
Materia: LITERATURA
Época: Requena, 01/04/1870 – Valencia, 15/04/1926
Referencias: POESÍA, PERIODISMO, TEATRO, LITERATURA, ZARZUELA
Obra: Poemas, Artículos periodísticos, Teatro, Libretos de zarzuela y revista, Letras para Mayos y otras rondallas, Letras para música religiosa, Cine mudo, etc.
Títulos Principales:
Cañas y Barro (Libreto de Zarzuela sobre Blasco Ibáñez con música de Mariano Pérez Sánchez, 1909 y 1924)
Docena de Fraile (libro de poemas, 1897)
Jarrón de Flores (libro de poemas, 1900)
El Suspiro del Moro (Libreto de Zarzuela con música de José Padilla, 1914)
Rosal de España (libro de poemas, 1925)
Sangre y Oro (libro de poemas, 1914)
Bibliografía:
BERNABEU LÓPEZ, Rafael, Serrano Clavero, Cantor de la Raza, Requena, Ayuntamiento, Centro de Estudios Requenenses, 1986.
“El Archivo de Venancio Serrano Clavero”, Oleana, nº 10, Requena, Centro de Estudios Requenenses, 1995, pp. 95-134.
Otros Datos:
Archivo Municipal de Requena; Prensa Histórica de Requena; etc.
Notas Biográficas:
Francisco Venancio Serrano Clavero nace en Requena el 1 de Abril de 1870, hijo de un modesto barbero, Simón Serrano, por lo que en su juventud será denominado como el “barberillo poeta”.
Su maestro, Don Telesforo López Burgos, gran pedagogo adelantado a su tiempo, ejerce sobre Venancio una profunda influencia que marca su futuro. Años después, el poeta escribía desde Argentina: “Si algún día volviera yo a Requena, imitando a los peregrinos de los Santos Lugares, iría a depositar un beso en el umbral de la escuela de Don Telesforo”. Promesa que nos dicen que cumplió.
La economía familiar no da para bachilleratos, pero él es un lector apasionado que devora todo libro que cae en sus manos. Por suerte, en su misma calle, la viuda del diputado José Trinidad Herrero pone a su disposición la enorme biblioteca familiar y su hijo, el poeta Herrero (que dio nombre después a aquella calle) le orienta en cuanto a los títulos más apropiados. Con catorce años recita a los grandes poetas del XIX y comienza a escribir sus primeros versos.
Son años de muchos cambios políticos, de caciques y politiquillos locales, del surgimiento de una larga tradición de prensa local, siempre a lomos de la política. Nos cuenta Bernabeu que “todas las facciones políticas habidas y por haber, tenían su representación en esta ilustre y atormentada ciudad”.
Entre los que más destacan por su efervescencia está el Círculo Republicano Federal, que además de política, organiza teatro, recitales poéticos y veladas musicales. Allí comienza Venancio a destacar como orador y vate.
Pronto pasa de la navaja de afeitar a la oficina del ayuntamiento, aunque por poco tiempo, pues los cambios políticos son continuos y los “suyos” no duran mucho en el concejo. A finales de siglo surgen varios periódicos: El Eco de la Región (1894), El Somatén (1899), El Baluarte (1900)… en los que Serrano Clavero se inicia como periodista. Incluso durante 1899 dirige su propia publicación: Cleto, efímero periódico en el que él mismo se lo guisa todo, desde la política local hasta la biografía de ilustres requenenses, no olvidando incluir algunos de sus poemas. En todos ellos su pluma es ácida y mordaz, luchando contra el caciquismo, la corrupción, la ignorancia y la ambición de nuestros ediles, lo que le granjea el aplauso de unos y la animadversión de muchos otros.
Durante estos últimos años del XIX publica sus primeros libros de poemas (Docena de Fraile, Jarrón de Flores…) y comienza una larga colaboración literaria con su gran amigo, el compositor Mariano Pérez Sánchez. Juntos harán mayos, gozos a nuestros patrones, zarzuelas y canciones para el orfeón. Una de aquellas zarzuelas marca época y su letra será recordada y su música cantada durante los años venideros. Se trata de una sátira social sobre el estado lamentable de Requena y su economía: “Requena por dentro o El sueño de un desdichado” (1894), emulando el estilo de La Gran Vía; se ha conservado el libreto pero, lamentablemente, no la música, con un pareado convertido en dicho popular:
¡Buena está Requena!
