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SERRANO CLAVERO Y JOSÉ PADILLA: AMIGOS Y COLABORADORES EN BUENOS AIRES

  • Por Marcial García Ballesteros
  • 01/07/2017
  • Ilustres
Venancio Serrano Clavero y José Padilla Sánchez (Buenos Aires, entre 1914 y 1919)[1]

Si a los jóvenes que leéis estas colaboraciones en Crónicas Históricas de Requena os hablo de canciones como El Relicario, La Violetera o Estudiantina Portuguesa, me pondréis cara de “¿qué dice este hombre?”. Pero si sois asiduos a las Fallas de Valencia, de Utiel o, sin ir más lejos, habéis sido damas o comisionados de la Fiesta de la Vendimia, y os canto las primeras notas del pasodoble Valencia, esas que dicen: “Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor”, aunque no conozcáis al autor de su música, seguro que podéis seguir cantando conmigo esa canción.

Valencia, marcha de “La Bien Amada”, cantada por Tito Schipa, h. 1944 (BNE: Biblioteca Digital Hispánica)

Dicen que el Concierto de Aranjuez, de Rodrigo, es la obra de música clásica española más conocida en el mundo. Pues yo os digo que Valencia, de Padilla, es el pasodoble más conocido y tocado del mundo entero, más que Paquito el Chocolatero.

Sin embargo, esa canción no es una pieza suelta. Forma parte, con otra letra, de la zarzuela La Bien Amada, estrenada en el Teatro Tívoli, de Barcelona, el 15 de octubre de 1924.

Pero no hablaremos aquí de Valencia, ni haremos una biografía de José Padilla (Almería, 23-V-1889 / Madrid, 25-X-1960). Tan solo, y apoyándonos en la sempiterna Wikipedia[2], diremos que Valencia es el tema que más derechos de autor a dado a su autor y a sus descendientes[3]. Diremos, además, que su música, bien compuesta por él o bien utilizada por arreglistas, se ha utilizado en más de 300 películas, entre ellas algunas de Ridley Scott o Woody Allen; que han cantado piezas suyas estrellas de la talla de Barbra Streisand, Maurice Chevalier o Sara Montiel y que el conjunto de su obra fue declarado de “Interés Internacional” por la UNESCO en 1989.

Hablaremos aquí de su relación con el poeta requenense Venancio Serrano Clavero, cuyas amistades y colaboraciones no dejan de sorprendernos.

Serrano Clavero se lanzó a la aventura americana en 1907, con treinta y siete años, recalando en Buenos Aires y consiguiendo allí fama y fortuna, algo más de lo primero que de lo último.

Siete años más tarde, en 1914, otro español, diecinueve años más joven, llegaba también a Buenos Aires, con veinticinco años. José Padilla, quien ya había estrenado una quincena de zarzuelas en España (El centurión, Madrid, 1908; El decir de la gente, Madrid, 1909; El príncipe celoso, 1912; etc.) entre 1906 y 1913, en solitario o colaborando con conocidos compositores del género.

La Correspondencia de España (Madrid), 10-III-1914

Úrsula López á América

En el vapor Infanta Isabel, que sale de Valencia el día 12 con rumbo á Buenos Aires, marcha para aquella República la notable compañía de opereta y zarzuela de que es empresario D. Luis Bellido.

El personal artístico es muy numeroso, figurando en él los siguientes artistas:

Primera tiple, Úrsula López, artista ya conocida de nuestro público por sus brillantes campañas en los teatros de la Zarzuela y Lírico de Madrid.

[lista detallada de la compañía]

Maestros directores y concertadores: Julio Cristóbal y José Padilla.

El repertorio es muy extenso, y en él figuran las obras de más éxito, para las que se han pintado hermosas decoraciones y se ha construido un lujoso vestuario, que asciende á muchos miles de duros.

La compañía hará su debut á mediados de abril en el teatro de la Avenida, de la capital argentina.

