En las estribaciones del final de la Guerra Civil española, una carta guardada inédita escrita por un espía del bando republicano, cuyo nombre se guardó de escribir, relata cómo sofocó una sublevación intrigada por un grupo de requenenses y otro grupo de oficiales del ejército republicano, que querían pasarse al bando nacional.
El espía anónimo consiguió infiltrarse en el grupo de conspiradores, haciendo confesar a alguno de ellos, con lo que 40 requenenses fueron capturados y enviados a prisión a Valencia. Sin embargo, parece ser que los militares rebeldes del ejército republicano participantes en la conspiración no fueron detenidos, por alguna causa laxa.
Esta es la carta original transcrita por nosotros, intentado conservar los caracteres originales, salvo alguna corrección ortográfica:
COMANDANCIA MILITAR
Requena
Señor
Con fecha 21 de Diciembre del año 1939 (1), recibí en la Comandancia Militar de esta Plaza una visita de los agentes pertenecientes al S.I.M. (2) señores Torán y Hernández.
Puesto en antecedentes por estos señores del asunto de que se trataba, prometí, a petición de ellos, colaborar de enlace al objeto de descubrir todo cuanto hubiera de cierto en las referencias que se me indicaron.
Personado en la calle Norberto Piñango, nº 4 (3), residencia del 22 batallón de la Sexta Brigada Mixta; y previa una astucia de rigor por mi parte, la cual consistía en presentar una carta a nombre de un figurado pagador, logré tomar contacto con un individuo que dijo llamarse MIGUEL GONZALEZ OJALDRES, natural de Lesmas (Burgos), y en la actualidad con residencia en Algemesí. De ésta mi primera conversación, tuve el convencimiento de que me encontraba ante uno de los elementos más significativos del derrotismo, esto es, si no pertenecía a una organización desafecta al Régimen; su manera de expresarse, en forma un tanto despectiva, hacía suponer que por lo menos era un individuo que había que vigilar muy de cerca. Partiendo de esta hipótesis, y con el pensamiento fijo de estrenar nuestras primitivas amistades me despedí de él, no sin antes valerme de una nueva astucia para poder arrancarle el nombre y apellido, que muy discretamente se reservaba para sí. Esta nueva astucia consistía en ofrecerme incondicionalmente a él y ofrecerle mi domicilio. Esto me valió el que obligado por esta fórmula de cortesía correspondiese a ella y supiera su nombre y apellidos.
Unos días después logré y previo unos planes trazados de antemano, encontrarme con él a la salida de la pagaduría (4), le invité a tomar café, aceptando, pero he de confesar que esta entrevista no valió gran cosa, pues recuerdo que tan pronto como tomamos café se despidió de mí y dijo que se iba a casa, pues le esperaban unos compañeros. Traté de seguirle, pero seguidamente desistí de ello, por temer que observara que le seguía; así pues, decidí trasladarme cerca de la casa donde tiene la residencia: la pagaduría, y así poder observar cuando volviera qué elementos le acompañaban. Media hora más tarde, quedaba comprobada mi curiosidad. Miguelito se hacía visible con 4 o 5 soldados de las pagadurías de la 6ª Brigada.
Tardé en volverle a ver unos días, los cuales dedicaba a preparar el tercer asalto. Éste consistía en filtrarme en la casa nº 4 de la calle de Norberto Piñango, estrenar nuestras amistades y lograr nuevas amistades entre las que merecían el trato de confianza a mi amigo Miguel, y lograr de esta forma aclarar qué clase de amistades eran esas. El día … de Enero, Miguel recibía en la pagaduría, una visita de un escribiente de la Comandancia Militar, el cual solicitaba en mi nombre unas cuartillas de papel, toda vez que “decía” que la Comandancia Militar no tenía de momento papel y necesitaba con urgencia unas cuartillas. Al día siguiente por la mañana recibía en la oficina de la pagaduría la visita mía; después de darle las más expresivas gracias por haberme facilitado las cuartillas, pasamos a charlar y a comentar el parte de guerra, Debo advertir que en esta visita me fue presentado el teniente habilitado D. Joaquín Gil (5). Como decía, comentamos el parte de guerra muy especialmente en lo que se refería al frente de Extremadura. La conversión se deslizó en un ambiente tan desfavorable para nuestras fuerzas que al no recordar el papel que estaba desempeñando, les hubiera castigado inmediatamente por su forma de proceder. Desde luego, la impresión que recibí de esos miserables, fue pésima, tan mala, que ya no me cabía duda que sería necesario vigilar a todos los individuos que frecuentaban esta casa. A pesar de todo, sonreía; en mi cerebro se fraguaban planes para poder vengar al régimen ultrajado, y así fue; que al trazar el teniente Gil unas rayas sobre una fecha determinada del calendario, en conmemoración de la toma de Tarragona por los facciosos, nuestros labios sonreían, pero cuan diferente risa….