¡Buena! ¡¡Buena!! ¡¡¡Buena!!!
También, para el teatro, escribe diversos monólogos en verso, en su mayor parte satíricos. Una obrita corta merece destacarse, el “apropósito” (género breve destinado a un actor o actriz concretos” El Prospecto, es estrenado en el Teatro Romea de Requena por la insigne actriz Amparo Guillén, una de las más grandes actrices de su época junto a María Guerrero. Es el 20 de mayo de 1900.
Sus artículos comienzan a salir de las páginas locales. Publicaciones como Bellas Artes, de Valencia, El Heraldo Literario, de Madrid, Las Provincias, de Valencia, etc., le hacen hueco en sus páginas. El 5 de julio de 1903 recita sus versos en Valencia, en el homenaje al gran poeta, periodista y patriarca de las letras valencianas Teodoro Llorente Olivares. Ese mismo año publica en Valencia un nuevo libro poético: Rebeldías, veinticinco poemas que la crítica tilda de “revolucionarias”; y más tarde el poema Venganza (1905).
Requena se le ha quedado pequeña. Da el salto a Madrid, pero no debe irle muy bien, pues pronto está en Barcelona y de vuelta en Valencia, donde entra en la redacción de El Pueblo, a las órdenes de Vicente Blasco Ibáñez, con quien le unirá una amistad de por vida.
Tal vez influenciado por Blasco, que ha viajado por tierras sudamericanas y comprado fincas en Argentina, tras una breve estancia en el Midí francés, donde residen algunos amigos requenenses dedicados al comercio vinícola, en agosto de 1907 embarca en Barcelona para la Argentina. Tres meses después se le unirán su esposa y los dos hijos mayores.
Este cambio supone también una ruptura estilística. Su producción literaria, hasta entonces desigual, pesimista e irónica, política y satírica, va a virar hacia derroteros líricos deslumbrantes, llenos de nobles ideales.
Al poco de llegar a Buenos Aires comienza a trabajar en el diario La Argentina como cronista teatral. Sus brillantes crónicas le abren las puertas de El Diario Español, portavoz de la colonia española. Ese patriotismo lleno de añoranzas que da la lejanía será su motor vital, su arma secreta. Sus lectores serán los emigrantes españoles que le colmarán de cariño y admiración.
Además, colabora en revistas como La Antorcha, Mundo Argentino, Caras y Caretas, etc. En esta última publica algunos de sus recuerdos requenenses.
Su laboriosidad es inagotable. Además de la prensa, representa a artistas, escribe para el teatro y hasta dirige una película (El Conde Orsini, 1917). Estrena la primera versión de la zarzuela Cañas y Barro (1909), que años más tarde musicará de nuevo su amigo Pérez Sánchez. Y comienza una fructífera relación artística con dos eminencias de la escena: el actor Narciso Ibáñez Menta “Narcisín” y el compositor español José Padilla. Publica también un nuevo libro de versos: Sangre y Oro (Tucumán, 1914), cuyo éxito le dará dos reediciones (1918 y 1921). Es llamado como orador en los círculos regionales de emigrantes españoles, en fiestas típicas y en toda suerte de actos patrióticos donde sus versos brillantes y su elocuente oratoria enardecen a los asistentes. Todo ello le vale un nuevo título popular: “Cantor de la Raza” y mientras en Argentina es cada vez más famoso, en España sigue siendo un desconocido.
La cruenta guerra de África de 1921, con el episodio del “Desastre de Annual” y la matanza de soldados que fue el asedio al Monte Arruit, supone un drástico cambio en la política colonial española. Tal es el calado de aquella masacre que desde todos los países hispanos llegan testimonios de dolor.
El Diario Español de Buenos Aires, del que Serrano Clavero es ya redactor-jefe, promueve la ofrenda de una corona de laurel ante la tumba de los héroes de Monte Arruit, designando al poeta requenense como portador de la misma.
