Mientras redactaba estas líneas, se encontraba en plena demolición uno de los edificios icónicos del Utiel Industrial. Nos referimos al “Taller-Gasolinera de Hueso”, uno de esos muchos edificios industriales construidos en la Edad de Oro Utielana (1840-1950), reflejo de una época esplendida en la crónica local y que actualmente supone una metáfora de la misma ciudad, pues ambos están estancados, olvidados y a la espera pasiva de un futuro peor.
En el contexto de la Edad de Oro Utielana, la población sufrió una verdadera revolución respecto a los medios de comunicación en dos ramas muy distintas: la Carretera Nacional de Madrid a Valencia (1852) y el ferrocarril Valencia-Utiel (1885). Ambas vías fueron extremadamente importantes para entender este singular proceso histórico, pues fueron la columna vertebral para la exportación de materias primas (vino, aguardiente, madera, etc.) y la introducción de ideas y productos elaborados con los cuales satisfacer a la población de su amplia área de influencia. A mediados del siglo XIX la industria (principalmente bodegas y destilerías) se asentaría en la actual calle de San Ildefonso, carretera nacional dirección de Valencia. Sin embargo, este eje de desarrollo se vería marginado con la llegada del tren, articulándose un ensanche urbano al norte de la ciudad entorno a la estación donde se asentarían una nueva generación de bodegas industriales más grandes, eficientes y productivas; a la par de toda una serie de serrerías[1] y almacenes con actividades secundarias.
Sin embargo, los espacios urbanos alrededor de la antigua carretera nacional comenzarían a resurgir a principios del siglo XX gracias a la progresiva introducción del automóvil en los procesos de transporte de mercancías entre el Levante y el centro peninsular. Es así como se constituirá una industria alcoholera (heredera de las antiguas destilerías de aguardiente), acompañada de algunas fábricas de harina, almacenes y los primeros establecimientos dedicados al suministro y manteniendo de vehículos.
Además, el primitivo eje industrial en la calle de San Ildefonso sería ampliado en sucesivas oleadas. Aun hoy podemos apreciar a los herederos de este eje en los recintos industriales entre El Porrón y la rotonda para incorporarse a la autovía, o al otro lado de la población más allá del Alto de San Agustín con los polígonos de Tollo y Nuevo Tollo. Pero antes ya había aparecido un pequeño núcleo industrial dirección a Madrid, origen de los dos últimos centros industriales mencionados.
Nos referimos a las escasas pero relevantes industrias asentadas en la actual calle Héroes del Tollo. Una antigua área destinada a las huertas históricas regadas por el “rio (acequia) Lugar” que comenzó a urbanizarse en las primeras décadas del siglo pasado. Dichos suelos estaban mirando a la antigua carretera nacional y en medida que perdió importancia el uso tradicional comenzaría a levantarse singulares edificios. Entre ellos destacarían tres.
Por un lado la alcoholera propietaria de la Cooperativa Agrícola Utiel destinada al aprovechamiento de los vinos degradados obteniendo alcohol vínico y recuperar parte de la inversión. En la actualidad esta destilería es un bonito solar frente al Cuartel de la Guardia Civil. Por otra parte la Fábrica de harinas “Nuestra Señora del Remedio-Antonio Aguilar Martínez”, sobrio edificio construido en ladrillo alrededor de 1900 y dedicado a la elaboración de harinas para consumo local. La harinera al menos se conserva en la actualidad en un estado de conservación bueno. Por último, entre los dos destacaba una magnífica fachada que hasta ayer absorbía la mirada de todo transeúnte que pasaba por la calle, el Taller-Gasolinera de Hueso.
Se trató de una de las primeras gasolineras y talleres de automóviles construido en Utiel de 1930 en estilo art decó. Un movimiento artístico en moda durante los años 20 y 30 muy influido por las Primeras Vanguardias y caracterizado por el uso de líneas aerodinámicas con un tratamiento muy sobrio en la decoración. La Gasolinera-Taller de Hueso se dividía en dos partes bien definidas, la vivienda con acceso a la calle principal y una nave posterior con dos cubiertas a doble vertiente al cual se accedía por un grandilocuente pórtico en la fachada principal diseñado por el estacionamiento temporal de coches mientras se recargaba sus depósitos. Sobre este pórtico se encontraba la residencia de los propietarios a la cual se accedía por una escalera lateral. Contándose entre los “chismorreos de pueblo” una leyenda sobre la Guerra Civil y la Postguerra que sugería que entre sus muros se guardaba un tesoro de pesetas robado a los sublevados por las tropas republicanas en la Batalla de Teruel (15 de diciembre de 1937-22 de febrero de 1938), una historieta muy frecuente en toda la Meseta de Utiel-Requena y no pocas veces real.