Como ya le sucediera a Venancio, Pepe se integró sin problemas en esta nueva ciudad (Montero, 1990, p. 51-53):

“Buenos Aires es semejante a un flechazo sentimental. Es una ciudad cosmopolita, de una personal elegancia en la que se mezclan la raíz, el carácter argentino recreado, envuelto, en refinamientos europeos. Era fácil y bonito vivir en Buenos Aires, estaba lleno de teatros, de restaurantes de todos los estilos y de todos los precios, de cabarets, de buenos hoteles y de pequeñas pensiones limpias y económicas. Había una intensa vida nocturna que cautivó a Padilla, los cafés y los bares no se cerraban hasta la madrugada y en la calle Corrientes los quioscos de periódicos, los cafés y algunos restaurantes estaban abiertos toda la noche.

Se integró rápidamente en la ciudad americana. Nunca se encontró extraño. El hablar dulce, las buenas maneras, la imperturbable corrección en el trato, desde el sencillo trabajador al hombre rico, iban muy bien con su carácter. Vive en una pequeña pensión cuya dueña le cuida con mimo maternal desde que una mañana le pregunta: “¿Cuál es su flor preferida?”, para, ese mismo día, traerle un ramo de esas rosas amarillas que le gustan…

… el joven músico decide quedarse en Buenos Aires y pasa a trabajar como director de orquesta en el teatro de la Comedia. En el coliseo bonaerense actúan la tiple Lola Membrives, lejos aún de convertirse en la gran actriz dramática, el barítono Juan Reforzo y los actores Miguel Ligero y Leoncito…

… En el teatro de la Comedia, además de dirigir música de otros autores, por ejemplo de Penella, del que ya había dirigido en el teatro Martín de Madrid su “Corpus Christi”, estrena sus primeras obras creadas en Argentina, “La galleguita” y “El altar”, con libreto de Fernández Mato. Inicia una inolvidable amistad con el poeta Serrano Clavero y de esa amistad nace una primera colaboración, “Adiós a Granada”.

Teatro de la Comedia de Buenos Aires, derruido en 1936 (antigua postal)

Serrano Clavero se movía como pez en el agua en los ambientes teatrales y se acercaba de inmediato a saludar a los amigos españoles de antaño o a conocer a nuevos artistas que hacían “las Américas” en periódicas tournées.  El carácter jovial, extrovertido, de ambos “gallegos”[4], era propicio para la colaboración. Desde que hiciera sus primeros libretos para Pérez Sánchez, en su Requena natal, Venancio había madurado y aprendido mucho de teatro y nadie tenía que enseñarle nada de zarzuela. Desde su llegada a Argentina eran ya varias las zarzuelas a las que había puesto letra, sobresaliendo Cañas y Barro, estrenada en 1909. Era inevitable la colaboración.

Su sobrina-nieta y biógrafa, Eugenia Montero Padilla, dice que Adiós a Granada  fue la primera colaboración Serrano-Padilla y la data, de forma ambigua, entre 1914 y 1915. Hasta hoy no hemos podido localizar más referencias a esta obra, ni en las biografías de uno u otro autor ni en el Fondo Serrano Clavero, del Archivo Municipal de Requena.

Sí tenemos datos de otra zarzuela en colaboración, estrenada ese mismo año de 1914 en el Teatro de la Comedia de Buenos Aires. Se trata de El suspiro del moro, zarzuela dramática en un acto y tres cuadros, basada en un relato de Emilio Castelar y puesta en escena el 24 de diciembre, Nochebuena.

Portada del Libreto impreso de «El Suspiro del Moro» (1914)

De hecho, no puedo menos que elucubrar aquí sobre una posibilidad que no me parece aventurada: la leyenda de El suspiro del moro se basa en la historia del último rey de Granada, Boabdil, tratada en literatura muy a menudo[5], por lo que bien pudiera ser ese “Adiós a Granada” el recuerdo de unos versos que el derrocado rey recita en el cuadro tercero de El suspiro del moro, y no una obra aparte:

El suspiro del moro (Cuadro III, Escena IV)

Boabdil:
¡Granada, florida cuna!
Rey vencido y sin fortuna,
Del olvido voy en pos.
Llora por la media luna.
¡Hermosa Granada, adiós!

