Los terremotos han cincelado con severidad la geografía de la Península, lo que ha ocasionado en muchas ocasiones problemas enormes a sus habitantes. Ante su dolor y su desolación, las autoridades han reaccionado según sus posibilidades y usos administrativos. El gran seísmo de 1755, que asoló Lisboa y conmocionó a toda Europa, llamó fuertemente la atención de las españolas, que recabaron una completa información de la incidencia del fenómeno y sus daños a través de cuestionarios detallados, que servirían para dar los más oportunos remedios.
El absolutismo terminal de Fernando VII heredó tales procedimientos. Entre el 21 de marzo y el 18 de abril de 1829, fuertes terremotos castigaron la demarcación de la gobernación de Orihuela, en el Sur del reino de Valencia, una zona de gran riesgo sísmico. El absolutismo contaba, por otra parte, con valiosas simpatías entre sus gentes.

Tras la derrota de los Agraviados, Fernando VII pretendió ofrecer una cara menos hosca, aunque nada liberal, y recurrió a técnicos de carácter muy moderado en el gobierno y la administración.
La gestión municipal de Requena se encontraba fuertemente limitada y las elecciones de regidores supervisadas por la Real Chancillería de Granada. Sus propios y arbitrios vivían horas bajas, cada vez más menguados y saturados de deudas y compromisos fiscales. No obstante, cuando el gobierno tenía que enfrentar la urgencia de un compromiso, como el de la catástrofe de los terremotos de 1829, se recurría a las haciendas locales, que también cargaban con la recaudación de los impuestos generales del rey, las engorrosas rentas provinciales castellanas en nuestro caso.
El 6 de julio de aquel año, se leyó en el ayuntamiento la orden de asistencia. También se tuvo que atender a otras cuestiones, por si fuera poco. El dinero escaseaba y se tuvo que imponer un recargo sobre los sufridos contribuyentes, concretamente sobre la contribución ordinaria, que a su vez atendía el pago de las partidas fallidas de la extraordinaria de paja y utensilios. Así quedó consignada en acta:
“Habiéndose hecho presente la Real Orden que comunica el Señor Intendente de Rentas de esta Provincia, con fecha veinte de junio último remitida con Despacho de Vereda de veinte y siete del mismo que se recibió el día de ayer anunciando haber correspondido a esta Villa por el reparto de las partidas fallidas por los Pueblos de la Provincia de Valencia, que han sufrido terremotos, y lo cargado a las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y al casco de Madrid en los dos primeros trimestres por la contribución extraordinaria de los veinte y ocho millones de Paja y Utensilios, que se han extraído del cupo de la contribución ordinaria de veinte millones que estaban repartidos, a cuyo fondo ha de reintegrar esta Villa dos mil treinta y dos reales y veinte y nueve maravedíes que le han cabido por este reparto, acordaron: Su puntual cumplimiento y se proceda al recargo de dicha cantidad a los contribuyentes, a proporción de sus utilidades, ejecutándose a la mayor brevedad.”
La reforma tributaria parecía tan necesaria como la ayuda a los afectados de los terremotos para conseguir un mayor bienestar o un malestar menor.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Libro de actas municipales de 1823 a 1830, nº. 2730.
