
(fppuche. wordpress.com).
Venancio Serrano Clavero salió de España rumbo a Argentina en agosto de 1907. Hasta ahora, la visión romántica nos ofrecía a un hombre inconformista, que no terminaba de alcanzar sus objetivos en su patria y necesitaba nuevos retos. Así nos lo contaba su primer biógrafo (Bernabeu, 1986, p. 51):
Bien poca cosa escribió nuestro poeta acerca de su desesperada resolución de abandonar la Madre Patria. Tampoco dejó constancia inmediata de tan larga y angustiosa travesía, sólo y abatido. Sin embargo, siempre creímos que esta insospechada resolución, tomada a la edad de treinta y siete años y con una esposa y dos hijos, no tendría nada de irreflexiva. Debió ser una réplica a tantos fracasos y desengaños; a la evidencia de que en España no había sitio para un hombre como él: soñador y generoso, aunque insumiso e incorregible. Un hombre que, según propia confesión, «no había nacido para esclavizarse en una covachuela ni para someterse a los caprichos de un amo».
A la vista de este párrafo, no cabe duda de que el maestro Bernabeu sabía más de lo que decía y prefirió ser discreto o, cómo se dice hoy en día, “políticamente correcto”. Al menos así se lee entre líneas cuando lo define como “insumiso e incorregible”.
Los datos con que contamos hoy en día, a través de las hemerotecas digitales, arrojan bastante luz sobre los problemas que su pluma mordaz, en manos de periódicos que defendían sus ideas de forma taxativa, trajeron disgusto tras disgusto al periodista, colmando el vaso y teniendo que salir “por piernas” en busca de nuevos horizontes, hasta que se calmaran las aguas. Pronto llegaremos a eso.
El lector me perdonará si en este artículo se repiten algunas citas ya publicadas en el trabajo correspondiente a Serrano Clavero periodista. Es inevitable volver a ellas para que el texto aquí mostrado resulte completo.
Escribir en periódicos locales, diciendo lo que se piensa, puede traer agrios comentarios, pérdida de amistades y algún que otro disgusto, pero no es nada comparado con escribir en la prensa de la capital.
Ya cité cómo Serrano Clavero fue situado por el biógrafo de Blasco Ibáñez, León Roca, como uno de los primeros redactores de El Pueblo (2002, p. 130) y que, en mi opinión, si ello fue así, debió ser un período muy breve, pues no sería sino a mediados de 1901 cuando el poeta se hiciera cargo de la dirección de El Progreso, para pasar enseguida a El Pueblo, donde permanecería varios años, convirtiéndose de inmediato en uno de los periodistas más agresivos, literariamente, de la redacción, al defender con verdadero encono las causas de los trabajadores y de los más pobres de la sociedad.

(Imagen en la web: fundacionblascoibanez.com/galería)
Junto a Vicente Blasco Ibáñez, sus periodistas se posicionaban de inmediato a favor de las causas que consideraban justas. Dos nombres aparecen, inevitablemente, al lado del escritor y fundador de El Pueblo: Félix Azzati y Serrano Clavero, siendo sus paladines. Por otra parte, el diario blasquista fue explícito siempre en su anticlericalismo y muchos de sus problemas con la ley tuvieron que ver con artículos en este sentido, como los que publicados en ocasiones de cambios de arzobispos o fiestas y procesiones de raigambre popular. Una de estas fue ocasión de la primera entrada en prisión, al menos documentada, de nuestro poeta:
Las Provincias (Valencia), 3-VI-1902
La procesión de ayer
La procesión de San Martín se celebró ayer, según se esperaba, con gran lucimiento, a pesar del pataleo de los republicanos de la Fusión, a quienes tan mal ha sentado la grandiosa manifestación religiosa de anteayer.
…/…
El gobernador, que se había enterado minuciosamente de lo ocurrido y que estuvo dictando severas disposiciones para que la Guardia Civil reprimiera el motín, ordenó la detención del redactor de El Pueblo, Sr. Serrano Clavero, la cual se llevó a cabo a las tres de la madrugada de hoy.
