una dimensión poco conocida de don Pascual, pese a ser el sector vitivinícola la otra gran preocupación de su vida. En esta materia no solo fue un destacado estudioso[2], sino un permanente reformista, “un autor comprometido, una figura pública volcada a la acción política, cuyos escritos desde fechas muy tempranas pretendieron transformar la sociedad y la economía agraria de su tiempo”[3], un regeneracionista agrario inclinado siempre junto a los trabajadores, al lado de los oprimidos, nunca al de los explotadores, como dijera en la Asamblea de Córdoba de 1919[4].
1. 1891-1917. Origen, Formación y personalidad
Pascual Carrión nació entre vides, en Sax (Alicante) el 3 de noviembre de 1891, era hijo de una familia de agricultores acomodados, propietarios medianos en la comarca del Alto Vinalopó[5]. Algo que, a lo largo de su vida, le acarreó lo que él llama “ventaja”. Así lo expresaba en una entrevista realizada en 1971:
“Yo tengo la ventaja de que he nacido en Levante; mis padres eran agricultores y yo he sido también agricultor toda mi vida, y he podido penetrar en la vida del campo y en la gente modesta”[6].
Llegó a Madrid en 1907, acompañado de su familia, para cursar estudios en la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos, estudios que compatibilizó con la asistencia a la Residencia de Estudiantes y al Ateneo de Madrid. Pronto recibió el influjo de Joaquín Costa (1846-1911) y entró en contacto con los hombres de la Institución Libre de Enseñanza y con su fundador Francisco Giner de los Ríos, en cuyas tertulias de los miércoles conoció a Dantín Cereceda[7]y a Baldomero Argente, fisiócrata andaluz que lo introducirá en la lectura de Joaquín Costa y Henry George, cuyas obras Colectivismo Agrario y Progreso y Miseria le influyeron notablemente. Vinculado con la Residencia de Estudiantes conoció y trato a personalidades como Ortega y Gasset, a quien escuchó en la cátedra de Metafísica de la Universidad Central, aún siendo estudiante. Sus visitas al Ateneo de Madrid le facilitarán su encuentro con otros filósofos, científicos y escritores[8].
El contacto del joven Carrión, en sus años de estudiante de ingeniería, con los maestros de la Institución Libre de Enseñanza y con la literatura regeneracionista fue decisivo en su vida. Como señala su principal biógrafo, la primera explica tanto la rigurosa conciencia profesional de aquél, como su característico talante. Y la inmersión en la literatura costista y el georgismo dejó una profunda huella en su discurso anti-latifundista y otros aspectos, si bien, Carrión, les imprimió un acusado acento personal[9]. Así lo reconoce él mismo:
“Ante todo, quiero destacar la ascendencia que sobre mi han tenido siempre dos grandes pensadores españoles: Joaquín Costa y Flórez Estrada; así como la importancia que siempre he atribuido a la obra de Henry George, de una extraordinaria influencia todavía en los hombres de mi generación”[10]
Al regeneracionismo se sumaría, durante los años veinte y treinta, un discurso social-católico que afirmaba las virtudes de la pequeña propiedad al tiempo que defendía el carácter fundamental de los derechos de propiedad, pero no su intangibilidad, pues entendía que la propiedad debía cumplir su función social para ser legítima, lo que implicaba que de no hacerlo podía ser objeto de expropiación[11]. En 1931 dirige el periódico alicantino Las Noticias, que se declaró ser un medio “sincera y decididamente republicano. Pero católico, profunda y entusiásticamente católico”[12].
Siendo estudiante en la Escuela de Ingenieros publicó, entre 1913 y 1914, algunos artículos, que considero programáticos, en los que el joven Carrión expresa lo que habría de ser su actuación, como ingeniero agrónomo que debe intervenir en la regeneración de la nación, en la reconstitución de la agricultura[13]. Artículos en los que trata una serie de temas que acabarían constituyéndose a modo de leit motif de su obra, puesto que reaparecen reiteradamente en las diversas etapas históricas que le tocaron vivir: 1) la agricultura como base de la reconstitución nacional; 2) la economía rural, o la aplicación de la economía a la agricultura, por estar íntimamente enlazada con la parte técnica; 3) el crédito agrícola, pues era una cuestión fundamental para la agricultura contar con el capital necesario para su desenvolvimiento; 4) las cajas rurales y el Estado; 5) los sindicatos agrícolas, considerados en el término de asociación; 6) y, finalmente, las cooperativas de producción. Sin olvidar el problema hidráulico.
El joven Carrión, todavía estudiante de ingeniería, tiene claro cuáles son los males que atenazan la vida del país, los tiene bien definidos, así como sus causas, sus consecuencias y sus posibles soluciones. Nunca tuvo problemas en expresarlo por escrito desarrollando no solo una impresionante labor de publicistas, sino también a intentar solucionarlos como ingeniero y como viticultor, ayudando a visibilizarlos, a que los poderes públicos tuvieran conciencia de ellos y a que los viticultores se asociasen. Y todo eso se refleja, expresamente, en sus escritos, tanto en los años finales de la Restauración, como en el Directorio militar primorriverista, en la República, o en el franquismo. Así, pues, es a través de su propia pluma por donde no vamos a acercar a Pascual Carrión ysu relación con la viticultura y la enología.
En 1913, don Pascual ya indicaba que las deficiencias del país solo podrían corregirse con remedios que afectasen al conjunto de todas ellas, incidiendo sobre aquello que era la causa originante de todas las demás y, que estribaba en la falta de una educación intensiva. La reconstitución del país era un problema de cultura, que no se debía ni a la falta de centros, ni a la falta de personal idóneo, sino que era algo más hondo pues “depende de la falta de interés y de tiempo para instruirse, motivada por la escasez de riqueza».
La clase media y obrera, que eran la mayoría de la Nación, llevaban una vida precaria. A los hijos a penas crecían un poco se les ponían a ganar un jornal, cuando se hacían adultos seguían trabajando todo el día “con muy poco tiempo para cultivar la inteligencia”. Ante esta pobreza moral y material no solo no era posible infundir interés alguno en conocer las letras o las ciencias, sino que tampoco aprendían a “pensar con miras elevadas”.
“La lucha por la vida, que entre ciertos límites es muy ventajosa para el progreso de la sociedad, cuando toma las proporciones que ha adquirido en el obrero, y sobre todo en el labriego español, mata al cuerpo de hambre y atrofia todos los sentimientos notables del espíritu.
La obra de cultura debe ir precedida de la económica” [14].
En esa obra de regeneración económica y cultural, Carrión señala una serie de cuestiones fundamentales:
1ª) De las principales fuente de riqueza del país, la única verdaderamente creadora de riqueza era la agricultura, de la que vivían la inmensa mayoría de los españoles, más o menos directamente, pero su explotación estaba tan atrasada que era la causante de las principales cuestiones que afectaban al país: la emigración, la carestía de los alimentos y otros problemas que preocupaban al ciudadano. Así, pues, la agricultura era la base de la reconstitución del país. Para Carrión las bases de toda regeneración pasaban por el trabajo y la virtud, pero también era consciente que había que activarlas, había que enseñar a trabajar el campo y hacer ver al campesino, al modesto agricultor que podía mejorar la rentabilidad de sus campos, pero para lograrlo hacían falta muchas cosas en España[15].
2ª) Para una agricultura industrializada era necesario introducir los conceptos básicos de la economía rural que permitiesen al agricultor entender que del modo de cultivo dependía también la rentabilidad, y que de la correcta mercantilización del producto, se daría cuenta del aumento de precio que obtiene en el mercado de los vinos bien elaborados y conservados.
“Es necesario enseñar al agricultor a llevar la contabilidad de su explotación, para que de ese modo pueda apreciar las ventajas y los inconvenientes de las prácticas que emplee, ya que vendrán indicadas por el resultado del balance. Solo así saldría de la rutina en que hoy vive, con gran prejuicio muchas veces de sus intereses y de la riqueza nacional.
Hoy marcha, casi siempre, desconociendo los beneficios que le reporta la tierra, y sin apreciar las condiciones en que puede aprovecharse de los modernos adelantos de la agronomía y de la mecánica agrícola, que en todo caso deben ser aquilatados por la economía.
La aplicación de los abonos, por ejemplo, es, en efecto, un problema, además de técnico, económico, y el agricultor debe hacer experiencias con diferentes clases de ellos en las parcelas que cultive, para ver qué elementos y en qué proporciones debe emplearlo para obtener el mayor beneficio. (…)
Lo mismo decimos de la maquinaria agrícola moderna: sembradoras, segadora, trilladoras etc. cuyo empleo debe hacerse con un conocimiento escrupuloso de los gastos de amortización, reparación e interés del capital en ella invertido para compararlo con el trabajo a mano. Si esto se hiciese siempre, no habría que lamentar los fracasos de los ilusionistas poco contadores ni la dificultades que para la propagación de todo adelanto presentan los rutinarios injustificadamente”[16].
3º) La agricultura, como la industria necesitaba de capital para su desenvolvimiento, necesitaba del crédito agrícola. Sobre el tema se había escrito mucho, Carrión no tenía intención de aportar nada nuevo a las teorías existentes, lo importante era ponerlas en práctica. La agricultura generaba riqueza, pero estaba mal invertida pues mientras el jornalero no podía obtener créditos, otros como el “ricachón del pueblo” lo invertía en políticas caciquiles, o el rentista de la ciudad que acaba aniquilando a las clases modestas. Este fragmento, verdadero ejemplo de sociología agraria, facilitaba, según Carrión, visibilizar las varias clases de agricultores y la importancia que tenía para la nación, conceder crédito a unas u otras.
“Marchando desde las clases más modestas a las más elevadas, nos encontramos, en primer lugar, el obrero agrícola, que vive solo de su jornal, o cuando más cuenta con una pequeña parcela arrendada, y que, aunque constituye el sostén de la agricultura, sobre todo hoy, que todavía la rutina es la principal consejera, no puede disponer de garantía para el crédito. Inmediatamente después tenemos el agricultor propietario, en el cual conviene distinguir tres modalidades: el que dirige por sí mismo la explotación, trabajando con sus obreros, el propietario honrado de pueblo, que, aunque no trabaja manualmente lleva la dirección de sus fincas y convive con sus labradores, para los que sirve hasta de protector y consejero, y el ‘ricachón’ de pueblo, que vive de sus rentas, es vago y vicioso en alto grado, y el único que dispone de fincas o influencia para obtener fácilmente dinero, el cual solo emplea en el juego y demás vicios y en la política de caciquismo en él encarnada. Por último, existe el tipo de propietario agrícola que pudiéramos llamar de las grandes ciudades, que deja sus tierras en manos de administradores y no se ocupa de ellas más que para aumentar su arrendamiento, aniquilando a las clases más modestas, que las cultivan con grandes sacrificios”[17].
4ª) La agricultura necesitaba del crédito, pero obtenerlo a través de los bancos centrales y grandes entidades implicaba contribuir a aumentar el capital de los propietarios agrícolas de las grandes ciudades, “clases parásitas de la agricultura y de la riqueza nacional”. Había que crear núcleos de crédito locales que facilitasen al obrero y al pequeño agricultor los medios de explotar la tierra. La solución al problema del crédito agrario tenía dos fases: una educativa y otra técnica, la creación de cajas rurales. En cuanto a éstas, su progreso descansaba en la buena administración y en la mutua confianza de sus socios, como estaba sucediendo en la Caja de Ahorros de la Cámara Agrícola de Jumilla[18].
5ª) Carrión consideraba que el problema de la regeneración era más antropológico, de modificación de costumbres, que legislativo, de ahí que aquellos procedimientos que influían en el individuo y el pequeño grupo eran los más sólidos. Entre ellos, Carrión considera la asociación o sindicato agrícola como el procedimiento más eficaz para la reconstitución agrícola. Asociación vista “como núcleo integral que organiza las aspiraciones todas de los socios, los cuales a su vez se hayan íntimamente compenetrados entre sí”. Este tipo de asociación podía resolver los problemas técnicos, económicos y sociales implícitos en la reconstitución agrícola.
“Los sindicatos agrícolas resuelven, además, el problema económico de la producción, el de la adquisición del capital necesario para el cultivo mediante las cajas rurales, de que nos ocupamos días pasado. Los sindicatos resuelven también el de la disminución de intermediarios, problema cuya trascendencia social es todavía mayor que la económica, con ser tan enorme”[19].
6ª) Ahora bien, para que los sindicatos agrícolas pudiesen cumplir esa misión técnica, económica y social, era necesario que también fuesen cooperativas de producción, de crédito y de venta, y que incluyesen problemas como el del seguro, el del socorro mutuo y el de la educación. La agricultura era una industria muy complicada, y exigía una dirección técnica escrupulosa, algo que aisladamente no era posible conseguir, dado que habitualmente no se disponía de suficiente cantidad de tierras y de capital. Con la intervención de la asociación se facilitaba que los consejos del agrónomo llegasen al pequeño agricultor, porque la explotación racional de una finca exigía conocimientos y experiencia práctica[20]. Pero la organización en cooperativas agrarias no se improvisaba en cuatro días, exigía sacrificios por parte de todos:
“Exige que todos nos desprendemos de nuestros egoísmos y contribuyamos con nuestros conocimientos influencias y dinero este sobre todo, para poner al frente de la obra a técnicos especializados de la economía, de la banca y del comercio, proporcionándoles los medios necesarios para estudiar seriamente todas las cuestiones visitar los mercados consumidores y extender por ellos las ramificaciones precisas”[21].
Para Pascual Carrión todas estas premisas no se quedaban en meras teoría, en especulaciones idealistas, él era plenamente consciente que eran algo que debían llevar a la práctica los ingenieros agrónomos como una vocacional labor de apostolado. Y que eran ellos, los jóvenes, los encargados de realizar toda esa labor de apostolado en cuestiones como la del crédito agrícola, el sindicato agrícola, el asociacionismo:
“La solución al problema del crédito agrícola verdaderamente fructífero, del que llega a manos del verdadero productor, es, pues una labor de educación del propietario y del obrero a la vez; exige un verdadero apostolado, que tenemos que desempeñar los jóvenes, alejándonos del tumulto de la ciudad y acudiendo al campo. Es labor lenta y oscura, sí; pero muy fructífera”
No nos proponemos decir nada nuevo, sino ocuparnos solo de esas cosas conocidas, pues creemos que nuestro papel, el de la juventud, es traducir en obrar las ideas hechas vulgares a fuerza de oírlas, pero que en la ida real siguen considerándose como novedades, por no haberse puesto en práctica más que en contados casos.
Insistiendo sobre las cosas buenas, aunque sean conocidas, se contribuye a convencer a las demás personas, preparando el terreno para la verdadera labor útil, que es la que se efectúa en el mismo medio en que ha de cristalizar la idea, y que en el caso que tratamos es el campo y el pueblo” [22].
El sindicato agrícola, la asociación
“Será este el medio también de conseguir la intervención del agrónomo como indispensable para que la industria agrícola marche por los derroteros económicos y técnicos de que hoy es imposible prescindir, y que exige la concentración de la propiedad y del capital, análogamente a lo que han hecho las otras industrias.
“La emancipación económica daría realidad el ideal de libertad que tantas veces escribe como bandera política, y que no puede existir mientras dura la esclavitud económica que hoy padecemos, y con libertad y cultura (cosas inseparables, porque no hay verdadera libertad si no existe cultura), existirá la ciudadanía indispensable para salir del letargo en que nos encontramos política y socialmente.
Es, pues, una obra magna de reconstitución nacional el de la buena organización de sindicatos agrícolas, y a realizarla debemos tender la generación que empezamos ahora a actuar. Es obra de apostolado, lenta, oscura, pero de enorme trascendencia propia de temperamentos elevados, como por fortuna van apareciendo en la juventud trabajadora y retirada del bullicio. Es una labor fortificadora y como reacción a la manera de actuar de los que debían dirigir y no hace más que moverse dentro de un ambiente insano, muerto a toda mira elevada.
Los sindicatos agrícolas, centros donde hemos de sembrar ciencia y virtud, deben ser el gabinete de trabajo de los jóvenes agrónomos y de todas las personas de buena voluntad”[23].
En 1917, concluidos sus estudios, Carrión ingresa en el Cuerpo de Ingenieros Agrónomos. Los ingenieros agrónomos habían nacido, profesional y administrativamente, de la voluntad política de superar el atraso agrario y poner las bases de la transformación técnica del cultivo y la ganadería españoles. Una marca genética que, siguiendo a Pan-Montojo, “condicionó durante mucho tiempo el ethos de los ingenieros agrónomos, llamados a dirigir desde las instituciones públicas un cambio gradual de las formas de producir”. En el siglo XX hicieron una “apuesta por políticas agrosociales de orientación diversa, en las que la colaboración con el asociacionismo, la colonización interior y la difusión técnica ocuparon un papel central”[24]. En las competencias de los ingenieros agrónomos entraban tareas catastrales, modernizar la agricultura mediante la formación de los agricultores, la promoción de la mecanización y la lucha contra plagas y enfermedades de los vegetales, la concentración parcelaria, transformando secanos en regadíos, desarrollo de un sistema de seguros agrarios, el fomento de la industrialización agroalimentaria, configurando una red de almacenamiento de productos básicos y ordenando y regulando los mercados de productos agrarios. Actividades, todas ellas, que Carrión va a llevar a cabo a lo largo de su vida, y que nos lo presentan “como un ingeniero agrónomo singular por su proyección pública pero a la vez muy representativo del pensamiento y el estilo de los ingenieros españoles, y más concretamente de los agrónomos, y de su acción política”[25].
En 1914 el joven Carrión escribe:
“Ilustrando y dirigiendo al obrero y al agricultor, realizamos la obra más provechosa que puede cumplir el hombre, la de sembrar la cultura y la virtud, tanto más loable cuanto más retirada e intensiva sea. Callar y obrar lenta y continuadamente en provecho de su patria es el deber del que se crea un verdadero ciudadano”[26].
2. 1917-1921. Pascual Carrión en Andalucía.
En 1917, solicita su traslado al Servicio de Avance Catastral de Sevilla, donde se dedicó a fondo a estudiar la economía andaluza[27]. En el Catastro de Sevilla de 1918 hay un ambiente un tanto rompedor de tradiciones agronómicas. Los ingenieros del Catastro, encabezados por su jefe Massanet y Verd, y con un especial protagonismo del jovencísimo Pascual Carrión, elevaron al Ministro de Fomento, Ossorio, un informe sobre la “cuestión agraria”. Con su informe y los artículos publicados posteriormente, rompían con varias tradiciones de la ingeniería agronómica y “colocaban en primer plano la política de estructuras, y más específicamente la redistribución de la tierra, como solución a la cuestión agraria.
Carrión entró en contacto con el movimiento andalucista y, muy especialmente, con Blas Infante, interviniendo en Asambleas y Manifiestos de los andalucistas. En marzo de 1919 asiste como delegado a la Asamblea Andalucista de Córdoba, en la que defendió las reivindicaciones regionalistas.
En diciembre de 1921 fue destinado al Servicio Catastral de Valencia.
3. 1921-1931 Carrión, Líder de viticultores.
Tras la etapa de intensa actividad vivida en Andalucía desde 1917, en diciembre de 1921 fue destinado al Servicio Catastral de Valencia, donde se sumergió en los problemas de la viticultura, transformándose, entre 1924 y 1930 en “líder de la principal organización de viticultores” y centrando sus reflexiones en el análisis de la posición económica de la vitivinicultura[28], sin dejar de estudiar e intervenir en otros temas.
