
Julián Pérez Carrasco (Espasa, ed. 1933)
Referencia: PERIODISMO, LITERATURA, NOVELA
Época: Requena, 16/02/1872 – Barcelona, 27/01/1931
Obra:Artículos Periodísticos, Novelas y Crónicas bélicas
Títulos:
La primera visita (cuento corto, 1890)
Revelación (cuento corto, 1897)
El Ideal (novela corta, 1898)
Mundana (cuento corto, 1898)
La Tragedia del Rey Baltasar (cuento corto, 1900)
El Burgués (novela, 1901)
Los Oprimidos (novela, 1901)
Mosquita Muerta (novela, 1903)
Amor Salvaje (cuento corto, 1903)
El Cid y Don Quijote (ensayo periodístico, 1904)
La resolución de Apolo (cuento corto, 1904)
Notas críticas al relato de la libertad de Melisendra (ensayo, 1905)
El Moro Muza (novela, 1912)
Falaz y Mártir (novela, 1912)
Episodios de la Guerra Europea (crónica gráfica, 6 tomos, 1914-1925 aprox.)
BIOGRAFÍA (primera parte):
Julián Pérez Carrasco es uno de los literatos más importantes que ha dado la ciudad de Requena y, sin embargo, sigue siendo un desconocido para las generaciones actuales. A riesgo de ser reiterativo, es otro de esos personajes que merecen una investigación biográfica exhaustiva y, si me lo permiten, una tesis doctoral en alguna facultad de periodismo. Sirvan estos breves párrafos para conocerlo tan solo un poco y apreciar lo que afirmo.
Julián pertenece a una generación de intelectuales que se extiende más de una década en el tiempo de su nacimiento, pero que tiene las mismas inquietudes culturales; la generación de alumnos de los hermanos López Burgos. Hablo de José Cervera (1863), Manuel García Lledó (1864), Mariano Pérez (1866), José García de Leonardo (1868), Venancio Serrano (1870) y otros, artífices de un salto cultural sin precedentes de la oscuridad a la luz en temas tan dispares como música, poesía, periodismo, teatro, novela… que van surgiendo alrededor de las ideas republicanas, de los céntricos y exaltados casinos de Requena y del exacerbado interés por dotar a la ciudad de una prensa periódica moderna.
Julián Manuel Pérez Carrasco nació en Requena, en el domicilio familiar de la calle del Peso, nº 4, el 16 de febrero de 1872, según reza la inscripción en el acta de nacimiento del Registro Civil[1], con sello del Juzgado de Primera Instancia de Requena, hecha por su padre, Apolonio Pérez Alcocer, de profesión barbero. Fue su madre Florentina Carrasco López. Tanto los padres como los abuelos eran naturales de Requena. Apolonio, de 28 años, y Florentina, de 26, casados desde 1866, ya tenían otro hijo, José, nacido en 1867, que con los años llegaría a ser jefe de la oficina de telégrafos de Requena. Las investigaciones genealógicas[2] sitúan a las familias paterna y materna en Requena a finales del siglo XVIII.
Por el libro de Quintas de 1891 sabemos que Julián entró en lista ese año, al cumplir los diecinueve, y que para entonces debía ser uno de los sostenes de la familia, pues consta que pidió y obtuvo exención del servicio militar por ser hijo de “padre impedido”. Por dicho libro sabemos también que este hombre, de tan gran altura literaria, no lo era tanto de talla física, pues medía por entonces 1,63 metros. En esas fechas, principios de año para las quintas, estaba ya domiciliado en Valencia.