Este suceso, durante las tradicionales fiestas valencianas del Corpus Christi, lo relata con más detalle un corresponsal en la prensa santanderina:
El Cantábrico (Santander), 4-VI-1902
Desórdenes
Telegrafían de Valencia diciendo que al pasar frente al Ayuntamiento la procesión de la Octava del Corpus, que salió de la parroquia de San Martín, ocurrió una colisión entre clericales y anticlericales.
Parece que algunos de los individuos de los que presenciaban el paso de la procesión silbaron a los que en ella figuraban, dando lugar a que varios de los sacerdotes agredieran a los perturbadores y se entablase con este motivo una lucha a golpes entre los dos bandos.
El piquete de infantería que iba dando guardia de honor al Santísimo, intervino, así como la benemérita, llevando a cabo varias detenciones.
Entre los detenidos figura el redactor de El Pueblo, señor Serrano Clavero. La policía practica diligencias para detener a otros varios.
Resultaba inevitable que las autoridades eclesiásticas pusieran oídos atentos a lo que el periodista requenense lanzaba en las páginas de El Pueblo. Él, cuyos versos a la Virgen de los Dolores han quedado para siempre en la historia de la música de Requena, plasmados en los Gozos, junto a Pérez Sánchez, ofrecía en Valencia su auténtica y exaltada aversión a la institución religiosa oficial:
Gandía Moderna, 11-V-1902
LUCHAR ES VIVIR
Quiero luchar. Mi voluntad protesta
de esos rancios y torpes privilegios
que sirven, como antaño los trabucos,
para robar legítimos derechos.
Debo luchar. El plomo mercenario
agujerea el corazón del pueblo
y mientras come el vago con corona
mueren de hambre los míseros obreros.
Puedo luchar. Mis músculos briosos
conocen la fatiga y el esfuerzo;
arde la sangre moza en mis arterias,
agítase en la luz mi pensamiento.
Bajo el rojo pendón de la protesta,
pisoteando báculos y cetros,
quiero formar en la aguerrida hueste
que eche el trono y la iglesia por el suelo.
Serrano Clavero.
No se puede ser más explícito y provocador, lo que explica que la prensa radical, en especial El Pueblo, estuviera siempre en el punto de mira de la autoridad gubernativa. Ya hemos contado en otros artículos cómo se ensañaba el periódico, por medio de los versos de Venancio Serrano, contra el gobernador Capriles.
Del suceso durante el Corpus se ocupó toda la prensa valenciana y los corresponsales de los periódicos nacionales, llegando a publicarse en la capital de España. En algunos de ellos se indicaba que Serrano Clavero y el resto de los detenidos, habían sido conducidos a la cárcel de San Gregorio.
Precisamente el convento-cárcel de San Gregorio estaba situado en la misma calle de San Vicente donde se encontraba, y allí sigue, la iglesia parroquial de San Martín obispo y San Antonio abad. Esta cárcel, famosa por las estancias de Vicente Blasco Ibáñez, no era precisamente un modelo de establecimiento penitenciario (Puche, 2013):
El convento-cárcel, desde luego, reunía unas pésimas condiciones, tanto de habitabilidad como de seguridad. Lo cual no quiere decir que el periodista valenciano no gozara en su celda de las mejores comodidades y que, desde luego, pudiera seguir despachando y haciendo la tarea editorial para su diario. El convento de San Gregorio, una vez se inauguró la Cárcel Modelo, fue derribado, a partir de 1911, dentro de una serie de reformas que mejoraron las pésimas prisiones de la ciudad. En el solar conventual se terminó de construir, hacia 1915, la manzana donde se asienta en la actualidad el teatro Olympia.

(Imagen en la biografía escrita por J.L. León Roca).
Como en tantas otras ocasiones, sobre todo reuniones republicanas, mítines y homenajes a activistas, obreros y radicales, los redactores de El Pueblo estaban en el ojo del huracán policial:
Las Provincias (Valencia), 4-VI-1902
…
Por la tarde, el redactor de El Pueblo, señor Manáut, que había ido a la cárcel a ver a uno de los presos en ella, quedó detenido también por mandato del juez.