3.1. La viticultura en los años 20. Estragos de la filoxera y reconstitución del viñedo en Levante.
Los años veinte fueron de grandes dificultades para la vitivinicultura española. Como señala J. Pan-Montojo, los precios mundiales del vino común experimentaron fuerte oscilaciones motivados por la concentración de las importaciones en el mercado francés, que en 1926-1930 recibía el sesenta y cuatro por ciento de las exportaciones mundiales. Además, el mercado internacional de vinos superiores, destinado a unas minorías de alto poder adquisitivo, era muy inestable, más que el del vino en general. Los cambiantes precios internacionales del vino repercutieron en el mercado español, muy dependiente, todavía, de la exportación, pese a que se daba una progresiva orientación a la producción interior desde el siglo XIX[29].
Una de las pautas constantes seguidas por Carrión, para visibilizar los problemas vitivinícolas, fue señalar la importancia de la viticultura en la economía nacional, tanto desde el punto de vista social como del económico
“La vid es una planta colonizadora por excelencia que ocupa, como antes decíamos, más de 1.500.000 hectáreas del suelo español, y los terrenos que ocupa son tan pobres en muchas regiones que ni siquiera para pastos o leñas servirían. Es también un cultivo intensivo que absorbe gran cantidad de mano de obra, y no hay que olvidar lo que se hace de la población de extensas comarcas que viven del vino y, en último término, con el esfuerzo de miles de españoles se ha creado una riqueza de la que el Estado obtiene una buena parte; justo será, pues, que en compensación ponga un poco de atención en conservarla”[30].
Así, pues, partiendo de la realidad de que los terrenos dedicados al cultivo de la vid suelen ser malos, suprimir la viticultura o cambiar el cultivo implicaría una considerable reducción de la riqueza productiva por hectárea y, en consecuencia, pérdida de población por emigración, disminución de jornales, etc. Razones, todas ellas, que hacían de la defensa de la viticultura una obra patriótica, sólida y duradera que todo Gobierno, consciente de su misión, debía realizar.
En la región levantina[31], la vid era la planta más generalizada y una de sus principales riquezas. Los viñedos podían resistir las sequías pertinaces y amoldarse a toda la variedad de terrenos y temperaturas, propios de las diversas comarcas de la región, y se cultivaba desde las orillas del mar hasta las altitudes limítrofes con las provincias de Teruel, Cuenca y Albacete. Carrión apostillaba que “si no fuese por ella, estarían despoblados los campos e improductivos muchos áridos cerros”[32]. Además, la exportación de los vinos era una de las partidas más importantes del comercio exterior que contribuía a equilibrar el déficit de la balanza comercial. La llegada de la filoxera infringió un rudo golpe a este cultivo pues hubo que abandonar los terrenos excesivamente calizos, los yesosos y los cascajosos de poco fondo en los cuales vivían la vid del país y no pudo prosperar la americana, a pesar de los esfuerzos de los agricultores[33]. Los estragos producidos por la filoxera fueron considerados “heridas profundas en la economía alicantina”, que había que reparar con el menor trastorno posible, ya que era imposible evitarla[34].
Y a la reparación de esas heridas profundas, causadas por la filoxera, a la reconstitución del viñedo, señala Carrión, que en principio se habían aportado portainjertos como Aramones-Rupestris, el Rupestre de Lot y el Murviedro-Rupestris 1902. Y, con ellos se plantaron la mayor parte de los viñedos hasta 1913, aproximadamente, cayendo posteriormente en desuso a causa de los escasos resultados obtenidos[35]. Hacia 1923 la reconstitución del viñedo valenciano estaba casi terminada y conceptuado el valor de cada porta-injerto. No obstante persistían ciertas dudas. Por ejemplo, el Rupestre de Lot había pasado por diferentes periodos de estudio, pero todavía por aquellas fechas, no se había conseguido un juicio definitivo sobre ciertas variedades como la de Richter (110, -99, -31) pese a su importancia para la región. La Cásela-Berlandieri 41 B y la Berlandieri-Riparia 420 A eran la base en aquella región para los terrenos calizos, pero dados el crecimiento lento en la primera y la sequedad del clima no se podían descuidar otros porta-injertos. En cuanto a las viníferas, excepto los pueblos de la comarca de Requena, cuya variedad Bobal era casi exclusiva, en los demás existía tal mezcolanza de tipos que era conveniente, primero, estudiar cada una de ellas para poder orientar al viticultor[36].
Don Pascual decía que el agricultor valenciano cuidaba muy bien sus viñedos, obteniendo del secano un gran rendimiento, en cambio, la elaboración de los vinos, dejaba mucho que desear, porque la división de la propiedad hacía que cada uno reuniese pequeñas cosechas, pero no disponía de locales y elementos para hacer una buena elaboración[37]. Para remediar este mal, se habían constituido algunas bodegas cooperativas, descollando entre ellas la de Turís, la de Cheste y la de Pedralba en la provincia de Valencia, que eran modelos de organización, poseían el material más moderno y una buena dirección técnica que les permitía la elaboración de buenos vinos, y que Carrión confiaba que sirvieran de modelo a otras muchas, porque en cuestión de vinos, en la región levantina, todavía había mucha labor que hacer. No obstante la provincia de Valencia contaba con la Estación Enológica de Requena, de la cual Carrión dijo que “ella debe ser el cerebro de toda la producción vitivinícola, pero necesita de campos por las diferentes comarcas”[38].
En la reconstitución del viñedo, en la reconstitución del solar patrio, los agricultores hacían lo que podía, pero la tarea implicaba una serie de costes, de conocimientos técnicos y maquinaria que les desbordaba, ya que se necesitaba adquirir trenes de desfonde, plantas madres para hacer viveros, asesoramiento técnico, etc. Y, para todo ello, Carrión consideraba indispensable la ayuda oficial. Era lógico que:
“Si el Estado protege y ayuda a las nuevas industrias, a los ferrocarriles, a la Marina mercante, construye por su cuenta pantanos y canales, porque todo ello facilita la producción, ¿no es más lógico y justo que ayude a reconstituir el solar patrio destruido, a levantar el edificio Magno de nuestro viñedo asolado por una verdadera catástrofe?
Pocas obras hay tan patrióticas como la de valorizar nuestro suelo y arraigar en él a los ciudadanos, y ella la realiza magníficamente la vid que hace producir a los terrenos más pobres y une al agricultor con la tierra de un modo tan profundo como las raíces del viñedo”[39]
La ayuda oficial podía proceder bien del Estado, o bien de la gestión de las diputaciones provinciales, mucho más próximas a los viticultores y que podían seguir el problema más de cerca[40].
3.2. La crisis vitícola de la primera mitad de los años veinte, origen y soluciones.
En 1925 Pascual Carrión, en colaboración con Francisco Santacana y Julio Tarín, elaboraron una Memoria[41], acompañada de las solicitudes de varios centenares de asociaciones agrícolas[42], al Presidente del Directorio Militar, que resumía el grave problema que sacudía la viticultura española, a la vez que exponía sus posibles soluciones[43]. En este documento analiza y denuncia situaciones y estructuras que lastraban la vitivinicultura de los años veinte, en algunas cuestiones consiguieron la intervención gubernamental, otras no se resolverían a corto plazo.
En la Memoria se exponía la notoria rentabilidad de la viticultura en relación a otros cultivos y su rentabilidad social[44], pese a todo, el viticultor era deficitario, de cinco a diez pesetas por hectolitro, lo que en una “una explotación modesta, de 10 hectáreas nada más, se pierde, por lo tanto, de 1.000 a 2.000 pesetas, según el precio, y en fincas regulares la cifra pasa de 5.000 pesetas”[45]. Había, pues, un serio problema vitícola, que afectaba a la nación entera, motivado por una serie de causas a las que Carrión ponía nombre: la adulteración y falsificación de vinos; los impuestos que gravaban el vino y el alcohol y que encarecían y dificultaban su comercio; la competencia ilícita de los alcoholes industriales, gran parte fabricados con materias exóticas o residuos de una industria sumamente protegida por el arancel; la falta de tarifas económicas de transportes y la lentitud de éstos; la falta de Tratados de Comercio favorables a la viticultura; las dificultades que encontraba el agricultor y el comerciante para obtener crédito a largo plazo e interés módico; y otras causas de índole agrícola general, pero que afectaban muy directamente a esta riqueza.
Ningún otro producto agrícola se gravaba como el vino y el alcohol. El impuesto de consumos, que siempre había sido uno de los más odiados entre la población, no sólo resultaba injusto e inmoral sino que, además se convertía en un incentivo para la fabricación y adulteración del vino. Entre la contribución rústica, agravada, en aquellas fechas, por la formación del Catastro con fines tributarios, y los impuestos municipales que gravaba el vino, y que en ocasiones, equivalían al cien por cien de su valor, el Congreso de los Viticultores pedía su supresión.
“Siempre ha sido el impuesto de consumos uno de los más odiados, pues, además de su propia naturaleza, casi siempre alrededor de él ha vivido gente maleante, matones y personas de dudosa conducta, entre las cuales han procurado reclutar los caciques las llamadas ron- das que luego han utilizado para sus fines electorales. Por éstas y otras razones, este impuesto ha resultado siempre muy caro de recaudar, y el fraude está a la orden del día con el sistema de depósitos y demás subterfugios. Hay municipios que les cuesta más del 30% la recaudación de los consumos, y aun en los mejor administrados supone siempre un tanto por ciento muy crecido”.
Los municipios tenían sobrados medios, y no era justo “que hiciesen sufrir a la viticultura y a los consumidores de sus productos las consecuencias de una falta de orientación en la tributación municipal y un miedo a afrontar con valentía las cuestiones de la hacienda local, haciendo que los tributos graven únicamente a la riqueza y a los poseedores de ella, como es de justicia, en vez de acudir, como hoy ocurre, a impuestos indirectos que, elevando el precio de las mercancías, recaen principalmente sobre las clases más modestas, que son precisamente las que encuentran más dificultades para vivir”[46].
El fraude era otro de los más graves enemigos que la viticultura padecía en los años veinte. El vino era objeto de constantes falsificaciones, ante la tolerancia de las autoridades y la pasividad de los viticultores. El aguado, el empleo de mil productos químicos, para encubrir los efectos de vinos averiados, y la adición o mezcla de otros que no proceden de la vid. Sí existía en España una Ley de vinos de 1895, una de las pocas leyes promulgadas a favor de la viticultura pero no se cumplía nunca y, además, Carrión consideraba que estaba anticuada. Para corregir el fraude era necesaria una decidida cooperación por parte de los Poderes Públicos, había que proceder a una nueva Ley que unificase el fárrago de disposiciones existentes y tuviese en cuenta “los progresos enológicos y las diversas transformaciones de que son objeto los mostos”, que definiese qué se entendía por vino y qué productos podían obtenerse, qué operaciones estarían permitidas, qué productos, etc. Y cuantas medidas se juzgasen oportunas a fin de garantizar la fuerza y calidad del vino, junto a un reglamento con sanciones a los contraventores[47].
Una gran parte de los vinicultores opinaban que el fraude no era tan grave, sin embargo Carrión sabía que era “el motivo principal de depreciación de los vinos, pues todos conocemos con qué graduación y clase de vinos se adquieren en la propiedad y cómo llegan estos vinos al consumidor”[48]. Con el fraude de los vinos adulterados se estaba dando en el extranjero un espectáculo deplorable, y como estaba fomentado por los impuestos, de ahí que Carrión, en el Congreso de Viticultores, propusiese la supresión total de los impuestos que gravaban el vino a su entrada en las poblaciones.
La cuestión de los alcoholes enrareció el panorama, ya de por sí crítico, de la vitivinicultura en los años veinte y treinta. Hacia 1922 los viticultores se habían movilizado al objeto de conseguir el cumplimiento de la Ley de 1895, que prohibía el empleo en las bebidas alcohólicas de otros alcoholes que no fuesen los procedentes del vino y sus derivados, dado que se estaban elaborando bebidas y haciéndolas pasar por vinos, cuando, realmente, no lo eran porque utilizaban productos importados. Para Carrión y los viticultores resultaba inadmisible que “para que vivan media docena de fábricas de alcohol industrial, se sacrifique a cuatro millones de españoles”[49]. El Real Decreto de 1 de septiembre de 1924 contribuyó a empeorar su situación porque legalizaba el empleo del alcohol industrial en determinados momentos. Para don Pascual era obvio que el Decreto se había hecho para favorecer a “los alcoholeros industriales y a los licoristas, criadores, exportadores y fabricantes de vinos más o menos naturales y generosos, que tiene casi siempre intereses contrarios a los viticultores que suelen ser víctimas de ellos”. Los viticultores pidieron la derogación de la normativa. En la Memoria se propusieron algunas medidas viables al objeto que la supresión del impuesto de alcoholes no perjudicase la recaudación estatal[50]. El problema de los alcoholes continuó lastrando la vitivinicultura y llegó a generar una lucha secular entre los alcoholes y la viticultura, sin vislumbrarse una fácil solución[51].
La supresión de los impuestos de consumos, la represión del fraude y la supresión del impuesto de alcoholes fueron los tres puntos esenciales que Carrión planteó al objeto de dar solución al problema vitícola, pero estas medidas deberían completarse con otras que afectaban a la agricultura en general y muy especialmente a la viticultura, tales como los tratados de comercio, los transportes, el crédito agrícola y la creación de un Ministerio de Agricultura[52].
La concertación de tratados comerciales con países extranjeros era algo que interesaba a todo el país, puesto que los productos exportados derivados de la viticultura ascendía a 200 millones de pesetas, ocupando el segundo lugar en la balanza comercial. No obstante, era, precisamente, la viticultura la que sufría los efectos de un exagerado proteccionismo. De ahí que Carrión propusiese un poco de justicia en los tratados que en el futuro se realizasen y que no se exagerasen aranceles que impidiesen dar salida a nuestros vinos. En los últimos tratados comerciales se había mejorado la posición de los vinos, pero la lentitud en la tramitación de las negociaciones había terminado por ser perjudicial[53].
En cuanto al Ministerio de Agricultura, Carrión era consciente que, por mucha buena disposición que tuviese un Gobierno, mientras los temas agrícolas fuesen competencia de tres ministerios diferentes -Fomento, Hacienda, Gobernación-, era muy difícil aunar voluntades políticas. No basta, pues, en España con la Dirección General de Agricultura; debiera irse a la creación del Ministerio de Agricultura[54].
Además de todos los temas indicados, Carrión no olvidaba otro aspecto fundamental como era el de fomentar la cultura entre los elementos vitícolas, algo por lo que Unión de Viticultores debía preocuparse:
“Realizar estadísticas de la producción y venta de uva y vino, del precio de producción de ellos y de los demás factores que en la viticultura interviene, y al mismo tiempo emprender una labor cultural intensiva y práctica para perfeccionar el cultivo de la vid y la elaboración de vinos; para elevar el nivel económico social del viticultor, creando sindicatos y cooperativas, campos de experimentación, etcétera, el Estado debe contribuir a esta obra restableciendo ido dando bien las estaciones enológicas suprimidas y autorizando ampliamente a todas para que puedan llevar sus enseñanzas constantemente a todas las localidades vitícola”[55].
3.3. Inicio del cooperativismo
Fue en esta década de los veinte, cuando comenzó don Pascual su tarea de promover y gestionar cooperativas agrícolas “liberando a los viticultores modestos de la explotación de los compradores de uva y de los caciques de los pueblos” según sus propias palabras[56]. En 1926 Carrión había contribuido a la fundación de la cooperativa vínico-alcoholera de Villena, y en 1927 participó en la creación de la Bodega Cooperativa de Sax aportando su bodega familiar. Entre 1927 y 1928, desde la Confederación se desarrolló una activa propaganda sobre el cooperativismo que culminó con la creación de casi medio centenar de bodegas cooperativas como la Agrícola de Utiel en 1927, poco después, se ponen en marcha las de Monóvar y Petrel. En 1935 se crea una cooperativa en la Pobla del Duc, y la Vinícola Requenense, y en 1936 la de Viticultores de Requena, en la provincia de Valencia. En la de Alicante se crearon las de Sax, Castalla, Monovar y Pinoso. En La Mancha, las de Jumilla, Tomelloso, Socuéllamos y Villarrobledo. En la de Valladolid las de Peñafiel y la Seca. “El resto de España seguía dormida”[57].
Pascual Carrión, cual apóstol seglar recorría la comarca de Requena-Utiel predicando las ventajas del cooperativismo, pronunciando, en julio de 1929, una conferencia en San Antonio de Requena bajo el título “Las cooperativas como liberación económica del pequeño agricultor”[58]. Como relata C. Basanta, en 1929, Pascual Más y Más, presidente de la Diputación Provincial de Alicante, se refiere a Carrión como “el apóstol de la sindicación y de la cooperación, en reconocimiento a su labor en favor de los intereses vitivinícolas de esta región”[59].
3.4. El movimiento vitícola y la Unión Agraria
La crisis que atravesaba la producción agraria en 1922, las vicisitudes ocurridas en la negociación del Tratado con Inglaterra, y la normativa sobre el uso de alcoholes no vínicos, tuvieron la virtud, opinaba Carrión, de despertar a los viticultores, produciendo un movimiento que tendía a constituir un organismo carácter permanente para la defensa de los intereses agrarios de Levante[60].
En 1924, Carrión interviene en la creación de la Unión de Viticultores de Levante, que integraban viticultores de Alicante, Castellón, Valencia y Murcia, afectados por la filoxera y que pretendía representar a los pequeños cosecheros de la región. En agosto de 1924 aparece la revista Acción Vitícola[61]. En noviembre de 1924 tuvo lugar la Asamblea de Valencia en la que se concretarían las aspiraciones de los viticultores. Carrión participó activamente en ella y expuso sus puntos de vista acerca de los impuestos sobre el vino, sobre la reforma de las leyes tributarias sobre la tierra y sobre los productos del campo; pidió que el ahorro nacional fuera al campo y no a la deuda pública, al tiempo que se manifestaba contra el proteccionismo industrial que, en su opinión, lo pagaba la agricultura. En febrero de 1925 se presentó la Memoria y en 1926 levanta, junto a otras regiones (Aragón, Cataluña, La Mancha…) la Confederación Nacional de Viticultores, muy relacionado con el incipiente sindicalismo católico agrario y que jugó un importante papel en los conflictos sectoriales de los años veinte[62]. La Confederación nació con objetivo de unir a todos los viticultores ante una serie de problemas comunes como eran “la tiranía de los comisionistas intermediarios al servicio de los grandes exportadores, y la llamada cuestión alcoholera”[63]
Además, como Carrión reconocería años más tarde, para obtener lo que querían fue necesario realizar visitar a diversas autoridades, como fueron al Presidente del Directorio, al General Sr. Ruiz del Portal, al Subsecretario de Fomento y al Vicepresidente del Consejo de la Economía Nacional. Finalmente consiguieron que los poderes públicos prestasen atención al problema de la cuestión vitícola y se creó una Comisión técnica nombrada para informar al Directorio, de la cual formaban parte algunos que siempre habían defendido a la Viticultura y que estaban muy capacitados. La presión sobre el Gobierno consiguió que se promulgase en Decreto-ley de vinos de 29 de abril de 1926, que ponía fin a las prácticas fraudulentas pero no acabó con el problema de los intermediarios[64].
