Lugares rituales y su localización en la Meseta del Cabriel.
Con los datos que hemos podido recopilar en los apartados anteriores, y a la espera de encontrar otros nuevos, más aclaradores, voy a intentar acercarme a algún tipo de conclusión.
Un aspecto que he intentado tener en cuenta es la información que puedan aportar los territorios limítrofes a la Meseta del Cabriel. Algo básico que deberíamos considerar sobre esto es la organización geográfica política que se dio en aquella época. Si bien los autores antiguos romanos, sobre todo Claudio Ptolomeo en su Geographia (S II d.C.) dicta una pertenencia de civitas hispanas romanas a unas estructuras similares a grandes regiones o agrupamientos de civitas habría que aclarar que en tiempos anteriores prerromanos e incluso en la primera romanización, la situación geográfica política estaba compuesta por ciudades-estado ibéricas, similares a las “polis” griegas o de otras civilizaciones de áreas limítrofes. Estas ciudades-estado tenían el tamaño aproximado de una comarca, y dentro existía una o varias ciudades medianas o grandes, rodeadas de oppidum a semejanza de pueblos-fortaleza con función de vigilancia de sus tierras y frontera, y lugares de industria y agrícolas. Y alrededor de estas ciudades-estado existían otros territorios de las mismas características. Entorno a la Meseta del Cabriel existían unas siete con gobierno propio. Cada una de ellas con identidad propia, influidas a su vez de aquellas con las que lindaban.
En el caso de la Meseta del Cabriel, si nos fijamos en lo que nos dice Claudio Ptolomeo, referente básico de la geografía de la antigüedad en Hispania, hacia su lado norte y noreste se extendían los pueblos de Edetania, hacia el noroeste los lobetanos, hacia el oeste los celtíberos, al sureste los contestanos y al sur, los bastitanos, entre los que estaría incluida. En total cinco congregaciones “regionales” la rodearían.

Es difícil adscribir el estado-ciudad ibérico de la Meseta del Cabriel a alguna de estas zonas según sus usos rituales similares, por la ya mencionada falta de de datos fiables. Aún así, entre la enumeración de estructuras de rito en la comarca, destacan por su número y su estudio las cuevas santuario. En total, entre las utilizadas durante la Edad del Hierro, y las que no hay certeza cronológica de esta época, pero sí de precedentes (Bronce o anterior), hemos contado 10 u 11 cuevas rituales. Casi todas son cuevas interiores y, en menos ocasiones, abrigos. En cuanto a las cuevas, cerca del río Cabriel tendríamos “Cueva Santa” (Mira) y “Cueva de La Plata” (Aliaguilla) al noroeste, “Cueva Santa” y “Cueva del Horno Ciego” (Villargordo del Cabriel) al oeste. Hacia el interior tendríamos la “Cueva del Molón” (Camporrobles), “Los Mancebones” (Estenas), “Cerro Hueco” (Campo Arcís), “Cueva de la Soterraña” (Rebollar), “Cueva de los Angelitos” (La Herrada, Requena), “Cueva de La Pedriza” (Villar de Olmos), “Cueva de La Cárcama” (Sierra del Tejo).

En el mapa de la comarca, sobre los iconos que representan la localización de las cuevas santuario, se podría trazar una línea que formaría un círculo paralelo a los límites exteriores del posible Estado ibérico que hubo en las tierras de la Meseta del Cabriel. Los lugares rituales estaban dentro de sus hipotéticas fronteras geográfico-políticas. Es decir, las fronteras.se unían también por el culto y los ritos.
Entre otros pueblos iberos limítrofes en Hispania, la abundancia de este tipo de cuevas se dio sobre todo en el arco mediterráneo, desde Cataluña hasta Murcia, hallándose también por el Bajo Aragón. Y aunque existen algunos ejemplos en el resto de Hispania, no son tan numerosos.
Otro detalle a comparar es la utilización de exvotos para rituales, hallados en gran cantidad en algunos lugares de la Hispania sudoriental. De momento no hay pruebas fehacientes de que en la Meseta del Cabriel se ejerciera este uso.
Tampoco se han encontrado pruebas de altares o monumentos funerarios en los que adorasen a héroes, gentilitates u otros. Estos son frecuentes desde los llanos de Albacete hacia el sur. Saltigi (Chinchilla de Montearagón) es el ejemplo más cercano a la Meseta del Cabriel, a unos 50 kilómetros. Se conocen hallazgos de este tipo en lugares como Balazote, Montealegre del Castillo en Albacete, Elche, Alicante, Villajoyosa en Alicante, Arjona, Huelma, Porcuna, Cástulo, en Jaén, y siguen en Córdoba, Sevilla y una amplia zona del sur de Hispania.
Los santuarios o sitios rituales urbanos que se dan a lo largo de gran parte de la Península Ibérica. Sería lógico que hubieran existido igualmente en la Meseta del Cabriel, pero apenas tenemos referencias arqueológicas. Aunque unos hallazgos nos dan idea de lo que pudo existir, dos enterramientos infantiles similares, en Los Villares (Caudete de las Fuentes) y La Villa (Requena), que quizás sean muestras de un ritual de sacrificios en lugares rituales urbanos, habituales entre las civilizaciones de aquellas épocas.