Antes, tenemos constancia de que fue alumno de don Telesforo López Burgos, como Serrano Clavero y otros futuros intelectuales y artistas requenenses. ¡Cuánto debe Requena a aquel maestro y a su hermano Francisco! En las listas de su Escuela Pública de Niños aparece reflejado Julián con once años, en 1883, el mismo año en que muere el recordado maestro. Esa misma lista refleja que el hijo de Apolonio y Florentina comenzó a asistir a clase en junio de 1876, con cuatro años. Siete años en manos de un buen maestro debieron inculcar en él unos valores fuertes y un gran deseo de aprender más y más. A estos efectos es inevitable citar la escuela de don Telesforo por otro motivo importante, pues en 1870 se había fundado en ella la primera Biblioteca Popular que, con sus 155 obras (Yeves, 2014, p. 27) y la novedosa posibilidad del préstamo a domicilio, haría posible que los jóvenes con inquietudes pudieran leer. No olvidemos que también en Requena había algunas importantes bibliotecas particulares a las que jóvenes como Serrano Clavero tuvieron acceso aventajado.
Por otro lado, el hecho de que hubiera imprenta en Requena desde muchos años atrás[3] permitió la edición de libros y, según el cronista (Bernabeu, 1972, p. 15), también de algunos periódicos como El Tío Garrote, El Distrito, El Clarín o El Miliciano, de los que no han sobrevivido ejemplares para consultar.
Las inquietudes literarias de la citada generación se manifestaron de forma temprana en varios periódicos manuscritos de los que tenemos copias, como El Corchete, La Colonia Requenense y O Terror da Loma, de carácter humorístico y, como cito, hechos a mano uno por uno entre 1889 y 1890. En ellos vemos la pluma de algunos conocidos como Serrano Clavero, García Lledó o Vicente Bolós López, cuyos seudónimos les delatan, y otras firmas cuyos acrónimos invitan a la especulación pero de la que no nos atrevemos a afirmar el nombre real. Entre ellas bien podría estar la de Julián Pérez Carrasco.
Pero en este último, como bien nos informa César Jordá Sánchez en sus artículos sobre la Colección Documental de Pérez Carrasco para Crónicas Históricas de Requena, debió darse también un interés especial por la historia requenense que más tarde se convertiría en pasión por la historia moderna en sus Episodios. Esta recopilación de documentos, transcripciones de temas muy variados de la historia local, es citada a menudo por el fallecido cronista Rafael Bernabeu en su Historia de Requena, notándose en algunos momentos la admiración por el trabajo del periodista. No es descabellado pensar que Bernabeu conociera personalmente a Pérez Carrasco en alguna de sus visitas familiares.
Bien por trabajo o por estudios, otro punto a investigar a fondo, el caso es que en 1889, con diecisiete años, Julián está en Valencia. El 8 de septiembre de dicho año aparece, impreso en la capital del Turia, el primer número de la edición para Requena del periódico Sancho Panza. A pesar de su juventud, Pérez Carrasco, bajo las iniciales P.C., es el encargado del artículo de portada en el que reivindica, en los primeros párrafos, su procedencia:
Sancho Panza (Valencia, 8/IX/1889) nº 1
COSAS DE MI PUEBLO
No vayáis a creer que mi pueblo se halla en un rincón de la Mancha, ni en las montañas de Asturias, ni en los páramos de Alcarria, ni en las fértiles llanuras de Andalucía.
Se halla muy próximo a Valencia; se llama Requena y no se parece a ningún pueblo más que a Requena, que es como si asegurásemos con esta comparación su especialidad de carácter, costumbres y hasta raza.
Nosotros somos hijos de ella; le profesamos por lo mismo inmenso cariño, razón por la que hemos conseguido publicar que hace la edición presente, única y exclusivamente a Requena…
En el número citado aparecía también la firma del poeta y periodista local Manuel García Lledó, quien al igual que Serrano Clavero y Pérez Carrasco, haría sus incursiones en el terreno narrativo.
La edición valenciana de Sancho Panza contó con los artículos de Julián, bien con su nombre y apellido (Julián Pérez), solo apellido (Pérez), o bien con las iniciales P. o J.P.C. y pronto se unirá otro de los compañeros de aventuras periodísticas juveniles en Requena, Venancio Serrano Clavero. La existencia de esta primera versión de Sancho Panza es efímera y solo conocemos diez números entre 1889 y 1890, de los que tan solo tenemos copia de los números 1, 4 y 10, todos con colaboraciones de Julián.