La policía buscaba, asimismo, al señor Azzati, compañero de redacción de aquel y que, como el señor Serrano Clavero, preso desde la madrugada, están acusados de haber tomado parte en los sucesos desarrollados anteayer frente a la Casa Ayuntamiento y frente a la parroquial de San Martín.
En la mayoría de estas detenciones, bien el periódico, bien benefactores de la causa, abonaban de inmediato las fianzas correspondientes y en los juicios subsiguientes, se solían imponer penas pecuniarias, más que de cárcel, dado el ya citado hacinamiento de las mismas.
Las Provincias (Valencia), 7-VI-1902
…
Fue detenido, por suponérsele implicado en aquellos sucesos, un joven llamado Constantino Barroso, decretándose la libertad, bajo fianza metálica, prestada por el concejal de este Ayuntamiento, Sr. Beltrán, de los redactores de El Pueblo, Sres. Manáut y Serrano Clavero.
La fianza, para aquella época, no fue baladí: 2.500 pesetas por barba. El hecho de que la Fusión Republicana tuviera varios concejales en la capital valenciana, hizo que pronto se consiguieran las cantidades necesarias. Otras noticias de prensa posteriores, indicaban cómo en los mítines en que participaban Serrano Clavero, Manáut y Azzati, había siempre policía y guardia civil prevenida por si surgían disturbios.
El juicio penal sobre los hechos relatados tuvo lugar nueve meses más tarde:
La Correspondencia de Valencia, 9-III-1903
Mañana a las diez se constituirá el Jurado de la capital en la sección segunda de la sala de lo criminal de la Audiencia Provincial para conocer del proceso incoado con motivo de los sucesos desarrollados en nuestra ciudad el 2 de junio del año pasado en la procesión del Corpus de la parroquia de San Martín.
El fiscal, Sr. Aguilar, califica los hechos de escarnio a la religión o ceremonias de una religión (núm. 3 del art. 240 del Código penal) y considera autores a todos los procesados, pidiendo para D. José Manáut, D. Venancio Serrano Clavero, D. Lorenzo Miguel, D. Luis Ramos y D. Constantino Barroso, tres años, seis meses y 21 días de prisión correccional; para D. Félix Azzati cuatro años, nueve meses y 11 días también de prisión correccional; para D. Martín Brouchal, un año, ocho meses y 21 días de prisión correccional, y para D. Francisco Martínez, D. Arturo Bonell y D. José Cuquerella un año y un día de prisión correccional.
Defienden a los procesados los letrados D. Guillermo Julián, D. Juan Barral y otro turnante; para la vista hay señalados tres días, pues sólo el fiscal lleva 22 testigos. Las defensas niegan la participación de todos los procesados en los hechos de autos y solicitan su absolución.
Por algún motivo legal que no se ha localizado, el juicio se pospuso hasta el día 30 del mismo mes, duró dos días y tanto Serrano Clavero como Azzati y Manáut fueron absueltos tras demostrar sus defensas que los policías que habían realizado las detenciones, eran acérrimos enemigos de la prensa republicana, citando como testigos a otros policías que estuvieron presentes en la procesión y que declararon que los acusados no incitaron a la revuelta, sino que intentaron calmar los ánimos. Sea como fuere, El Pueblo del día 2 de abril dio una extensa crónica del desarrollo del juicio, que por su longitud no reflejaré aquí. Las lecturas de la prensa de aquellos días refleja a las claras la ruptura social que había en Valencia entre las clases privilegiadas y las trabajadoras, de las que el periódico era fuerte defensor desde sus ideas radicales y republicanas.
