En la década de los cincuenta se hablaba en Requena de una cierta densidad cooperativa, en aquellas fechas Pascual Carrión llevaba ya muchos años ejerciendo como Director de la Estación de Viticultura y Enología de Requena. Permaneció en Requena de 1941 a 1961, veinte años en los que dejó un magnifico legado que implicó diversos puntos, entre ellos el fomento del cooperativismo y la creación de cooperativas. En segundolugar, destaca su interés por la mejora de la calidad de los vinos y su correcta comercialización, a través de las cooperativas de envejecimiento y el embotellado.
Los planteamientos del joven Carrión en la primera década de siglo XX a quienes vivieran en la Requena de los años cuarenta y cincuenta, les parecerían futuristas, pero fueron ciertos. De hecho don Pascual pasó su vida predicándolos y aplicándolos y en Requena, gracias a la tenacidad de don Pascual, gracias a la labor que desarrolló tras su llegada a la Enológica de Requena en 1941, señala Cuartero, cambió el panorama bodeguero de Requena. Labor que no quedó constreñida la comarca de Requena-Utiel, sino que llevó adelante, como valora Pan-Mantojo, la importante tarea de impulsar y guiar el movimiento cooperativo en Levante y en La Mancha, creando y organizando numerosas bodegas Cooperativas, redactando los proyectos de edificios adecuados y poniéndolas en marcha con personal competente, como medio para combatir los efectos de la crisis del sector.
1. Pascual Carrión y el cooperativismo como palanca regeneracionista.
Ya desde sus años jóvenes, siendo todavía estudiante en la Escuela de Ingenieros Agrónomos publicó una serie de artículos dedicados a la regeneración agraria del país, entre ellos el de la cooperación, porque para él se trataba más de un problema antropológico vinculado a la modificación de costumbres inveteradas, que de la introducción de normas legislativas. Los procedimientos más sólidos serían aquellos que influyesen en el individuo, en el pequeño grupo, como la asociación o el sindicato agrícola, entendiendo este como un núcleo integral que organiza las aspiraciones todas de los socios, los cuales a su vez se hayan íntimamente compenetrados entre sí, y no como agrupación informe de individuos unidos pasajeramente para realizar un determinado fin.
En 1914 ya escribía, en el periódico La Tribuna, de Madrid, sobre los sindicatos agrícolas y las cooperativas de producción. Los sindicatos agrícolas podían resolver, mejor que ningún otro organismo, los problemas técnicos, económicos y sociales que implicaba la reconstitución de la agricultura. En cuanto a la técnica, el mejoramiento de los cultivos, exigía realizar experiencias y trabajos que solo podían llevarse a cabo agrupándose, y en cuanto a la adquisición del capital necesario para el cultivo, podría resolverse mediante las cajas rurales. No era menor la posibilidad de intervenir en la disminución de intermediarios entre el agricultor y el comprador de los productos, y también podían coadyuvar a preparar, a conseguir la igualdad en el acceso a la tierra. Ahora bien, para poder cumplir la función técnica, económica y social de estos sindicaos, era necesario que también fuesen cooperativas de producción, de crédito y de venta, y que incluyesen problemas como el del seguro, el del socorro mutuo y el de la educación.
La agricultura era una industria muy complicada, exigía una dirección técnica escrupulosa, y eso no se podía conseguir aisladamente, porque por lo normal el agricultor no disponía de suficiente cantidad de tierras y de capital. En este punto intervenía la asociación, vía de comunicación que facilitaba que los consejos del agrónomo llegasen al pequeño agricultor, en líneas generales desconocer de la técnica para la explotación racional de una finca, como la química del suelo, el empleo de los abonos, hacer análisis y practicar experiencias de cultivos, elección de planta para el cultivo, etc. para no gastar dinero en balde. También era conveniente conocer las condiciones del mercado y clima. Otro problema que requería la ayuda técnica, y que la cooperativa podía resolver era el de la elaboración de los caldos. Se trataba de obtener buenos caldos y de un tipo fijo que fuese aceptable en el mercado, pues de lo contrario, su escaso valor lo convertiría en primeras materias para la fabricación de vinos o aceites extranjeros de marcas acreditadas.
En la crisis vinícola de los años veinte don Pascual para que la economía agraria no pereciese en la lucha por la captación de mercados insistía en que era necesario capacitar a nuestros campesinos para producir mejor y más intensivamente, mediante instituciones de crédito agrícola, centros de experimentación y enseñanza agrícola, cooperativas de producción, etcétera, era preciso también organizar la exportación suprimiendo intermediarios, facilitando los transportes y concediendo a los consumidores de nuestros productos ventajas de la forma y plazos de pago para que los prefieran a los de otros países; es decir había que crear un crédito para la exportación del que entonces se carecía.