En 1894 apareció una nueva edición de este periódico, ya redactado en Requena aunque también impreso en Valencia, con un tono muy satírico, casi al mismo tiempo que surgía el primer periódico importante de la ciudad, El Eco de la Región, en el que los jóvenes periodistas, amigos de juventud, se fueron definiendo políticamente y dividiéndose entre ambas redacciones. No ha sido posible determinar si Pérez Carrasco participó en la redacción de esta segunda etapa de Sancho Panza, pues los artículos publicados no llevan firma.
Como se ha citado al hablar de las quintas, para 1891 Pérez Carrasco ya residía en Valencia, pero antes, en 1890, localizamos ya una colaboración literaria en el periódico La Lucha, de Gerona. Se trataba de un cuento corto titulado La primera visita, de corte folletinesco pero en el que ya resaltaba uno de sus temas constantes, la diferencia social entre ricos y pobres, que veremos en novelas tan importantes como Los Oprimidos.
¿Por qué desde Requena o Valencia un artículo publicado en Gerona? Es algo que hemos visto también al estudiar a otros literatos locales como Serrano Clavero o Luisa Cervera. Los jóvenes aprendices de periodismo enviaban sus relatos y artículos a diversas revistas, esperando que en alguna publicación encajara su estilo o que el tipo de ideas que estos trabajos resaltaban fuera acorde al tinte político del periódico en cuestión. En este caso, La Lucha se definía como “órgano del partido liberal de la provincia de Gerona”.
Habría que esperar hasta 1897 para ver publicado otro de sus breves cuentos, Revelación, en el periódico republicano de Badajoz La Región Extremeña. Esta vez se trataba de un tema de enamoramiento juvenil, quizás con tintes autobiográficos, sin nada que rezumara política o justicia social. Y de nuevo en La Lucha gerundense otro, titulado Mundana, en 1898.
La Enciclopedia Espasa (1931) sitúa a Pérez Carrasco como redactor del diario valenciano El Pueblo[4], en el que también colaboró Serrano Clavero. En este periódico, cuya edición digitalizada es posible consultar en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, no hemos podido localizar ningún artículo firmado por Julián, pero hay que aclarar que los redactores, sobre todo los novatos, no firmaban los artículos que se publicaban en la mayoría de los periódicos, siendo estos noticias sin firma o, todo lo más, con la firma de la redacción. De todos modos, es necesario constatar que también el biógrafo de Blasco Ibáñez lo integra entre los redactores de El Pueblo (León Roca, 1997, p. 129-130)[5]:
“El periódico pronto atrae a los más audaces. En el espacio de escasos meses se congregaron en torno a la figura de Blasco Ibáñez, Venancio Serrano Clavero, el poeta; Santoncha, Pérez Carrasco, Muñoz, César Calvo, Cucarella, Zembrana, Vinaixa, Gimeno, Monfort y Payá”.
Junto a Blasco Ibáñez se aprendía a componer un periódico moderno, muy por encima en cuanto a ideas, realización, maquetación e impresión de los que hasta entonces se habían impreso en Valencia. ¿Por qué, entonces, un buen redactor con futuro, como Pérez Carrasco, dejaría el periódico? Creo que la respuesta más lógica podría ser esta: de idealismo solo no se come (León Roca, 1997, p. 131)[6]:
“Por lo que respecta a los gastos, ‘los sueldos de los trabajadores se cuentan por céntimos o reales. El corrector cobra setenta y cinco céntimos; un cajista, cincuenta; el maquinista cobra tres pesetas, el ayudante, una. Y el periódico necesita doce resmas de papel cuyo importe asciende a ciento setenta y ocho pesetas. Mucho más tarde, cuando los redactores comiencen a cobrar, sus sueldos no alcanzan a los cinco duros semanales’. No cabe mayor voluntarismo, sobre todo si recordamos que el jornal medio en el campo está a 2,50 pesetas diarias”.