Cualquier ocasión podía ser propicia para roces con la autoridad y tanto Serrano Clavero como sus compañeros de redacción, en especial Azzati, Vinaixa y Manáut, asistían continuamente a reuniones republicanas por toda la región y en ocasiones fuera de ella. Así, pronto encontramos a los periodistas citados en otro lío legal:
La Correspondencia de Valencia, 29-X-1903
Además de los Sres. Bort, Barral y Vinaixa, han sido también procesados por el mitin de la calle de Espartero, por reunión ilegal, los candidatos a concejales de la Unión Republicana, D. Rafael Mollá, D. Vicente Gil, D. Guillermo Julián y el obrero D. Joaquín García, el médico D. Tomás Marzal, D. Julián Llopis y el periodista Sr. Serrano Clavero.
El Pueblo calificaba el tema de “proceso ideado por el Gobernador Sr. Salas como recurso electoral”. El diario acusaba al juez de filtración a la prensa de la noticia, cuando a los interesados no se les había comunicado nada. El tema no llegó a los tribunales y los actos electorales continuaron con la presencia de los periodistas. Serrano Clavero aparece, esporádicamente, en la prensa, declarando en los juzgados por diferentes denuncias periodísticas:
Las Provincias (Valencia), 3-XII-1903
En el proceso que se instruye en el juzgado del Mar a instancias de la primera autoridad civil contra el diario El Pueblo, declaró ayer el Sr. Serrano Clavero, que llevaba la representación del director de dicho periódico.
No sólo su actividad periodística causó problemas a Serrano Clavero, sino también su vena poética, en especial cuando esta se dedicaba a cometidos políticos. Tras la salida a la venta de su libro de poemas Rebeldías, en mayo de 1904, algunos de aquellos versos fueron reproducidos por diferentes periódicos correligionarios de El Pueblo, como uno de los que habitualmente contaban con las aportaciones del poeta: Gandía Moderna:
El Pueblo (Valencia), 18-VIII-1904
El juzgado del distrito del Mar notificó ayer a nuestro compañero Sr. Serrano Clavero que el fiscal de esta Audiencia ha declarado constitutivos de falta unos versos que con el título “¿Templo?” publicáronse en el periódico Gandía Moderna el 29 de Noviembre del año último.
Pasado mañana se celebrará el oportuno juicio.
Las diligencias las ha venido instruyendo el juzgado de Gandía.
Los versos en cuestión los han reproducido multitud de periódicos y forman parte del libro Rebeldías, sin que el lápiz rojo los haya señalado como denunciables.
Creemos no equivocarnos al suponer que se trata de una mezquina venganza de los jesuitas, cuya oculta garra parece descubrirse en estas diligencias sumariales.
No importa. En la lucha emprendida, los pensadores y los poetas vencerán al intruso, emanciparán la conciencia, harán la luz en esta noche larga del fanatismo embrutecedor.
Si se pagaron o no sanciones por aquel delito, nada se cita más adelante en la prensa. Temas así eran constantes en la vida periodística de los redactores de El Pueblo y otros periódicos. A finales de 1904, Blasco Ibáñez dejaba definitivamente su periódico y el que había sido su director de hecho, Faustino Valentín, accedía al cargo de pleno derecho. En la lista de redactores que ofreció el periódico, aparecía el nombre de Venancio Serrano Clavero.
Durante esta última etapa de Serrano Clavero en El Pueblo, su presencia como representante del periódico en mítines, reuniones políticas, banquetes y otro tipo de eventos fue constante. Venancio era la cara de El Pueblo frente al público. La presencia de varios correligionarios en el concejo municipal valenciano hizo que los altercados con las autoridades disminuyeran, pero es muy posible que las disensiones internas en la redacción pasaran factura a los periodistas, pues el requenense se debatía entre las amistades interiores con Azzati y Valentín, dos caracteres fuertes, líderes por naturaleza.
A principios de 1905, la sombra de una huelga general se cernía sobre Valencia. El Pueblo dio cuenta de las deliberaciones de los obreros, entre los que destacó la voz del poeta requenense:
El Pueblo (Valencia), 11-I-1905
Más que la política, con sus pestilencias y mezquindades, amo la causa obrera, á la que me debo, como hijo del pueblo que soy.
Por eso la pluma es en mis manos lo que la piqueta en las vuestras, y quiero trocar las ligeras cuartillas en bloques apilados para el edificio de nuestra regeneración.