Ahora bien, la organización en cooperativas agrarias no se improvisaba en cuatro días, era algo que exigía sacrificios por parte de todos:
“Exige que todos nos desprendemos de nuestros egoísmos y contribuyamos con nuestros conocimientos influencias y dinero este sobre todo, para poner al frente de la obra a técnicos especializados de la economía, de la banca y del comercio, proporcionándoles los medios necesarios para estudiar seriamente todas las cuestiones visitar los mercados consumidores y extender por ellos las ramificaciones precisas.”
2. La cultura valenciana del asociacionismo.
Para comprender la insistencia de Carrión en el cooperativismo, además de su importante formación universitaria hay que considerar la importante cultura valenciana del asociacionismo, porque Carrión nace en un lugar concreto, Sax, provincia de Alicante y diócesis de Orihuela, lugares de viñedos en las que, al igual que en Valencia, se había desarrollado desde finales del siglo XIX una cultura asociacionista, desde el catolicismo social agrario, de la que no pudo permanecer al margen Pascual Carrión, junto a una formación, netamente influencia por la Institución Libre de Enseñanza.
El catolicismo social alcanzó en las provincias de Valencia y Alicante una singular importancia como una de las cotas más descollantes del sindicalismo confesional en España, en las décadas finales del siglo XIX y las de comienzo del XX. Al esfuerzo y las convicciones religiosas de sus mejores miembros, se unieron el crédito financiero, la tecnología y la cultura que elevarían la condición económica, cultural y moral de los afiliados, dando como resultado un sentido comunitario y una sociabilidad poco usuales, tanto en la ciudad como en el campo. Los círculos católicos fueron transformándose en sindicatos. En mayo de 1905 se celebró en Valencia la primera Asamblea Regional de Corporaciones Católicas, de la que salió la Federación de Cooperativas de Producción, Crédito y Consumo. En 1906 en casi todos los Círculos y Gremios se había establecido una cooperativa para la compra y venta de semillas, abonos y otras sustancias o aparatos de uso frecuente para los agricultores.
En 1916 nació la poderosa e influyente “Federación Valenciana de Sindicatos Agrícolas” (FVSA) que fue creciendo hasta 1920. En la diócesis de Orihuela-Alicante, surgieron bancos y cajas de ahorros confesionales destinadas a promover el ahorro y el crédito y respaldando a las instituciones diocesanas centradas en crear el clima y las estructura necesarias para el cooperativismo y sus imprescindibles cajas rurales. En 1923 nace la CONCA, “Confederación Nacional Católica Agraria”, constituyó el organismo más importante del sindicalismo católico, que pervivió hasta los años cuarenta cuando, durante franquismo, fue absorbida por el Sindicato Nacional de la Vid.
3. Los comienzos del Cooperativismo en Requena.
Fue en la década de los veinte, cuando comenzó don Pascual su tarea de promover y gestionar cooperativas agrícolas al objeto de ir, según sus propias palabras, liberando a los viticultores modestos de la explotación de los compradores de uva y de los caciques de los pueblos. En 1924 Carrión levantó en Valencia, junto a otras regiones como Aragón, Cataluña y La Mancha, la Confederación Nacional de Viticultores, muy relacionado con el incipiente sindicalismo católico agrario, y que jugó un importante papel en los conflictos sectoriales de los años veinte. En la tarea acompañaron a Carrión Francisco Santacana y Julio Tarín Sabater. La Confederación de Viticultores realizó una gran propaganda a favor de la difusión de la organización de cooperativas y a la creación de bodegas.
Pascual Carrión, cual apóstol seglar recorría la comarca de Requena-Utiel predicando las ventajas del cooperativismo como liberación económica del pequeño agricultor, avalando así las campañas realizadas por Rafael Janini y Fernando Morencos desde la Estación Enológica de Requena. La labor de Carrión a favor de los intereses vitivinícolas valencianos, en concreto alicantinos, hizo que en 1929, Pascual Más y Más, presidente de la Diputación Provincial de Alicante, se refiriese a él como el apóstol de la sindicación y de la cooperación.