No tenemos fecha conocida para el salto definitivo de Pérez Carrasco a Barcelona, pero al igual que Serrano Clavero, que lo hace sin éxito para después pasar a la Argentina, vemos a Julián publicando su primer relato extenso en la capital catalana en noviembre de 1898. En ese mes y a lo largo de cuatro números, se publica en Álbum Salón (revista ibero-americana de literatura y arte) su novela corta El Ideal, en la que de nuevo vuelve al amor entre el pobre e inteligente muchacho y la dulce y joven hija del potentado, que parece imposible de conseguir. El autor requenense publica esta historia junto a firmas de la talla, sin ir más lejos, de Emilia Pardo Bazán y con ilustraciones del catalán Arturo Seriñá, uno de los pintores más asiduos de esta revista.

Primera de las once ilustraciones realizadas por Arturo Seriñá para
«El Ideal», de Julián Pérez Carrasco
El 30 de octubre de 1899, ya como redactor del periódico catalán Las Noticias, contrajo matrimonio con María Ana Rodríguez Espar. Empezaba a ser conocido en la capital, pues de ello daban cuenta otros periódicos barceloneses, La Dinastía y La Vanguardia, que ofrecían detalles importantes:
La Dinastía (Barcelona, 31/X/1899)
En la parroquial iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, se unieron ayer en indisoluble lazo nuestro compañero en la prensa el redactor de “Las Noticias”, don Julián Pérez Carrasco, con la bella y distinguida señorita doña María Ana Rodríguez Espar.
Fueron testigos del acto, por parte del novio, el director de dicho periódico don Rafael Guerrero y don José Cuellar, y por la de la novia don Luis Bruno de Cantos y don Luis Rodríguez.
Deseamos a los recién casados una interminable luna de miel.
Como podemos apreciar, Julián se había asentado de forma definitiva en Barcelona. Tenía trabajo fijo como redactor, es decir articulista con columna, en un periódico de prestigio[7] y había formado una familia.
El trabajo periodístico no frenó la vena creativa de Pérez Carrasco en el terreno narrativo, aprovechando cualquier oportunidad para dar luz a sus cuentos cortos. En la revista Barcelona Cómica, de 6/I/1900, festividad de Reyes, publicaba La Tragedia del Rey Baltasar, historia ambientada en Valencia, en la que volvía a tocar el tema de la extrema pobreza, combinada con la lacra del alcoholismo, dando vida a un personaje digno de Blasco Ibáñez que se rebaja a ser el rey negro de la cabalgata, papel que nadie quiere porque será denigrado por la chiquillería, por ganar unas pesetas que ayuden a su esposa e hijo… o que tal vez se beba en la primera cantina.
Llegamos a un año crucial para Julián. En 1901, todavía como redactor en Las Noticias publicaría sus dos primeras novelas. La primera, de la que hasta el momento no hemos conseguido ningún ejemplar, era El Burgués. Tan solo por el título ya podemos adivinar el contenido social de sus páginas. Sabemos de esta novela por el índice de obras publicadas por el editor en la contraportada de la siguiente, pero también por la noticia aparecida en la prensa madrileña:
Diario Oficial de Avisos (Madrid, 13/VI/1901)
La Biblioteca “Electra” ha publicado su 4º volumen.
Se titula El burgués, y su autor es J. Pérez Carrasco.
El libro lleva un prólogo del distinguido periodista José de Cuéllar.
El burgués consta de 112 páginas en 8º y se vende al precio de 40 céntimos.
Entre tanto, una noticia triste, a principios de julio muere su hija Ana:
La Vanguardia (Barcelona, 06/07/1901)
Ayer tarde fue conducido a la última morada el cadáver de la niña Anita Pérez, hija de nuestro compañero en la prensa don Julián Pérez Carrasco, redactor de Las Noticias, a quien, lo mismo que a toda su apreciable familia, enviamos el más sincero pésame por la desgracia que lloran.