Carrión señalaba que en la crisis vitícola habían incidido varios factores:
“Si los viticultores no hubiésemos estado tantos años desorganizados no se hubiera ido acumulando sobre el vino y el alcohol toda clase de trabas e impuestos, la adulteración y falsificación de vinos no se hubiera tolerado, y la competencia del alcohol industrial no hubiera alcanzado las proporciones que hoy tiene. Y es que no sólo estamos desorganizados y carecíamos de representación y fuerza oficial, sino que usurpaban nuestra representación otros elementos que no son productores de uva, sino que suelen comerciar con ella y con el vino y el alcohol, y su interés, por lo tanto, no es el mismo que el de los viticultores; pues aunque puede coincidir en ciertas ocasiones, otras veces es opuesto, dando lugar a que se promulguen disposiciones como el R.D. de 1º de septiembre de 1924” [65].
Entre 1928 y 1930 los esfuerzos de Carrión se dirigieron a la organización política de los agricultores por medio de la Unión Agraria Nacional, para tratar de buscar solución a problemas conjuntos como eran los aranceles, tributos, obtención de crédito[66]. Había que reforzar la organización de los agricultores formando una entidad poderosa que pudiera colaborar con las ya existentes y que recogía “el ansia de mejora que sienten todos los agricultores españoles y el deseo de influir de un modo constante y profundo en la marcha de la economía y la hacienda nacionales, orientándolas en defensa de la agricultura”[67]. En 1930 edita en Alicante El Agrario, órgano de expresión de la Unión Agraria, y en Elche Vida Agraria en 1931. Ese mismo año adquiere el periódico Las Noticias, de ámbito provincial, el cual dirigió por un breve tiempo.
3.5. 1927-1931. El Instituto Agrícola Alfonso XIII y las películas agronómicas.
En 1926 la Dirección General de Agricultura creó el servicio de Cátedra ambulante de Agricultura, cuyo objetivo era divulgar los procedimientos de mejora de los cultivos y la ganadería así como la transformación industrial de sus productos. De ahí surgió la necesidad de disponer de películas agrícolas. Entre noviembre de 1927 y finales de 1928 se filmaron cuarenta y ocho documentales en soporte nitrato sobre el cultivo del viñedo, cereal, olivo, naranjo arroz y palmerales de Elche, también sobre combate de enfermedades de las plantas, en total unos 1500 metros de negativo. Uno de los títulos de los que se tiene constancia es el de Cuidados del vino y exportación[68].
Pascual Carrión estuvo destinado, de 1927 a 1931, en el Instituto Agrícola Alfonso XIII, donde se hizo cargo de la dirección técnica de las primeras películas agronómicas. En una entrevista realizada para el periódico valenciano Las Provincias[69], Carrión expresa que cuando comenzó a actuar la Cátedra ambulante de Agricultura, se vio la importancia de las películas para llevar al campo los adelantos de la técnica agraria para llevar al campo los adelantos de la técnica agraria, de modo que el agricultor pueda tener el consejo del ingeniero sin necesidad de hacer gastos de consideración, ni dejar sus habituales ocupaciones
“El agricultor modesto, poco acostumbrado a la lectura, va a las conferencias, no puede aprender solo con los folletos y revistas, ni siquiera con las conferencias; necesita ver las cosas para darse cuenta de ellas, y nada mejor que el cine puede cumplir está misión. La prueba de ello la tenemos en lo ocurrido con las películas que se han proyectado, pues han resultado el principal atractivo de la Cátedra ambulante y además han permitido congregar a los agricultores con este motivo, recibiendo provechosas enseñanzas mediante conferencias y prácticas que por sí solas no hubiesen atraído a aquellos”.
La eficacia de la labor radicaba en que
“ El cine no solo enseñará a los agricultores, distrayéndoles, sino que resultará un gran medio de propaganda de nuestros productos y la manera de que las ciudades especialmente los gobernantes aprecien la labor que se realiza en el campo transformando los montes y eriales en naranjales y viñedos y los pantanos en magníficos arrozales. Las películas agrícolas servirán también para que las ciudades se preocupen más de la labor de los agricultores y se vayan dando cuenta de la importancia de estos en la economía nacional”.
4. 1931-1939 La crisis económica y política de los años treinta
4.1. Los problemas fundamentales.
El impacto de la crisis financiera de 1929, aunque tardío respecto a Europa, llegó[70]; en la España de 1930 la crisis estaba servida, los ánimos exaltados. Pese a todo, Carrión, fiel a sus principios, no abandonó su ideario educativo y de regeneración profunda del país desde la transformación agraria. Entre enero y febrero de 1931 publicó una serie de artículos en los que fue definiendo lo que él consideraba “problemas fundamentales” del país: los gastos del Estado, la Reforma Agraria, el crédito agrícola, la reforma tributaria, la formación de hombres para la cooperación, la contribución rústica[71]. A la vez que sacaba a la luz artículos sobre la agricultura, como base del progreso patrio[72], sin dejar de publicar escritos que afectaban al mundo vitivinícola[73], pues todavía estaba pendiente la reconstitución del viñedo filoxado[74], además de otros cultivos. En estos artículos aportó datos que nos permiten aproximarnos a la extensión del viñedo y a la producción vitivinícola a comienzo de la década de los treinta. Pero también denunciaba no solo la ausencia de protección por parte de los poderes públicos, sino también el lastre que suponía, la falta de crédito agrícola, los impuestos de consumo y el problema de los alcoholes[75]. Cuestiones omnipresentes en Carrión porque no terminaban de resolverse.
1) El crédito era el auxiliar más poderoso para la producción, tanto que hacía que la banca tuviese un poder superior al Estado e influyese, más eficazmente, en toda la economía del país. Sin embargo, los bancos no proporcionaban créditos a la agricultura sino a un interés usurario. Decía Carrión que:
“…el agricultor no encuentra medios para mejorar sus tierras ni aún para explotarlas debidamente si no es a un interés usurario. Su garantía está a la vista, puede apreciarse con facilidad y no puede trasladarla fácilmente, pro no obstante, los bancos no le proporcionarán crédito ni le darán facilidades para nada.
La consecuencia es que el campo no produce lo que debiera y la agricultura atraviesa una vida lánguida: no puede utilizar los procedimientos de la técnica moderna, ni pagar buenos jornales, ni intensificar la producción”[76].
El problema del crédito agrícola había que afrontarlo con suficiente amplitud de miras. En España funcionaba desde 1925 un Servicio Nacional de Crédito Agrícola[77] pero las cantidades asignadas a créditos eran insignificantes, incluso después de su reorganización en 1929. La realidad de la economía nacional demandaba impulsar la agricultura, y derivar hacia el campo la mayor suma de capitales, de ahí que el programa de los agrarios, que propugnaba Carrión colocase:
“En el primer plano de nuestras aspiraciones la de que se cree un servicio potente y eficaz de Crédito Agrícola que, con la aportación del estado, de la banca y de las mismas entidades agrarias, permite transformar y mejorar nuestras tierras, buscar aguas, emplear maquinaria moderna y conseguir que la agricultura se ponga el mismo nivel de las demás ramas de la producción”[78].
2) No era menor la cuestión tributaria. Carrión no consideraba justo que fueran los labradores modestos y las numerosas familias sin fortuna quienes ayudaban a levantar las cargas nacionales, mientras que otras personas con relativa fortuna aportaban menos. Así, pues, la reforma tributaria era indispensable, porque la contribución era un enorme peso para las clases modestas mientras que resultaba muy llevadera a las grandes fortunas de terratenientes, industriales y comerciales.
“Es principio fundamental de justicia que al Estado se contribuya en proporción a los beneficios que se obtienen de la vida social. El que trabajando (dando al trabajo su más amplia acepción) no tiene lo suficiente para vivir modestamente, no es justo que vea mermado su exiguo haber con impuestos de ninguna clase, ya que las circunstancias económico-sociales hacen que parte del fruto de su trabajo vaya a otras manos, no hay derecho a beneficio, es lógico que contribuyan al erario público en proporción creciente a su cuantía” [79].
3) El injusto sistema tributario lastraba, especialmente, la producción vitícola. Carrión inauguraba la década con unas notas en las que denunciaba, en esta ocasión el gravamen sobre las heces y tártaros[80]. Un impuesto injusto porque su objetivo era impedir la exportación de estas materias y producir la baja de las mismas para beneficiar a las dos o tres fábricas de ácido tartárico que existían en España.
4) Finalizando enero de 1931, don Pascual volvía a insistir en la importancia de las bodegas cooperativas para el progreso agrario, porque eran las instituciones sociales que más contribuían al mejoramiento de los viticultores. Los ejemplos logrados con las bodegas cooperativas de Sax y Monóvar eran elocuentes, mientras que en otras grandes zonas productoras de vinos, especialmente La Mancha, el viticultor, que ni poseía bodega propia ni tenía medios de alquilar alguna, se veía obligado a vender la uva de la vendimia, en un corto periodo de tiempo, exponiéndose a tenerlo que ceder por cuatro cuarto. Tampoco el pequeño viticultor podía disponer de toda la maquinaria necesaria (estrujadoras, prensas, bombas) y demás material enológico que permitía realizar una elaboración con gran economía, para disminuir los gastos y para aumentar la cantidad y calidad del vino obtenido. De ahí que Carrión propusiese las bodegas cooperativas como medio para acabar con estas anomalías, pues si los viticultores modestos lograban reunirse en cooperativa, contarían con la garantía suficiente para construir, comprar o alquilar una buena bodega y elaborar sus caldos. Además dispondrían de fondos, a cuenta del vino, y no tendrían que venderlo hasta el momento adecuado.
“La importancia que las bodegas cooperativas tienen para toda la viticultura nacional, solo desde este punto de vista puramente comercial, es enorme, pues el día que en sus manos se halle la mayor parte del vino y se encuentren convenientemente federadas, se evitarán en gran parte las grandes oscilaciones y trastornos que presenta el comercio de vinos, de los que solo los especuladores salen gananciosos, pues los comerciantes honrados suelen también ser víctimas de dichas oscilaciones”[81].
5) Con la cuestión de la importancia de las bodegas cooperativas, para el progreso agrario, enlazaba la no menos importante que antes de constituirlas había que formar hombres para la cooperación. No era algo fácil. Las cooperativas estaban llamadas a cumplir un papel decisivo en el campo y debían fomentarse asentándolas sobre bases firmes, sobre hombres capacitados para dirigirlas, con todo entusiasmo, pero también conocedores de la dificultades por venir y modo de solucionarlas, a la vez que debían tener “el temple preciso para resistir, sin inmutarse, los ataques de los caciques y de los especuladores”.
“El simple juego de la oferta y la demanda, la libertad económica tan admirada por nuestros abuelos, hace que el débil sea aplastado por el fuerte y que la producción y el comercio s desenvuelvan en un completo caos, pasando de períodos de abundancia a otros de crisis, con sus especulaciones, quiebras, ganancias improvisadas y demás inmoralidades.
La gran guerra vino a demostrar la necesidad de organizar todos los sectores de la producción, de sustituir luchas y competencias inútiles por las actividades organizadas, coordinando esfuerzos y suprimiendo intermediarios.
Pero el éxito de las organizaciones descansa principalmente en la competencia de sus directores, y por ello precisa formar estos sólidamente”[82].
Sin embargo, en España, no había ni una escuela de cooperación, ni un centro donde se pudiesen formar hombres para dirigir las cooperativas[83]. No solo era necesario que evolucionase la enseñanza de la economía, sino que se creasen escuelas de cooperación en las que aquellas personas que tuviesen una cierta base técnica agrícola industrial se les fuese capacitando económica y socialmente para crear, fomentar y dirigir cooperativas.
“En el cultivo de la tierra, en la obtención de (…) vino y alcoholes, en la organización del comercio, en la exportación, etc., las cooperativas tienen una misión muy amplia y extensa que cumplir, y se necesita formar los hombres que han de ponerse al frente de ellas que sean a la vez técnicos y apóstoles, competentes y abnegados, verdaderos hombres de nuestro tiempo, o, mejor dicho, de los venideros, que cifren su mayor orgullo en contribuir al mejoramiento general, al vencimiento de los egoísmos suicidas que tienen que tienen sumidos a los pueblos era un infierno de luchas y competencias estériles y ruinosa”[84].
Carrión, sigue insistiendo en ideas que traía desde sus años de estudiante en la Escuela de ingenieros, como claves del progreso en el campo, de la elevación del nivel económico y cultural de campesino: cooperación y formación de hombres para la cooperación, el crédito agrícola, el seguro agrario, las enseñanza agrícola, bodegas cooperativas, la reforma tributaria en los impuestos indirectos y en los aranceles, centros de investigación bien dotados, de campos de experimentación. Todo esto exigía unidad de acción entre todos los organismos que habían de intervenir en su realización, debía crearse, pues, el Ministerio de Agricultura[85].
4.2.Los años de la República y la Guerra 1931-1936.
En febrero de 1931 Carrión había escrito que la situación real del país demostraba la necesidad de unas Cortes que reflejasen el sentir nacional y encauzasen legalmente los movimientos de opinión deseosos de transformar el Estado tanto en el orden político como en el económico y social. Pese a su llamada de atención no se abrió un cauce legal a todas las tendencias y estalló el movimiento revolucionario. Carrión y los agraristas no eran revolucionarios, es más se declararon enemigos de los movimientos revolucionarios, razón por la cual solicitaron un Gobierno de concentración mirando hacia la izquierda, que recogiese “aspiraciones de una gran parte de la nación que no quiere que retornen los procedimientos y vicios anteriores a 1923”[86]. Carrión y los agrarios confiaban en los métodos pacíficos de resolver los problemas, en las elecciones para manifestar la voluntad del país. No se podía volver a las guerras civiles decimonónicas[87]. No obstante, finalizando marzo de 1931, Carrión expresaba su preocupación porque las pasiones políticas amenazaban con envolver a los españoles en una guerra civil semejante a las sufridas durante el siglo XIX y solo provocaron atraso y ruina[88].
El 14 de abril de 1931 se proclamaba la República, Carrión ante el resultado de las elecciones, acataba, con los agrarios, la decisión de la nación:
“Las personas sensatas y de buena voluntad han de preocuparse de salvar a España y para ello no deben crear dificultades al nuevo Gobierno, que tiene una misión muy arriesgada”[89].
Carrión había sido elegido candidato a diputado a Cortes el 12 de febrero de 1931 por la Unión Agraria de Alicante, dos meses después, Blas Infante lo requirió para formar parte de la Candidatura Republicana Revolucionaria Federal Andaluza, como diputado a Cortes por los regionalistas sevillanos, porque el problema de la tierra era fundamental para Andalucía y Carrión había pasado muchos años de su vida estudiando el problema agrario en Andalucía. Don Pascual no podía desairar a sus amigos andaluces y aceptó. Las razones de su opción las pondría por escrito[90]. No obstante Carrión no consiguió escaño en las elecciones a Cortes constituyentes.
El 30 de abril de 1931 era designado delegado de España para asistir a las manifestaciones y excursiones vitícolas organizadas en Aviñón por la Oficina Internacional del Vino, al objeto de crear una Estación uval en Aviñón. El paso de Carrión por la feria de Aviñón le permitió comprobar el interés de estas manifestaciones agrarias porque reflejaban la potencia y actividad de la región y reunía los principales adelantos en maquinaria y otros aspectos agrícolas, hasta el punto de señalar la importancia que tendría en España hacer ferias análogas[91]. Algo que en los conflictivos treinta no iba a poder ser, pero que don Pascual no olvidó y puso en valor a finales de los cuarenta. Tras su viaje también presentó un informe sobre la enseñanza agrícola en Francia[92], otra de sus grandes preocupaciones.
El 21 mayo de 1931, por decreto del Gobierno Provisional, Pascual Carrión entró a formar parte, como ingeniero agrónomo, de la Comisión Técnica Agraria y de la Subcomisión encargada de redactar el anteproyecto de la Ley de Reforma Agraria, para la solución del problema de los latifundios, aprobado en el Consejo de Ministros el 21 de julio de 1931. Posteriormente, el 25 de agosto de 1931 sería designado secretario de la Junta Central de Reforma Agraria. Con tal motivo volvió a trabajar con Blas Infante, Díaz del Moral y Bernaldo de Quirós. Pero Carrión no estaba conforme con el texto definitivo aprobado y expresó sus criticas, lo que le valió ser destituido en junio de 1932 por “sus críticas a comisión de las Cortes encargadas de dictaminar el proyecto de ley de reforma agraria que él mismo había elaborado. Así acabó su controvertida y breve participación en la Ley de Reforma Agraria”, de la que tanto se ha publicado después[93].
Por suerte para el sector vitivinícola, como afirma J. Piqueras, y tras su destitución en junio de 1932, Carrión fue destinado a puestos directamente ligados al mundo de la viña y el vino, siendo, en 1932, ponente de la redacción del Estatuto del Vino y de la Viña, que recoge las líneas maestras del Decreto de vinos de 1926[94]. En 1932 ostentaba la Jefatura de la Estación Agronómica de Madrid, en ese año pública Los latifundios en España. En 1933 fue elegido vicepresidente de la Sección de ciencias Económicas del Ateneo de Madrid, a la vez que fue nombrado inspector de Mutualidades Agrícolas de Accidentes de Trabajo, en el Instituto nacional de Previsión. En enero de 1935 ganó por oposición la cátedra de Economía Política y Agraria de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Madrid.
En 1936 “la muerte violenta de Blas Infante” y la situación general le lleva a implicarse políticamente y aceptar la plaza de director comisario del Instituto Nacional Agronómico, debiendo trasladarse a Valencia en 1937, con el Gobierno de la República. Ese mismo año, siendo Jefe del Servicio de Enseñanza y Divulgación Agrícola, en el Instituto de Reforma Agraria, elaboró y publicó el Reglamento de las Granjas-escuelas y la Cátedra ambulante de agricultura[95]. Tema sobre el que escribiría otro artículo en el que ponía en el Gobierno del Frente Popular, lo que había sido una de sus grandes preocupaciones, formar hombres capacitados para transformar el campo:
“Una de las preocupaciones mayores del Gobierno del Frente Popular ha sido formar hombres capacitados para llevar a cabo la honda transformación del campo español, elevando el nivel económico, social y cultural de los campesinos. Ha considerado que no basta entregar la tierra a los que la trabajan, sino que es preciso ponerles en condiciones de obtener de ella el máximo producto con el mínimo esfuerzo.
Por ello el Ministerio de Agricultura ha instalado las granjas-escuelas y ha dado nuevo impulso a la Cátedra ambulante”[96].
El propio don Pascual resume su labor de aquellos años:
“Luego, durante la guerra, trasladado a Valencia, ya que era director de la Escuela de Ingenieros Agrónomos, volví a colaborar con el Instituto d Reforma Agraria, al frente del Servicio de Enseñanza y Divulgación creado dentro del mismo; ahí llevamos a cabo un amplia labor, dando cursillos de adiestramiento para campesinos y capataces de las colectividades, creando varias granjas-escuelas, en las que preparamos a varias promociones de agricultores para poder dirigir adecuadamente las explotaciones colectivas”[97].
La actividad de Carrión fue muy moderada, sin poder evita ser vocal de la Asociación de Relaciones Culturales con la URRS y miembro de la Casa de la Cultura Valenciana, lo que le valdría ser acusado de “comunista y masón” por miembros de la Falange Valencia en 1939[98].
5. 1941-1961.Carrión director de la EVE de Requena (1941-1961)
5.1.Depuración y destino a la EVE de Requena.
El 15 de abril de 1931, al día siguiente de proclamarse la República, Carrión había escrito que “Pensar en dictaduras es un crimen de lesa patria que todos debemos combatir y creemos firmemente que nadie alentará”[99]. Pero la dictadura llegó.
