En este mismo mes de diciembre, hace ahora cincuenta años, la Rondalla y Coros de Requena actuaban en la localidad comarcana de Venta del Moro, dentro de los actos organizados para celebrar los festejos de la Virgen de Loreto. Sería la última actuación de esta agrupación musical, cuyas raíces se hunden en la década de 1920 y que llegó a convertirse en una de los principales referentes de la cultura requenense del siglo XX.
Hace unos días se presentó en el salón de actos de la Sociedad Musical Santa Cecilia el libro titulado “Rondalla y Coros de Requena. El sueño musical de Rafael Bernabéu” cuyo autor es el musicólogo Marcial García Ballesteros y está editado por la Asociación Requenense de Musicología. Se trata de un concienzudo trabajo en el que se estudia la evolución histórica de esa institución, enmarcándola acertadamente en el contexto cultural de la Requena del siglo XX.
A través de su lectura y de la gran cantidad de imágenes que lo ilustran, nos adentramos en la esencia de una agrupación que fue reflejo de la tradición musical de esta tierra y ejemplo de la armonía social que puede existir cuando se comparten objetivos e ilusiones. El eje vertebrador de este magno proyecto fue el polifacético Rafael Bernabéu, cuya figura, desde una perspectiva fundamentalmente musical, es magistralmente tratada por el autor.
La rondalla o, más bien, las rondallas que Bernabéu fundó en Requena, nacieron fruto de una larga tradición de música popular de cuerda y púa, que enlazaba con la arraigada costumbre castellana del canto de los Mayos y con las festivas y punzantes comparsas carnavaleras de finales del siglo XIX. Bernabéu supo encauzar esa raíz musical de rondalla de calle hacia otro tipo de rondalla, que podríamos denominar de concierto. Su primera Rondalla Requenense la fundó en 1921, siendo un jovenzuelo de dieciocho años. Tras muchas vicisitudes la Rondalla se refundaría en 1935 y en 1946.
Esta última fecha es fundamental para entender lo que la Rondalla fue para Requena. En una sociedad fragmentada por las heridas de la guerra, esta agrupación actuó como bálsamo y cicatrizante de heridas. Gentes de toda condición e ideología formaron parte de ese proyecto, que se engrandeció todavía más en 1954, cuando se creó la Rondalla y Coros de Requena. Los conciertos y los triunfos se sucedieron por toda la geografía nacional, fruto todo ello del esfuerzo de unas personas entregadas altruistamente a una ilusión.
Pero como suele suceder en esta tierra recia y rancia, la falta de apoyo –institucional o no- hizo que la Rondalla fuera languideciendo, pese a la lucha de sus componentes por continuar. Lo que había sido uno de los estandartes de la cultura requenense y uno de sus ejes de cohesión social, desapareció casi en silencio a finales de la década de los sesenta.
Pero el pasado jueves 22 de noviembre se vio que el silencio no es olvido. Las numerosas personas que acudieron a la presentación del libro, antiguos miembros de la Rondalla, familiares de rondallistas e interesados en el tema, dejaron constancia de ello. La obra de Marcial se encargará, además, de garantizar ese recuerdo y de abrir mediante él una puerta hacia el futuro, que hoy se encarna en la Escuela Rondalla de Requena.