La España Imperial ha sido contemplada desde diferentes puntos de vista e incluso de ánimo, desde la exaltación al abatimiento. Las guerras de Flandes, Antonio Pérez o Felipe II han encendido las pasiones y han alimentado toda clase de leyendas.
En mis ya lejanos tiempos de estudiante de Bachillerato, los libros al uso se complacían en relatar las interminables guerras de los siglos XVI y XVII. Hoy en día, la España de aquella época tiene una muy discreta importancia en el temario de secundaria. De la exaltación se ha pasado a la postergación.
Recientemente, algunas series televisivas han vuelto a ocuparse de figuras como la de Carlos V, haciendo hincapié en los aspectos más conocidos de su biografía, quizá hoy no tanto.
No obstante, el volumen de información sobre la España de los Habsburgo es considerable y ha dado pie a grandes títulos de historia. Es frecuente la redacción de obras de síntesis que nos vuelven a contar a los interesados más de lo mismo.
En este caso es muy oportuna la aparición de estudios especializados, que a veces no interesan demasiado al gran público, hoy en día más seducido por la novela histórica. La combinación de un panorama general, nuevos datos y síntesis novedosa es muy difícil.
Es algo que se propone, y logra, Requena bajo los Austrias de Víctor Manuel Galán Tendero, autor de numerosos estudios sobre el particular. Actualmente en la provincia de Valencia, Requena formó parte de Castilla y vivió los altibajos de la misma. Sin menospreciar su historia más local, Requena es un verdadero punto de apoyo para comprender la evolución del imperio español.
El autor ha estudiado y empleado un gran número de documentos, pero no se limita a ordenarlos a modo de un fichero. A lo largo de los distintos capítulos, se fija en los siguientes puntos:
1º. La capacidad de la monarquía para imponerse y dictar su voluntad aprovechándose de las ínfulas de la oligarquía local.
2º. Los reyes y los regidores compartieron una cultura política común fundamentada en el aprecio por la palabra escrita, el gusto por los procedimientos judiciales, la consideración por las leyes como tales, el respeto por la potestad regia y la sacralización del poder.
3º. Los fuertes compromisos militares de la monarquía llevaron a la imposición de fuertes y farragosos tributos, que agotaron la hacienda y la paciencia de muchos. El fraude fue una alternativa para demasiados en una Castilla con Cortes poco acuciantes para el rey en comparación con la de otros reinos.
4º. El ejército de los Austrias fue adaptándose a las cambiantes circunstancias demográficas y económicas. De Carlos I a Carlos II hubo una verdadera transformación, endosada sobre las espaldas de los súbditos.
5º. La carga imperial gravitó pesadamente sobre la economía y la sociedad local. En Requena animó el recurso a sus pastos, pero el agotamiento de sus beneficios condujo paradójicamente a la reanimación de la agricultura.
6º. La consunción de las fuerzas de la monarquía en guerras verdaderamente mundiales, como aquí se recalca, inclinó la balanza a favor de una oligarquía que fue capaz de adaptarse a las circunstancias, ganar dinero y ejercer el poder con todas las artimañas.
7º. Las ideas de responsabilidad y conformidad de la Contrarreforma se impusieron, pero el disimulo forzado por las circunstancias a veces convirtió todo aquel edificio en hipocresía.
Para entender cabalmente todo este proceso, Víctor Manuel Galán se remonta a los tiempos de los Trastámaras, más creadores del autoritarismo castellano que los mismos Austrias, pues esta historia de Requena constituye una notable aportación al estudio del llamado Estado absolutista, pero desde una perspectiva no siempre considerada por la historiografía española, la del Fiscal-military state. A su modo, Castilla también lo fue. Asignó demasiado dinero a los ejércitos y su presupuesto se orientó hacia la guerra. A diferencia de Inglaterra, sus Cortes no guiaron verdaderamente la política real. La derrota de los Comuneros pesó mucho y las victorias de las oligarquías locales no se consiguieron sobre las de otros reinos, sino sobre sus mismos vecinos.