Finalizada la guerra civil, tras la acusación, por parte de miembros de la Falange de Valencia, de comunista y masón, fue detenido y, en virtud de la Ley de 10 de Febrero de 1939, se le abrió un expediente de depuración. Permaneció once meses en la cárcel y, finalmente se le rehabilitó como funcionario público, pero inhabilitado para desempeñar puestos de mando o de confianza e incluso cátedras. Separado de su cátedra universitaria, se le dio otro destino funcionarial alejado de Madrid: la Estación de Viticultura y Enología de Requena[100]. Un pequeño pueblo de 19.923 habitantes, antigua frontera entre los reinos de Valencia y Castilla.
Para algunos investigadores, Carrión, tras su depuración y su destino a la EVE de Requena vivió en un ostracismo o exilio interior[101], aunque no desapareció de la vida pública y prosiguió elaborando trabajos sobre divulgación técnica relacionada con la vitivinicultura (fermentación vínica, mejora de mostos, replantación del viñedo), sin dejar otros aspectos económicos[102]. Para García Delgado, Carrión continuó con la reforma agraria técnica, propia del ingeniero agrónomo, que implicaba una elevación sustancial de la productividad de la agricultura y que básicamente equivalía a la mejora de los sistemas de cultivo y fertilización y a la mecanización. Fue “la respuesta de un carácter pragmático, en un hombre de ideas políticas moderadas, al desafío que supone una situación política hostil al tema de la reforma agraria y una casi absoluta carencia de medios y posibilidades personales para emprender otras tareas”, algo que no hay que olvidar a la hora de enjuiciar “la significación del vasto movimiento cooperativo que Carrión impulsó durante las décadas de 1940 y 1950 en los campos levantinos y manchegos, así como el sentido último de la amplia labor que realiza al tiempo como publicista, orientada en la misma dirección[103].
Don Pascual, fue derribado de su actividad política, de su cátedra universitaria, pero no fue derrotado. Desde allí desarrollará, en medio de un océano de vides, una impresionante labor centrada en la vitivinicultura y el cooperativismo agrícola de la zona de Levante y La Mancha. Los veinte años que Carrión pasó en la EVE fueron muy fructíferos. Pascual Carrión “continuará creando, sin acritud, demostrando su calidad humana”[104]. Ni la prisión, ni todo el proceso de depuración a un insigne catedrático, a un gran pensador, a un ilustre agrónomo, como señala en su obituario García Delgado, consiguieron acabar con la capacidad de Carrión para entusiasmarse con cualquier actividad que considere útil para afrontar algunos de los problemas más acuciantes de la agricultura española[105]. Como señalaba Velarde en 1973, don Pascual no fue un personaje importante traumado, sino “un funcionario que sirve a la patria con serenidad”[106].
Juan Piqueras destaca la importante labor desarrollada por Carrión, quien, al igual que otro gran “apóstol” del cooperativismo, Cristofol Mestre en Cataluña, que también sufrió depuración política, siguió muy activo[107]. Y afirma que, a pesar de la “tutela” ideológica del franquismo, don Pascual, durante su larga estancia en Requena siguió trabajando por el movimiento cooperativista y, ente sus tareas destaca la preocupación por ayudar a la correcta replantación de viñedos con vides americanas, dado que los agricultores valencianos y manchegos todavía andaban remisos a abandonar variedades autóctonas vulnerables a la filoxera; la mejora de las calidad de los vinos y de su correcta comercialización; solucionar los problemas de excedentes de vino en España; y mostró un especial interés por cambiar la imagen de las variedades de uva valencianas (Bobal, Monastrel y Merseguera). Todo un legado, al que hay que añadir el Campo de Experiencias y la Escuela de Capataces Bodegueros[108].
Para tener los elementos de juicio necesarios para valorar la tarea realizada por don Pascual Carrión durante los últimos veinte años de su vida laboral, podemos observar algunos de los puntos de su “legado”.
5.2.La Estación Enológica de Requena 1911-1941.
Desde mediados del XIX, la gran importancia del sector vitícola, en la que la exportación de vino era una de las mayores fuentes de divisas y la necesidad de mejorar la calidad de los mismos para poder mantener el mercado, despertó el interés por las EVE. El avance la filoxera, y el serio daño que infligía en los viñedos, aumentó la demanda de construcción de nuevas estaciones de viticultura y enología. Un Real Decreto de 1881 permitió crear cinco granjas escuela, entre ellas las de Valencia (1887) y la de Jerez (1890), casi todas incluían secciones de viticultura, enología y ampelografía[109]. La de Jerez comenzó a funcionar en 1910, y poco después otras, entre las que se encontraba la de Requena, algunas o no llegaron a funcionar o tuvieron escasa trascendencia. Otras sí, entre ellas la de Requena, creada en 1911, a la que llegó don Pascual en 1941 y a la que convertirá uno de los principales puntos de referencia de la enología española[110].
A semejanza de lo que le había ocurrido en el Catastro de Sevilla en 1917, en el que a su llegada Pascual Carrión encontró un grupo de ingenieros afines, en Requena también encontró personas con las que compartiría su sensibilidad social y sus esfuerzos por mejorar el entorno de los viticultores. Si don Pascual fue capaz de dinamizar la ingente cantidad de tareas que contribuyeron a la transformación en profundidad de tan vasta zona geográfica, “movido por su ideología social cristiana y su filantropía natural”, no hay que olvidar a los miembros del equipo que aglutinó en torno a su persona[111].
Don Pascual sabía perfectamente a dónde había sido destinado. Ya en los años veinte en uno de sus escritos sobre la reconstrucción de la agricultura, para el Congreso de Viticultores en 1927, había señalado que existía en la provincia de Valencia “la Estación de Requena y ella debe ser el cerebro de toda la producción vitivinícola, pero necesita campos por las diferentes comarcas”[112]. Sabía la labor desarrollada por el director precedente, don Rafael Janini, pero también estaba allí Fernando Morencos, a quien conocía desde los años veinte[113].
La Estación Enológica de Requena había sido creada en julio de 1910[114], comenzando a funcionar en enero de 1911, en 1912 la filoxera ya había comenzado a causar estragos y volvería a atacar en 1915, las viñas de Requena. En los primeros años la EVE se ocupó, principalmente, de orientar a los viticultores en la reconstitución del viñedo destruido por la filoxera, y de estudiar los vinos en la comarca y su posible mejora. Posteriormente, durante los años 1919-24, se dio un gran impulso a este centro bajo la dirección del ingeniero Rafael Janini, intensificando la ayuda técnica a los viticultores y las mejoras de los vinos. En palabras del propio Carrión, la labor principal de Janini fue la de dirigir la reconstrucción del viñedo destruido por la filoxera, cuándo en España se conocía muy poco este asunto y hubo que llevar de la mano a los agricultores, completamente desorientados, recorriendo los pueblos, analizando terrenos, creando viveros de plantas americanas y guiando toda la reconstitución. Simultáneamente, inició la formación de jóvenes capataces bodegueros[115].
5.3. El Campo de experiencias de la Estación Enológica de Requena.
Desde su tempranos artículos en 1914, sobre la regeneración agraria, Carrión había hablado de la necesidad de tener campos de experiencias para cultivos[116]. De modo que cuando llegó a la Estación Enológica, una de las primeras innovaciones fue la creación de un Campo de Experiencias[117]. Sobre una parcela de 4 hectáreas en el llano de El Rebollar, donde se plantaron 43 variedades de viñedos españoles y una pequeña muestra de viñedos extranjeros, con objetivo de estudiar su aclimatación y productividad, al tiempo que se ensayaban los mejores portainjertos de planta americana para las replantaciones de viñedos filoxados.
Una de las tareas que realizaba la Estación de Viticultura y Enología de Requena, era la de estudiar las variedades de vides americanas y europeas más interesantes en España y que mejor se adecuaban a la región. Para ello se reunieron las principales variedades españolas y algunas extranjeras, no solo para vinificación sino también para fruta, y se estudió el progreso de crecimiento, su maduración y producción, así como su adaptación al terreno, a las enfermedades, etcétera. Por lo que se refiere a las españolas, se disponía de una colección muy completa de vides para vino y para consumo de las uvas como fruta[118], cuyas producciones se pesaban todos los años y se determinaba el grado de alcohol probable.
Las cepas fueron clasificadas en varias categorías: La primera de ellas estaba constituida por las variedades blancas selectas, para vinos generosos de calidad (el Palomino Jerez, el Pedro Jiménez); y la planta fina de Pedralba. En una segunda categoría, se colocaron la Malvasía y el Macabeo o Viuna, y como cepas más corrientes, cultivaron el Airén, la Merseguera, El Xare-lo, el Jaén, y otras como la Tortosina, Marisancho, etc. A las variedades tintas se les dedicó gran atención y, pudo establecer varias categorías, colocando en primer lugar a la variedad Tempranillo, al Morastrell o Monastrell, la Garnacha. En una segunda categoría para vinos corrientes, tenían el Bobal,), el Sumoll, la Cariñena o Mazuela, y otros de menos interés.
Con todas estas variedades se elaboraron los vinos correspondientes que eran objeto de estudio y envejecimiento, en la bodega de la Enológica. Esta manera de proceder permitió formar concepto de las cualidades de cada variedad en las condiciones que se cultivaban en dicho campo que, por tener un terreno más bien pobre, sus resultados resultaban aplicables a la generalidad de las fincas de la región de Levante y de La Mancha. No se trataba, pues, de una parcela mejor de lo corriente entre las dedicados al viñedo, sino todo lo contrario. Los datos obtenidos mostraban la posibilidad de mejorar las producciones del viñedo de la comarca Requena-Utiel, que por su clima y suelo era análoga a las manchegas y, por lo tanto, podía servir de orientación a esa gran región vinícola, la mayor de España.
Respecto a las uvas para vinificación, un hecho digno de destacar fue la superioridad de la Garnacha, entre las variedades tintas. La ostensible superioridad de la Garnacha recomendó la plantación de esa variedad para mezclar con el Bobal y así elevarlo de grado, porque se conservaba mucho mejor y era el ideal para tomarlo en las comidas. También era de interés la cepa Cencibel o Tempranillo porque la calidad de sus vinos mostró nítida superioridad sobre todos los demás, especialmente al envejecer, pero esta variedad era más delicada por el mildiu y oídium. Otro hecho de interés, destacado por Carrión, fue que el Sumoll superaba también al Bobal en producción y grado, cosa ya comprobada en la Conca de Barbará (Tarragona). El Monastrell producía poco en la comarca de Requena-Utiel y su graduación no llegaba tampoco a ser muy elevada, por lo cual no podía aconsejarse. En las variedades blancas, el Campo de Experiencia también ofreció datos muy interesantes sobre el Macabeo y la Merseguera[119].
5.4. Replantación con vides americanas.
En Carrión, cabría destacar su preocupación por ayudar a la replantación de viñedos con vides americanas, orientando a los agricultores valencianos y manchegos todavía remisos a abandonar las variedades autóctonas más vulnerables a la filoxera[120]. De ahí, que en el Campo de Experiencias de la EVER se cultivaron las principales vides europeas de España, francas de pié, es decir, sin injertar, en una parcela de una hectárea, e injertadas sobre vides americanas en otras tres hectáreas, empleando las variedades más interesantes para la región levantina, comparándolas con otras utilizadas en el resto de España. Entre las vides americanas, comprobaron el gran valor que tenían los híbridos de Berlandieri x Rupestris de Richter números 99 y 110, para los terrenos pobres y secos que tanto abundan en la región valenciana, quedando por encima de la Chasssela x Berlandieri 41 B, que daban buenos resultados en las provincias levantinas y en Andalucía, sobre todo en los suelos muy calizos. Estos tres porta-injertos, eran muy interesantes, pero al lado de ellos, el Riparia x Berlandieri número 161- 49, daba también muy buenas producciones y por ello se aconsejó para terrenos no muy secos. El Rupestri de Lot, aunque se corría la flor con muchas variedades europeas (Garnacha, Bobal, etc.), no quedaba mal en algunas de las parcelas en que se cultivaba, pero siempre eran preferibles los otros portainjertos.
Fue digno de mención el híbrido complejo de Mouviedro x Rupestris x Riparia número 19.617 que dio al viejo patrón Murviedro x Rupestris la resistencia a la filoxera de que carecía y que fue causa de su fracaso hacía 45 años, cuando empezó la reconstitución del viñedo en la región levantina. El indicador número 19.617 ocupa un buen lugar entre los que se cultivaban e indicaba que podía aconsejarse en terrenos buenos no muy secos.
Los híbridos de Telekki, Berlandieri x Riparia número 8 B y 5 B B, poco conocidos en España, fueron dando buen resultado en el campo de referencias, pero Carrión consideró prudente esperar más años para recomendarlos. Un hecho que fue destacado era es la poca producción que iba dando el número 420-Ade Millardert (Berlandieri x Riparia), bien conocido de aquellos viticultores, lo cual mostraba que no debía ponerse en terrenos secos y pobres, sino solamente en los buenos terrenos de regadío para injertar de uvas de mesa en los cuales no hay que tener la sequía[121].
5.5. Cambiar las variedades valencianas.
Particular interés mostró Carrión por cambiar la imagen de las variedades valencianas de uva (Bobal, Monastrell, Merseguera), durante mucho tiempo orientadas hacia la elaboración de vinos de coupage con destino a la exportación y sometido, por tanto, a frecuentes adulteraciones. Además de recoger las ideas de Morencos sobre la idoneidad de la Bobal para la obtención de vinos rosados de mesa, demostró la posibilidad de obtener también buenos tintos de crianza mezclándola con Garnacha o Tempranillo. Para ello alentó a los viticultores a que llevasen a cabo plantaciones de estas dos últimas variedades, sobre todo de Tempranillo, que en los años cincuenta era todavía una auténtica desconocida en la comarca[122].
En los años cincuenta se cultivaba casi exclusivamente la Bobal. Como en el Campo de Experiencias se venía comparando con otras variedades de uva tinta adecuadas a la comarca, Carrión destacó la Garnacha, que se venía cultivando en Navarra, Rioja, Aragón y Cataluña, con gran éxito, pues si bien la producción de la Garnacha era análoga al Bobal, su graduación alcohólica era mayor y por lo tanto, su rendimiento en grados-hectolitro, o sea, en pesetas, también lo era. La Garnacha superaba al Bobal, quedando éste, incluso, por bajo del Cencibel y el Sumoll, que dieron resultados superiores.
La variedad tinta que producía mejores vinos en España, era el Tempranillo, base de los mejores vinos de La Rioja y de los claretes de Valdepeñas, llamado Tinto Fino o Cencibel en La Mancha. En el Campo de Experiencias de Requena, el Tempranillo llegaba 14 y 15 grados algunos años (quinquenio 1945-1953), pero no fue solo esta superioridad en alcohol, sino la notable calidad del Tempranillo, sobre todo en cuanto se envejecía, tanto respecto a la Bobal, como con la Garnacha y las demás variedades tintas. Una mezcla del vino de Bobal con el del Tempranillo podía conseguir un vino de 11,18 a 12 grados muy adecuado para mesa.
Carrión también destacó otra variedad de uva tinta, cultivada en el referido Campo de Experiencias, se trataba del Sumoll, que ocupaba grandes extensiones en las provincias de Tarragona y Barcelona. No se trataba de una variedad fina y delicada como el Tempranillo, sino de las mismas características de rusticidad que presentaba el Bobal, pero que a Carrión le llamó la atención por su uniformidad en su desarrollo vegetativo y producción, tanto entre las cepas de una parcela como de uno a otro año, y que había resistido como casi ninguna otra el periodo tan fuerte de sequía de los años 1953 a 1955[123].
5.6. Mejora de la calidad de los vinos y de su correcta comercialización.
En el legado de don Pascual en la EVE de Requena, destaca su interés por la mejora de la calidad de los vinos y de su correcta comercialización, a través de las cooperativas de envejecimiento y el embotellado[124]. Con ello buscaba, precisa J. Piquera, “no sólo la garantía de bondad para los consumidores, sino también unas mayores retribuciones para los productores. En una época en que la mayor parte del vino era vendido en España en ‘tabernas-bodegas’ envasado en toneles y expedidos en recipientes que aportaba el propio consumidor (garrafas), Carrión proclamaba la necesidad de llegar al embotellado de los vinos en las bodegas productoras de origen. Esto mejoraría su calidad y su imagen; se podrían vender también en cualquier comercio de alimentación (y no sólo en bodegas y tabernas); se incrementaría el consumo y se mejorarían las condiciones del productor”[125].
Vista la situación que alcanzarían los vinos de Levante, en décadas posteriores, vale la pena detenernos, un poco, en este legado de don Pascual.
A comienzos de los cincuenta, los precios elevados que alcanzó el vino, hizo que nadie sintiese la necesidad de mejorarlos, pero aún así, Carrión insistía en que se comparasen con los precios que lograban los vinos de marca y se vería el margen tan elevado que existía. Había que estimular el mejoramiento de los vinos y Carrión no desaprovechaba ocasión. Hasta las fiestas de la vendimia, que habían ido surgiendo en España en la segunda mitad de la década de los cuarenta, eran un lugar privilegiado para estimular el mejoramiento de los vinos[126]. Pocas fiestas tenían tanta justificación como la de la vendimia en las comarcas vitivinícolas, porque era lógico que se celebrase con regocijo el momento de recoger el fruto del trabajo de todo el año, pero debía, también, aprovecharse para realizar concursos de vinos y procurar que las cooperativas de agricultores pudientes conservasen y envejeciesen sus vinos para presentar cada año de mejor calidad . En esto, don Pascual tenía claro el modelo francés y el buen ejemplo de Jerez.
“En Francia, todas las fiestas y reuniones se aprovechan para presentar buenos caldos y el mayor orgullo de las cooperativas y viticultores adinerados es ofrecerlos de excelente calidad.
En España, Jerez, nos da también un buen ejemplo, dedicándose la aristocracia a obtener las mejores calidades de vinos y no habiendo fiestas, ni reunión en la que no se presente como el mejor timbre de gloria unas buenas botellas del rico caldo
El Levante consumimos dentro del año de haberse elaborado vinos excelentes, que envejecidos podrían valer dos o tres veces más que el precio que logran en el mercado, y en vez de dedicar capitales a negocios ajenos a la agricultura, deberían dedicar los viticultores y comerciantes a la mejora y envejecimiento de sus vino.
Las posibilidades que existen en este sentido quedan bien demostradas con los caldos que tenemos en la Estación Enológica de requena. No se trata pues de una ilusión, ha sido una realidad bien palpable[127]”.
Carrión aconsejaba seguir el ejemplo de Francia, pues en la feria de Montpellier del mes de octubre, se celebraban concursos de vinos, se reunían las cooperativas y se trataban los problemas técnicos y comerciales que les afectaban, se daban conferencias sobre viticultura y enología, etc. Tanto el Ministerio como la Cámara Oficial Agrícola, la Unión de Cooperativas, debían apoyar las fiestas de la vendimia y conceder premios importantes a los vinos y uvas mejores, distinguiendo las diferentes clases que en el Levante se obtienen. Don Pascual exhortaba a una puesta al día:
“Despertemos y alentemos el afán de mejora algo dormido de los viticultores levantinos, mediante premios efectivos y diplomas, dando conferencias adecuadas, etc., y lograremos que la Fiesta de la Vendimia sea una gran palanca del progreso de nuestra región”[128].
