Pascual Carrión y el Cooperativismo en Requena (II). Densidad cooperativa en los años cincuenta.
En 1948 don Pascual escribía sobre la intensidad creciente con la que se iba desarrollando la cooperación en Requena, en la que existían seis cooperativas, dos de ellas de viticultores: la Cooperativa Vinícola Requenense, constituida en 1935 y la Cooperativa de Viticultores, cuyo origen se remontaba al Sindicato Cooperativa de Viticultores, constituido en 1936, fusionándose en 1944 con el Sindicato Agrícola “El Fomento” (fundado en 1921) y denominándose, desde 1946, como Cooperativa de Viticultores, que n 1952 se creó la sección caja rural que llegó a ser el puntal más firme de la entidad. El inicial pequeño grupo de agricultores requenenses era, en los años sesenta, una masa compactada y poderosa con un peso significativo en el comercio de la ciudad. Cuando en 1954 se constataba la poderosa corriente cooperativista en Requena, Rafael Ramos había señalado que las tres bodegas cooperativas existentes en la ciudad, eran manifestación de un genuino cooperativismo, entusiasta y fervoroso porque los logros se habían conseguido en breve tiempo a costa de un gigantesco sacrificio, canalizado por un espíritu de firme unión y alentado por una fe ciega en la recíproca colaboración.
1. Un impulso a la cooperación.
Vimos cómo entre 1928 y 1935 se habían construido algunas cooperativas en la comarca. Al acabar la Guerra civil había activas en España algo menos de un centenar de bodegas cooperativas, en la provincia de Valencia había siete, entre ellas las de Utiel y Requena. La falta de créditos adecuados y las dificultades de la posguerra obstaculizaron la creación de otras bodegas. Situación que cambió a partir de 1944 cuando pudieron conseguirse créditos del Instituto Nacional de Colonización y del Servicio Nacional de Crédito Agrícola, logrando dar gran impulso a la cooperación. Pero, sobre todo, hay que tener en cuenta que en los años cuarenta y cincuenta, la normativa sobre las cooperativas, no era la de los años veinte, sino que la nueva normativa emanada del régimen franquista, dio un decidido impulso al cooperativismo.
La etapa de Carrión en la Enológica de Requena coincidió, como señala J. Piqueras, con la mayor explosión de bodegas cooperativas de España, solo en Valencia conoció, entre 1945 y 1965, casi 120 entre las tres provincias, que tenían una gran implantación del cooperativismo. La zona de mayor intensidad fue la Denominación de Origen Utiel-Requena, en la que entre 1958 y 1961 se fundaron 15 cooperativas, tantas como se crearon entre 1927 y 1958.
No obstante, observa J.C. Iranzo, la evolución del movimiento cooperativista en la comarca de Requena Utiel fue lenta hasta 1958. La fuerte sequía que padeció la zona entre 1952 y 1954 retrasó la creación de cooperativas, pero de 1958 a 1961 hubo un crecimiento considerable dado que se fundaron quince cooperativas. El 30 de enero de 1946, el Sindicato de Viticultores de Utiel paso a denominarse, a partir del, Cooperativa Agrícola cuya obra cumbre fue su Bodega Honda. El 17 de junio de 1955 se funda la Cooperativa de Viticultores “El Progreso” de San Antonio (Requena). El 24 de octubre de 1958 se inscribe la Cooperativa Agrícola Portense “La Unión” en La Portera Requena). Los pedriscos de 1961, 1962 y 1963 retrasaron la fundación de seis nuevas hasta 1964 y 1965.
