Hay varias formas de definir un escritor, más allá de un estilo y de un gusto. Quizá el escritor sea aquella persona que necesita todos los días poner unos caracteres gráficos, una necesidad tan grande como el aire que respira. Ahí deposita una parte de su humanidad más intransferible. Cuando el que escribe se encarga de la historia, con todos sus ítems, demuestra no solo su interés por el pasado, sino su afecto por sus convecinos, por su tierra en el mejor de los casos. No es historiador por imperativo legal, porque disponga de un título que le faculte o de un deber inexcusable para completar un requisito, sino porque le gusta, porque ama lo que hace como a sus seres más queridos sin los que no concibe compartir su vida. Tal persona es un historiador, es don Rafael Bernabéu López.
Con su escrutadora mirada, la fina ironía de su sonrisa y su entrañable humanidad se entregó a una tarea que a día de hoy daría guerra a una legión de historiadores en orden de batalla, la de escribir la historia de su patria de corazón y de adopción, la Requena de su madre, su mujer y sus familiares. Era don Rafael de esta clase de personas que no se arredran ante nada para cumplir sus propósitos, que no se escudan detrás de compromisos, horarios y convencionalismos para justificar su holganza y carencia de inquietudes. Fue como el Ramón Menéndez Pidal que aprovechó su viaje de novios para hacer la ruta cidiana. Es y será, como llaman en un magnífico programa televisivo, un IMPRESCINDIBLE.
Comenzó su caballeresca empresa escribiendo con pluma estilográfica en sutiles papeles de cebolla, y la concluyó con su máquina de escribir, la que le requirieron tanto durante la Guerra Civil. Con su máquina se defendió de las acusaciones de los malos años de la Guerra y de la Postguerra, y escribió sus cartas de amor a la Requena histórica. Dio forma a la Historia crítica y documentada, egregia madre de sus aventajadas hijas las Estampas requenenses.
Vino al mundo don Rafael en 1903, cuando todavía España no había digerido del todo el enojo del 98. En muchas localidades de nuestro país, muchísimas, sus archivos permanecían inexplorados. Los grandes polígrafos del XIX, como Modesto Lafuente, todavía daban la pauta de nuestro pasado, con sus grandes jornadas y personalidades. En estos magnos cuadros de la Historia española apenas figuraban nombres como el de Requena. Se diría que más allá de la Villa y Corte, con su Dos de Mayo, y de otras ciudades tocadas por el interés del historiador nada existía de nuestro extenso país, a la espera de ser explorado por algún viajero del tiempo.
Requena, entonces a vueltas con los problemas de la viticultura tras el declive sedero (¡casi nada!), formaba parte por razones de expectativa fiscal de la provincia de Valencia desde 1851, y Enrique Herrero y Moral le había dedicado una obra cuyo contenido histórico resultaba muy leve, poco apreciado por personas como Constantí Llombart. La obra dieciochesca que ahora se atribuye a Pedro Domínguez de la Coba apenas se había difundido parcialmente más allá de un círculo muy reducido, y el canon historiográfico local se reducía a una autocomplaciente y poco matizada imagen del pasado, en el que los requenenses acreditaban su fidelidad a la monarquía combatiendo al conde de Castrogeriz, que ahora sabemos que todavía no lo era en 1467.
Para composiciones poéticas mediocres daba semejante material, pero no para una historia seria al modo de la de Ballesteros Viana sobre Utiel. En 1929, con apenas veintiséis años, el joven Rafael Bernabéu ya ha consultado en distintas bibliotecas muchos libros dispensadores de datos que le han permitido escribir un opúsculo, Síntesis documentada de la Historia de Requena (hasta la guerra de Sucesión). Aquí consigna su amor por Requena, que no le abandonara en su vida, y su deseo de no someterse a la glorificación del embuste, pues para él amar a Requena y a la verdad eran dos caras de la misma moneda. El joven caballero, con Nicolás Antonio y otros maestros del criticismo histórico por santos patrones, hace armas contra los falsos cronicones por muy halagadores que resulten a la vanidad de algunos.
Antes de marchar como maestro a la soriana Villálvaro, se encararía en Las Provincias en 1931 con los valencianistas que no terminaban de entender bien Requena. Los años sorianos no mermaron sus ímpetus, y de retorno a tierras requenenses mostró particular interés por la Carta Puebla dada por Alfonso X. Durante aquel tiempo había aprovechado lo esbozado en su opúsculo para profundizar en el conocimiento de un sinfín de cuestiones con la ayuda de documentos. La tenacidad y la constancia no solo son virtudes alemanas, de creer ciertos tópicos. En la Requena de Pérez Carrasco y de Serrano Clavero, entre otros, la de la Edad de Plata de la cultura española, Bernabéu escribió una obra llamada a tener una enorme repercusión, de la que dio un magnífico avance al finalizar el infernal verano del 36, el de la primera guerra contra los carlistas, algo nada casual.
La Historia crítica y documentada de la ciudad de Requena se publicó finalmente en 1945, después de no escasas incertidumbres. Es una obra sobre la que se puede decir mucho y bueno, especialmente por parte de las personas que trabajamos en el estudio del pasado requenense. Sus rigurosos datos siempre son de ayuda, ofrecidos en un titánico esfuerzo de síntesis y de comprensión que arredraría al más pintado. Todo ello es muy importante, pero quizá no sea lo más.
En 1945 se había padecido una espantosa guerra y se estaba viviendo una difícil postguerra. Muchos trataban de la mejor manera de rehacer su vida, y en la Requena rota por los conflictos se intentó llegar a una nueva concordia, aunque fuera con la Rondalla o la Fiesta de la Vendimia. En este momento en el que tan necesitada de ánimos se encontraba Requena, don Rafael nos entregó el fruto honrado de su trabajo de años de vendimiar en bibliotecas y archivos. La Requena de la que se enamoró había encajado durísimos golpes con los malos años, pero él la veía con los mismos ojos del hombre que todavía descubre a su novia todos los días. Bien puede decirse que eso es un amor de antes de la guerra.
Requena sin su Historia no sería igual a día de hoy, y no podríamos hablar de muchas cosas con la comodidad con la que lo hacemos actualmente desde el plano historiográfico o social. ¿Alguien concibe un turismo cultural de calidad, capaz de dinamizar la España interior, sin la Historia?
A la Historia ha pasado 1945, y en 2018 las cosas se ven de otra manera. Cosas de verlas a toro pasado. Podemos discutir detalles, pues nada es afortunadamente definitivo en historia, pero si somos honrados ¿quién puede hoy en día escribir una historia de Requena desde los primeros tiempos a la época presente? ¿Quién podría hacerlo sin recursos informáticos, sin los magníficos servicios de nuestro Archivo Municipal, sin libertad de pensamiento y solo?
Que me perdonen los buenos amigos, por los que siento el más profundo de los respetos, pero creo que nadie. Solo uno pudo hacerlo. A él acudieron muchos en busca de ayuda, y se llamó Rafael Bernabéu.
Víctor Manuel Galán Tendero.