Uno de los principales activos históricos de Requena ha sido su condición de punto de tránsito y de comunicación entre la Meseta y las tierras mediterráneas. Desde Castilla bajó el ganado, el trigo o la madera hacia el reino de Valencia.
Los requenenses no desaprovecharon la oportunidad y algunos se convirtieron en activos hombres de negocios. Uno de ellos fue Miguel Navarro en el siglo XIV. Perteneciente a un linaje llamado a arraigar en la Tierra de Requena, nuestro protagonista supo sacar buen provecho del comercio de granos.
En 1374 la ciudad de Valencia se encontraba amenazada por el espectro del hambre e hizo valer sus privilegios de suministro ante las autoridades locales del resto de su reino, también atentas a solucionar sus problemas de avituallamiento deteniendo los cargamentos de alimentos bajo cualquier pretexto.
El 11 de agosto de aquel año los jurados valencianos invocaron la garantía del rey de Aragón don Pedro a favor de mercaderes, recueros y otros para trasladar víveres por tierra o mar con completa seguridad. Se vedaba todo embargo o marca en compensación de daños.
Los valencianos ya habían tenido la mala experiencia de comprar trigo en el marquesado de Villena, en manos de don Pedro de Aragón en aquel tiempo, y ver sus cargamentos detenidos en Cofrentes. Recurrieron a otros emprendedores.
Miguel Navarro de Requena destacó en tal cometido. Condujo trigo de Castilla para ser vendido en el almudín de la ciudad de Valencia, donde los granos podían ser adquiridos a un precio que fuera lo más asequible posible, lo que no siempre se conseguía.
Miguel Navarro fue un pionero de algo tan requenense como el comercio de cereales, vinculándose a instituciones de provisión frumentaria como el almudín valenciano, con tantos puntos en común con nuestro pósito. Con razón los jurados valencianos exigieron garantías para él.
Fuentes.
CABANES CATALÁ, María Luisa, Correspondencia entre el “Consell” de Valencia y las tierras alicantinas en el siglo XIX, Alicante, 1996, documento 16.