«Sobre cierto tipo de enterramientos infantiles ibéricos», de Rafael Ramos Fernández.
Santuarios extra urbanos tampoco se conocen por falta de excavaciones.
Santuarios rurales, a falta de estudios de técnicos licenciados, me atrevo a proponer el ya nombrado anteriormente del Castillejo (Requena). Se sitúa sobre el curso del río Magro, en zona interna de la demarcación del Estado ibérico.
Rural también, sería el abrigo del Burgal (Siete Aguas), donde aparecen las paredes con escritos ibéricos, aunque la falta de información y visita del lugar, impide hacerse una idea de su función. Situado distante de poblados ibéricos conocidos, o bien se podría decir equidistante, da la impresión de ser un lugar común al que acudían las gentes de varias partes de los lindantes territorios ibéricos Quizás fuera, como en otros lugares parecidos ibéricos como Peñalba de Villastar (Teruel), un lugar geográfico de ritual y de nexo entre comunidades limítrofes próximas, pues la localización estaría entre cuatro estados ibéricos, uno de la comarca de los Serranos, otro de Liria-Sagunto, otro relacionado con el poblado de La Carencia (Turís) y otro la Meseta del Cabriel.

Otros santuarios, difícil de averiguar su ancestral existencia, serían los dedicados a las deidades naturales: bosques, ríos, montañas, quebradas…Tan sólo podemos tener algún punto de referencia fuera de cronología, y sin datos históricos, como son las pinturas rupestres, de adscripción neolítica, por sus representaciones. Aunque podríamos aventurarnos a ligarlas también a otras épocas, puesto que se dieron también en la Edad del Hierro. Aparecen en barrancos y quebradas como el de la “Hoz de Vicente” junto al río Cabriel o la rambla de “Los Morenos” (Requena) o el barranco de “Las Clochas” (Gestalgar) o en un abrigo del poblado ibérico de “La Mazorra” (Utiel).
Las “cazoletas”, o “agujeros” perforados en la piedra, se localizan en zonas internas, sobre rocas en lugares no muy altos, pero con amplias vistas hacia zonas agrícolas. En La Muela de Arriba están a las afueras de la población, y en la Alcantarilla, no muy lejos de zonas pobladas.
Conclusiones. La religión y los ritos ibéricos en la Meseta del Cabriel
Por la cantidad de sitios donde ejercer la ritualidad, da la impresión de haber tenido una religión abierta a la población general. Numerosos santuarios fuera de las zonas urbanas y de los poblados fortificados. No se han encontrado monumentos funerarios pertenecientes a élites que fueran objetos de devoción, y sí necrópolis de guerreros o caballeros enterrados con sus pertrechos en sencillas tumbas excavadas en la tierra. Tampoco se han encontrado exvotos que indiquen la peregrinación a un importante santuario.
El cambio de la religiosidad o ritual del Neolítico, quizás representada en los abrigos con pinturas rupestres y dirigida hacia deidades de la naturaleza y familiares, ya empezó a utilizar las cuevas como elementos de culto. Hacia la Edad del Bronce se desarrolló una cultura urbana, en la que pudieron darse nuevos elementos rituales, aunque se siguieron utilizando las cuevas santuario. El paso a la Edad del Hierro o ibérica, tuvo una continuidad en elementos de culto, con las cuevas, santuarios rurales y/o naturales, y además, imaginamos que también nuevos cultos urbanos. Y a lo largo de la Edad del Hierro se dio una evolución en la incorporación de cultos importados de otras civilizaciones que se adaptaron a las ya existentes, como el templete ibero romano que hubo en El Ardal (El Pontón), del que se conservó una diosa Minerva de Bronce.