Tras desembarcar en Lisboa cinco días antes, el 2 de enero de 1924, Serrano Clavero visita en Madrid al rey Alfonso XIII, quien le entrega una bandera española para depositarla también en Monte Arruit. El 5 de enero, tras dieciséis años de ausencia, se apea del tren en Requena, donde todo el pueblo le espera, con autoridades y banda de música al frente. En el ayuntamiento, el poeta recibe el título de Hijo Predilecto de la ciudad y más tarde se inaugura el rótulo de la calle que hoy lleva su nombre. Autoridades de Requena, San Antonio y Valencia, asociaciones culturales y ateneos, todos se disputan el honor de agasajar al hijo pródigo. Semanas después, Venancio cumple su misión en Marruecos, ante las tropas formadas al mando del comandante general de Melilla.
A estos actos siguen recitales en Andalucía y Levante, la publicación de su libro “Rosal de España” (Valencia, 1925). Decidido a permanecer algún tiempo en la patria, se instala en Valencia, colaborando con El Mercantil Valenciano (hoy Levante), estrenando diversas obras teatrales, en especial la zarzuela “Cañas y Barro” con su amigo Mariano Pérez Sánchez y otras revistas y comedias musicales con José Padilla, en Madrid y otras capitales.
Con el comienzo del año 1926 cae enfermo y es ingresado en un sanatorio. Se restablece y realiza un viaje de trabajo a Madrid para preparar su vuelta a Buenos Aires. Pero regresa a Valencia con fuerte gripe y es ingresado en la Clínica de La Salud. Fallece el 15 de abril, con cincuenta y seis años, rodeado de sus amigos pero lejos de la familia. Tres días después es enterrado en Requena.
Como el Cid, aún triunfa después de muerto. Su último poema, Flor de Olvido, se publica en Requena gracias al periódico La Voz de Requena y en octubre se estrena, en el Teatro Principal de Valencia, su poema de juventud, Venganza de Amor, en forma de zarzuela, con música de José Manuel Izquierdo.
Hoy, su poesía fervorosa y patriótica no está ya de moda. Pasa igual con su teatro y su prosa periodística. Sin embargo, debemos quedarnos con su capacidad vital para trascender sus humildes orígenes y abarcar con éxito los más diversos aspectos de la literatura: poesía, prosa, periodismo, teatro, canción… Su afán de superación y la trascendencia de su recuerdo pueden ser un acicate para los afanes de una juventud actual que busca su norte.
Os dejo un poema representativo de su obra.
EL RETORNO A LA PATRIA (1924)
Ya, tras la mancha azul del oleaje,
que finge inmensa y movediza alfombra,
como una eucaristía de esperanza,
surge del mar la suspirada costa.
¡España! ¡Allí está España! Por los ojos
parece que el espíritu se asoma,
y el corazón hacia ella se levanta,
y las rodillas, con unción, se doblan.
Allí está España, cuna de hidalguía,
la desposada eterna de la gloría,
aparcera del sol, madre de mundos,
guerrera, pasional y educadora.
Allí está España, la bendita tierra
donde el nacer es honra,
porque el don de la vida se recibe
con regios privilegios de la Historia;
¡que, a través de los siglos y las razas,
en la sangre española
se conservan el hierro y el coraje
con que hollaron el mundo a la redonda
los valientes cachorros que Castilla
amamantó a sus ubres de leona!
Suspenso el corazón, turbios los ojos,
miro España surgir entre las olas,
como si Dios, con su potente mano,
mostrase la diadema de un diosa.
España es, para mí, cofre de sándalo,
donde mi alma guardó sus ricas joyas:
los sueños irisados de la infancia,
el casto amor de la primera novia,
los tempranos laureles de poeta,
las juveniles ansias redentoras,
la cuna angelical del primer hijo
y de mis viejos la callada fosa…
Por eso, cuando el buque enfila el puerto
como atraído por la tierra próxima,
mis labios balbucean: ¡Madre mía!
mientras el llanto de mis ojos brota.
Y me arrodillo, místico, ante España,
y me parece su extendida costa
unos brazos abiertos que me esperan
y una madre feliz que me perdona.
(Resumido del libro “Serrano Clavero, Cantor de la Raza”, de Rafael Bernabeu)