En la relación de obras de la biografía aparecen ambas obras, que parecen tocar el mismo tema y haber sido estrenadas el mismo año en la misma ciudad. Es un tema recurrente que incluso da pie a otra zarzuela con el mismo título, con música de Pablo Luna Carné y Eduardo Fuentes Parra, y libreto de Juan López Muñoz y Antonio López Monís, estrenada en el Teatro Martín, de Madrid, el 28 de diciembre de 1919. También hemos localizado una canción así titulada, El Suspiro del Moro, editada en 1902 por la Sociedad de Autores, con letra de Miguel Ramos Carrión y música de Ruperto Chapí.

Padilla era un viajero impenitente en aquellos años, lo que en Requena diríamos “culo de mal asiento”. En 1915 volvía a España. Primero a Barcelona, donde compondría canciones tan famosas como El Relicario o La Violetera. Después a Madrid, donde se haría cargo de la dirección orquestal en la compañía de zarzuelas de Ramón Latorre, primero en el teatro Álvarez Quintero y después en el Barbieri. En la primavera de 1916 ya estaba de nuevo rumbo a Buenos Aires, donde estrenaría otras zarzuelas y en octubre de nuevo en Madrid, donde estrenaría otras varias antes de finalizar el año y continuaría estrenando y dirigiendo hasta el otoño de 1919 en que, ya consagrado como autor en España, regresaba a Buenos Aires. Allí le esperaba Serrano Clavero con un nuevo proyecto.

Narciso Ibáñez Menta «Narcisín», hacia 1919 (archivo Graciela Beatriz Restelli)

En agosto de 1919 había llegado a Buenos Aires la compañía lírica española de la familia Ibáñez-Menta: Narciso Ibáñez Cotanda (actor murciano) y Consuelo Meta Agreda (soprano guipuzcoana), contratados por el empresario del Teatro de la Comedia. Con ellos viajaba, y actuaba, su hijo de siete años Narciso Ibáñez Menta, de nombre artístico “Narcisín”[6]. El niño tenía tablas naturales para el teatro y venía haciendo papeles en las actuaciones de sus padres por España, Portugal, Marruecos… Al empresario, que al parecer había puesto pegas al pago del pasaje del niño, le asombró tanto aquel chiquillo que insistió en que fuera parte principal de las actuaciones, debutando en La Comedia con un papel en la obra “Los Granujas”, de Carlos Arniches. Según su biógrafa, Graciela Beatriz Restelli, a partir de entonces, Narcisín fue el sustento de la familia y el sostén de la compañía, siendo aclamada su labor por público y crítica.

De inmediato se pensó en escribir papeles para su lucimiento y el primer libreto estuvo a cargo de Venancio Serrano Clavero y otro recién regresado a Buenos Aires, José Padilla, como compositor.

Libreto de la revista «El Príncipe Cañamón», 1919 (Archivo Municipal de Requena)

El Príncipe Cañamón, revista en un acto y cinco cuadros, subtitulada como “viaje pintoresco a España”, se estrenó en el Teatro de la Comedia bonaerense, el 16 de diciembre de 1919. Narcisín tenía siete años y en la revista, además de sus padres, actuaba, entre otros, un joven galán de veintinueve años llamado Miguel Ligero, que con los años sería uno de los más famosos actores cómicos españoles de teatro, revista y cine[7].

Los cuadros pintorescos de El Príncipe Cañamón llevaban estos títulos: 1º) El palacio de Roncalia; 2º) Mapa de España; 3º) Los Altos Hornos de Bilbao; 4º) Tierras de Castilla; y 5º) La España de la alegría. La obra se mantuvo en cartel, acompañada de otros títulos escritos por Padilla con diferentes libretistas y con el mismo y pequeño gran protagonista: Narciso Ibáñez Menta “Narcisín”. Una vez más, como en el caso de Carlos Gardel, Serrano Clavero estaba presente en los inicios de la fulgurante carrera de otro gran artista.