La religión y los ritos debieron unir al conjunto de pobladores de la demarcación ibérica de la Meseta del Cabriel. En civilizaciones como la griega existía la anfictionía, que era una liga religiosa que agrupaba 12 pueblos (no ciudades), casi todos de la Grecia central, y tenía sus reuniones en el santuario de Deméter. Esto nos indicaría una especie de unificación religiosa y política por territorios, en los que tendrían unos ritos comunes que les uniría en lazos ancestrales.
Puede que en esto tengan algo que ver las separaciones culturales en cuanto a rituales. Así, encontraríamos al sur del Júcar la utilización de monumentos funerarios rituales, y de Despeñaperros grandes abrigos santuario con ofrendas de exvotos, hacia la Sierra de Gredos las esculturas de verracos y altares urbanos. En cambio la utilización de las cuevas santuario no se da tras el río Cabriel, ni hacia el oeste, ni hacia el sur, tampoco se tienen referencias de éstas al norte del río Turia, pero si se dan desde la costa mediterránea norte de España hasta Murcia. Pero teniendo en cuenta que desde Alicante hacia el sur empiezan a darse monumentos funerarios, las zonas a las que se asemejaría la Meseta del Cabriel en ritos ibéricos comprendería la provincias de Valencia y Castellón, el sur de la provincia de Teruel y la parte costera de la región catalana.
Entorno a la comarca de la Meseta del Cabriel, la disposición de las cuevas santuario, y el resto de elementos rituales, dan una continuidad en la similitud de estos, desde el margen izquierdo del río Cabriel hasta las estribaciones montañosas de Las Cabrillas, y hasta el margen derecho del río Turia.
En definitiva
Se perfila claramente una continuidad cronológica en la utilización de elementos de culto y rituales en la Meseta del Cabriel. Algunos de sus santuarios son utilizados quizás desde el Neolítico final, época en la que hubo enterramientos en esas cuevas, que se pudieron repetir con posterioridad. Pudieron ser allí enterrados unos significantes antepasados, que concedieron un aire de espiritualidad, que implicaría un respeto o un culto hacia los ancestros familiares. Quizás esa espiritualidad perduró intuitivamente, hasta bien infiltrada Roma en Hispania. Amplia variabilidad de deidades cubría las necesidades religiosas de los hispanos de estas tierras, deidades que podían ser propias, pero siendo habitual que fueran parecidas o similares o las mismas que las de las otras civilizaciones, bien próximas, bien de confines lejanos. Por donde se averigüe había deidades familiares y del hogar, de la naturaleza y agrícolas, deidades de más allá de los cielos y de las profundidades, deidades ligadas a los animales, deidades bélicas y fraternales, deidades de la vida cotidiana, deidades fantásticas. A lo largo de decenas de siglos, todas ellas pasaron por las mentes de estos usuarios de rituales, y configuraron una estructura común uso de cultos y rituales que perduró desde antiquísimos ancestros e intercambiaron elementos rituales aportados desde los cuatro puntos cardinales a lo largo de los tiempos. Un ejemplo son las cerámicas áticas encontradas hace ya bastantes años en la cueva santuario ibérica de Cerro Hueco (Campo Arcís), y que podemos ver en fotografías de los años 70.

En definitiva, los santuarios rituales y de culto que hemos descrito, se localizan entre los cursos de los ríos Cabriel y Turia, y el desnivel mesetario de las Cabrillas, es decir, aproximándose a lo que fue el antiguo Alfoz de Requena. Se da una uniformidad en sus características que parece implicar una unión en la ritualidad prerromana, en un territorio uniforme que quizás comprendería un común Estado ibérico. En este caso un Estado ibérico con una religiosidad común, que uniría a los numerosos poblados y ciudades ibéricas que lo comprendían, entre las que hubo por lo menos tres de importancia. Los Villares (Caudete de las Fuentes), La Villa (Requena) y Muela de arriba (Casas de Cuadra, Requena).
Lo cual, como explicaría un insigne amigo mío, “se parece a una anfictionía”.