Aprovechando las circunstancias que me brindaba la ocasión de estar entre militares tan honorables como ellos, y al objeto de dar un ambiente de continuidad a nuestras amistades, rogué me acompañaran después del almuerzo a tomar café, atención que el sargento Miguel González y escribiente de la pagaduría se agradecieron , pero que rehusaron, al indicarse la posibilidad de acceder a ello o toda vez que esa tarde del Domingo estaban invitados a un almuerzo en compañía de otros individuos que desconocía. No obstante el teniente Gil no debía de estar invitado cuando aceptó la invitación, así es que aquella tarde, próximamente a las 15 ´30 horas, me trasladé nuevamente a la pagaduría, donde el teniente Gil acompañado de su esposa, me invitaron a tomar café puro con azúcar, en la misma cocina, pues he de indicar que este matrimonio tenía su domicilio en la pagaduría. Momento después me trasladaron a un elegante comedor, donde me fue presentado a los dueños de la casa. Nos sentamos todos y charlamos de lo que yo deseaba y yo quería. Hablamos de política, hablamos tanto y tan concreto, que al salir de aquella casa que me olía a fascismo, debo advertir, que la impresión que debí causar a los dueños de la casa fue excelente, pues entre los distingos de etiqueta y distinciones pude observar que la fisionomía de tan respetables señores radiaba de alegría, tal vez de poder contarme entre uno de tantos que comulgan en sus tonterías, -Esta casa la tiene V. a su disposición y encantado de volverle a ver-. Estas fueron sus últimas palabras cuando aquella tarde dejé aquella morada. El teniente Gil me acompañó hasta la Comandancia. Recuerdo que en el trayecto, y al hablar de varias cosas, y sin saber por qué me preguntó si conocía al capitán Alcalde, jefe administrativo de la 6ª Brigada. He de confesar que personalmente le conocía de seguirle, pues tenía la convicción de que este elemento era el jefe de algo que de momento sólo presentía. Así es que al preguntarme le contesté que no tenía el honor de conocerle, pero como quiera que valiéndome de un golpe de audacia yo le había hablado algunas veces del capitán Alcalde, no es por lo que dude ni un solo momento del alcance de la pregunta. Desde ese instante el capitán Alcalde era mi obsesión.
Alguna que otra visita, todas ellas estudiadas de antemano, hice a la pagaduría. En mis últimas visitas, pude comprobar que las conversaciones se deslizaban con bastante discreción. No me importaba, todo ello obedecía a un plan que me había trazado. Éste consistía en montar servicio nocturno de vigilancia bien visible con algunos números cerca de la pagaduría, así es como ellos mismos, con su discreción, se confesaban reos. Todo estaba preparado y previsto, todo obedecía a un plan detenidamente estudiado por mí, y ya el día 24 de los corrientes, y con motivo de la implantación del estado de Guerra en toda la zona leal, y en cumplimiento de lo dispuesto del artículo 8º del Bando publicado, solicité de la sub-comisaría de policía de esta Plaza, ver el fichero de la D.R.V. que obra en la misma, y como medida preventiva, ordené que realizaran una serie de registros en el domicilio de aquellos individuos que por su marcada tendencia derechista pudieron ocultar alguna clase de armas por el agente de 8ª clase afecto a la sub-comisaría de esta plaza, DON JUAN DE MATA PRADILLA SÁNCHEZ, auxiliado por el cabo de Etapas del Sexto Batallón, Sexta Compañía destacado en esta plaza, D. EMILIANO DE LA LLAVE y una pareja del mismo cuerpo, se procedió a la práctica de un registro en el domicilio de N. G. P., de 43 años de edad, casado, natural de Requena, hijo de P. A. y de S., de profesión labrador, calle del Escultor Gómez nº 1, el cual según su ficha dice: “ES DE CUIDADO, CASADO CON UNA FANÁTICA RELIGIOSA DE LAS DERECHAS QUE TIENE DOS HERMANOS CURAS DE MALOS SENTIMIENTOS, ACTIVO EN LA COMPRA DE VOTOS.”, siendo el resultado hallar unos 400 cartuchos máuser y alguna cantidad de cartuchos del 9 largo. En vista de ello, se procedió a la detención del citado N. G. y de su hijo N. G. P. , de 16 años de edad, soltero, natural de Requena, hijo de N. y de M., de profesión estudiante, domiciliado en el de su padre, con objeto de tomarle declaración con objeto de averiguar la procedencia de los cartuchos encontrados. Interrogado convenientemente el padre, dijo ignorar la propiedad de los cartuchos, así como que se encontraban aquellos en su casa, y que ya, en otras ocasiones había tenido que amenazar a su hijo por su manera de proceder. En vista de esta manifestación, procedimos a tomarle declaración al hijo, el cual comenzó diciendo: “QUE AUNQUE LO FUSILARAN NO DIRÍA NADA” y sólo contestaba con evasivas. Solicitado del jefe de la policía me acompañara en casa de sus padres, logré impresionar vivamente a su madre al decirla (6) que en nombre de su hijo venía a recoger los paquetes que él tenía en casa, su madre, so pretexto de ignorar qué paquetes eran, rogaba que fuera su hijo, y me los entregó. Nuevamente en la sub-comisaría fue interrogado el muchacho, pero sus contestaciones seguían siendo evasivas. Decidido a poner en claro aquel asunto, le interrogué nuevamente, logrando a costa de innumerables esfuerzos, vencer a la resistencia de aquel carácter que, obsesionado, obedecía a una consigna. Le hice firmar un papel el cual trasladó inmediatamente a su casa un policía, serían las 3 de la mañana, momentos después, por el mismo policía, me eran entregados dos fusiles metidos dentro de una cámara de automóvil y muy bien enrollados y engrasados los cerrojos de los mismos.