Y lo consiguió. Ya en 1950 la Fiesta de la Vendimia anunciaba su concurso de vino y uvas, ésta últimas estaban en concurso desde 1948. En 1953, la Fiesta de la Vendimia de Requena, con el apoyo de la Enológica y sus entidades oficiales agrícolas de la provincia, convocó la Primera Exposición-concurso de vinos de Levante, que tuvo lugar en septiembre y a cuya inauguración asistió el Ministro de Agricultura don Cirilo Cánovas. Aquel año, el Presidente de la Fiesta de la Vendimia fue Francisco Martínez Bermell, discípulo directo de Carrión en la Enológica y uno de los enólogos valencianos más prestigiosos de la segunda mitad del siglo XX[129].
En 1955 se hallaba en marcha la creación de una cooperativa de viticultores en Requena para dedicarse a envejecer los vinos de la comarca, dado que la Estación Enológica había demostrado en su propia bodega, durante más de 15 años, como se podía lograr una gran calidad como finos de mesa. Era el resultado de una vieja aspiración, la de lograr que se revalorizase aquellos caldos[130], pues dar vino embotellado de garantía y barato, era cuestión fundamental para vender grandes cantidades. Además era algo que demandaba un mercado deseoso de terminar con los vinos a granel, susceptibles de toda clase de fraudes que degradaban el vino.
Carrión tampoco escatimó consejos para la obtención de vinos tintos y rosados[131]. Ni consejos prácticos para que las cooperativas, como la de Requena-Utiel, revalorizasen sus vinos llevando vino joven embotellado al consumidor, o cooperando con otras cooperativas de la región de manera que abaratasen gastos de publicidad y organización logrando una venta mucho mayor. También aconsejó la necesidad de colaboración entre las diversas comarcas para lograr gamas de vinos aptos para todos los gustos, algo que los simples recursos de una sola comarca no permitían disponer. Colaboración que sí era posible gracias a la existencia de potentes cooperativas en la región levantina, los ejemplos de Cataluña y Andalucía servían de motivación para dinamizar una región, como Levante, en la que la vid tenía una importancia fundamental pero con una situación muy inferior en cuanto a la comercialización de sus vino, debido a que había invertido capital y energías en exportar imitaciones de otras regiones, cuales acabaron beneficiándose del sistema. Era, pues, necesario unirse y formar grandes empresas,
“La comarca Requena-Utiel, por su importancia vitícola y por estar en ella afincadas personalidades de gran abolengo y con medios económicos suficientes, debe ser la base de una potencia organización operativo comercial de toda la región que haga llegar nuestros vinos a los mercados españoles y extranjeros”.
Cataluña nos da ejemplo con sus potentes empresas vinícolas que han acreditado sus vinos espumosos en todo el mundo; y Andalucía marcha la cabeza de los vinos generosos que son una fuente preciosa de divisas, traída de países tan ricos como Estados Unidos e Inglaterra, en donde han logrado gran supremacía estos caldos, incrementando mucho su consumo.
Nuestros grandes viticultores y exportadores, necesitan unirse y constituir una gran empresa que sea instrumento adecuado para vencer en esta lucha por los mercados.
Las empresas modestas no pueden abrirse paso entre las grandes entidades que gastan muchos miles de pesetas en propaganda y organización y cuidan como es debido sus caldos[132].
Don Pascual terminaba aconsejando seguir el ejemplo de Andalucía y Cataluña al objeto de lograr que el esfuerzo del viticultor obtuviese el resultado que merecía y los pueblos lograsen elevar su nivel de vida.
5.7. Los problemas de excedentes de vino en España. Innovación en mostos y vinos.
Don Pascual mostró una gran preocupación por solucionar los problemas de excedentes de vino en España. “Para ello proponía una ordenación del mercado vinícola en donde, además de medidas concretas ya aplicadas por la Administración como los Decretos de Inmovilización (1952-1954) o la Comisión de Compra de Excedentes (1953), pedía mayor ayuda para que las bodegas cooperativas pudieran asociarse en la construcción de alcoholeras propias, lo que sería un instrumento ideal para una mejor regulación de la oferta”[133].
Carrión continuó luchando contra la utilización de alcoholes no vínicos –caña, melazas y remolacha- en la producción de alcohol, lo hemos visto en la crisis vitícola de los años veinte y en los treinta. Todavía en los cincuenta, la utilización del alcohol industrial procedente de las melazas, residuos de la fabricación del azúcar, seguía influyendo en la crisis vitícola, pues si no se emplease nada más que el alcohol vínico, en todos los productos en los que era necesario la utilización de alcohol, harían falta 500.000 hectolitros anuales de alcohol, y para su obtención del vino se necesitarían de cuatro a cinco millones de hectolitros de este caldo, lo que suponía la cuarta parte de la cosecha[134].
En 1954, para dar salida a la cosecha el Gobierno adoptó una serie de medidas que, si bien fueron adecuadas, hubiesen sido más eficaces si se hubiesen aplicado con mayor rapidez. En aquellos momentos ya no bastó con la inmovilización de vinos, y por eso, hubo que recurrir a la destilación de varios millones de hectolitros, pero quitando del mercado el alcohol resultante, ya que de otro modo, pesaría sobre las existencias. Indudablemente eso suponía un esfuerzo por parte del Estado, pero “la repercusión entre los trabajadores agrícolas, en las industrias, y en general en la vida toda de la nación” lo merecía . En lo sucesivo no había más remedio que insistir en que el alcohol de vino fuese el único que se utilizase en toda clase de aplicaciones. Además, había que suprimir los impuestos que gravan el vino, y favorecer la exportación[135].
Ante la crisis vitícola, don Pascual recomendaba que salir de casa en busca de mercados. Además de evitar el mal que causaban los intermediarios, Carrión insistió en intensificar las aplicaciones del mosto distintas del vino, porque el empleo del jugo de uva en bebidas, sobre todo, del mosto podía ser un nuevo camino.
“El empleo del jugo de uva natural y, sobre todo el mosto concentrado, presenta un amplio campo, porque mientras el vino encuentra dificultades para venderse en los Estados Unidos y otros países americanos, las bebidas a base de zumo de uva se consumen cada día más y tienen unas propiedades alimenticias higiénicas de que carecen muchas de las bebidas raras que por el mundo se venden con un éxito que no tiene justificación”[136].
“En una en una nación tan vitícola como España, estamos presenciando la difusión de las bebidas exóticas, con gustos nada agradables, pero que el público admite, mientras el mosto de uva, que reúne muchas mejores condiciones, apenas si se consume”[137].
Desde la Estación Enológica de Requena, don Pascual se ofrecía a apoyar esta orientación que ofrecía amplios horizontes ya que en ella se estudiaba, con el mayor interés, al objeto de facilitar la buena preparación de estos mostos que era indispensable para lograr el éxito[138].
5.9. El problema vitivinícola, cuestión fundamental para la vida de España como nación.
A lo largo de los años cincuenta la vitivinicultura española experimentó varias crisis, nada nuevo en su historia: exceso de plantaciones de viñedo, sequías, una lánguida exportación de vinos, falta de apoyo oficial, fraude y lastres tributarios. En ella se repetían muchos de los vicios denunciados en otras épocas por Carrión, aunque a algunos parecía que se les había dado cobertura legal para modificarlos, no obstante, en la práctica seguían subsistiendo. Mediada la década, Carrión, una vez más, hizo una síntesis de la situación analizando sus causas, previendo las consecuencias y proponiendo medios para evitar nuevas crisis[139].
En 1954, la crisis vitícola, era algo que don Pascual llevaba anunciando dado que se había plantado mucho viñedo en toda España y, en cambio, el consumo y la exportación se reducían cada vez más. Ya en 1951 había dicho:
“Que sirva la Fiesta de la Vendimia para animar a las Cooperativas y viticultores de categoría con el fin de que sigan las normas de la Estación Enológica, dando mayor valor a los vinos y preparándonos para resistir los periodos de crisis que son de temer dado el número de plantaciones de viñedo realizadas en estos últimos años en toda España”[140].
Desgraciadamente, la crisis no era algo transitorio, sino un problema de hondas raíces que exigía medidas de gran importancia[141]. En 1953, una vez más, Carrión confiaba en que el Gobierno adoptase las medidas adecuadas para dar efectividad a las aspiraciones de los viticultores que habían de vencer la crisis[142].
La sequía de comienzos de los cincuenta había dejado en situación muy precaria al viticultor, y en 1956 los viñedos no habían hecho más que reponerse. La cosecha no podía ser grande, y aunque superase la anterior no debería dar lugar a una baja de precios. Carrión insistió en había que estar alerta, impidiendo que la uva se pagase poco, porque arrastraría una depreciación de los vinos durante todo el año. Se confiaba en que, caso de ser necesario, intervendría la Comisión de Compras y que habría cierta tolerancia para la aplicación de las normas de la campaña, ya que la entrada del alcohol industrial en el mercado supondría un freno muy grande al desarrollo comercial.
La exportación de vinos agonizaba por falta de apoyo oficial, y era preciso que saliese del marasmo en que se encontraba, si quería evitar que falleciese del todo. Era penoso que esta rama tan importante, como era la exportación de vinos, no tuviese el debido apoyo, cuando se protegían y alentaban nuevos sectores de la exportación que solo podían desarrollarse con grandes esfuerzos y violencias económicas. Carrión, pese a los tiempos que corrían, no abandonó las reivindicaciones justas de la agricultura, ni la llamada de atención a los poderes públicos. En septiembre de 1956, Carrión señalaba que:
“La indiferencia de los poderes públicos ante la crisis de nuestro viñedo dio lugar no solo a la pérdida de población, sino a que nuestros mismos emigrantes crearan otra riqueza en Argelia y ayudaran a que se intensificarse el viñedo en el mediodía de Francia, causas ambas de la baja de nuestra exportación vinícola. El daño ha sido, pues, enorme, y debe servirnos de lección para defender nuestros viñedos y evitar nuevas crisis”
“Los viticultores tenemos que insistir cerca de los Poderes Públicos para que proteja debidamente la exportación de vinos y se acabe la situación actual que hace que Italia y Francia, con precios mucho más elevados que los nuestros, nos desplacen de los mercados en los que teníamos antes la primacía, debido protección oficial que a nosotros nos falta o resulta insuficientes[143].
Ante la indiferencia de los poderes públicos, Carrión no dudó, como lo había hecho en otras ocasiones en seguir recordando la importancia del cultivo de la vid en España, dado que permitía aprovechar los peores terrenos de secano[144] y mantener una población que se reduciría notablemente, si se prescindiese de este cultivo, en lugares como La Mancha, Levante, Cataluña y otras regiones. Era necesario prohibir la plantación de nuevos viñedos y bloquear el exceso de cosechas[145]. En Valencia, además de cosecharse una imponente cantidad de arroz y de naranja de la mejor calidad en su exuberante huerta, se producía también una cantidad extraordinaria de diferentes tipos de vino de la mejor calidad:
“Utiel, Requena, Cheste, Turís, Chiva y Casinos, fundamentalmente, aunque no deben omitirse Predalba, Alcublas, Villamarchante, Villar del Arzobispo y otros muchos pueblos de la parta alta de la provincia, constituye en su conjunto todo un océano de vides de impresionante extensión, mediante el que se arranca una considerable riqueza de un suelo que en el 80 por 1000 de su superficie, no sería apto para ningún otro cultivo, o lo sería para cereales en condiciones bastantes deficitarias”[146].
El problema vitivinícola era, por tanto, una cuestión fundamental para la vida de España como nación. El Gobierno y especialmente el Ministerio de Agricultura, venía adoptando medidas para lograr este objetivo, pero el problemas de los alcoholes seguía pendiente, porque seguía habiendo “filtraciones” del alcohol industrial, que no iba todo a carburante como estaba decretado.
La agonizante exportación de vinos corrientes, reconducía hacia el mercado interior la principal salida del vino. Ahora bien, para ello era preciso disminuir o suprimir los impuestos y trabas con las que tropezaba, sobre todo, en las grandes capitales porque encarecían el consumo del vino y, además, estimulaban la adulteración, especialmente el aguado[147] y esto, precisamente, hacía disminuir el consumo, ya bastante disminuido a causa de la consumición de bebidas exóticas como la cerveza y la simple gaseosa. Esta situación hacía necesario cuidar el mercado interior de vinos, se imponía su industrialización, pero lo cierto era que faltaban empresas vinícolas con el empuje económico que tenían las empresas de las otras bebidas. El embotellado de los vinos se hacía de tal manera que lo encarecía hasta el punto de no poder beberlo nada más que los potentados[148], de ahí que las bodegas cooperativas, dado que podían, debían realizar una gran labor incrementando la elaboración y envejecimiento de los vinos con tipos populares o económicos, cómo podían obtenerse en Levante. Y sobre ello, Carrión, insistirá en varios artículos.
5.10. Prevención de problemas en viticultura.
Ahora bien, si la viticultura era importante, había que prevenir los importantes problemas derivados de los azotes que cada tiempo en tiempo sufría (plagas, heladas, pedriscos…) informando y formando a los agricultores mediante la pertinente divulgación de temas de interés para la viticultura.
En 1940 la plaga del mildiu hizo caer la cosecha del vino en España tan considerablemente que se consideró una de las diez peores del siglo XX. En 1941 se propagaba por Requena, los estragos fueron mayores de los habitual debido a que las en penosas circunstancias de la posguerra no se podía conseguir el sulfato de cobre necesario. Pascual Carrión no solo escribió una hoja divulgativa informando sobre el mildiu, sino que intentó solventar la escasez de materias primas proponiendo fórmulas alternativas y más baratas para preparar el “caldo bordelés”, el único tratamiento eficaz para atajar la plaga[149]. En 1952 el mildiu, volvió afectar a la comarca de Requena-Utiel y Carrión daba la voz de alerta para que no se repitiese el desastre causado. Advirtió que la sequedad de algunas comarcas de la región levantina que, en principio, las preservaba de ser atacadas por el mildiu, daba lugar a que los viticultores se confiasen mucho y no se preocupasen de sulfatar en el tiempo debido. Razón por la cual Carrión haría una amplia llamada de atención sobre el mildiu, instruyendo a los viticultores sobre la cuestión del sulfatado de las viñas. El éxito para evitar el mildiu estribaba en sulfatar pronto y bien. Carrión aportaba, además, las medidas adecuadas para el clásico caldo bordelés, el tipo de sulfatadoras conveniente, el número de veces que había que sulfatar y las fechas adecuadas según terreno[150].
Una cosecha escasa hacía subir el precio del vino, pero de poco servía que el vino tuviese buen precio si era a costa de la disminución de la producción de gran parte de los agricultores, como ocurría tras las heladas y los pedriscos[151], otros dos azotes poderosos, que casi todos los años mermaban las cosechas. Y esta merma de la cosecha no compensaba el precio a los damnificados. Los daños ocasionados por heladas y pedriscos planteaban dos cuestiones diferentes: una la de tratar de evitarlos, por todos los medios al alcance del agricultor, y otra, la de indemnizar los perjuicios sufridos, caso de no poder evitarlos
En cuanto a la lucha contra las heladas, Carrión planteó varias alternativas a una realidad climatológica que solía perjudicar severamente la viticultura. De un lado, había que tener en cuenta la propia naturaleza de la cepa y su época de brotación. De otro, en la lucha directa contra las heladas, se debían ensayar otros medios: entre ellos la producción de nieblas o humos, que en algunos sitios había dado buen resultado, aunque en otros no tanto, y el de hornillos para quemar aceite pesado que había dado mejores resultados en la comarca de Champaña, aunque era un procedimiento caro.
El perjuicio que ocasionaban los pedriscos era todavía más importante que el de las heladas[152]. La lucha contra el pedrisco se venía realizando desde hacía más de sesenta años mediante los cohetes granífugos, que preconizó en Francia el general Ruby y en España el coronel Castán, pero sus resultados eran dudosos. Los meteorólogos especializados en estas cuestiones consideraban más eficaz emplear los quemadores de yoduro de plata
De todos modos, resultaba difícil evitar los daños del pedrisco y de las heladas, razón por la cual don Pascual tenía claro que había que pensar en compensar al agricultor. El procedimiento seguido era el del seguro con carácter libre, pero en el que las primas con sus recargos resultaban muy elevadas y se aseguraba solo los riesgos máximos. El camino pasaba por darle carácter obligatorio al seguro, con primas muy moderadas en relación con el riesgo probable, y los gastos de administración a cargo del Estado. Carrión sabía que se podía alegar que ello equivaldría a un gravamen más de los que sufría el agricultor, pero era necesario mirarlos debidamente.
“Era necesario considerar estos seguros con carácter análogo a los de los seguros sociales. La nación se ha preocupado, muy justamente, de aliviar la situación de los obreros accidentados, de los enfermos, inválidos y de edad, y, siguiendo el mismo criterio, había que pensar en los agricultores modestos, que pierden gran parte de sus cosechas, y ello les supone muchas veces su ruina.
El agricultor realiza una función económica de carácter nacional, sometido a todos los riesgos que supone tener sus productos a la intemperie, y por ello es justo que, en caso de desgracia, le ayude toda la nación. No se trata de que le abone todo el perjuicio sufrido, pero sí que se le ayude, por lo menos, con el importe de los gastos que puede fijarse fácilmente por comarcas. La solidaridad social es la característica de los tiempos actuales, y por ello no se puede dejar abandonado al pequeño agricultor en sus desgracias.”
El propietario adinerado podía ser su propio asegurador y tenía medios para soportar estas desgracias; pero el modesto agricultor era asimilable al obrero, y como tal debía ser considerado a todos los efectos. Carrión reiteraba que:
“Este criterio, que hemos mantenido desde hace años, ha sido compartido por la última Asamblea Nacional de Hermandades, celebrada en Madrid en 1957, y esperamos llegue a ser realidad si el agricultor lo solicita con insistencia”[153].
5.11. Mecanización vitícola.
A la altura de 1958 el precio elevado que había alcanzado el vino, permitió mejorar la situación económica de los viticultores[154]. La elevación del precio del vino y de los principales productos, trajo como consecuencia el aumento de los jornales en las comarcas vinícolas. Jornales que ya se habían incrementado ante la gran escasez de mano de obra en el campo, motivada por el éxodo rural, y que dificultaba todas las operaciones del cultivo, especialmente, la recolección de las cosechas[155]. Carrión exponía que el aumento de productividad del obrero agrícola tenía que conseguirse principalmente con el empleo de maquinaria, por lo tanto su propuesta era la de intensificar la mecanización de las labores en el viñedo. Cierto que muchos trabajos del viñedo, en la España de los cincuenta, no podían mecanizarse, como ocurría con la poda y la recolección, aunque esta última ya se estaba mecanizando en California formando la cepa en parra para adecuarla. No obstante sería un buen adelanto labrar, poner el estiércol y acarrear la uva con tractores y camiones[156].
Ahora bien, cada uno de los modestos viticultores no podía adquirir, individualmente, la maquinaria necesaria, lo que llevaba a otra de las permanentes propuestas de Carrión: la necesidad de cooperación.
“Hay que propagar con rapidez e intensidad la cooperación agrícola para el empleo de la maquinaria, de tal modo, que no haya pueblos que no dispongan de los equipos necesarios para sustituir a los obreros que se marchan a las ciudades y para dar buenos jornales a los que se queden”[157].
Además, había que conseguir que las cooperativas encargasen de transformar los productos agrícolas en todos los pueblos, mediante bodegas almazaras, molinos, etcétera, y llegar a la industrialización más completa de algunos de ellos y a la supresión de los intermediarios que se llevaban ganancias desproporcionadas a su misión económica.
“Estamos en momentos muy críticos de la evolución económica mundial y nacional y nuestra agricultura necesita transformarse con gran rapidez para evitar la ruina del agricultor mediano y modesto. Pongamos cada uno de nuestra parte del esfuerzo necesario para evitar esta situación ayudemos al Ministerio agricultura para vencerla”[158].