No ha sido posible averiguar, por ahora, las fechas de nacimiento de sus hijos. Sabemos que solo tuvieron otro, Julián, quien con los años haría también sus pinitos como periodista en El Noticiero, pero que cursaría la carrera de derecho, siendo un prestigioso abogado que falleció en Barcelona en 1966.
La segunda novela apareció varios meses después y se convertiría en su obra más conocida, aparte de los Episodios de los que hablaremos en su momento. Se trataba de Los Oprimidos, en la que Pérez Carrasco reflejaba, cambiando nombres y lugares, la realidad social del caciquismo requenense de finales del siglo XIX, que tuvo ocasión de vivir. En esta magnífica novela, recientemente reeditada por Novabernia (2016), su autor mostraba la cruel diferencia de clases de nuestra ciudad en la época mencionada, a través de personajes a los que, sin mucho esfuerzo, era posible colocar nombres y apellidos reales de aquellos años.
La Vanguardia del 10 de diciembre ofrecía una escueta nota sobre la salida a la venta del libro, pero fue en una pequeña revista en catalán, cuyo texto traducimos, donde se ofrecía una nota más extensa sobre la primera edición:
LA TOMASA, Setmanari catalá (Barcelona, 12/XII/1901)
El conocido escritor y periodista Sr. Pérez Carrasco ha publicado, editada por el Sr. Molinas, una novela titulada “Los Oprimidos”, cuyo ejemplar tenemos a la vista.
“Los Oprimidos” es un buen libro en toda la extensión de la palabra. Retrata fielmente de una manera tan sobria como vigorosa escenas de la vida real, dejando en el ánimo del lector un deje de amargo escepticismo. El estilo es cuidado, propio de un maestro en el habla castellana como lo es el Sr. Carrasco. El argumento es sencillísimo pero interesa desde el primer momento. Las pinceladas son vigorosas y los personajes de carne y hueso.
Con “Los Oprimidos” se ha colocado el Sr. Pérez Carrasco al lado de los mejores novelistas españoles y es de presumir que el público lo apreciará así agotando la edición. Avala el libro un bien escrito prólogo del diputado Sr. Lerroux.
“Los Oprimidos” forma un tomo de 224 páginas, cuyo precio es una peseta.
Lo recomendamos a nuestros lectores.
En efecto, no olvidemos citar que el prólogo estaba a cargo del cordobés Alejandro Lerroux, fundador y líder del Partido Republicano Radical y que sería, durante la segunda república, jefe del gobierno en diversas ocasiones. Lerroux, por entonces periodista en Barcelona, estaba muy próximo en ideas políticas al periodista requenense, por lo que no es de extrañar que entre ellos hubiera una excelente amistad.
El ya treintañero veterano redactor de Las Noticias sigue publicando sus relatos en revistas literarias. En 1903 aparece un cuento corto, titulado Amor Salvaje en la revista literaria Pluma y Lápiz, en el que combina sus recurrentes temas de apasionados amores y conflictos de clase una vez más.
También data de 1903 otra novela, Mosquita Muerta, de lo que tampoco se han localizado ejemplares, pero de la que contamos con dos críticas de prensa que nos permiten saber algo sobre su contenido:
Álbum Salón (Barcelona, 1/I/1903)
Mosquita Muerta.- Es una muy linda novelita, original de nuestro colaborador y compañero en la prensa Julián Pérez Carrasco, escrita con soltura y naturalidad y en la que están bien estudiados y sostenidos los caracteres, particularmente el de la protagonista. Va creciendo su interés a medida que se aproxima el desenlace que, si sorprende por lo inesperado, convence por lo lógico.