La fachada principal, la parte más vistosa y atractiva que tenía, es descrita con gran acierto en los datos ofrecidos en el Listado de Bienes Inmuebles de Enología del Inventario general del Patrimonio Cultural Valenciano:
“Fachada de composición tripartita, de proporción 1, 2, 1, con el tramo central marcando el eje de acceso. La fachada es en planta baja totalmente diáfana, a manera de pórtico in antis definido por pilares extremos de ladrillo y soportado por dos columnas de fundición, actualmente forradas de hormigón en masa. Esa intervención se ejecutó mediante un encofrado de fábrica de ladrillo a panderete, que han dejado su impronta en la superficie del recubrimiento. El remate de la fachada se resuelve mediante cornisa sobre cartelas a manera de triglifos, sobre la cual se alza un antepecho a manera de ático, formado por tramos curvos intersecados, siendo el central de mayor altura, decorado con un motivo de trencadís en forma de abanico, técnica que también aparece en los óculos ciegos que decoran cada tramo del antepecho. Los pedestales que separan los tramos del antepecho se rematan con jarrones de formas fuertemente geometrizadas, debido al hecho de estar realizados con fábrica de ladrillo. En las metopas del friso de coronación situadas sobre los balcones se abren óculos lobulados que ventilan la cámara bajo cubierta. El cuerpo correspondiente a la planta noble, está perforado por un orden de balcones con balaustrada de hormigón, definiendo ejes de simetría parciales que se prolongan hasta el ático. Desde un punto de vista constructivo cabe destacar el uso de la fábrica de ladrillo doble hueco 23 x 11 x 12 tanto en elementos estructurales como en cerramientos. Las columnas de fundición que soportan la estructura horizontal son de inspiración dórica, lo que contrasta con la geometrización del espacio, definido por una pared de trazado ondulado que reproduce los radios de giro de los vehículos, lo que permite circular por su interior para repostar o acceder al interior del taller, que ocupa dos naves paralelas diáfanas con cubiertas a dos aguas, con acceso posterior a un pequeño patio al fondo de la parcela. En la ornamentación del pórtico de acceso encontramos referencias al art déco, y una explícita voluntad de modernidad, consustancial a la propia tipología. Se da una dualidad entre la imagen exterior, muestra del eclecticismo tardío del momento y la interior, de líneas funcionales adscritas al racionalismo.”
Tras su abandono, el edificio se mantuvo desamparado aunque con un estado de conservación relativamente bueno hasta la actualidad. Su importancia como parte del patrimonio industrial de Utiel lo llevó incluso a su catalogación como Bien de Interés Enológico, lo cual no ha sido motivo relevante para evitar su demolición.
Es así como nos encontramos en la situación actual, el Taller-Gasolinera de Hueso tenía una gran importancia histórica y patrimonial en Utiel, y además con cierto reconocimiento popular, pues a diferencia de otros edificios del patrimonio local este era realmente atractivo para el gran público. Al margen de esta subjetividad, lo cierto es que esta construcción patrimonial era uno de los mejores ejemplos de Utiel y toda la comarca en dos ámbitos. Por un lado, el art decó, al ser el inmueble más emblemático de este estilo arquitectónico, no solo por los elementos constructivos de la fachada, sino también por el mobiliario representativo en el pórtico (pinturas, los focos de la iluminación, la columna jónica de hierro colado del medio, etc.). Por otro, al tratarse de una buena ejemplificación del carácter industrial de Utiel de principios del siglo XX y el papel fundamental en este contexto del automóvil y todo aquello que giraba a su alrededor.
No obstante, ni su riqueza patrimonial, histórica o artística ha sido suficiente para evitar su final como “enruna” (escombros), y por lo cual hoy muchos utielanos estamos de luto. Su valor se ha ido de Utiel, pero no su historia y su legado, suficientes motivos para que la ciudadanía utielana se motivara en defender aquello que es suyo. Los errores ya ha sido cometidos pero “lo hecho, hecho está” y toca mirar al futuro, mirando lo que aún queda por proteger y recordando aquello que ya hemos perdido. ¿Sería tan absurdo obligar al constructor reconstruir esa maravillosa fachada? Sin duda que no, y de hecho en la Comarca ha habido varios ejemplos. No debemos mirar muy lejos para ver la Casa de los Ariños (ampliación trasera del M.I. Ayuntamiento de Utiel), una fachada demolida y reconstruida. Los medios y las ideas están en disposición para que no olvidemos el Taller-Gasolinera de Hueso, tan solo falta intención.
Bibliografía:
BESÓ ROS, Adrià. “Del celler domèstic al celler industrial: la introducció del ferro en l’arquitectura de vi a la comarca d’Utiel-Requena”. Els paisatges de la vinya. Manresa, Centre d’Estudi del Bages, 2003, p. 125-131.
DATO, Pasquale de y HERNÁNDEZ, Yolanda. “Estrategia de intervención en los poblados industriales de Benagéber y Contreras. De la producción cementera a la producción cultural”. Actas del II Congreso Internacional sobre permanencia y transformación en conjuntos históricos, Valencia, 2012, p. 250-261.
GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier. “Cambios y desarrollo del comercio, la demografía y el urbanismo en la edad de oro utielana”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, 2014, n. 28, p. 147-168.
GÓMEZ SÁNCHEZ, Carlos Javier. “La edad de oro utielana: cuando Utiel fue una pequeña capital del interior rural”. Oleana: Cuadernos de Cultura Comarcal, 2014, n. 28, p. 123-146.
Listado de Bienes Inmuebles de Enología del Inventario general del Patrimonio Cultural Valenciano (ver: https://www.ceice.gva.es/web/patrimonio-cultural-y-museos)
LÓPEZ MARÍN, Mariano. “Construcción de la carretera Salvacañete a Utiel”. Utielanías: cuaderno cultural, n. 2, 2º trimestre 2014, p. 12-19.
SÁNCHEZ PORTAS, Javier y SALINAS NAVARRO, Fernando. “La carretera de Las Cabrillas y los puentes de Lucio del Valle en Requena”. El Trullo, julio 2010.
[1] Hace escasos meses se llevó a cabo la demolición de la última gran serrería histórica de la población: Serrería Escrivá. Un edificio de los años 50 construido con la técnica de tapial (el único de hecho) destinado a la transformación de los troncos de madera que traían desde los bosques de la provincia de Cuenca para luego exportarlos en productos elaborados o semielaborados a través de tren hasta Valencia.