Por eso también me he impuesto voluntariamente la obligación, que hallo sagrada, de ser yo el cronista de vuestro pleito contra la burguesía.
Os hablo en nombre de un periódico que tiene su espíritu en la primera plana, no en la cuarta, donde lo ponen los periódicos que estiman más el anuncio de un trasatlántico que el rugido de dolor del mundo proletario.
Como, obrero, pues, protesto de las leyes inhumanas que nos rigen y protesto del gesto airado que á las demandas obreras ha puesto el primer representante de la autoridad en Valencia…
Hacia finales del verano de 1905, Serrano Clavero dejaba la redacción y marchaba a Barcelona, de la mano de su paisano Julián Pérez Carrasco. Félix Azzati accedía a la dirección de El Pueblo en el mes de noviembre. No es arriesgado pensar que palabras como las que se reproducen hicieran mella en algunas autoridades y fuera necesario poner suficiente distancia para no ir, de nuevo, de cabeza a San Gregorio.
En la ciudad condal, Venancio Serrano iba a pasar por diversos periódicos, asentándose como director del diario republicano El Progreso, fundado y dirigido por Alejandro Lerroux. Colaboraría también con otros periódicos radicales, cuyos nombres lo dicen todo: La Rebeldía, Fructidor[1] o El Descamisado. Siendo redactor de este último se editó su libro Berzas en Vinagre, promovido desde este periódico, que fue el primero en dar la noticia del viaje de Serrano Clavero a la Argentina.
De este viaje queda, sin duda, mucho que investigar. El periódico El Descamisado, daba así la noticia:
El Descamisado (Barcelona), 19-VII-1907
A fines de este mes marcha a Buenos Aires, como redactor del periódico La Argentina, nuestro queridísimo amigo y distinguido compañero Serrano Clavero.
La noticia nos entristece por lo que a la separación respecta, pero nos alegra por el mejoramiento que para nuestro antiguo camarada supone.
Esta información, que El Descamisado ofrecía a la vez que anunciaba la salida del libro de poemas Berzas en Vinagre, parecía indicar, simplemente, que Serrano Clavero buscaba nuevos horizontes que mejoraran su estabilidad económica. Así podría ser y el nacimiento de sus hijos así debía requerirlo. Pero cuando algún tiempo después, la prensa catalana, daba cuenta de su citación judicial, motivos más urgentes surgían de repente:
La Vanguardia (Barcelona), 12-X-1907
Llamamientos judiciales:
El juez de instrucción del distrito de la Universidad cita a Venancio Serrano Clavero.
Así llegamos, por fin, al quid de la cuestión. El periodista comprometido, la pluma que nada callaba, aun a riesgo de entrar entre rejas una vez más, vio las orejas al lobo y tomó medidas. No lo digo yo, lo dijo Serrano Clavero, aunque tardó diez años en hacerlo. En noviembre de 1917 envió esta crónica a su querido diario valenciano, El Pueblo, sincerándose (hasta cierto punto), sobre sus motivaciones, en un artículo que, una vez leído, cambia por completo la idea romántica que la biografía de Bernabeu, con todo el cariño del mundo, nos había dado:
El Pueblo (Valencia), 7-XI-1917
Memorias de un desterrado
Mi salida de España
“Al desvanecerse el humo de la bomba regicida, dos figuras han aparecido á los ojos de la conciencia universal: una, la del anarquista que creyó equivocadamente que con unos granos de dinamita se purificaría el ambiente de la sociedad[2]; otra, la de Nákens[3], trasunto de la rancia hidalguía española, que ampara al perseguido sin cuenta del propio riesgo…”.
Por decir yo esto en un mitin republicano organizado á favor del valiente director de «El Motín» por la juventud radical en un centro de Barcelona, cierto juez quisquilloso avizorando en tal orador un terrible elemento disolvente, dictó auto de prisión contra mi importante persona. Emiliano Iglesias[4] me avisó del peligro, advirtiéndome que me pusiera en salvo inmediatamente, pues la policía vigilaba mi casa y la redacción de «El Progreso».
