Un 18 de noviembre de 1805 se hizo constar en las actas del ayuntamiento de Requena:
“Se hizo presente que en bien notorio los gravísimos daños y perjuicios que ha originado el terrible nublado que en la noche del dieciséis de los corrientes se experimentó inundando varios barrios de esta población con desgracias a personas, inutilizando las acequias por donde corren las aguas de las fuentes de Rozaleme y Reinas en términos que los molinos harineros que molían con ellas se hallan sin curso, y el público sin la provisión de harina para el común sustento, interceptando los caminos públicos y los preciosos puentes de Jalance y Utiel, próximos a acabarse de arruinar, la torre del castillo que sirve de cárcel a los presos municipales inundada de agua, el alcaide ahogado y su falta es de urgente remedio, ignorándose otros daños que prudentemente son de recelar por estar intransitables los caminos; todo lo cual, sin embargo del infatigable celo con que ha procurado distribuir los socorros con tropa y empeño, conduciéndose a pie y a caballo en varios parajes y proporcionando las partidas. Pero considerando que todo no lo puede remediar por sí, que continúan las lluvias, y gasto y renta de todo el celo y auxilio de los individuos del ayuntamiento, y aun si fuera necesario valerse de los honrados vecinos, ha sido muy sensible la reclamación que le hacen los regidores y demás concurrentes sobre la falta de los capitulares a este ayuntamiento.”
En vista de la gravedad de lo expuesto, se convocó a los señores ausentes a las dos de la tarde del mismo día. Alguien diría que el mal ya estaba hecho, y no solo por el agua del diluvio.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE REQUENA.
Actas municipales, 2734.
