Reformas urbanas en la Requena de posguerra (1939-1949): 2. Calles, plazas, parques y jardines.
1. Las calles: ensanche y pavimentación.
En abril de 1939, algunas de las calles y vías urbanas de Requena estaban en lamentable estado de abandono y era necesario acometer su arreglo, sobre todo necesitaban ser ensanchadas para mejorar el tránsito rodado y evitar los accidentes peatonales. La confluencia de calles importantes generaba congestión de tráfico e inseguridad peatonal, para solventar los problemas, la Comisión Gestora fue procediendo al ensanche de unas u otras, arreglando calles en puntos más o menos neurálgicos y conflictivos de la población. A su vez, al acometer las necesarias obras, la Comisión Gestora también pretendía mitigar “la carencia enorme de jornales”.
La principal vía de comunicación era la vieja carretera de las Cabrillas, que comunicaba Madrid y Valencia, recién denominada calle del Generalísimo. En su trazado urbano había tres puntos de acceso a la misma que resultaban problemáticos: la confluencia con las calles Norberto Piñango, Anselmo Fernández y Martínez Checa. Por el sur, la calle Desamparados necesitaba ser organizada para mejorar el tránsito.
La plaza Consistorial, que había pasado a denominarse del General Mola, se arregló, mediante un ensanchado y pavimentado de portland por la superficie. La calle Anselmo Fernández y Músico Pedro Sosa eran adyacentes a la plaza Consistorial, era imprescindible ensancharlas al objeto de mejorar el tránsito y evitar las constantes desgracias que venían sucediéndose, como consecuencia de la incapacidad de la citada vía pública, una de las principales de la ciudad por su situación, que comunicaba con las de mayor tránsito rodado y las más susceptibles de modificación, para descongestionar y dejar de tránsito accesorio a los peatones las de Pérez Galdós y final de la del Carmen, que por su capacidad no debían tener más tránsito rodado que el indispensable a los respectivos servicios urbanos.
Para solventar los problemas de confluencia de la plaza Consistorial con la calle Músico Pedro Sosa, así como en su salida a la calle del Carmen, se acordó proceder a la obra de ensanche del lado izquierdo, esquina de la citada calle con la del Carmen, en el edificio que ocupaba el Instituto de Segunda Enseñanza, haciéndose más amplio el chaflán con lo que se lograría ampliar la esfera de acción de los vehículos para tomar la calle de referencia y mayor protección para los viandantes de aquel lugar.
La calle Norberto Piñango, en su confluencia con la calle del Generalísimo, también necesitaba descongestionar el tráfico por las pesadas vías, entre el horno del señor Salinas inclusive y la calle Generalísimo.
También se acometió el ensanche de la calle Pintor Martínez Checa, en confluencia con la de Antonio Pérez a fin de facilitar el tráfico con la carretera de Madrid a Castellón.
En las Ollerías se procedió al ensanche de la vía pública de la calle Desamparados, para ello se realizó la expropiación de las casas comprendidas en el lado izquierdo de la expresada calle en dirección al barrio de Las Ollerías y otra comprendida desde la calle del Carmen a la Plazuela de los Desamparados.
El arreglo de calles también pasaba por la pavimentación de la vía pública y ampliación del alcantarillado, caso de ser necesario para la debida higiene y salubridad pública. Y sí lo debieron considerar los propietarios de fincas urbanas enclavadas en la calle de Serrano Clavero, dado que solicitaron se llevase a efecto la pavimentación y ampliación del alcantarillado, pues parecía que era la única que carecía de esa mejora urbana. Se amplió el acuerdo adoptado relativo a la pavimentación de dicha calle, haciéndolo extensivo a la derivación de la misma, el llamado callejón de Perul, por ser la única que quedaba sin esta mejora, con sujeción al mismo proyecto que la anterior y mediante la imposición de contribución especial a los propietarios beneficiarios en su tercio del coste de los beneficios.
El adoquinado y alcantarillado alcanzó a las calles de San Luis, Elías García y Libertad o sea todo el trayecto comprendido desde la calle del Generalísimo hasta el llamado Lavadero de Reinas e Higuerillas. Igualmente se acometieron las obras en la plaza entre el Matadero público y la fuente de Las Pilas. Para ello se estableció una contribución especial a los propietarios de edificios o terrenos que resulten afectados por la mejora.