A la llegada de Carrión en 1941, la mayoría de las bodegas en Requena seguían siendo, pese a las cooperativas creadas, pequeñas bodegas normalmente situadas dentro del casco urbano, ya que los medios de transporte eran lentos, así como en las casas de labor y en las propiedades de grandes terratenientes. Cada agricultor cosechero elaboraba su vino normalmente en su bodega. Los medianos y pequeños agricultores, que no disponían de bodega, llevaban sus uvas a otra bodega en régimen de alquiler o la entregaban en bodegas comisionistas, que se encargaban a su vez de la elaboración y comercialización a cambio de una comisión. El cooperativismo generó un ambiente de superación, señala R. Ramos, que hizo ir desapareciendo de la comarca “los espantable lagares y trullos en donde antaño se alternaban a menudo el pisado de las uvas con las estabulación de conejos y borregos”. Gracias a las modernísimas bodegas, los vinos mejoraron en calidad, acrecentando su estima dentro, y fuera aseguraron, aunque no siempre, una cotización más digna y remuneradora. Los primeros miembros de las cooperativas fueron, en su mayoría, pequeños cosecheros sin bodega propia obligados a vender su uva a los comisionistas, situación reiteradamente denunciada por Carrión, pero a partir de los años cincuenta, como aporta J. Piqueras, se fueron sumando los medianos e, incluso, algunos grandes cosecheros, con bodegas familiares, pero a los cuales le resultaba más cómoda y barata la elaboración y comercialización del vino a través de las bodegas cooperativas .
En 1954 Requena cumplía cuatro lustros de vida cooperativa, un tiempo en el que se había conseguido realizaciones extraordinarias. Así lo consideraba uno de los fundadores de la Cooperativa Vinícola Requenense, Rafael Ramos Sánchez. Desde la Ley de 2 de enero de 1942, todas las entidades se habían adaptado a la normativa. El Sindicato “El Defensor” se transformó en la Cooperativa del Campo La Defensora”, más tarde surgió la cooperativa de regantes “La Mina” “original y floreciente asociación, modelo en su género” y se estaban realizando gestiones para montar otra Cooperativa destinada a la crianza, añejado y embotellado de vinos, llenado importantes huecos que las otras no cubría. Merced a la cooperación los agricultores requenenses iban cubriendo ampliamente cualquier servicio: “bodegas capaces, dotadas de todos los adelantos y perfecciones, fábricas de alcohol vínico y aprovechamiento de orujo, almazaras, trilladoras, molinos, suministro de semillas, abonos anticriptogámicos, insecticidas e incluso artículos de consumo familiar, secciones de crédito, aperos y herramientas y, está en perspectiva un seguro mutuo de ganado de labor”. Bien podía hablarse de densidad cooperativista de Requena, si bien no se repartía en la misma media en el casco de la capital que en las aldeas. La cooperación en Requena, señalaba R. Ramos, era fuerte, pero débil en las aldeas, y eso era algo sobre lo que tuvieron que reflexionar las potentes cooperativas de la Ciudad, pues para fortalecer la cooperación en las aldeas era necesaria una decidida acción, conjunta y directa.
2. La mejora de la calidad de los vinos: cooperativas y envejecimiento.
Uno de los aspectos que venía lastrando la cuestión vitivinícola, y que contribuía a agravar la carestía del vino, seguía siendo el de la disminución del consumo y la adulteración de este caldo que tanto le desacreditaba. Las denuncias de Carrión en los años veinte seguían siendo las mismas que en los treinta o en los cincuenta y, con la insistencia de siempre, señalaba que para vencer el descrédito del vino creado por la adulteración del mismo era preciso que las bodegas cooperativas llevasen el vino al consumidor suprimiendo intermediarios y evitando el aguado y otras adulteraciones. Este extraordinario interés por la mejora de la calidad de los vinos y su correcta comercialización, a través de las cooperativas de envejecimiento y el embotellado, constituye otro importante aspecto del legado de Pascual Carrión en Requena.
