La Requena de la Baja Edad Media se emplazó en la frontera de la Corona de Castilla con la de Aragón, una circunstancia que compartió con otras localidades desde la actual provincia de Soria a la de Murcia.
Entre los siglos XIII y XIV ambas Coronas sostuvieron unas relaciones tempestuosas, que no se excluyeron los contactos comerciales ni los periodos de apaciguamiento. Reyes aragoneses como Jaime II o Pedro IV pretendieron el dominio de Murcia, Cuenca o Soria.
Precisamente en tierras de Soria, en el convento de San Francisco de Almazán, que databa del siglo XIII, se firmó un 12 de abril de 1375 la paz entre Castilla y Aragón, entre dos antiguos coaligados: el castellano Enrique II y el aragonés Pedro IV.
Aragón renunciaba a sus reclamaciones territoriales, que Enrique se había comprometido a atender cuando aspiraba al trono frente a su hermanastro Pedro I, y se accedía al matrimonio de la infanta doña Leonor con don Juan, el primogénito del monarca castellano.
A cambio, Castilla se comprometía a pagar en la ciudad de Soria entre 1376 y 1378 la dote de 210.000 florines de oro de cuño aragonés. Las plazas de Requena, Utiel y Moya servirían como garantía de pago al ser entregadas al canciller mayor y al camarlengo de Pedro IV, que deberían confiarlas a quien señalara Enrique II.
El 15 de junio de 1375, no obstante, se tuvo que insistir sobre el cumplimiento de lo acordado por ambas partes. No sería la última vez que las tierras sorianas fueran escenario de paz entre Castilla y Aragón, como acontecería en 1430 y en 1455, lo que también afectaría a Requena como es natural.
Víctor Manuel Galán Tendero.
Bibliografía.
ARTIGAS, Pelayo, Los conventos franciscanos de Soria, Madrid, 1928.
LÓPEZ DE AYALA, Pero, Crónicas, Barcelona, 1991.