Ciertamente, la mecanización del viñedo presentaba numerosos problemas de carácter técnico y económico que solo la práctica podía resolver, al viticultor había que darle soluciones concretas, como hacían en Francia, en la Feria Internacional de la Viña y el Vino de Montpellier[159]. Allí se realizaban frecuentes concursos y demostraciones de tractores y demás maquinaria adecuada y adaptada al viñedo, todos los años lograban nuevos progresos. Había que seguir el mismo camino emprendido por Francia: demostraciones de maquinaria vitivinícola en ferias, utilización de tractores y aparatos de cultivos en fincas de instituciones vitivinícolas.
España precisaba importar más tractores y abaratar su precio todo lo posible, había que conseguir los elementos de cultivo al precio internacional, pues resultaba absurdo que “nosotros los paguemos más caros, cuando ciertos productos como el vino, los vendemos más baratos dentro de España que las demás naciones en su territorio”. La industrialización de España no podía hacerse a costa del agricultor, que era el productor que vivía más modestamente:
“Si el agricultor no puede elevar el precio de sus productos, no puede pagar precios altos por la maquinaria, abonos y demás elementos indispensables para el cultivo. La ponderación entre los precios agrícolas e industriales resulta indispensable para el equilibrio económico entre los diversos productores y evita toda la injusticia en la distribución de la riqueza nacional”[160].
En España era preciso hacer algo análogo a lo que se hacía en Francia. En aquel momento, opinaba don Pascual que se podía hacer desde aprovechar la Feria del Campo, y organizar demostraciones en fincas de viñedo cercanas a Madrid, bien sea en Arganda, Navalcarnero y otros pueblos. El Ministerio de Agricultura podría organizar estas demostraciones con la Estación de Viticultura y Enología de Requena, la Sección de Maquinaria de la Dirección General de Agricultura y la Estación de Mecánica Agrícola del Instituto de Investigaciones Agronómicas. En la comarca de Requena-Utiel, había grandes fincas en donde podía realizarse estas demostraciones y el Ministerio disponía de medios para estimular a las casas constructoras de maquinaria a concurrir a ella. En Requena, con motivo de la Fiesta de la Vendimia, se podría hacer esta demostración todos los años o cada dos o tres años. Por su parte, las cámaras agrícolas podían contribuir a que lograsen el mayor éxito. Las cooperativas y hermandades, por su parte, podían alquilar su maquinaria a los modestos agricultores a precios de coste.
Carrión, que había movilizado a los viticultores a nivel nacional en los años veinte y conseguido ciertos resultados, a mediados de los cincuenta esperaba:
“que los viticultores despierten y de ello surge el empuje para vencer las dificultades apuntadas. El agricultor no puede ser también industrial, pero puede mover al Estado y a los grandes financieros para que se creen las industrias indispensables que revalorizan sus productos”[161].
Pero las circunstancias políticas eran diferentes y hubo que hacerlo desde el impulso cooperativista.
5.12. Desarrollo del movimiento cooperativo en la región de Levante y La Mancha.
Carrión venía, desde 1914, indicando la importancia y ventajas de las cooperativas; desde los años veinte venía denunciando el fraude en el vino, lo mismo en los cuarenta y cincuenta. En 1958 seguía insistiendo que para vencer el descrédito de la adulteración del vino era preciso que las bodegas cooperativas llevasen el vino al consumidor suprimiendo intermediarios y el fraude del aguado y otras adulteraciones. Ya lo hacían algunas, pero tenían que hacerlo todas. Lo ideal era el vino embotellado, pero de momento podía venderse en garrafas de 4 o 5 litros, que resultaban más económicas y más fáciles de manejar. Ya había buenos ejemplos, no sólo en Cataluña y en Levante, sino también en la comarca Requena-Utiel, en Casinos, en Cheste, etcétera, en la que había vinos excelentes para ello y cooperativas potentes que podían llevar a cabo de forma fácil esta labor. Se trataba de cuestiones resueltas con gran éxito, y no había nada más que seguir el mismo camino[162].
De ahí la importante tarea desarrollada por don Pascual de impulsar y guiar el movimiento cooperativo en Levante y en La Mancha, creando y organizando numerosas bodegas cooperativas, redactando los proyectos de edificios adecuados y poniéndolas en marcha con personal competente. Al acabar la Guerra civil había activas en España algo menos de un centenar de bodegas cooperativas, en la provincia de Valencia había siete[163]. La etapa de Carrión en la EVER coincide con lo que Juan Piqueras señala como la mayor explosión de bodegas cooperativas de España. En Valencia conoció, entre 1945 y 1965, casi 120 entre las tres provincias. La zona de mayor intensidad fue la de la Denominación de Origen Utiel-Requena, en cuya comarca entre 1949 y 1965 se crearon 37 cooperativa vinícolas que implicaban a 2.480 socios fundadores, que en 1980 ascendían a 10.756 socios[164].
En 1948 don Pascual escribía sobre la intensidad creciente con la que se iba desarrollando la cooperación en Requena, en la que existían seis cooperativas, dos de ellas de viticultores: la Cooperativa Vinícola Requenense, constituida en 1935, y que en aquel momento contaba con 208 asociados y tres secciones: una para elaborar vinos, otra para destilar orujos y vinos, que estaba construyendo una fábrica de alcohol, y otra de Crédito. Y la Cooperativa de Viticultores, cuyo origen se remontaba al Sindicato Agrícola El Fomento de 1921, y que tenía 225 socios, con bodega propia, pero construyendo otra para ampliar cabida[165].
5.13. La formación de maestros bodegueros.
El empeño de don Pascual en la formación de capataces de viticultura y enología para mejorar la elaboración de vinos en bodegas cooperativas y particulares, tuvo gran trascendencia[166]. De hecho uno de su los logros más sobresalientes fue el “establecimiento de unos programas de formación de capataces en viticultura y enología, que hicieron de Requena el principal dentro ‘académico’ de España en esta materia”[167].
Aunque desde 1911 ya venían impartiéndose algunos cursillos, Pascual Carrión estableció en 1941 su realización regular cada otoño, coincidiendo con la época de vendimias y elaboración del vino, con una duración de tres meses[168]. A estos cursillos acudieron alumnos de toda España y algunos extranjeros, en número de unos cuarenta cada año, que era el máximo de admitidos. La Diputación de Navarra, las uniones de cooperativas y las cámaras agrícolas de algunas provincias enviaron becarios seleccionados. El mismo Pascual Carrión nos describe la enseñanza vinícola que venía realizando la Estación Enológica de Requena.
“Todos los años se da un cursillo de un mes de duración en Valencia dedicado a la elaboración y análisis comerciales de vino; otro de diez días de duración organizados por la Cámara Agrícola, y otros de tres meses aquí en Requena para formar maestros bodegueros y viticultores, que empiezan a mediados de septiembre para que coincida con la vendimia y elaboración de vinos. Los alumnos estudian química general aplicada a los vinos y análisis de estos; química agrícola; viticultura y enología, siendo las clases no sólo teóricas, sino prácticas, de campo, laboratorio y bodega. Estas últimas se efectúan en la bodega del centro y en las cooperativas y grandes bodegas particulares de la localidad, realizando personalmente todas las operaciones de la elaboración y cuidado de los vinos” [169].
El Ministerio de Agricultura otorgaba el título de Maestro Bodeguero y Viticultor, que les servía para dirigir el cultivo del viñedo y la elaboración de vinos en las grandes bodegas, tanto cooperativas como particulares. Al terminar el curso, la mayoría de ellos trabajaban al frente de dichas entidades, habiendo contribuido a la mejora de los vino de toda España.
A mediados de los años cincuenta Carrión dio otro gran paso adelante al proponer la creación en Requena de una Escuela de Capataces Bodegueros, con una enseñanza reglada en dos cursos anuales, con instalaciones propias y un cuerpo de profesores permanentes[170]. La Escuela de Capataces comenzó a impartir enseñanzas el curso 1961-1962 según concierto suscrito con la entonces Dirección General de Coordinación, Crédito y Capacitación agraria del Ministerio de Agricultura. Desde esa fecha han cursado sus estudios en el centro más de 35 promociones de Capataces Bodegueros Viticultores. El trabajo de la escuela, en palabras de su Director, Pedro Navarro, en 2018, ha servido para, “activar la economía de nuestras zonas vinícolas porque con la formación se ha fomentado la aparición de nuevas bodegas y el tejido empresarial”. Fomentó el empleo en la provincia y dio prestigio a la Denominación de Origen.
Su destino en Requena no le impidió asistir a congresos nacionales e internacionales. Entre 1941 y 1959 colaboró en todos los Congresos de la Viña y el Vino que tuvieron lugar en Estambul (1947), Atenas (1950), Roma (1953), Chile (1956) y Argel (1959), presentando ponencias detalladas, así como en el Congreso Internacional de Industrias Agrícolas, celebrado en Madrid en 1954, en el de Investigaciones Agrarias de Roma (1959) y el de I Ingeniería Agronómica de Madrid (1950). En 1957 se incorporó al Consejo Superior de Agronómico.
Pascual Carrión, años después, resumía su actividad desde la posguerra:
“En estos últimos años, ya que no ha sido posible una reforma global y radical, yo he luchado por un cambio paulatino, trabajando en el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo en amplios sectores del campo español; por ejemplo, he estimulado todo lo que he podido la creación de cooperativas entre pequeños y medianos productores, sobre todo la región manchega y en la de Levante. Y, he procurado siempre una mayor dedicación de créditos a la agricultura, diversas mejoras técnicas; al mismo tiempo que he dedicado un amplio esfuerzo a dirigir y formar personal en la Estación Enológica de Requena, etcétera”[171].
6.1961-1976. Notas finales
Tras jubilarse colaboró en la cátedra de Enología e la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos de Valencia, con lo que se reincorpora a la universidad de 1964 a 1969[172]. En 1969 impartió una conferencia en la Casa de Velázquez de Madrid, sobre la reforma agraria republicana.
En la década de los setenta todavía publicó varios artículos[173]. En 1972 fue homenajeado en la Universidad de Valencia. En 1973, seguía insistiendo en los temas de la cooperación agrícola[174]. Ese mismo año sale Reforma Agraria de la II República y la situación actual de la agricultura española, y en 1975 la segunda edición de Los Latifundios en España.
Falleció el 15 de septiembre de 1976, en Valencia.
Comenzaba mi disertación diciendo que la figura de don Pascual Carrión era un valor señero incorporado con orgullo a la historia de Andalucía, hoy, después de lo expuesto podemos añadir que es, también, un valor señero incorporado a la historia de la viticultura y de la enología, un valor señero de la historia de España.
7. Fuentes y bibliografía
Fuentes: artículos de don Pascual Carrión.
Los artículos señalados con un asterisco (*) están recogidos en el libro Pascual Carrión. Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937) Antología de artículos, ponencias y entrevistas. Estudios introductorios, recopilación y edición de textos de Concepción Basanta Fernández. Universidad de Alicante, 2017.
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Velarde Fuertes, J. “Prólogo”, en P. Carrión, La reforma agraria en la segunda república y la situación actual de la agricultura española, Barcelona, Ariel, 1973, pp. 15-28.
[1] Blas Infante dijo de Carrión: (…) “Merced a él, Andalucía y la Historia de Andalucía, ante la Justicia Universal, contará siempre con recursos formidables para formular un tremendo “yo acuso” contra los regímenes que vino a establecer la conquista denominada cristiana” https://universoandalucista.blogspot.com.es/2007/12/Pascual-carrin.html.
[2] En España, en Época Contemporánea, siglos XIX y XX, destacan Pascual Carrión, junto a Juan Marcilla, como gran estudioso de la viticultura. Eduard Puig i Vayreda. La cultura del vino, Barcelona, 2015.
[3] Juan Pan-Montojo. “Pascual Carrión: política agraria e ingeniería social”, Historia agraria: Revista de agricultura e historia rural, 43 (2007) 581.
[4] En la sesión tercera la Asamblea Andalucista de Córdoba de 1919 afirmó: “Los regionalistas andaluces estamos en posesión de la verdad; no estamos en condiciones de avenirnos a pactos, sino de imponer nuestras fórmulas. Inclinémonos siempre a la izquierda, junto a los trabajadores, al lado de los oprimidos, nunca al de los explotadores. Esto pienso sostener y esto defenderemos siempre los regionalistas andaluces…”. “La Asamblea Regionalista de Córdoba”, Revista Andalucía, 134, IV (29 de marzo de 1919) 5-6. Recogido en Gran Enciclopedia Andalucía, p. 711.
[5] Su padre poseía 150 hectáreas con 150.000 vides, entre otras cosas, un patrimonio relevante en términos levantinos, no tanto desde la perspectiva de Andalucía. Juan Pan-Montojo. “Pascual Carrión: política agraria e ingeniería social”, … p. 583.
[6] A. López Muñoz. “Pascual Carrión: Aquella Reforma Agraria, una oportunidad perdida”, en Triunfo, 466 (8 mayo 1971) 11-13.
[7] Gonzalo ANES. “Prólogo”, en Pascual Carrión, Los latifundios en España. Su importancia, origen, consecuencia y solución, Barcelona, Ariel, 19752, pp. 33-34.
[8] Como fueron Azaña, Fernando de los Ríos, Viñuelas, A Castro, Araquistaín, Bernaldo de Quirós, Madariaga, etc. A la vez que en el Ateneo madrileño tomaría contacto con Baroja, Azorín, Unamuno, etc. Carrión, personalmente destacó a Costa, Flórez Estrada y George. Concepción Basanta Fernández. “Pascual Carrión y el Proyecto de Reforma Agraria del Centro Regionalista de Sevilla”, Investigaciones geográficas, 48 (2009) 213-214.
[9] Vid. José Luis García Delgado. “Cuatro etapas en la vida de Pascual Carrión”, El País, (Miércoles, 22 de septiembre de 1976), https://elpais.com/diario/1976/09/22/economia/212191225_850215.html . José Luis. “Prólogo”, “Estudio preliminar” y “Epílogo” a la reedición de Pascual Carrión, Tierra y Trabajo. Estudios sobre la agricultura española y su reforma, Madrid, 1990, p. 12
[10] Pascual Carrión. “Aquella Reforma Agraria, una oportunidad perdida”, entrevista de A. López Muñoz en Triunfo, nº 466, 8 mayo 1971, p. 11-13.
[11] Juan Pan-Montojo. “De la agronomía a la ingeniería agronómica: la reforma de la agricultura y la sociedad rural españolas, 1855-1931”, Áreas. Revista Internacional de Ciencias Sociales, 26 (2007) 88-89.
[12] En Las Noticas (Alicante) colaboraron habitualmente Francisco de Cossío, Rivas Moreno, Severino Aznar, Baldomero Argente José María Pemán, Salvador Minguijón, Aguirre Ceballos, el Conde de Sarto, Nicolás García de los Salmones, Víctor Padrera, José María Salavarría, Emilio Castelar, Royo Villanova, etc. Concepción Basanta. “Introducción”, en Pascual Carrión. Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937)… p. 26.
[13] Artículos fuertemente influidos por la literatura regeneracionista. Jesús G. Regidor y Escudero Zamora, Gabino. “Aportación al conocimiento de la figura de Pascual Carrión”, Agricultura y Sociedad, 5 (1977) 243.
[14] Pascual Carrión. “La agricultura es la base de nuestra reconstitución”, La Tribuna, 1 de noviembre de 1913, p. 8.
[15] Pascual Carrión, “Sobre el crédito agrícola”, La Tribuna 7 de marzo 1914, pp. 9-10.
[16] Pascual Carrión, “La economía rural”, La Tribuna 31 de enero de 1914, p. 9.
[17] Pascual Carrión, “Sobre el crédito agrícola”… pp. 9-10.
[18] La Caja de Ahorros y de la Cámara Agrícola de Jumilla probaban que la cooperación se iba abriendo paso, pero era preciso la ayuda de todos, pues una obra tan vastísima no se resolvía con prisas y superficialidades. Pascual Carrión, “Sobre el crédito agrícola”, La Tribuna”… pp. 9-10.
[19] Pascual Carrión, “Los sindicatos agrícolas”, La Tribuna, 13 de abril 1914, p.9
[20] Pascual Carrión, “Las cooperativas de producción”, La Tribuna, 25 de abril de 1914, p. 7.
[21] Pascual Carrión. “Al margen de la Asamblea de la lonja. Los problemas de la economía agraria levantina”, Las Provincias, 13 de octubre de 1922.
[22] Pascual Carrión, “Sobre el crédito agrícola”… pp. 9-10.
[23] Pascual Carrión, “Los sindicatos agrícolas”…, p. 9.
[24] Juan Pan-Montojo. “De la agronomía a la ingeniería agronómica…”, p. 90.
[25] “Sus textos permiten rastrear el proceso de transformación en el siglo XX de una profesión con una sólida identidad heredada, capaz de reinventarse como elite tecnocrática, apropiándose de las categorías de análisis y las formas de acción de la ingeniería social”. Juan Pan-Montojo. “Pascual Carrión: política agraria e ingeniería social…”, p. 594.
[26] Pascual Carrión. “Los sindicatos agrícolas” … p. 9
[27] Pascual Carrión. “Aquella Reforma Agraria, una oportunidad perdida”, entrevista de A. López”…
[28] Juan Pan-Montojo. “Pascual Carrión: política agraria e ingeniería social”… p. 588.
[29] Juan Pan-Montojo. “Pascual Carrión: política agraria e ingeniería social”… p. 592. Vid. Además Juan Pan-Montojo. La bodega del mundo. La vid y el vino en España (1800-1936), Madrid, 1994. Y Juan Pan-Montojo, y J. Simpson. “El comercio internacional de vinos, 1850-1939”, ponencia presentada a la Sesión “El contexto internacional de la agricultura española (1850-1995)”, Girona, VI Congreso de la Asociación de Historia Económica. 1997.
[30] Pascual Carrión, P., Santacana, F. y Tarín, J.: “La crisis vitícola de los primeros años veinte y sus soluciones”, Publicado en 1925. Reeditada en Estudios Agrosociales y Pesqueros, 185 (1999) 225.
[31] Cuando Pascual Carrión habla de Levante, incluye las tres provincias de la, entonces, región valenciana: Alicante, Valencia y Castellón. Más la provincia de Murcia, en aquellas fechas, unida administrativamente a Albacete.
[32] Pascual Carrión, “Problemas agrarios. La reconstitución del viñedo”, La Voz de Levante, 24 de octubre de 1923.
[33] Pascual Carrión, “La región de Levante”, Boletín oficial de la Asociación de Ingenieros Agrónomos 24 de enero de 1923, pp. 1-7.
[34] Pascual Carrión, “Problemas agrarios. La reconstitución del viñedo”…p. 226.
[35] Las variedades más generalizadas fueron el Monastrell (negra), muy extendido por toda Valencia; la Merseguera (blanca), que se alterna con ella en los partidos de Chiva, Torrente y Liria; la Bobal, de gran rendimiento y poca graduación, que forma la base de los vinos de Requena y Utiel, ligeros, utilizados para la exportación exclusivamente. Y, el Moscatel, cultivado sobre todo en el partido de Denia y en algunos pueblos de los partidos de Sagunto, Carlet y Albaida de Valencia. Con el Moscatel se hacía la uva pasa de lejía, que tanto apreciaban en Inglaterra a donde se exportaba, y las mistelas; la Planta Nova y el Valencí blanco, se cultivaba en Jijona, Novelda y Monóvar, donde se conservaba en la planta para vender en los mercados en Madrid y Barcelona especialmente, en diciembre y enero; la Garnacha dulce y la Tintorera, estaban extendidas también por toda la región. Y, la Forcalla, Jaén, Mondragón, Morenillo, Pedro Jiménez y algunas otras. Pascual Carrión, “La región de Levante”, Boletín oficial de la Asociación de Ingenieros Agrónomos 24, enero de 1923… pp. 183-184
[36] Pascual Carrión, “Notas para la conferencia de Valencia. Folios mecanografiados”, en Pascual Carrión. Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937)… p. 280.