Las conclusiones de Víctor Manuel Galán son susceptibles de comparación con las de los estudios de otras localidades españolas, como los míos sobre la Soria de los Austrias. Al respecto destacaría:
1º. La fuerza alcanzada por la monarquía en la vida soriana desde la Edad Media. Aquí también se verificó una verdadera doma real, si empleamos una expresión querida por Galán. La energía de Alfonso XI aseguró a la larga el respeto a Felipe IV.
2º. Aquí también la oligarquía manifestó su aprecio por la nueva cultura jurídica y por servirse de la administración real. Regidores de la ciudad y procuradores de su Tierra compartieron procedencia social y valores públicos.
3º. La imposición de los millones perjudicó sobremanera a la economía soriana, pero la oligarquía local supo esquivar sus peores consecuencias.
4º. A través de Soria también comprobamos los cambios en los ejércitos reales. Por el territorio soriano transitaron no pocas compañías, difíciles de mantener y susceptibles de provocar serios altercados con los naturales. En el siglo XVII, cuando se rompieran hostilidades con Francia durante la guerra de los Treinta Años, la defensa de Navarra hizo la obligación todavía más pesada.
5º. Las apropiaciones de términos en Soria con diferentes pretextos son anteriores a la crisis de la Monarquía hispánica, aunque la misma fortalece una tendencia que conduciría a principios del siglo XX a la consumación de muchos espacios despoblados, según estudiamos ambos en Historia de los despoblados en la Castilla Oriental (Tierra de Soria, siglos XII al XIX).
6º. La hegemonía social de los Doce Linajes fue incuestionable, hasta tal extremo que Miguel Martel tuvo problemas para publicar una historia no fantasiosa sobre los mismos y Soria.
7º. El triunfo de la Contrarreforma, más allá de las ideas, se puede comprobar en la preeminencia alcanzada por las posesiones eclesiásticas en el Catastro de la Ensenada.
No se olvida Víctor Manuel Galán de apuntar las peculiaridades de Requena en relación a Soria, que también conoce bien, en particular en lo que concierne a la Comunidad de Villa y Tierra, tan distinta la soriana de la requenense. Las tierras de la extendida Corona de Castilla tuvieron mucho en común, pero también sus singularidades. Las de la parte oriental que limitaban con la Corona de Aragón gozaron de un elevado atractivo comercial y de paso de arrieros, pastores y rebaños. En esta obra también se destaca la importancia que tuvo esta zona en la formación de España más allá de gabinetes y combinaciones dinásticas forzadas por luchas aristocráticas.
Nos encontramos de tal modo ante una auténtica historia de la España de los Reyes Católicos a la guerra de Sucesión escrita desde la base y no desde la sala del consejo del rey, a veces tan aislado de la realidad de sus sufridos súbditos. Ellos pasaron hambre, pagaron un dinero que no tenían, lucharon en las guerras y soportaron los rigores del clima de la Pequeña Edad de Hielo, que aquí también se siguen pormenorizadamente desde una óptica muy actual de equilibrio entre el medio natural y las actividades humanas, aportándose unos datos y unas respuestas sobre las causas climáticas de la crisis y sus verdaderas consecuencias sobre el paisaje rural de gran interés.
Además, Requena bajo los Austrias aporta su granito de arena sobre la formación del Estado español, con sus fortalezas y flaquezas, con sus leyes y sus corruptelas, campo abonado para el futuro caciquismo al mismo tiempo que para el movimiento de protesta. De Historias como la de Requena emergería la de la propia España. Por todo ello, la lectura de esta magnífica obra es muy recomendable para todos los que piensen que la Historia es maestra de la vida, que nuestro presente y nuestro pasado se encuentran muy enlazados. Escrita con rigor y elegancia, gustará a todos los amantes de la historia de España hayan nacido o no en Requena.