La Vanguardia (Barcelona, 20/III/1903)
Mosquita Muerta, novela de Julián Pérez Carrasco
Otras novelas habíamos ya leído del distinguido periodista; pero ninguna de ellas, con estar todas bien escritas y tener argumento interesante, puede compararse a Mosquita Muerta que es una novela de cuerpo entero, escrita con soltura y dispuesta con verdadero arte.
Las principales figuras del libro parecen arrancadas de la realidad, y las hermanas de la protagonista, sus novios y adoradores, y la Mosquita Muerta sobre todo, más que tipos creados por la fantasía del autor son trasunto fiel de esas personas con quienes de continuo hablamos y cuyo trato impone la vida de relación. La madre de las tres hermanas, doña Clara, aquella castellana cuarentoñona [sic] trasplantada desde las áridas llanuras manchegas a las calles quizá más áridas de una ciudad mediterránea, que no son inhospitalarias para la madurez de su belleza sana, es una creación afortunada del novelista. Bien apuntada está también la figura del desdichado inventor sin chirumen, que corre la suerte de todos los inventores de su especie, es decir, que no puede realizar jamás sus propósitos y que, si quema como Bernardo de Palissy, uno a uno sus muebles, no tiene la dicha reservada al sabio francés, de ver, a través de los llamas que consumen su hacienda, la figura de la gloria que tarde ó temprano muestra sus facciones radiosas a los que el genio ha marcado su sello.
El estilo de la novela es fluido; el lenguaje, propio y castizo, huye de las ampulosidades y en algunos párrafos alcanza la difícil concisión de los maestros. El argumento es nuevo, los incidentes interesantes. En suma: el libro de Pérez Carrasco es una buena novela.
Otro cuento, esta vez de corte fantástico, se publicaba en la revista Vida Galante de junio de 1904, La Resolución de Apolo. En él aparece el dios que da título al relato, acompañado de sus musas, en una historia relacionada con la influencia de estas en la inspiración de los poetas.
Si hemos de hacer caso a la entrada de la Enciclopedia Espasa, Pérez Carrasco habría sido redactor-jefe de Las Noticias hasta 1905. En dicho año y con motivo del tercer centenario de El Quijote, El Noticiero Universal convocó un concurso periodístico conmemorativo, al que Julián se presentó, ganando el primer premio con el trabajo titulado “Notas críticas al relato de la libertad de Melisendra”[8], comentario del romance caballeresco de Don Gaiferos, representado por las marionetas de Maese Pedro[9]. Afirma la enciclopedia que dicho premio trajo consigo un contrato de trabajo para El Noticiero, en el puesto de redactor-jefe que ya ostentaba en Las Noticias.
No era la primera vez que Pérez Carrasco se acercaba a la figura de Don Quijote. El año anterior había publicado en la revista literaria Fígaro, de Madrid (6/I/1904) el artículo “El Cid y Don Quijote” (Givanel y Plaza, 1959, p. 178) en que aludía “al parecido existente entre los dos héroes, deseando para el protagonista de la novela cervantina un respetuoso descanso, en vías de turbarse por el frenesí del tercer centenario de su salida pública, descanso negado al guerrero medieval, montado sobre su caballo después de muerto, para reñir nueva batalla”.
Da qué pensar que un concurso literario fuera decisivo en el paso de Julián de un periódico a otro en el mismo puesto de redactor-jefe. Revisando la trayectoria vital de El Noticiero Universal (1888-1985), vemos de inmediato diversos aspectos que no pueden ser casuales para nuestro biografiado. El Noticiero fue fundado en 1888 por el empresario periodístico valenciano Francisco Peris Mencheta (Valencia, 1844 – Barcelona, 1916), cantero transformado en periodista que desde el puesto más bajo llegó a crear y dirigir diversos periódicos y la primera agencia de noticias española (Agencia Mencheta, 1882). Procedente de La Correspondencia de España (Madrid), digamos que en el caso valenciano fue el fundador de La Correspondencia de Valencia (1883) y tras El Noticiero Universal (1888), El Noticiero Sevillano (1893), todos ellos dirigidos por él, en continuos viajes, con la colaboración de sus hijos[10].