Con la mejora de los vinos no solo buscó la garantía de calidad para los consumidores, sino también unas mayores retribuciones para los productores. En una época en que la mayor parte del vino era vendido en España en tabernas-bodegas, envasado en toneles y expedidos en garrafas que aportaba el propio consumidor, Carrión proclamaba la necesidad de llegar al embotellado de los vinos en las bodegas productoras de origen, esto mejoraría su calidad, su imagen y comercialización. No obstante el camino, para lograr el envejecimiento de los vinos como fuente de riqueza, fue arduo, no estuvo exento de problemas.
La Estación Enológica había demostrado, en su propia bodega durante más de quince años, que se podían lograr vinos de una gran calidad como finos de mesa. En el año 1943 Carrión había hecho un proyecto de reglamento para cooperativas que, más de una década después, en 1955, veía con satisfacción que se iba a llevar a la realidad. Su vieja aspiración de revalorizar los caldos requenenses se iba a plasmar con la puesta en marcha r en Requena de una Cooperativa de Viticultores para dedicarse a envejecer los vinos de la comarca, Carrión alentó a los grandes propietarios que habían de ser la base de la Cooperativa, para que colaborasen con entusiasmo en su creación y no regateasen su ayuda para ponerla en marcha, porque en la creación de una cooperativa para envejecimiento la amortización sería un gravamen muy ligero para los viticultores pudientes, que formaban parte de la nueva cooperativa, tan llevadero para ellos como la aportación de uvas, que podía regularse con moderación según a la cosecha de cada uno.
La consecución de aquella vieja aspiración dio pie a Carrión para escribir sobre las posibilidades que se brindaba a la comarca de Requena-Utiel, muy productiva pero necesitada de revalorizar sus vinos, porque siendo muy buenos para el consumo directo, estaban depreciados con una cotización inferior a los del resto de España, sin causa justificada. Y para revalorizar los vinos de la comarca serviría la nueva Cooperativa de envejecimiento porque contribuía a poner fin a una vieja denuncia de don Pascual, la manipulación y abuso de los intermediarios.
La situación precaria del agricultor depende en gran medida de no industrializar sus productos y dejar que sean manipulados por otras personas que lo llevan al consumidor a precios mucho más elevados que los que aquél vende. La tendencia, pues, debe ser la de evitar intermediarios, y que, el agricultor, asociado, llegue con sus cosechas al consumidor
En los últimos años se habían construido numerosas bodegas cooperativas, que llevan una vida próspera económica y socialmente, con las ayudas del el Servicio Nacional de Crédito Agrícola y el Instituto Nacional de Colonización concedían préstamos a plazo relativamente largos. Para el mejoramiento de los vino señaló Carrión, en 1951, habría que tender a que las cooperativas de agricultores pudientes conservasen y envejeciesen sus vinos para presentar cada año los de mejor calidad, como hacían en Francia y en lugares de Cataluña y Jerez, en Andalucía. Pocos años después, en 1955, Carrión mostraba su satisfacción por el camino emprendido.
Don Pascual advertía que, una vez creada la Cooperativa no solo tenía que dedicarse a obtener vinos de gran calidad, porque necesitaban de tres a cinco años para envejecerse, sino que también era conveniente hacer tipos de vinos más corrientes que pudieran venderse al año o año y medio de elaborados. No había que olvidar que:
“El vino caro tenía un mercado reducido que se lo disputan grandes casas muy poderosas que han logrado acreditar sus marcas, así es que, para una base económica sólida, hay que pensar también en el consumidor más numeroso que es el modesto.”
El mercado de los años cincuenta estaba deseoso de vender grandes cantidades de vino embotellado de garantía y barato, terminando con los vinos a granel que se venían prestando a toda clase de fraudes y descrédito. Se había constatado la disminución del consumo de vino y Carrión consideraba que se debía, precisamente, a ese fraude, a esa degradación del vino que no llegaba a los consumidores en condiciones aceptables. De ahí que a los viticultores les interesase mucho que el vino se vendiese embotellado. Esta salida para el vino ofrecía grandes posibilidades sin inmovilizar capitales importantes durante varios años, como era preciso para los vinos finos envejecidos. Esto era algo que una nueva cooperativa no debía olvidar.