No conocemos más colaboraciones entre Padilla y Serrano Clavero, aunque sí hemos de mencionar un proyecto que quedó tan solo en eso. En el Archivo Municipal se conserva el libreto de una zarzuela escrita por Venancio y titulada El arte de cazar hembras. Este libreto lleva escritos y tachados el año 1910 y el nombre del compositor: José Padilla. Pienso que el poeta tenía ya escrito este libreto cuando conoció a Padilla y había pensado en él. Desconocemos si ambos se conocieron en Argentina, en 1914, o pudieron tener su primer encuentro en Barcelona, hacia 1906-1907, antes de que Serrano se lanzara a la aventura americana. El hecho es que este libreto tiene tachados estos datos y superpuestos otros: el año 1920 y el compositor requenense Mariano Pérez Sánchez, que fue quien, en efecto, puso música a esta zarzuela, compuesta después de Cañas y Barro y cuyo material, original y completo, sigue en el archivo del músico, pendiente de estreno, en 2017.

Portada del Libreto manuscrito de «El arte de cazar hembras» (Archivo Municipal de Requena)

Aunque no es probable, según las biografías y los datos consultados, que hubiera más colaboraciones artísticas, si queda que contar como El Príncipe Cañamón llegó a España, de la mano de un Narcisín de diecisiete años, a finales de 1923, con Serrano Clavero ya de vuelta en su patria. La premiere española de la obra fue, como quien dice nada más bajar del barco, en el Teatro Tamberlick, de Vigo:

La Correspondencia de España (Madrid), 30-XII-1923

La Tournée de Narcisín

Ha debutado con éxito grandísimo en el Tamberlick de Vigo la compañía hispano-argentina de Narcisín, que en este teatro hará la temporada de Pascuas hasta Reyes.

La empresa Fraga ha ampliado el contrato al notabilísimo artista hasta el 13 de abril. Después actuará en Andalucía, donde debutará el Sábado de Gloria, regresando más tarde a Madrid…

Los últimos estrenos que la compañía Narcisín anuncia son estos: “¡Meu fillo!”, la revista de gran espectáculo “El Príncipe Cañamón”, una obra de Dicenta y Paso (hijo)…

El debut en Madrid se retrasó más de un año. En algunos lugares incluso tuvieron problemas legales para poder actuar, pues Narciso Ibáñez Menta era un niño, no lo olvidemos, de tan solo doce años. Los éxitos en provincias (Valladolid, Bilbao, Cádiz, Barcelona, etc.) se sucedían y antes de llegar a la corte pasarían por la tierra del poeta. La compañía llevaba varias obras escritas ex profeso para el niño, pero el título estrella, en todas partes, era la revista de Padilla y Serrano Clavero.

Una anécdota curiosa, al respecto de El Príncipe Cañamón, se produjo en Bilbao a los pocos meses de la llegada de la compañía y merece la pena transcribirse porque la reflejó la prensa valenciana:

El Pueblo (Valencia), 6-III-1924

Danzas y vestidos peligrosos

Bilbao.- El gobernador ha prohibido a los jóvenes vascos bailen el “aurresku”, y que vistan los colores separatistas, obligándoles a que supriman la faja verde en combinación con las boinas rojas y el traje blanco.

Parece ha sido la causa de esta prohibición, la representación de una revista teatral titulada “El Príncipe Cañamón”.

La presentación de Narcisín en Valencia tuvo lugar en la primavera de 1925, después del estreno de la zarzuela Cañas y Barro. El estreno valenciano de El Príncipe Cañamón, en el Teatro Apolo, fue el 20 de febrero, con la presencia del libretista, Serrano Clavero:

La Correspondencia de Valencia, 21-II-1925

Cómicos y Danzantes – Apolo – El Príncipe Cañamón

Nada, nada, que los simpáticos hermanos Salvador siguen gozando de la benevolencia de los “Hados”.

Díganlo, si no, los dos entradones que hubo ayer en Apolo, donde Narcisín, el simpático artista, ha dicho: “¡Aquí estoy!”, y el público ha contestado: “¡Pues allá voy!”

Ayer nos ofreció la compañía de Narciso Ibáñez el estreno de una revista de nuestro paisano el ilustre vate Venancio Serrano Clavero, musicada por el maestro Padilla, que se titula “El Príncipe Cañamón”.

Es un acierto del antiguo compañero en la prensa valenciana. El público aplaudió desde el primer momento las escenas inspiradas del libro. Gustaron todos los cuadros, especialmente el dedicado a nuestra hermosa ciudad, pues se estrenó decorado nuevo y hubo bailes, jotas y albaes.

