Desde el Estatuto Municipal de 1924 y a lo largo del siglo XX, las corporaciones locales elaboraron, anualmente, una síntesis de la labor realizada durante el año que se denominó Memoria de Secretaría, resumen escrito de labor realizada durante el ejercicio que finalizaba. Esta especie de anales podían llevar preámbulos en los que se perfilaban las peculiares características geográficas y climatológicas del territorio, que permitían comprender mejor lo acontecido en el municipio y prever lo que era necesario para los años sucesivos[1]. El secretario municipal de Requena no dejó de resaltar la enorme extensión territorial del término y su grado de incidencia en las numerosas cuestiones que se le plantearon al Ayuntamiento. Es decir, la comprensión de la vida municipal, sus necesidades, pasaba por el conocimiento previo del territorio.
En los documentos administrativos de mediados del Novecientos no se hablaba ni de estructura ni de coyuntura, terminología académica de análisis histórico cuyo uso se generalizaría mucho más tarde. Pero se tenía claro que el espacio geográfico sobre el que se asentaba el municipio y del cual vivía, era un condicionante fundamental y lo sigue siendo, pese a la globalización. Y es que, como puntualiza Emilio Lamo de Espinosa en su ensayo aproximativo a la comprensión del mundo actual y los drásticos cambios que se avecinan, «por la historia se pasa, pero en la geografía se está, se quiera o no». La estructura es lo que dura y nada hay mas duro que la geografía.
El territorio es la base de la población y marca sus posibilidades vitales. La población es la estructura profunda y la base del Estado, que es el sujeto vital en la historia de la humanidad desde hace siglos[2].
El contexto geográfico y las realidades naturales donde se ubicaron imperios y naciones incidieron en los conflictos internacionales, igual que incidieron en la historia de cada municipio. No obstante, el proceso de globalización, acontecido desde las dos últimas décadas del siglo XX, llevó a considerar que anulaba todo tipo de frontera, pero no ha sido así.
Hay un «espacio histórico» de la misma manera que existe un «tiempo histórico», nos decía don Juan Reglá, catedrático de Historia en la Universidad de Valencia, al comienzo de la década de los setenta. La Geografía humana se modifica con el tiempo y se explica, en parte al menos, por la misma Historia. Es un buen método contrastar ambos «condicionamientos», el geográfico y el histórico[3]. Cuando hablamos de las constantes geográficas o el espacio como uno de los componentes de la historia, no tratamos de mantener las constantes geográficas y caer en un decimonónico determinismo geográfico a lo F. Ratzel, sino de tener en cuenta, como señala Rubio Carmona, que la valoración de la trascendencia de los hechos físicos ayuda a comprender los avatares de cada pueblo en sus posibilidades de futuro[4].
Serán la distribución del espacio, el clima y otras circunstancias exclusivamente físicas los parámetros que definirán el devenir de las diferentes regiones mundiales durante el próximo siglo, por encima de cualquier condicionante impuesto por la globalización[5].
En su Historia de Requena[6], obra no superada, como bien dijo Martínez Camaró, Rafael Bernabeu ya hizo una muy bella y bien perfilada descripción general de la comarca y término municipal, con acertadas notas sobre geología, orografía, hidrografía, biología, abundando los gráficos[7], y a ella nos remitimos al objeto de un mejor conocimiento de esta. No obstante, como queremos penetrar en el devenir de la vida local desde la perspectiva municipal, seguiremos los datos que el propio Ayuntamiento nos facilita desde sus memorias anuales, describiendo ese territorio, con su extensión, sus mojones, comunicaciones y dando estadísticas que nos perfilan la producción económica y el sistema impositivo sobre esta. A la frialdad de las cifras queremos añadir la belleza de ese territorio, de mano de quien conocía muy bien su geografía física, humana y económica.
La belleza paisajística de trayecto entre Valencia y Requena y la evolución geográfica y humana del territorio la dejó plasmada Adela Gil Crespo, catedrática de Geografía e Historia en el Instituto de Requena, en los inicios del espléndido artículo «Creación de un paisaje humano», publicado en la revista Alberca en 1951 y al que ya hicimos referencia en Crónicas Históricas en los años 2018 y 2020, y a cuya lectura me remito.
Unos años más tarde, en un Editorial de El Trullo de abril de 1957, puso de relieve la importancia de la vitivinicultura y su arraigo en tierras levantinas, perfilando su origen histórico, la interacción entre la política planificadora, la economía y la actividad humana. El paisaje requenense era joven, sus viñedos no eran seculares, sino que fueron la resultante de un descuaje del monte, por un decreto real, en el siglo XVIII, y por una necesidad económica en el siglo XIX. El resultado fue una economía saneada, basada en el rendimiento del secano vitivinícola.
Aquellas leyes, que crearon el paisaje de Requena, crearon una economía saneada, basada en el rendimiento del secano vitivinícola. Hicieron nacer en el espíritu de sus moradores amor a la tierra. Vocación al campo. Nacieron como resultantes buenos labriegos y amorosos agrónomos. Hombres para los que la tierra explica su razón de vivir, explotándola y dirigiéndola en el pequeño medio, o desde las altas esferas estatales[8].
Es más, una ley y su aplicación pudieron crear no solo un paisaje, sino moldear la psicología de un pueblo. Unas leyes hicieron nacer este paisaje de aquí, crear una industria a la par que transformaron el campo. Adela Gil confiaba en que:
En esta tierra rica, enjundiosa cuando la lluvia llega en su fecha, nazcan nuevas fuentes de riqueza, que complementen en el tiempo a las leyes agrarias de antaño, otras agroindustriales, para que la corriente ascensional de riqueza, que ha creado el viñedo requenense, no se pierda en el letargo, sino que al contrario se vigorice en un nuevo reajuste económico que haga posible un total rendimiento, de acuerdo con las necesidades modernas de este interesante región levantina manchega[9].
[1] Comisión Gestora Municipal de Requena: Memoria de Secretaría, 1948.
[2] Lamo de Espinosa, Emilio: Entre águilas y dragones. El declive de Occidente, Editorial Planeta, Barcelona, 2021, p. 15-16.
[3] Reglá, Juan: Introducción a la historia, Barcelona, 1970, p. 25.
[4] Rubio Carmona, E.: «Constantes físicas de la geografía andaluza» en Andalucía, Madrid, 1980 p. 11.
[5] Es la sorprendente y brillante tesis que se postula en Kaplan, Robert D.: La venganza de la geografía, RBA Libros, Barcelona, 2013.
[6] Bernabeu López, Rafael: Historia crítica y documentada de la ciudad de Requena, Requena, 1983, pp. 21-86.
[7] Martínez Camaró, Manuel: «La Historia de Requena de Rafael Bernabeu», en Alberca, II, 4 (enero febrero de 1952), pp. 8-9.
[8] Gil Crespo, Adela: «Editorial», en El Trullo, Revista Gráfica de la Fiesta de la Vendimia (abril de 1957).
[9] Ibid.