El urbanismo del Ensanche de la ciudad hacia poniente implicó la apertura de una nueva calle transversal a la de San Agustín en dirección a la que entonces todavía era la carretera de Madrid.
2. La problemática urbanización de La Villa.
A mediados de los cuarenta el estado de las calles había mejorado bastante, sobre todo en la parte central de Requena que estaba, según la Memoria de 1944, completamente urbanizada.
No obstante, las calles de la parte histórica o antigua de Requena no estaban urbanizadas porque se asentaban sobre una inmensa roca que, en aquellos momentos, se consideraba que la hacía difícil, por no decir imposible. Sus calles estrechas dificultaban la realización y los accesos por cuatro cuestas harían imposible el tránsito rodado de carros agrícolas.
Pero además su conservación total se entendía que, a fines turísticos, interesaba mantener a Requena tal y como la historia y los tiempos la habían legado, aunque naturalmente bien arreglada y limpia, pues así junto con los pórticos del Salvador y Santa María, monumentos nacionales, el Palacio del Cid, la Casa de Santa Teresa de Jesús y otras obras históricas, reflejaban el estilo y las huellas de otras épocas.
3. Los jardines.
El Ayuntamiento se interesaba por los jardines porque consideraba que era manifestaciones del arte y la cultura, además de ser una cuestión higiénica y alegre. No obstante, el clima frío de Requena no permitía cultivar la jardinería en toda la amplitud de variedad que se requería. Pese a todo, en 1944 se había mejorado el Parque del Doctor Gómez Ferrer, hermoseado los accesos al Cementerio y en el Ensanche había proyectos de jardines, así como en el paseo central de la Avenida, su embellecimiento y adornos se iban a basar en la jardinería y arbolado, a tal fin se creó un vivero municipal.
4. El Ensanche.
En otro momento vimos como el proyectar el Ensanche del casco urbano de Requena constituía una necesidad ineludible para el Ayuntamiento de Requena tanto desde la perspectiva política como demográfica. Desde el Gobierno de Primo de Rivera, el Estatuto Municipal de 1924 había establecido, para algunos municipios, la obligatoriedad de redactar un plan de ensanche o extensión. El ensanche del Arrabal ya se había planteado durante los años de la República pero no se pudo llevar a cabo. Consecuente a tal necesidad, el Ayuntamiento de Requena retomó, el 27 de abril de 1939, el tema del ensanche en el arrabal, y acordó abrir una Avenida, desde el sitio ocupado por el antiguo convento de las monjas Agustinas hasta la carretera de Albacete.
En 1944 se dio comienzo a la realización del Ensanche. Se efectuó la apertura de la avenida y, a continuación, se procedió a su urbanización en la forma proyectada. Aquel año se invirtieron 85.000 pesetas. A comienzos de 1945 el Ayuntamiento se encontraba en pleno periodo ejecutivo y consideraba que era una obra de enorme envergadura, pero “no cejaremos en nuestro esfuerzo siguiendo la línea que tenemos trazada para que dentro de unos años quede Requena totalmente incorporada al concierto de los pueblos progresivos”. En 1946 el Ayuntamiento era consciente de la constancia que era necesaria para llevar a cabo la Avenida del General Varela, “labor de gran paciencia que por su envergadura exige gran trabajo y constancia para darle cima”. En la anualidad de 1946 se invirtieron 5.088,00 pesetas se caracterizan las inversiones en obras públicas el presupuesto.
El 1948 se esperaba poder imprimir un impulso notable a las obras de urbanización de la avenida del General Varela, una vez que se hubiesen terminado los diferentes y dilatorios trámites legales, entre los que destacaba, como fundamental, la permuta de terrenos en los que daba comienzo la avenida, que eran propiedad de la comunidad de Religiosas Agustinas Recoletas de Requena, por otros propiedad del Ayuntamiento de modo que pudiesen construir una iglesia aneja al convento.
Fuentes.
Ayuntamiento Nacional de Requena. Memoria de Secretaría del ejercicio de 1944, 1945, 1946, 1947, 1950
Ayuntamiento Nacional de Requena. Libros de Actas. 1939, 1940, 1941,
Martínez Hernández, M.C.: “El plan Borso (1941) y el inicio de la urbanística moderna en Requena”, en Crónicas Históricas de Requena (02.02.2018).