En el caso del vino, esta tendencia era más necesaria por el peligro de adulteración que tenía este producto, ocasionando su descrédito y disminuyendo el consumo. En la comarca aun sin llegar a realizar los grandes gastos que exigía el envejecimiento, bastaría con llevar al consumidor el vino joven embotellado para lograr una gran mejora en el precio.
“La comarca Requena-Utiel, por su importancia vitícola y por estar en ella afincadas personalidades de gran abolengo y con medios económicos suficientes, debe ser la base de una potencia organización operativo comercial de toda la región que haga llegar nuestros vinos a los mercados españoles y extranjeros.”
Habitual en Carrión no era solo indicar el deber ser, lo que era conveniente, sino que él añadía como hacerlo en la práctica. Así, de cara a la obtención de una gran mejora en las calidades, señaló que podía lograrse realizando la fermentación en envases pequeños dónde se efectúa lentamente a temperaturas moderadas, conservando los aromas del fruto y sin perder el alcohol que arrastra el gas carbónico cuando la fermentación era tumultuosa. La debida proporción de brisa, según fueran para tintos o claretes, la importancia del clima frío de Requena para aclarar y afinar mucho los vinos y la permanencia en barricas de roble lo mejora rápidamente; las mezclas de uvas etc.
Mediada la década de los cincuenta, señalaba el perito de la Enológica Joaquín Pérez-Salas, la labor a realizar en el tema del envejecimiento de los vinos era muy grande y compleja, seguramente necesitaría del tajo y entusiasmo de varias generaciones. Para ello eran necesarios desde un plan de actividades claro y concreto, a bodegas de crianza y conservación sin las cuales el añejamiento de vinos de mesa era imposible. Habría que contar con un vino joven sano y con un grado alcohólico conveniente y personal especializado. No podía dejarse de lado un propaganda intensa de los vinos producidos, sin olvidarse de la organización del trabajo en las bodegas, lejos de éxitos fáciles y rápidos y realizando una labor lenta y profunda para conseguir unos caldos de calidad bien equilibrados, limpios con aroma y paladar exquisitos, especialmente de tipos uniformes que puedan mantenerse años y años sin depender de una cosecha determinada. Existía, además, el obstáculo que suponía invertir fuertes capitales, durante mucho tiempo sin obtener beneficios a plazo corto. A todo ello había que añadir la dificultad de abrir un cauce nuevo sin contar con experiencia suficiente en la región, la falta de aprecio por la masa consumidora levantina para los vinos añejados cuyas cualidades no distinguía. Muchos obstáculos, ciertamente, pero el éxito sería proporcional a los mismos y por ello digno de encomio.
Entre 1945 y 1965 se fundaron y construyeron veintinueve cooperativas y una de segundo grado que fue la de Coviñas. Bodegas COVIÑAS Cooperativa Valenciana se funda en 1965 de mano de Román Guijarro, pero en ella incidió la labor de don Pascual, pues su antecesora Requena Vinícola se integró en la estructura de la nueva cooperativa. En 1966 presentaba un vino, el Vino de la Reina, elaborado con uva garnacha y cuyo proceso enológico y embotellado se llevó a cabo, de forma totalmente artesanal desde la Estación Enológica de Requena. Con ello iniciaba su andadura Coviñas convirtiéndose en la pionera en el embotellado de vinos de calidad a nivel comercial dentro de la D.O Utiel-Requena, ella adquirió la primera embotelladora de la comarca. A muchos lugareños de la lugareños de la D.O. Utiel-Requena al recordar los orígenes de Coviñas les viene a la memoria la labor del Dr. Ingeniero Agrónomo don Pascual Carrión, que allá por los años cuarenta, por entonces director de la Estación de Viticultura y Enología de Requena, logró agrupar a varias familias requenenses para crear la Cooperativa Requena Vinícola.
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