Recibí la grata nueva en ocasión de estar esperando la salida de un tercer Miura en la plaza Vieja de la ciudad condal. A mi lado estaba Pepe Torruella, alcalde republicano de Port-Bou y fraternal amigo mío, que al enterarse de la tormenta que me amenazaba, me dijo al oído:
-Escabúllete y acude á la estación de Francia sin perder tiempo.
Media hora después salíamos en el tren internacional, ocultos en un coche de primera con las cortinillas echadas.
Torruella concertó rápidamente el plan de salvación.
-Tú sigues en este tren hasta cruzar la frontera. Bajas en Cerbère y aguardas en la estación á alguien que se te presentará, en nombre mío.
Nos dimos un abrazo en Port-Bou, donde quedó mi amigo, y el tren arrancó hacia los Pirineos, que tenían para mí en tales momentos la majestuosidad geológica y la grandeza simbólica de un baluarte levantado por la libertad.
Hice alto en Cerbère, de acuerdo con lo convenido. Sin más equipaje que un puro entre los dientes, me puse a pasear por el amplio vestíbulo, mientras en mi imaginación bailaban una danza loca don Antonio Maura, mi mujer y mis chiquillos.
Al cabo de una hora se me acercó un empleado ferroviario, más catalán que las barras heráldicas, y me preguntó si yo era yo. El se llamaba Camps (no se me olvida).
-Me ha enterado Torruella de lo que pasa. «No tinga pór. Estem en térra d’amics y de libertad. Aném, noy».
Llegamos á la población; donde Camps me presentó á Mr. Julien Cruzel, presidente departamental de la Liga de Derechos del Hombre. Me instalaron en un bonito hotel frente a la bahía, y rodeado de amigos, todos franceses, aguardé una semana. Algunas tardes, atraído por hondos sentimientos, ascendía por los riscosos vericuetos de la cordillera, deteniéndome prudentemente cerca del límite español. Desde allí tendía la mirada, buscando mi nido entre las brumas que cerraban el horizonte.
Torruella me enviaba diariamente periódicos y telegramas. Los lebreles policiales de Ossorio y Gallardo seguían buscando mis huellas. En la estación de Port-Bou se había redoblado la vigilancia. Lerroux, en carta secreta, me recomendaba paciencia hasta ver lo que se decidía.
Confieso que la paciencia se me agotó muy pronto. Yo tenía resuelto mi viaje a Buenos Aires, desde donde me llamaban para formar parte de la redacción de “La Argentina”, en condiciones tentadoras. Los días transcurridos en Cerbère, a pesar del afecto noble que me rodeaba, acabaron por parecerme siglos.
Una mañana llegó un peatón, que había cruzado la frontera para traerme un telegrama y una carta. El telegrama era de mi esposa, dirigido á Torruella, participando que podía yo regresar para embarcar sin peligro en Barcelona. La carta era de Torruella, que aun seguro de la legitimidad del parte, se manifestaba algo escamado.
«Si optas por volver á Barcelona –escribía- convendrá siempre obrar con prudencia. No tomes el tren, porque en ésta estación hay más policías que moscas en un plato de miel. Sigue mi consejo: esta noche á las ocho, botáis una lancha y venís á esta playa, sin luz y sin ruido. Desembarcáis y ya habrá gente amiga que os reciba. Yo os espero en casa de mi hermano y en el primer tren, aún de noche, saldrás para Barcelona si no hay tropiezo».
Mr. Cruzel se mostró contrario á ello.
-¿Y si el telegrama es un ardid de la policía? Lo mejor es que pase usted aquí ocho días más y embarque en Marsella. Yo me encargo de eso.
Rehusé. Estaba deseoso de besar á mis pequeños y arrostrar mi suerte. Fueron inútiles cuantos razonamientos en contra formularon aquellos hijos de Francia. Y aquella misma noche, aprovechando la obscuridad de la playa, empujábamos al mar una barca de las que había varadas en la arena, y nos lanzamos al oleaje, que en las inmediaciones del cabo Creus es imponente y peligroso. Cruzel, previsor, nos dio una orden al partir: ni hablar ni fumar.