Peris Mencheta, perfecto conocedor del periodismo valenciano, supo apreciar el valor de Julián y atraerlo a su periódico catalán. ¿Cómo si no habría pasado el requenense de una prensa tan radical como El Pueblo a un periódico independiente pero de corte conservador como “El Ciero”[11], propiedad de un convencido monárquico, amigo íntimo de Alfonso XII y más tarde de Alfonso XIII.
Pérez Carrasco se encontró con un periódico de gran tirada (9.000 ejemplares diarios), en castellano y de tendencia españolista. En su función de redactor en jefe tenía la última palabra, a excepción del director, en lo que se publicaba y cómo se hacía. Nada mal para alguien surgido del Sancho Panza.
Es curioso, pero uno de los primeros trabajos que Julián realizó para Peris Mencheta no era ni periodístico ni para Barcelona. Se trataba de la traducción ¡del francés! del drama teatral de Pierre Dax “La hermana del muerto” (L’Affaire de Royat), con destino a su publicación como folletín en otro periódico del mismo propietario, El Noticiero de Sevilla, en 1906. Un dato muy curioso, pues nos ofrece una faceta desconocida del requenense, su conocimiento del francés, que se vuelve muy lógica si tenemos en cuenta que gran parte de la documentación que utilizaría en sus Episodios estaría en el idioma galo.
Otro compañero y amigo personal de Pérez Carrasco, el periodista Carlos García Anné, en un artículo laudatorio hacia la figura de Francisco Peris Mencheta, contaba la siguiente anécdota sobre este y su subordinado requenense (La Correspondencia de Valencia, 20/III/1924):
Inagurábase el canal de Tamarinte[12] y Peris Mencheta acompañaba al Rey don Alfonso XIII desde Valencia, enviando informaciones telegráficas de las etapas del viaje. Había encargado a Pérez Carrasco, hoy director y a la sazón redactor-jefe de “El Noticiero”, que arreglara y diera forma publicable a sus telegramas, procurando que saliera atrayente la información. Y así lo hizo. Pero al llegar luego Mencheta a Barcelona y cuando Carrasco esperaba que le felicitaría por el cuidadoso esmero que había puesto, se encontró con una escandalera. Mencheta hizo que Carrasco le leyera en alta voz la información, que él aprobaba frecuentemente durante la lectura con frases de “eso está muy bien”, “es la pura verdad” y otras análogas. Al terminar la lectura dijo Mencheta:
-Está admirablemente escrito y fielmente reflejado lo ocurrido; la información me gusta mucho, pero… ¿se ha cuidado usted de poner bien las horas de expedición de los telegramas? ¿Qué hubiera usted hecho al llegar a Monzón?
-Como la llegada fue a altas horas de la noche y el viaje fatigoso, me acostaría.
-Pues yo, aunque me caiga de sueño, no me acuesto: ¡telégrafo! Eso hice, y usted pone la hora como si el telegrama hubiera sido expedido al día siguiente. Es un detalle que parece nimio, pero que dice mucho de la diligencia de un reporter y del buen servicio de un periódico. La gente sabe que estando el Rey la estación telegráfica es permanente, y dirá que Mencheta prefirió acostarse y dejó para después telegrafiar…
Hasta 1909 estuvo a las órdenes directas del fundador, pasando después la dirección a José Guardón, hasta 1912. A partir de aquí, su consolidación en cuanto al respeto de sus compañeros de profesión no haría más que crecer.
En julio de 1909, El Pueblo se hacía eco de la visita de Pérez Carrasco a Valencia con motivo de la Exposición. En octubre del mismo año era elegido tesorero de la Asociación de la Prensa Diaria de Barcelona[13], presidida por Eusebio Corominas, periodista y político. Julián sería directivo de esta Asociación casi hasta el final de su vida.