Cabe citar que el 20 de mayo de 1918 se creó la Bodega Cooperativa Cheste Vinícola, en Cheste (Valencia); en 1920 la Bodega Cooperativa La Baronía, de Turís; en 1926, Carrión contribuyó a la fundación de la Cooperativa vínico-alcoholera de Villena, en 1927 participó en la creación de la Cooperativa del Campo de San Blas en Sax cuya constitución y cimentación se remonta unos diez años antes. El 14 de mayo de 1927 se legalizó el Sindicato Agrícola de Utiel, origen de la Cooperativa Agrícola de Utiel, entre 1928 y 1929 se construyó un Almazara de aceite y en 1928 un molino de piensos. La llamada Bodega Redonda, que adquirieron en propiedad en 1944
El punto inicial del cooperativismo requenense, siguiendo a R. Ramos, se sitúa en los comienzo de la década de los veinte, cuando los antiguos sindicatos agrícolas “El Defensor” y su vástago “El Fomento” de 1921, fueron los creadores de un principio elemental de unión entre agricultores, todavía con una visión limitada, cohibida, como indecisos delineantes del cauce por el cual en poco tiempo correría una impetuosa corriente de cooperación agrícola local que cristalizaría en los años treinta
Iniciada la década de los treinta seguía siendo necesario el fomento de la agricultura y para ello resultaban imprescindibles las cooperativas, pero antes de constituirlas había que formar hombres para la cooperación. No era algo fácil. Las cooperativas estaban llamadas a cumplir un papel decisivo en el campo y debían fomentarse asentándolas sobre bases firmes. Pero, como en casi todas las empresas, lo fundamental eras disponer de hombres capacitados para dirigirlas, hombres que sintiesen la obra con todo entusiasmo, pero también que conociesen las dificultades que podían surgir y el modo de solucionarlas, a la vez que debían tener, decía Carrión, el temple preciso para resistir, sin inmutarse, los ataques de los caciques y de los especuladores.
En uno de sus artículos, publicado en febrero de 1931, sobre los problemas fundamentales del país, y que constituirían la base de su posterior libro la Reforma Agraria de 1931, Carrión volvió a exponer que las cooperativas tenían una misión muy amplia y extensa que cumplir tanto en el cultivo la tierra, como en la obtención de vino y alcoholes, en la organización del comercio, en la exportación, etc. Pero para ello se necesitaba formar los hombres que habían de ponerse al frente de ellas, que fuesen a la vez técnicos y apóstoles, competentes y abnegados, verdaderos hombres de aquel tiempo, o, mejor dicho, de los venideros, que cifrasen su mayor orgullo en contribuir al mejoramiento general, al vencimiento de los egoísmos suicidas que tienen sumidos a los pueblos era un infierno de luchas y competencias estériles y ruinosas.
El proceso de desarrollo cooperativo, pese a las dificultades, marchaba, en opinión de Carrión, a pasos agigantados y con él se intensificaba y abarata la producción, se regularizaba el comercio y se mejoraba la situación de productores y consumidores. Algunos países como Dinamarca, Alemania, Argelia y Canadá regulaban casi toda su producción triguera en manos de unas pocas cooperativas. Para don Pascual:
El simple juego de la oferta y la demanda, la libertad económica tan admirada por nuestros abuelos, hace que el débil se aplastado por el fuerte y que la producción y el comercio se desenvuelvan en un completo caos, pasando de períodos de abundancia a otros de crisis, con sus especulaciones, quiebras, ganancias improvisadas y demás inmoralidades.
La gran guerra vino a demostrar la necesidad de organizar todos los sectores de la producción, de sustituir luchas y competencias inútiles por las actividades organizadas, coordinando esfuerzos y suprimiendo intermediarios.
Pero el éxito de las organizaciones descansa principalmente en la competencia de sus directores, y por ello precisa formar estos sólidamente”
Sin embargo, en España, no había ni una escuela de cooperación, ni un centro donde se pudiesen formar hombres para dirigir las cooperativas. No solo era necesario que evolucionase la enseñanza de la economía, sino que se creasen escuelas de cooperación en las que aquellas personas que tuviesen una cierta base técnica agrícola industrial se les fuese capacitando económica y socialmente para crear, fomentar y dirigir cooperativas. Carrión, sigue insistiendo en ideas que traía desde sus años de estudiante en la Escuela de Ingenieros, y que pudo poner en práctica, aunque por breve tiempo, como Director del Servicio de Cátedras Ambulantes Agropecuarias de 1927 a 1929, y como Jefe del Servicio de Enseñanza y Divulgación Agrícola en Valencia de 1937 1938, con la Granjas-escuela y la Cátedra ambulante de agricultura. Y, con mayor tiempo y resultados, durante su estancia en la Estación Enológica de Requena, en la que dinamizará la formación de maestros bodegueros y en la creación de la Escuela de Capataces Bodegueros.
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