La Baja Edad Media fue una época marcada por la peste, como es bien sabido. Más allá del fatídico 1348, atacó a la población en sucesivas ocasiones. Entre 1435 y 1439 se padeció en la Península tal enfermedad con intensidad. Se ha atribuido a la llegada desde Inglaterra, afectada por la peste, de peregrinos a Santiago de Compostela durante el año jubilar de 1434. En 1435 afectó a Segovia y a una parte de Castilla la Vieja (tras una etapa de inundaciones, fuertes fríos y malas cosechas), se extendería por Castilla la Nueva en 1436 y en 1437 a Valladolid, Tordesillas o Medina del Campo. De Requena no disponemos de datos para aquellos años.
En 1439, la peste atacó localidades de la Corona de Aragón como Huesca, Teruel, Barcelona o Valencia, donde en cinco meses perecieron 7.500 personas, según el Dietario del capellán de Alfonso el Magnánimo. La cifra era considerable, ya que la ciudad tuvo una población aproximada de 19.000 a 35.000 habitantes entre 1355 y 1489. Al año siguiente, la epidemia ocasionaría la muerte de unas 10.000 personas en la isla de Mallorca.
Contra el mal, se invocó a San Roque en el concilio de Ferrara. Más allá de ello, un remedio fue escapar a lugares todavía no contaminados, guardando medidas de aislamiento que nos parecen de actualidad.El afamado médico Jaume Roig escribió L´espill en Callosa d´En Sarrià huyendo de la peste en la ciudad de Valencia, pero no fue el único que puso tierra por medio.
A comienzos del verano de 1439, Requena estaba libre de la enfermedad y buscaron refugio aquí distintos miembros del linaje Granollers, de gran importancia en el gobierno de la ciudad de Valencia. La carta, que ofrecemos traducida al castellano actual, incide en la importancia de ser amistoso en tiempos de enfermedad.
“A los muy honorables y muy sabios del consejo, alcaldes, caballeros, escuderos, regidores y hombres buenos de la villa de Requena.
“Muy honorables y muy sabios señores.
“Dios nuestro Señor, por nuestros pecados, visita esta ciudad y reino de mortandades, asaz poderosas, mientras muchas notables personas y otras de esta ciudad, para huir de la ira divina, cada día salen de aquélla para aquellas partes que Dios les administre.
“Y como entre tales el honorable don Miquel Granollers, conjurado nuestro, con los honorables don Luis Granollers y don Vicente Granollers, conciudadanos nuestros, sus hermanos, con algunos honorables caballeros y ciudadanos de esta ciudad, han deliberado ir a esa villa para apartarse de tanta tribulación, os rogamos tan afectuosamente como podemos, como buenos amigos, que por respeto a Dios, beneficio de caridad y contemplación y amor nuestro y de esta ciudad, dispuestos a todas las cosas cumplideras a vuestro honor y placer, os plazca que ellos y todos aquellos que por tal causa fueran con sus familias, cosas y bienes recibáis y aceptéis graciosa y benignamente.
“Y ellos y todas sus familias, cosas y bienes puedan extraer y hacer salir de la dicha villa a toda hora y cuando les plazca sin empacho o impedimento alguno, que no les sea hecho por ninguna persona, dirigiéndose aquéllos en todas aquellas cosas que sean menester y les sean necesarias, según a ellos corresponde y requiera la exigencia del caso. De vuestras honorables sabidurías, nosotros confiamos mucho.
“Eso, señores muy honorables, más allá del deber de la caridad, haréis y nosotros lo tendremos en singular complacencia de vuestras sabidurías, por las que somos prestos a hacer similares cosas y mayores a toda hora que lo requiera. Sea el Espíritu Santo con vosotros, Reescribirnos todo lo que os plazca.
“Escrita en Valencia, a dos de julio del año de la natividad de nuestro Señor 1439.
“Los jurados de la ciudad de Valencia, a vuestro placer y honor dispuestos.”

Fuentes.
Epistolari de la València medieval (II). Introducción, edición, notas y apéndices de Agustín Rubio Vela, Valencia/Barcelona, 1998, Documento 91, p. 262.