Acudir a un mercado del siglo XVII era todo un acontecimiento para la inmensa mayoría de las gentes, poco acostumbradas a la abundancia. A sus ojos se ofrecían una destacada variedad de productos, algunos realmente suculentos, que se pagaban con monedas de calidad diversa, aunque predominara el denostado vellón, y se pesaban con medidas distintas, anteriores a la aplicación del sistema métrico decimal.
En las ordenanzas de 1622 se insistió en su correcto uso por el almotacén, el encargado de velar por el buen orden del mercado y por cobrar los preceptivos derechos de almotazanía. Su figura se remontaba a los tiempos andalusíes, y los castellanos la habían adaptado a su ordenación municipal con buen criterio.
Para cobrar aquéllos, por tanto, se debían utilizar con propiedad las diferentes medidas, que presentamos de menor a mayor para una comprensión más clara.
La libra era el equivalente de unos 460 gramos. Resultaba ser la proporción que se cobraba a cada carga de fruta, arroz, pescado, tocino, aceite y cera. Es decir, una punción fiscal del 0´2 por ciento.
Equivalía el celemín a unos tres kilogramos y medio o unas siete libras y media. Medio celemín era la proporción que se cobraba a cada carga de frutos secos y legumbres. El cobro quedaba en el uno por ciento. En el caso de la media fanega a llevar o acarrear, se conmutaba por ocho maravedíes.
La arroba pesaba once kilogramos y medio o más de tres celemines. Media arroba era la proporción que se aplicaba a cada carretada de vino, al 0´3 por ciento. Cada arroba de lana tributaba dos maravedíes.
La fanega equivalía a cuarenta y dos kilogramos o doce celemines. No se establecía en las ordenanzas de 1622 una relación directa entre fanega y arroba. La media fanega de trigo, cebada, sal y otras cosas devengaba un maravedí.
Pesaba la carga unos 168 kilogramos o cuarenta y ocho celemines, que vuelven a ser la base. Por cada carga de frutas como melones o naranjas se tributaba en piezas de fruta. También con las piezas de vidrio se observaba el mismo proceder.
Por último, la carretada equivalía a 1.380 kilogramos.
Además, se empleaba el azumbre de 2´017 litros como unidad de detracción de la carretada de vino y cada carga de miel. La vara (83´5 centímetros) medía lienzos, paños, randas y otras cosas menudas.
Con tales medidas, se comerció en la plaza de Requena.
Fuentes y bibliografía.
COLECCIÓN HERRERO Y MORAL, I.
PASTOR, Luis, Recopilación de unidades de medida. Acceso digital, 2012.