[37] Pascual Carrión, “La región de Levante”…
[38] Pascual Carrión, “Notas para la conferencia de Valencia. Folios mecanografiados”… p.280.
[39] Pascual Carrión, “Problemas agrarios. La reconstitución del viñedo”, La Voz de Levante, 24 de octubre de 1923.
[40] Las diputaciones de Valencia, Zaragoza, Ciudad Real y otras provincias tenían montados desde hacía años un servicio técnico para dirigir y ayudar a los viticultores en la replantación. Habían hecho viveros, campos de experiencias, etcétera. La Diputación de Navarra tenía una escuela especial para formar capataces y peritos agrícolas y señales todos los campos y edificios para los cursos prácticos que allí se dan todos los años. Poseía el campo de variedades de vides más completos de España (más de 2000 variedades), en donde se estudia las cualidades de cada una y los efectos en ellas del abonado, poda etcétera. En abril de 1923 el Director General de Agricultura había manifestado en Alicante que “en Madrid están deseando que despierten las diputaciones para ayudarlas”. Pascual Carrión. “Problemas agrarios. La reconstitución del viñedo”…
[41] “Deseosos de realizar labor útil, acudimos a la Asamblea con este trabajo que resume el problema vitícola y su solución, con el cual facilitaremos elementos de juicio no sólo a los viticultores que no hayan podido estudiar el asunto, sino también a la nación entera, a la que debemos informar, ya que afecta profundamente a la economía de todo el país”. Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte… p. 21.
[42] La Confederación Nacional de Viticultores, Confederación Nacional de Viticultores, Unión de Viticultores de Cataluña, Unión de Viticultores de Levante, Federación de Sindicatos Agrícolas y Bodegas, Cooperativas de La Rioja, Asociación de Viticultores Navarros, Confederación Nacional Católico-Agraria, Asociación General de Agricultores de España, Federación Valenciana de Sindicatos Agrícolas. Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte… pp. 214-215.
[43] Pascual Carrión, P., Santacana, F. y Tarín, J. (1925): “La crisis vitícola y sus soluciones”. La obra se reedito posteriormente en Pascual Carrión: Estudios sobre la agricultura española, edición a cargo de José María Delgado. Ediciones de la Revista de Trabajo, Madrid, 1974, pp. 294-332, y en Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte y sus soluciones”, en Estudios Agrosociales y Pesqueros, 185(1999) 213-241.
[44] El cultivo de la vid rendía 500 pesetas anuales por término medio y hasta 800 y 1.000 pesetas en los mejores terrenos, cuya suma se repartía y difundía entre una numerosa población, necesaria para realizar el más intensivo de todos los cultivos de secano, dado que en una extensión de viñedo de 1.350.000 hectáreas, vivían cerca de cuatro millones de habitantes, y los secanos de Cataluña y Levante, más pobres que los de Andalucía y Extremadura, sostenían una población mucho más densa. Su rentabilidad era notoria frente al rendimiento medio de las 200 pesetas de los cereales que quedan relativamente en pocas manos”. Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte y sus soluciones”… 217.
[45] “Porque un hectolitro de vino, tiene un coste medio de producción de 23 a 25 pesetas, y tenía que venderse, si es que encontraba comprador a 15, 16 ó 18 pesetas, como mucho a 20 peseta; en otros casos muchos caldos que, por tenerse que destilar, sólo alcanzaban un precio de 12 a 14 pesetas el hectolitro. El viticultor tiene, pues, este año, un déficit de cinco a diez pesetas por hectolitro y, como el término medio de producción en España oscilaba de 18 a 20 hectolitros por hectárea, representa una pérdida de 100 a 150 pesetas para algunos agricultores”. Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte…” p. 216-217.
[46] Las estadísticas venían a demostrar que, en realidad, los municipios sacaban el dinero del impuesto del consumo del vino al “obrero por ser consumidor de vino y que, en total, pasa de 100 millones de pesetas lo que se recauda en toda España por tal concepto, pesando tan gran suma como losa de plomo sobre el viticultor, el comerciante y el consumidor”. Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte…”, p. 220.
[47] Pascual Carrión, “La crisis vitícola de los primeros años veinte… p. 227-228.
[48] Pascual Carrión, “La crisis vitícola de los primeros años veinte… p. 225
[49] Lo que se pedía era que se prohibiese el alcohol industrial fabricado con materias exóticas, y el fabricado con productos nacionales se dedique sólo a usos industriales y carburantes, reservando para toda clase de bebidas el vínico. Pascual Carrión, “La crisis vitícola de los primeros años veinte… pp. 229-230
[50] Una de ellas fue la de utilizar el alcohol como carburante obligatorio. Por de pronto se pedía que se obligase “a todos los importadores de gasolina o refinadores de petróleos a mezclar con ésta, por lo menos, un 10% de alcohol desnaturalizado y otro tanto de benzol”. Pascual Carrión, “La crisis vitícola de los primeros años veinte… pp. 235.
[51] En 1927, un grupo de alcoholeros industriales habían presentado al gobierno un Proyecto de Monopolio que, según Carrión, de prosperar mataría a la industria alcoholera vínica y a la vid en poco tiempo. En una carta dirigida al Presidente de la Confederación Nacional de Viticultores, Carrión le dice que era necesario que “hagamos ambiente los viticultores” para que el Gobierno rechazase ese proyecto y adoptase otras medidas que protegiesen la viticultura. Entre las bases propuestas, Carrión apostaba utilizar solo alcohol vínico para fabricar todo tipo de bebida, obligar a los alcoholeros a sindicarse y a concertar con Hacienda el pago del impuesto, e intensificar la destilación de vinos, destinando parte del alcohol de orujos a usos industriales, comprándolo el Estado a un precio remunerador. Pascual Carrión, “El carburante nacional y la solución definitiva del problema de los alcoholes en España”, Acción Vitícola, Boletín mensual. Órgano oficial de la Confederación Nacional de viticultores, número 13, Valencia, 30 de abril de 1927, p. 34. Pascual Carrión “El problema alcoholero. Se necesita serenidad”, Las Provincias, 1 de enero de 1928, p. 3.
[52] Con la publicación del Real Decreto de 3 de noviembre de 1928 se creaba el Ministerio de Economía Nacional, al que le fue transferida la Dirección General de Agricultura, con las cámaras agrícolas, consejo agronómico y asociación de Ganaderos y los servicios de Higiene y Sanidad pecuaria.
[53] En la discusión del tratado con Bélgica, vino a firmarse, cinco meses después de lo que pudo haberse hecho, casi en las mismas condiciones, ocasionando serios perjuicios y haciéndonos perder una campaña entera. Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte…”, pp. 236-237.
[54] Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte…”, pp. 234-235
[55] “El Congreso de los viticultores. La segunda sesión….
[56] Pronunciada en su conferencia en la Casa de Velázquez en Madrid en 1969 “Consideraciones sobre la reforma agraria”, recogida en José Luis García Delgado. “Estudio preliminar”… p. 36.
[57] Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011…p.183.
[58] Avalando así las campañas realizadas por Rafael Janini y Fernando Morencos desde la Estación Enológica de Requena que, finalmente dieron su fruto en aquella ciudad con la creación en 1935 de la Cooperativa vinícola requenense. Juan Piqueras Haba. Campo Arcís. Cooperativismo y viticultura. Del proceso de colonización agraria a la especialización vitícola 1752-2009. Valencia 2009, p. 103.
[59] P. Más y Más, La nueva Ley Agro-Pecuaria y la Diputación de Alicante, Alicante, Imp. Such, Serra y Cía., 1929, p. 35. Citado por Concepción Basanta Fernández. “Pascual Carrión y el Proyecto de Reforma Agraria del Centro Regionalista de Sevilla…p. 22. El interés de Carrión por el movimiento cooperativo, debió despertarse a la sombra de la figura paterna, pues entre los restos de su biblioteca, en la casa de Sax se hallaba un ejemplar de la encíclica «Rerum Novarum» del Papa León XIII (1891) profusamente subrayada y con anotaciones críticas al margen. Y sobre la que escribió un artículo en El Sol el 14 de septiembre de 1919; junto a esta obra, había un ejemplar de la Ley de sindicatos agrícolas, de 28 de enero de 1906, así como numerosos artículos y libros de Rivas Moreno, y de otros personajes de la rama católica tales como Severino Aznar y Antonio Monedero. Concepción Basanta Fernández. “Pascual Carrión y el Proyecto de Reforma Agraria del Centro Regionalista de Sevilla”…pp. 213-214.
[60] “Este movimiento tiene, al parecer, una orientación más práctica y más seria que los registrados en otras muchas ocasiones anteriores. Y, tiende a constituir un organismo de carácter permanente para la defensa de los intereses agrarios de levante, estudiando las cuestiones con ellos relacionadas”. El movimiento tuvo sus primeras manifestaciones en las asambleas de Turís y Benaguacil (Valencia), en la reuniones de la Diputación después, y últimamente en la Asamblea de la Lonja”. Pascual Carrión. “Al margen de la Asamblea de la lonja. Los problemas de la economía agraria levantina”, Las Provincias, 13 de octubre de 1922.
[61] “Julio Tarín, secretari de la uvi, formava amb Vicente Lassala y Pascual Carrión la comisió de propaganda de l’entitat y eren els encarregats de la redacció de la revista (…) de les 70 entitats coopertives que se citen a pobles valencians com a pertanyents a la uvi, 12 en són confesional y 58 en són laiques. Les darreres acumulen la inmensa mayoría del socis i, a més a més, són les grans impulsors del projecte de la Unió”. Francesc-Andreu Martínez Gallego. Esperit d’associació: Cooperativisme i mutualisme laics al País Valencià 1834-1936, Valencia, 2010, p. 239.
[62] Confederación Nacional de Viticultores integrada por la Unión de Viticultores de Cataluña, la de Levante y la Federación de Sindicatos Agrícolas de La Rioja. En 1930 la UVI contaba con 150 asociaciones y 25.000 asociados Pascual Carrión, “La crisis vitícola de los primeros años veinte… p.214.
[63] Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011…p.181
[64] Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011…p.183
[65] Pascual Carrión. “La crisis vitícola de los primeros años veinte…” p. 215.
[66] Concepción Basanta Fernández en Pascual Carrión. Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937)… p 252.
[67] Pascual Carrión, “En defesa de la agricultura”, Las Provincias, 4 de agosto 1928, p.3.
[68]Fernando Camarero Rioja, Catálogo de documentales cinematográficos agrarios 1895 1981. Ministerio de Agricultura Alimentación y Medio Ambiente. Madrid 20142, 381 p.
[69] “Películas Agrícolas. Interviú con el señor Carrión”, Las Provincias (Valencia), 9 de junio de 1928.
[70] La crisis financiera de 1929 afectó seriamente a la exportación, redujo la inversión extrajera y provocó el retorno de los emigrantes. No obstante el impacto, en una España en la que la agricultura ocupaba más del 40% de la población activa, fue tardío en relación al resto de Europa. Vid. Concepción Basanta, en Pascual Carrión. Propuestas para regenerar la economía española … pp. 319-320.
[71] “Problemas fundamentales. Los gastos del Estado”, El Agrario, 17 de enero de 1931; “Problemas fundamentales. El Crédito Agrícola”, El Agrario 22 de noviembre de 1930 y Las Noticias, 2 de febrero de 1931, en portada. “Problemas fundamentales. La reforma tributaria”. Las Noticias, 7 de febrero de 1931; “Problemas fundamentales Formación de hombres para la cooperación”, Las Noticias, 10 de febrero de 1931; “Problemas fundamentales. La contribución Rústica”, El Agrario, 20 de diciembre de 1930 y Las Noticias, 11 de febrero de 1931, en portada.
[72] “Los agricultores y el progreso patrio”, Las Noticias, 31 de enero de 1931, portada; “El progreso agrario. Las bodegas cooperativas”, Las Noticias, 31 de enero de 1931, página agrícola, p. 2.
[73] “Notas vitivinícolas”, El Agrario, 10 de enero de 1931; “El progreso agrario. Las bodegas cooperativas”, Las Noticia, 31 de enero de 1932, Página agrícola, p.2; “La reconstitución del viñedo. Elección de la planta americana”, Las Noticias, 21 de febrero de 1931, Página agrícola; “Nuestros viñedos y sus productos”, Las Noticias , 14 de marzo de 1931, Página agrícola; “Nuevos procedimientos de vinificación”, Las Noticias, 21 de marzo de 1931, Página agrícola..
[74] Todavía estaba pendiente de la reconstitución del viñedo en algunas zonas, pero ningún viticultor debía dudar que para obtener viñedos resistentes a la filoxera era preciso emplea como patrón cepas de savia americana. En un extenso artículo Carrión fue desgranando las especies americanas más importante y su adaptación a determinados suelos, por lo que no solo escribía sobre su origen sino sobre las regiones españolas en las que mejor se adaptaba cada especies. Pascual Carrión. .“La reconstitución del viñedo. Elección de la planta americana”, Las Noticias, 21 de febrero de 1931, Página agrícola
[75] Pascual Carrión “Nuestros viñedos y sus productos”, Las Noticias, 14 de marzo de 1931; Pascual Carrión. “Nuevos procedimientos de vinificación”, Las Noticias, 21 de marzo de 1931, Página agrícola.
[76] Pascual Carrión. “Problemas fundamentales. El crédito agrícola”…
[77] “Este se creó por Real Decreto-Ley de 24 de marzo de 1925 a título de simple ensayo; se le asignó un capital inicial de roo millones de pesetas, de los que el Estado aportaría 75 millones”. Servicio nacional de Crédito Agrícola. Veinte años de actuación”. Ministerio de Agricultura, 1945, 18 p.
[78] Pascual Carrión. “Problemas fundamentales. El crédito agrícola”….
[79] Pascual Carrión. “Problemas fundamentales. La reforma tributaria”…
[80] Una R.O de 26 de diciembre de 1930 gravaba la exportación de heces y tártaros de “20 pesetas oro los 100 kilogramos para los tartratos de cal, 14,30 para los tartratos brutos y 5,60 pesetas para las heces de vino. Pascual Carrión. “Notas vitícolas”, El Agrario, 10 de enero de 1931.
[81] Pascual Carrión, “El progreso agrario. Las bodegas cooperativas”….
[82] Pascual Carrión. “Problemas fundamentales formación de hombres para la cooperación”…. En los años setenta volvería a escribir sobre el tema. Pascual Carrión. “Problemas de la Cooperación Agrícola”. Estudios cooperativos, 29 (1973) 3-16.
[83] “La propiedad, las empresas, el trabajo, el cambio, la renta aparecen casi siempre en nuestras cátedras con todo el individualismo rabioso y el egoísmo que los concibió el siglo pasado, y solo como contrapeso se exponen las ideas socialistas, pero con sus radicalismo utópicos, sirviendo para dar mayor valor a las ideas liberales y egoístas que aparentan estar más fundamentadas”. Pascual Carrión. “Problemas fundamentales formación de hombres para la cooperación”….
[84] Pascual Carrión. “Problemas fundamentales formación de hombres para la cooperación”…
[85] Pascual Carrión ya había pedido la creación de un Ministerio de Agricultura en 1926. El Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio fue creado por Decreto del Presidente de la República Niceto Alcalá Zamora el 16 de diciembre de 1931, incorporando las Direcciones Generales de Agricultura, Industria y Comercio, procedentes del Ministerio de Economía Nacional y las de Minas, Montes y Ganadería, procedentes del Ministerio de Fomento. Era la primera vez que existía un Ministerio dedicado exclusivamente a gestionar la cuestión agrícola. La separación se hizo definitiva, excepto en el período comprendido entre el 25 de septiembre de 1935 y el 19 de febrero de 1936.
[86] Pascual Carrión. “Ante la crisis. Un Gobierno de concentración”, Las Noticias, 17 de febrero de 1931.
[87] “La dolorosa experiencia del siglo pasado, durante el que nos desangramos y empobrecimos en guerras civiles, no debía repetirse si queremos pasar por un pueblo europeo”. Pascual Carrión. “Ante el nuevo Gobierno”…
[88] Pascual Carrión. “Una luz en las tinieblas. La Unión Agraria Nacional”, Las Noticias, 28 marzo de 1931.
[89] Pascual Carrión. “Ante la República. Deber de los buenos españoles”, Las Noticias, 15 de abril de 1931, en portada.
[90] Pascual Carrión.”Para los elementos de la Unión Agraria. Mi criterio y Actitud”, Las Noticias, 2 de junio, de 1931; en portada. Pascual Carrión. “Unas cuartillas del señor Carrión. Defendiendo mi actitud”, Las Noticias, 3 de julio de 1931, en portada.
[91] El aumento de la producción del vino y la disminución de su consumo, sobre todo en EEUU y Norte de Europa, generó una crisis vitícola mundial que implicó fijar la atención en el consumo de uva como fruta. “La Estación uval y la feria de Aviñón. Memoria presentada por don Pascual Carrión, que concurrió como delegado de España”, Las Noticias, 23, 24,27, 28,29, 30 de mayo y 1 de junio de 1931.
[92] “La enseñanza agrícola en Francia”, Informe 4-37. (Folios a máquina, sin fecha), en Pascual Carrión Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937)…pp.443-453.
[93] Para J. Piqueras fueros sus críticas a comisión de las Cortes encargadas de dictaminar el proyecto de ley de reforma agraria que él mismo había elaborad, lo que provocó su destitución. Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011…p. 129. Otros consideran que fue su ambigüedad en la indefinición política lo que le retiró la confianza política de Azaña y M. Domingo. Jesús G. Regidor y Escudero Zamora, Gabino. “Aportación al conocimiento de la figura de Pascual Carrión…” p. 247. Sobre la revisión de los conceptos de reforma agraria y el papel de P. Carrión véanse los trabajos de Manuel González de Molina, “Introducción” y J. M. Naredo “Reforma agraria, entre el mito y la realidad socio-ecológica”, en Manuel González de Molina (Ed). La cuestión agraria en la Historia de Andalucía. Cuadernos de Andalucía en la Historia Contemporánea, Sevilla (2014 pp. 9-20 y 133-156 respectivamente.
[94] Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011… pp. 129 y 182.
[95] Concepción Basanta. “Introducción” en Pascual Carrión Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937)… pp.31-32. Reglamento de la Granjas Escuelas y la Cátedra ambulante de agricultura, Valencia, Gráficas Vives Mora (intervenida) Instituto de Reforma Agraria, 1937. (Firmado en Valencia, el 15 de marzo de 1937, por el jefe del Servicio de enseñanza y Divulgación Agrícola, P. Carrión y el director del Instituto de Reforma Agraria, Enrique Castro
[96] “Las Granjas Escuelas y la Cátedra Ambulante de Agricultura”, Economía y técnica Agrícola, Número Extraordinario, Ministerio de Agricultura, Barcelona, Gráficas Seix Barral, 1938, pp. 21-23.
[97] Arturo López Muñoz. “Pascual Carrión: Aquella Reforma Agraria…. “11-13.
[98] Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011…p. 129.