La barca avanzaba lentamente, azotada por un oleaje estruendoso, que se estrellaba iracundo en los acantilados próximos. La noche era de prueba. El aire nos ensordecía.
-Es una temeridad- murmuraban mis tres acompañantes.
No sin grandes esfuerzos, dimos vuelta al cabo Creus y descubrimos á lo lejos las luces de Port-Bou. Casi sin mover los remos arribamos á la orilla.
Saltamos silenciosamente y avanzamos en la obscura soledad de la playa. Habríamos andado unos cuarenta pasos, cuando ante nosotros surgió un bulto humano.
-¡Alto! ¿Quién vive?
Hubo un momento de asombro en todos.
-España- contesté.
El bulto se fue acercando. Era un carabinero. El viento sacudía su capote y de su silueta se destacaba la línea vertical del cañón de su fusil.
Detúvose á pocos pasos y preguntó:
-¿De Cerbère?
-Sí- respondió Cruzel.
-¿Viene con ustedes el periodista Serrano Clavero?
Imposible describir el efecto que esta pregunta causó. La idea de una celada policial cruzó por todos los cerebros. Hubo una pausa solemne.
-¿Viene ó no?- insistió el carabinero.
-Sí viene. Soy yo- contesté resueltamente, aceptando el azar.
-Vengan ustedes conmigo.
Los buenos franceses maldecían por lo bajo. Cruzel me recordaba sus advertencias.
Así llegamos hasta un grupo formado por cuatro hombres armados.
-A la orden, mi sargento -dijo nuestro aprehensor saludando militarmente-. Ahí está ese hombre.
Estas palabras acabaron de convencernos de la evidencia del peligro.
Destacóse hacia nosotros un hombre de corta estatura. Era el sargento, y plantándose cerca, dijo con cierto tonillo socarrón:
-¿Quién es de ustedes el señor Serrano Clavero?
-Yo- respondí con firmeza.
-¡Bravo, hombre! ¿Usted es el que quiere con Lerroux traer la República á España.
-Eso no es de su incumbencia, sargento. Usted limítese á cumplir las órdenes que tenga.
-Pues las órdenes que tengo es de llevarlos á ustedes á casa del amigo Torruella, donde nos espera una gran cena hace ya media hora.
También es difícil de pintar el cambio de impresión que experimentamos mis compañeros y yo. Era como salir de Montjuich para entrar en la cocina alegre y patriarcal del hermano.
-Venga un abrazo -decía el sargento, gozando con nuestra sorpresa-. ¡Si yo soy aún de los de Ruiz Zorrilla!…
Dos días después, en un carrillo enclenque mal cubierto con un toldo de arpillera, vehículo digno del cuadro de la Gironda, iba dando tumbos hacia la Barceloneta el abajo suscripto, acoplado entre unos costales de patatas y conducido por un borriquillo centenario, de sangrantes mataduras y tardo paso, más propio para llevar un gitano á la horca que un hijo de las musas al puerto de la esperanza.
No os riáis; pero declaro que yo, que he olvidado en América muchas malas personas, no he podido olvidar aquel flaco borriquillo que arrastró mi baúl de ropa y mi mundo de ensueños en aquella mi triste y postrera tarde de España.
V. SERRANO CLAVERO.
Buenos, Aires, Septiembre 1917.
Confieso que descubrir este artículo fue como ver abierto el cielo después de una mañana de densa niebla. Al fin, aquella noticia que veíamos en la prensa catalana, reclamando judicialmente al poeta dos meses después de su salida de España, se tornaba lógica y encajaba en la historia del literato requenense con sus propias palabras.
Se explican también así las palabras que su antiguo amigo y ahora director de El Pueblo, Félix Azzati, le dedicó en su diario nada más tomar tierra Serrano Clavero:
El Pueblo (Valencia), 6-XII-1923
Anoche recibimos del exquisito rimador un telegrama transmitido desde el puerto de Vigo que dice así:
Félix Azzati. EL PUEBLO.- «Al pisar la tierra patria después de tan larga ausencia, dedico mi primer saludo a mi Valencia querida y a mi diario inolvidable.- Serrano Clavero».