El nombre de Serrano Clavero fue proclamado entre aplausos al terminar todos los cuadros.

De la interpretación, solo diremos que el peso de la obra va a parar al saladísimo joven Narcisín, que canta, baila y dice admirablemente, y escuchó por ello ovaciones a granel.

Formó época la que resonó en la sala al terminar la bella composición de Clavero “A la huerta valenciana”, dicha con pasión, que logró conmover al público, y Narcisín tuvo que saludar un sinfín de veces.

Autor e intérprete, al finalizar la obra, tuvieron que dirigir la palabra al público, y lo hicieron en forma que renováronse las demostraciones de entusiasmo.

Tras cinco semanas en Valencia, el 10 de marzo se despedía la compañía de Narcisín, que puso rumbo a Andalucía (Granada, Málaga, etc.) y por fin nos cuenta la prensa madrileña que el pequeño actor se presentó en la capital del reino el 11 de septiembre de 1925, en el Teatro del Centro, con la revista de Serrano Clavero y Padilla El Príncipe Cañamón. Las representaciones se sucedieron durante casi un mes.

Revista Blanco y Negro: Estreno de «El Príncipe Cañamón» en el Teatro del Centro (Madrid), 11-IX-1925

No sabemos si tras aquella estancia de 1919 y el estreno de El Príncipe Cañamón en Buenos Aires, Serrano Clavero y Padilla volverían a colaborar o, al menos, a tener contacto. Lo cierto es que mientras Serrano Clavero vuelve a su Requena natal y recorre Valencia, Melilla y otros lugares de España en su misión periodística, Padilla estrena en Barcelona, ese mismo 1924, su zarzuela La Bien Amada, que si bien como obra escénica no tuvo mucha repercusión (solo cuarenta representaciones), la canción Valencia, con la letra que ahora conocemos, le reportaría ingresos millonarios. Venancio moría en abril de 1926 y Padilla vivió hasta 1960, con muchos otros éxitos.

Esta ha sido la crónica de las colaboraciones casi fugaces, pero exitosas, de dos artistas españoles emigrantes en Argentina, entre 1914 y 1919, mientras Europa se debatía en una guerra mundial que, por fortuna, no llegó a España.

Portada de un Chotis de «El Príncipe Cañamón», editado para voz y piano

BIBLIOGRAFÍA:

–     BERNABEU LÓPEZ, Rafael, Serrano Clavero, Cantor de la Raza, Requena, Ayuntamiento, Centro de Estudios Requenenses, 1986.

–     CASARES RODICIO, Emilio (dir./coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999.

–     CASARES RODICIO, Emilio (coord./dir.), Diccionario de la zarzuela, España e Hispanoamérica, 2 tomos, 2ª ed., Madrid, Instituto Complutense de Ciencias Musicales, 2006.

–     “El Archivo de Venancio Serrano Clavero”, en Oleana, nº 10, Requena, Centro de Estudios Requenenses, 1995, pp. 95-134.

–     MONTERO PADILLA, Eugenia, José Padilla, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1990.


[1]     Original en el Archivo Municipal de Requena (Fondo Venancio Serrano Clavero).

[2]       (Consultado 26/junio/2017).

[3]     Solo en la capital valenciana, en los tres días de fallas, lo interpretan más de quinientas bandas de música varias veces al día.

[4]     Así llamaban los argentinos a todos los españoles.

[5]     Por ejemplo en la versión del literato y político Emilio Castelar, quien bajo el título de “El Suspiro del Moro”, publica dos volúmenes de leyendas, tradiciones e historias referentes a la conquista de Granada. Algún autor comenta que fue esta la versión que inspiró el libreto de Serrano Clavero.

[6]     Según el propio Ibáñez Menta, desde los tres años ya salía al escenario y tenía papelitos, gracias a su salero y desparpajo.

[7]     Protagonizó, entre otras, “La hermana San Sulpicio”, de Florián Rey (1934), junto a Imperio Argentina, con la que rodaría también la graciosísima “Nobleza baturra” (1935).

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