Marzo de 1912 vio la edición de dos novelas de Pérez Carrasco en un mismo libro: El Moro Muza y Falaz y Mártir. Ignoramos, por lo ya dicho, si su propio periódico daría la noticia, pero contamos con una extensa crítica en otro de los más importantes periódicos catalanes publicados en castellano:
La Vanguardia (Barcelona, 20/III/1912)
El moro Muza, novela original de don Julián Pérez Carrasco.
Esa novela, que a las primeras de cambio acusa una pluma dominadora del lenguaje, está escrita en forma epistolar y ofrece el atractivo de ir despertando de cada vez más el interés del lector, según éste se mete en las páginas del libro. Es la historia de un mal estudiante, que fue trampeando la vida universitaria, haciendo ver que hacía y que iba ganando cursos, hasta que llega el instante en que su padre averigua el engaño, lo llama a su lado y acaricia el proyecto de casarlo con la hija de quien le tiene confiada la administración de sus bienes, y el caso es que los muchachos se enamoran, por lo menos el chico es el que se enamora; mas luego viene el tratar de ello con el amo que, para oponerse a casamiento tan desventajoso, saca a relucir pergaminos, blasones y otros motivos de este jaez, y aún se atreve a hablar de dinero, en lo cual ya le pone reparos el administrador, que le advierte que respecto á esto la cosa es ya harina de otro costal, pues es merced á él que puede vivir, ya que no le queda ni un centavo. Y en esto hace su aparición la chica, que acusa, con desparpajo, las cuarenta á quien deseaba ser su suegro. Es un castillo de naipes que se viene abajo.
Al cabo de los años resulta que el mal estudiante es diputado, rico propietario y no sabemos si alguna cosa más, y acaba casándose con la Bayadera circasiana, una artista de varietés. En esto se reconoce al antiguo estudiante que no estudió.
Sigue á tal novela, Falaz y Mártir, rotulado por el propio autor, relato espeluznante, de lo cual se infiere el carácter de la obrita.
No hay enigmas en ese libro y todo resplandece en él con claridad. Por esto es de agradable lectura.
Un violento artículo firmado por el director de El Noticiero, José Guardón, implicaría su destierro de Cataluña por parte de las autoridades regionales. En 1912 asumió la dirección uno de los hijos del propietario, Juan Peris-Mencheta y Guix. Estaría menos de un año, al morir de modo prematuro en abril de 1913.
Era el momento del requenense Julián Pérez Carrasco.
Marcial García Ballesteros
[1] Las imágenes del Acta de Nacimiento se incluyen al final de esta publicación. [2] Datos facilitados por el genealogista requenense Vicente Argilés Gómez. [3] Benito Huerta instaló la primera imprenta estable en Requena en 1849, pasando después a Toribio Mislata y Julián Aguilar. García Ballesteros, Marcial. “La Imprenta en Requena en el siglo XIX”, en revista Oleana, C.E.R. 2013. [4] El Pueblo, diario fundado por Vicente Blasco Ibáñez en 1894. [5] Citado en LAGUNA PLATERO, Antonio. El Pueblo, historia de un diario republicano. Institució Alfons el Magnànim. Valencia, 1999, p. 66. [6] Citado en LAGUNA PLATERO, Op. Cit., p. 63-64. [7] Las Noticias, diario barcelonés, fue fundado en 1896 y se publicó hasta 1944. Se subtitulaba como “diario ilustrado de avisos, noticias, anuncios y telegramas”. [8] Publicado en El Noticiero Universal (7/V/1905). [9] Don Quijote, II, 26. [10] Wikipedia (Consulta 01/07/2016). [11] Nombre popular que utilizaban los vendedores callejeros de prensa. [12] El canal de Tamarinte, una gran obra de ingeniería en la zona de Monzón (Aragón) fue inaugurado por Alfonso XIII el 2/III/1906. [13] La Vanguardia, 11/10/1909, p. 3.