La repoblación forestal no siempre se emprendió por razones medioambientales, sino de carácter militar y político. Por tales motivos, la animó la monarquía española desde el siglo XVI. Con la restauración absolutista de Fernando VII, tras la guerra de la Independencia, se insistió en el cumplimiento de la ordenanza del 14 de abril de 1748.
El juez conservador de montes y plantíos así lo mandó al municipio de Requena el 14 de febrero de 1815. Se deberían reponer los álamos negros, tan valorados desde el siglo XVII al menos, en las alamedas de las salidas e inmediaciones de la localidad. También se hizo hincapié en el sembrado de piñones y bellotas en los montes comunes y de propios.
Cuatro días después, el ayuntamiento comisionó a distintos regidores para acometer las tareas. Las del camino de Madrid fueron encomendadas a José Monsalve, las del camino del Pontón a Antonio Ginés Herrero, las del camino del puente de Jalance a Joaquín María Ferrer y a Joaquín Severo Moral, y las del camino de Iniesta a Marcelino Herrero.
El plantío en las márgenes de la vega se encargó a Mariano Segura, en la fuente de Reinas a Pedro José de Cros, y en la alameda de San Francisco y la hoya de los Molinos a Francisco Antonio Herrero.
Con los oportunos bandos municipales, los alcaldes de barrio y los cabos de escuadra asistirían en los trabajos, cuyos resultados deberían presentarse apuntando el número de árboles plantados. El absolutismo fernandino recurría a los medios municipales para intentar sanar heridas de la pasada guerra contra Napoleón.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Libro de actas municipales, 1813-1816, 2732.