[99] Pascual Carrión. “Ante la República. Deber de los buenos españoles”….
[100] Federico Martínez Roda, Valencia y las valencias…p. 234.
[101] “Lo que supuso su ostracismo en la Estación Enológica de Requena”. Jesús G. Regidor y Escudero Zamora, Gabino. “Aportación al conocimiento de la figura…”, p. 586. “…fue destinado a la Estación Enológica de Requena (1941-19619, donde permaneció dos décadas, hasta su jubilación, en ostracismo o exilio interior y centrado en cuestiones puramente técnicas” Antonio Gil Olcina. “Proemio”, en Carrión. Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937)… p. 14.
[102] Carrión. Juan Pan-Montojo. “Pascual Carrión: política agraria e ingeniería social”… p. 588. Juan Pan-Montojo. “De la agronomía a la ingeniería agronómica… p. 9º.
[103] José Luis García Delgado. “Prólogo”, “Estudio preliminar” y “Epílogo”… Y José Luis García Delgado. “Pascual Carrión. Un reformador …
[104] Concepción Basanta Fernández, “Pascual Carrión y el Proyecto de Reforma… p. 225.
[105] José Luis García Delgado. “Cuatro etapas en la vida de Pascual Carrión”, El País…
[106] J. Velarde Fuertes. “Prólogo”, en P. Carrión, La reforma agraria en la segunda república y la situación actual de la agricultura española, Barcelona, 1973, pp. 15-28. Citado por J. Pan-Montojo en “Pascual Carrión: política agraria e ingeniera social”. p. 587.
[107] Juan Piqueras Haba. Campo Arcís. Cooperativismo y viticultura… pp. 94-95
[108] “Desde 1941 a 1969, ya jubilado, Pascual Carrión contribuyó con su capacidad de convencimiento a la fundación de más de un centenar de cooperativas en las provincias de Valencia, Castellón, Alicante, Murcia, Albacete, Cuenca y Toledo. En muchos casos, fue también autor de los proyectos de bodega, que firmaba como ingeniero-arquitecto que era”. Juan Piqueras. La Estación de Viticultura y Enología de Requena… p.130. y Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología. La EVE de Requena en el marco español”, en Oleana. Cuadernos de Cultura, 22 (2007)…p. 672.
[109] Vid. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología… pp. 657-661. Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011.
[110] La ciudad de Requena es hoy uno de los principales puntos de referencia de la enología española ya que concentra dos grandes unidades regionales de investigación y formación, como son la Estación Enológica (1911) y la Escuela de Viticultura y Enología (1961). Gran parte de este protagonismo se lo debe a un hombre de talla excepcional, don Pascual Camón, seguramente el ingeniero agrónomo español del siglo XX más conocido dentro y fuera de nuestro país”. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología…” p.670.
[111] Sus más estrechos colaboradores en la EVER fueron Fernando Morencos y Valentín García Tena, Antonio Andújar, Eduardo García Viana, Joaquín Pérez-Salas, Vicente Cuevas. Sobre el equipo de colaboradores de don Pascual, véase Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011…
[112] Pascual Carrión. “Notas para la Conferencia de Valencia” (Folios mecanografiados), en Pascual Carrión. Propuestas para regenerar la economía española (1913-1937)… p. 280 y 282.
[113] Juan Piqueras. La Estación de Viticultura y Enología de Requena… p. 130. De la etapa anterior a la Guerra Civil Española, en la EVE de Requena, merece ser destacada la figura de Fernando Morencos Maestre, un ilustre predecesor de la tarea técnica y social que más tarde tendría continuación con Pascual Carrión. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología, pp.671-672
[114] El centro se creó por “Real Orden de 1 de julio de 1910, merced a las gestiones del ilustre defensor de la viticultura nacional don Fidel García Berlanga, entonces diputado a Cortes por el distrito de Requena y a la cesión por el ayuntamiento de un edificio para este fin, empezó a funcionar en enero de 1911 y siendo su primer director el ingeniero Agrónomo don Constantino López Alcáraz”. Práxedes Gil-Orozco Roda. “La Estación de Viticultura y Enología de Requena. Entrevista con D. Pascual Carrión, Ingeniero Director”, El Trullo, marzo de 1958.
[115] Rafael Janini “que destacó por sus investigaciones en la adaptación de pies americanos para sustituir a los pies europeos filoxerados, hizo algunos estudios de ampelografía y proyectó numerosas bodegas a imitación de las del sur de Francia”. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología…pp. 670-671. De 1919 a 1924 “hizo diversos proyectos de Bodegas, como la Cooperativa de Turís, la Redonda de Utiel y otras”. Pascual Carrión Carrión. “D. Rafael Janini Janini”, El Trullo, septiembre de 1953.
[116] Pascual Carrión, “La economía rural”, La Tribuna 31 de enero de 1914, p. 9.
[117] Pascual Carrión. “El Campo de Experiencias de la Estación Enológica de Requena”, El Trullo, agosto de 1954. “El Campo de Experiencias de la Estación Enológica de Requena”, El Trullo, septiembre de 1959. El Campo de Experiencia fue establecido por la Estación de Viticultura y Enología de Requena en el año 1942, situado en la partida de El Rebollar, cerca de esta aldea y lindando con la carretera de Madrid a Valencia, a 6 km de Requena.
[118] También las variedades dedicadas a uvas de mesa fueron objeto de estudio y entre ellas, figuran tempranas como la Perla de Czaba, el Albillo, la Chasselas y el Moscatel; de maduración posterior como el Rosaki o Rossetti, el Valencia blanco y el negro, y tardías como la Planta Nova y el Aledo. Pascual Carrión C. “El Campo de Experiencias de la Estación Enológica de Requena”…
[119] El Macabeo era una de las mejores variedades españolas por la calidad de su vino, pues en cinco años había dado una media de 2,08 kg por cepa (superior al Bobal), con 13,90º que hacen un total de kilos-grado de 28,91, que superaba al Bobal que había dado 23,70. La Meseguera le seguía en rendimiento con 2,02 kg, 13,30º y 22,82 kg-grados, pero muy por bajo de la anterior aunque no dista mucho del Bobal. Pascual Carrión. “El Campo de Experiencias….”, agosto de 1954.
[120] Para ello publicó un opúsculo titulado La replantación del viñedo con vides americanas, que fue editado por el Ministerio de Agricultura en 1953, así como otros artículos en diversos medios. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología…p. 672.
[121] Pascual Carrión. “El Campo de Experiencias…” septiembre de 1959.
[122] Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología…p. 673.
[123] Pascual Carrión. “Variedades Tintas aconsejables en la comarca Requena-Utiel”, El Trullo, mayo de 1959. “El Campo de Experiencias… agosto de 1954.
[124] La mejora del vino mediante el envejecimiento y posterior embotellado lo trató don Pascual Carrión en los artículos “La mejora de nuestros vinos”, El Trullo, septiembre de 1951, p. 16. “Hacia el progreso vitivinícola: La Cooperativa para envejecimiento de vinos de Requena, El Trullo, diciembre de 1955. “Nuevas consideraciones sobre la Cooperativa de envejecimiento, El Trullo, abril de 1956.
[125] Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología…p. 672-673. [126] Pascual Carrión, “La Fiesta de la Vendimia como medio de mejorar la riqueza Vitivinícola”, El Trullo septiembre de 1950, p. 9. “La mejora de nuestros vinos”, El Trullo, septiembre de 1951, p. 16. “La Fiesta de la Vendimia como medio del progreso vitivinícola”, El Trullo, marzo de 1953, p.16. “La mecanización de la viticultura”, El Trullo, septiembre de 1958.[127] Pascual Carrión. “La mejora de nuestros vinos…” p. 16.
[128] Pascual Carrión. “La Fiesta de la Vendimia como medio…” p. 16.
[129] El objetivo del concurso era dar premios “a los vinos que por su calidad lo merezcan, para mayor estímulo del vitivinicultor levantino, y conseguir con ello que nuestros caldos puedan competir con garantías de éxito por sus excelencias, con los vinos de otros países en nuestros mercados tradicionales de Suiza, Alemania, Bélgica, etcétera”. Editorial. “Nuestra aspiración. Propagar los vinos de Levante”, El Trullo Extraordinario julio de 1953 p. 3. Con premios para diversos tipos de vino: finos de mesa, blancos corrientes, rosados corrientes, tintos de doble pasta y licorosos dulces. El Trullo octubre de 1953. [130] En el año 1943 Carrión había hecho un proyecto de reglamento para cooperativa que, años después vería, con satisfacción, que se llevaba a la realidad. Con muy poco esfuerzo por parte de los viticultores, podía lograrse la construcción de una bodega adecuada, ya que el Servicio Nacional de Crédito Agrícola y el Instituto Nacional de Colonización concedían préstamos a plazo relativamente largos, 10 años, que, si era preciso, podían prorrogarse. Con aquellos auxilios, se habían construido en los últimos años numerosas bodegas cooperativas que llevan una vida próspera económica y socialmente, mostrándonos las posibilidades de llevar a cabo estas entidades. Pascual Carrión. “Hacia el progreso vitivinícola….[131] Fermentación en envases pequeños dónde se efectúe lentamente a temperaturas moderadas; utilizar la brisa correspondiente, ara obtener un buen vino tinto, debe utilizarse la brisa correspondiente como ocurre con los vinos de doble pasta que son excelentes para mezclas pero muy bastos para consumirlos directamente; la acción del frío, aclara y afina mucho los vinos y la permanencia en barricas de roble mejora rápidamente; la mezcla del vino de Bobal con Garnacha, le eleva el grado permitiendo lograr los 12,50 o 13 que asegura su conservación y mejora la calidad. Pero las clases más selectas se podrían obtener mezclan del vino de Bobal con el de la uva Monastrell de las provincias Alicante y Murcia, poniéndose de acuerdo con las cooperativas de estas provincias que los tuviesen. Pascual Carrión. “Hacia el progreso vitivinícola….
[132] Pascual Carrión. “Nuevas consideraciones sobre la Cooperativa…
[133] En Requena y Utiel este tipo de alcoholera comenzaría a ponerse en práctica en torno a 1960, con la Covinense de Requena, la Nueva Alcoholera de Utiel y la alcoholera de Coviñas de Requena. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología…p. 673- [134] Pascual Carrión. “La crisis vitivinícola, conferencia”….[135] “El empleo de este alcohol como carburante o para la exportación, son las únicas salidas, y aunque el Estado pierde algunos millones de pesetas, con ello salvará la situación de los viticultores que representa varios miles de millones”. Pascual Carrión. “Reflexiones ante la crisis vitícola”…
[136] Pascual Carrión. “Reflexiones ante la crisis vitícola”…1954.
[137] Pascual Carrión. “Bebidas a base de mosto, un nuevo camino”, El Trullo, abril de 1957
[138] No obstante, el asunto no estaba exento de dificultadas porque la conservación del mosto natural desde la vendimia hasta el momento de consumirlo no es cosa fácil, algunos productos no estaban autorizados y finalmente, la obtención del zumo de uva natural resultaba una industria bastante costosa y delicada. Carrión ofrecía diversas soluciones, se tenía ya la base para fabricar excelentes bebidas gasificadas de segura aceptación en el mercado. Estaba seguro de que, con un poco de propaganda y el apoyo de los viticultores se abriría un gran mercado para el mosto dentro de España. Pascual Carrión. “Bebidas a base de mosto, un nuevo camino”, El Trullo, abril de 1957
[139] Pascual Carrión. “Ante la próxima campaña vinícola. Reflexiones sobre la situación”. El Trullo, septiembre de 1956; “Situación crítica de la Agricultura”, El Trullo, septiembre de 1957[140] Pascual Carrión. “La mejora de nuestros vinos”….
[141] Pascual Carrión. “Reflexiones ante la crisis vitícola”…
[142] Y confiaba en el Gobierno, porque las crisis del vino repercutían inmediatamente en la vida nacional, como lo demostraba lo ocurrido con la invasión filoxérica en España a últimos del siglo XIX, que coincidió con el descenso de la exportación de vinos a Francia. La emigración en las provincias levantina fue muy grande, y de ella surgió el viñedo de Argelia, que fue la principal causa de que Francia no necesitase nuestros caldos. Pascual Carrión. “La crisis vitivinícola, conferencia de don Pascul Carrión”…,[143] Pascual Carrión. “Ante la próxima campaña vinícola…
[144] En una nación de comarcas tan secas como las de Levante, La Mancha y Aragón, había que defender a todo trance el cultivo de la vid porque era el único que permitía mantener una población algo densa en buenas condiciones. Pascual Carrión. “Ante la próxima campaña vinícola. Reflexiones sobre la situación”. El Trullo, septiembre de 1956; “Situación crítica de la Agricultura”… [145] Se imponía, “hacer efectiva la prohibición de plantar viña en los buenos terrenos y, sobre todo, en los de regadío”. Y “llegar a bloquear el exceso de cosechas a partir de 15 a 20 litros por hectárea, como hace Francia, y gravar las grandes producciones para obtener fondos que permitan destilar el sobrante y salvar la situación”. Pascual Carrión. “La crisis vitivinícola, conferencia de don Pascual Carrión”, El Trullo. octubre de 1953. [146] Práxedes Gil-Orozco. “La Estación de Viticultura y Enología. Entrevista con D. Pascual Carrión, Ingeniero Director”, El Trullo, marzo 1958. [147] “En el período de 1925 a 1930, que también se agudizó la crisis vitícola, se legisló en este sentido y se consiguió rebajar mucho los impuestos. Las grandes ciudades deberían comprender que hay que defender el campo y moderar sus presupuestos en la medida que lo exige la situación de la economía nacional”, “La crisis vitivinícola…”, El Trullo octubre de 1953.<[148] Una botella por cuyo contenido de vino ha recibido el agricultor de 1,50 a 2 pesetas, llegaba el restaurante a 15 pesetas y se vendía a 40, “dándose el caso de que el camarero que lo sirve gane cinco o seis pesetas en unos momentos, mientras el productor apenas se cubre gastos trabajando todo el año. La injusticia no puede ser mayor. No hay más remedio que crear grandes entidades que puedan ofrecer vino embotellado barato y realizar una propaganda intensa para que se generalice el consumo”. Pascual Carrión. “Ante la próxima campaña vinícola…”
[149] Juan Piqueras. La Estación de Viticultura y Enología de Requena… pp. 133-134.[150] Pascual Carrión. “¡Cuidado con el mildiu!”, El Trullo, julio de 1953.
[151] Pascual Carrión. “Las desgracias del agricultor: heladas y pedriscos, El Trullo, septiembre de 1960.
[152] Uno de ellos, del mes de septiembre de 1958 ocasionó daños en los pueblos de esta comarca que se valoraron en unos 50.000.000 de pesetas. “Este año (1960), por desgracia, los pedriscos han empezado más pronto sus estragos, y algunos agricultores, han sufrido ya varios de ellos, además de las heladas”. Pascual Carrión. “Las desgracias del agricultor: Heladas y pedriscos…”
[153] Pascual Carrión. “Las desgracias del agricultor. Heladas y pedriscos”…
[154]Pascual Carrión. “En el periodo de las vacas gordas hay que pensar en el de las flacas”, El Trullo, julio de 1958.
[155] Esta emigración obrera no era coyuntural, sino una ineludible tendencia mundial con la que había que contar. Pascual Carrión. “Situación crítica de la Agricultura”…
[156] “La gran finca dedicada a cultivos extensivos de cereales ya está mecanizándose en España, pero nos hallamos muy lejos de conseguir el progreso que en este sentido han logrado Inglaterra, Alemania y en Francia. El número de tractores ha aumentado mucho en nuestra nación en los últimos años, pero es todavía muy inferior por hectárea cultivada al de otras naciones, existiendo mucho camino a recorrer en este sentido”. Pascual Carrión. “Situación crítica de la Agricultura”… y Pascual Carrión. “La mecanización de la viticultura”, El Trullo, septiembre de 1958.
[157] Pascual Carrión. “Situación crítica de la Agricultura”…
[158] Pascual Carrión “Situación crítica de la Agricultura”…
[159] En Montpellier venía celebrándose, desde hacía años, la Feria Internacional de la Viña y el Vino en la cual se concedía atención especial a las demostraciones de maquinaria vitivinícola, que tenían lugar en la finca de la Escuela de Agricultura, presentándose tractores y aparatos de cultivo que trabajaban a la vista del público, que acudía de toda Francia y del extranjero. Por su parte, el Instituto Técnico del Vino, con residencia en París, tenía diversas fincas piloto en diferentes regiones en las que se utilizaban diversas clases de tractores y aparatos con el fin de comprobar su eficacia y en los que prácticamente los agricultores podían ver las ventajas e inconvenientes de cada uno. En ella se dedicaba especial atención a la mecanización del cultivo de la vid y a ella concurrían las principales casas de maquinaria agrícola de todo el mundo. Pascual Carrión. “Situación crítica de la Agricultura”…[160] Pascual Carrión. “Situación crítica de la Agricultura”…
[161] Pascual Carrión. “Ante la próxima campaña vinícola…”
[162] Pascual Carrión. “En el período de las vacas gordas…” [163] En Utiel, dos en Requena, Pedralba, Cheste ,Turís y la Pobla del Duc. Juan Piqueras Haba. La Estación de viticultura y Enología de Requena. 1911-2011…p.183. [164] Sobre las bodegas cooperativas como remedio a los nuevos retos técnicos, comerciales y sociales, véase el capitulo V del libro de Juan Piqueras La estación de viticultura y Enología de Requena…”, pp. 177-200 [165] Pascual Carrión. “La Cooperación Agrícola en Requena. Presente y porvenir”, Programa de Feria y Fiestas de Requena, 1948. [166] “La Estación Enológica ha cumplido cincuenta años”, El Trullo, septiembre de 1961. [167] Juan Piqueras Haba. La estación de viticultura y Enología de Requena…”p. 127. [168] Con anterioridad a la Guerra Civil, la media de alumnos titulados había sido de 9-10 por año. Con el nuevo programa de Carrión la media avanzó a 30-35, de tal manera que entre 1941 y 1960 obtuvieron el título de Capataz de Viticultura y Enología un total de 670 alumnos procedentes de toda España, especialmente de Valencia, Murcia, La Mancha, Castilla-León e incluso Galicia. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología.”… p. 674. [169] Práxedes Gil-Orozco. “La Estación de Viticultura y Enología. Entrevista con D. Pascual Carrión…” [170] Su proyecto arquitectónico serviría para crearla Escuela de Madrid, mientras que Requena tuvo que conformarse con un edificio más modesto y no fue inaugurada hasta 1961, justo el mismo año de su jubilación. Juan Piqueras Haba. “Estaciones y Escuelas de Viticultura y Enología…p. 674. [171] Arturo López Muñoz. “Pascual Carrión: Aquella Reforma Agraria…pp. 11-13. [172] Federico Martínez Roda, Valencia y las valencias: Su historia contemporánea… p. 234. [173]Pascual Carrión. “Ante el nuevo estatuto de la viña, del vino y de los alcoholes: antecedentes históricos de la defensa de la riqueza vitivinícola”, separata de La semana vitivinícola, 6, 13-20 de marzo de 1971; Pascual Carrión. “Estadísticas: Situación de la viticultura en el mundo”, Agricultura: Revista agropecuaria, 476 (1971) 777-778; Pascual Carrión. “La vid y el vino en la región valenciana”, Información Comercial Española, ICE: Revista de economía, 485(1974) 101-111.[174] Pascual Carrión. “Problemas de la Cooperación Agrícola”. Estudios cooperativos, 29 (1973) 3-16.