Este despacho ha resucitado en nosotros, que junto al literato ilustre pasamos muchas jornadas de labor en la casa solariega de EL PUEBLO, viejos recuerdos palpitantes de pasión. En los días duros de cruentas luchas teníamos entre nosotros la valiosísima pluma del hermano que vuelve, no para quedarse entre nosotros, como desearíamos, sino para abandonarnos en plazo corto que aunque fuera largo parecerá corto a los que sentíamos grandísimos afectos por el poeta estimado.
Como dijimos, Serrano Clavero llega a España para solicitar se conceda un amplio indulto a los prófugos y desertores residentes en la Argentina. Que los nobles y elevados sentimientos de piedad de que es mensajero nuestro antiguo camarada, logren la satisfacción que merece su piadoso propósito.
El 26 de diciembre de 1923, tres meses después del comienzo de la larga dictadura del general Primo de Rivera, el rey Alfonso XIII recibía en audiencia, en el Palacio Real de Madrid, a Venancio Serrano Clavero, el periodista de profundas ideas republicanas, quien con el mayor de los respetos expuso a su majestad la solicitud de indulto a que se refería Azzati, así como su intención de viajar a Melilla y depositar una corona ante la tumba de los soldados caídos en Monte Arruit. En ese mismo acto, el poeta requenense solicitó al rey una nueva bandera que sustituyera a la que Isabel II había regalado a la ciudad por su heroicidad de 1836, y el rey así lo hizo. Es la bandera que actualmente se procesiona cívicamente en Requena.
Pocos días después ponía pie en Requena, recibido por una muchedumbre de paisanos con el alcalde, la corporación municipal y la banda de música. En las siguientes semanas sería agasajado también en Valencia y otras ciudades, con gran despliegue de noticias en la prensa. Así regresaba a España, en olor de multitudes, quien tuvo que salir “por piernas” hacia la que fue su segunda patria, Argentina, a la que nunca volvería.
BIBLIOGRAFÍA
BERNABEU LÓPEZ, Rafael. Serrano Clavero, cantor de la raza. Rosal de España. Requena, Centro de Estudios Requenenses, 1986.
LEÓN ROCA, José Luis. Vicente Blasco Ibáñez. Valencia, Ajuntament de Valencia, 2002.
PÉREZ PUCHE, Francisco: El convento de San Gregorio y el recuerdo de Blasco Ibáñez, https://fppuche.wordpress.com/2013/01/30/el-convento-de-san-gregorio-y-el-recuerdo-de-blasco-ibanez/ (Consulta 26-VII-2020).
Prensa digitalizada en la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura y Deporte.
Fructidor es el nombre del duodécimo y último mes del calendario republicano francés en la época de la revolución (siglo XVIII). ↑
Se refiere Serrano Clavero en este artículo al atentado cometido por el militante anarquista Mateo Morral Roca, contra el rey Alfonso XIII y su esposa, Victoria Eugenia, el 31 de mayo de 1906, durante la boda real. ↑
José Nakens Pérez (Sevilla, 1841 – Madrid, 1926). Periodista y activista republicano y anticlerical español (Wikipedia, consulta 21-VIII-2020). ↑
Emiliano Iglesias Ambrosio (Puenteareas, 1878 – Madrid, 1941). Político español. Con Alejandro Lerroux fundó en Barcelona el Partido Radical, del que fue destacado dirigente. Desde 1906 dirigió El Progreso, portavoz del radicalismo. Desde esta publicación defendió a Francisco Ferrer Guardia cuando fue implicado en el atentado de Mateo Morral contra Alfonso XIII y atacó a Solidaridad Catalana. También fue presidente del Ateneo de Concentración Republicana Radical del VI Distrito de Barcelona. Cuando Lerroux marchó al exilio en Argentina en 1908, se convirtió en el líder del Partido Radical en el interior (Wikipedia, consulta 21-VIII-2020). ↑