Interrogado nuevamente sobre la procedencia de esos fusiles, declaró que los había sustraído hace tiempo de uno de los vagones de la estación y aprovechando las circunstancias de que fuerzas internacionales se encontraban en esta plaza. Le hice ver lo improcedente de tales manifestaciones, toda vez que los fusiles venían también enrollados, que sólo con experiencia se podía hacer. Comprendí que empezaba a titubear, y rogué a los policías que me acompañaban nos dejaran unos momentos solos los cuales aproveché para aclarar la procedencia de los fusiles, y con esto el descubrimiento de una Organización de Falange que había en esta plaza. Interrogado por los agentes y por mí, declaró que estaba constituido por centurias (7), perteneciente al mismo a la vez, con el número 7 de orden, que sobre Marzo de 1937, los individuos de esta localidad, J. A., F. B. y V. M., que en la actualidad se encuentran prestando servicio militar, le indujeron a ingresar en la JONS, como así lo hizo, hasta que la disolvieron ingresando todos a Falange. Que le entregaron un carnet pero que al poco tiempo se lo pidieron diciéndole que iban a darle otro nuevo, y que ya no se lo han entregado, que cotizaban 150 quincenalmente, dándoles unos sellos blancos y amarillos, en los que se leía “Socorro Blanco” (10) que no conoce a todos los que pertenecen a dicha organización, pero que estuvo en una reunión en la que asistieron 11 personas, de ellas 5 militares, 4 mujeres y 2 paisanos. Al preguntarle yo si asistió el capitán Alcalde, contestó en sentido afirmativo. Esta reunión se celebró en la calle Norberto Piñango 4 donde se trataron de varios asuntos, abriendo la sesión el capitán apellidado Alcalde, quien dijo que el Gobierno no tenía armas, ni víveres para resistir con pan o sin pan. Seguidamente habló en representación de las mujeres de Falange de esta localidad. C. L., que dijo que ellas estaban dispuestas a colaborar secretamente, y si preciso fuera, a luchar después también. Seguidamente habló el sargento MIGUEL GONZÁLEZ quien dijo los sectores que se habían de tomar cuando salieran a la calle, como era la Comandancia Militar, Teléfonos, (este se había de destruir) telégrafos, la sub-comisaría de Policía y otro. Habló también V. M., que trató de los periódicos que habían de recibir y finalmente volvió a hablar el citado capitán, diciéndoles que por medio de las armas que le facilitarían se tomarían todos los lugares citados. Cuando terminó la sesión saludaron al estilo fascista igual que cuando se empezó. Que conforme les había prometido el capitán, se recibieron armas, que se depositaron en casa de uno que se apellida C., A. P. y V. M., siendo los encargados de repartirlas V. C. y el M., quienes les dieron dos fusiles, la munición que se le encontró y dos bombas de mano de las llamadas “Universales” cuyas bombas las tiró al río porque les tenía miedo, el reparto se hizo en un campo de fútbol denominado “La Hude”. Que a las mujeres se les repartieron unas pistolas pequeñas marca “Berri”, que se cargan por la parte de atrás, los jefes del movimiento hablan de ser los militares, y quien había de dar la orden de Valencia era N. A. También les enseñaban la instrucción y se sacaron unos planos desde Cheste para acá, sin saber si era para atacar o saber los puntos donde se habían de hacer fuertes.
Comprobada la existencia de una organización de Falange en esta plaza a las 5´30 de la mañana del día 25 de los corrientes, comuniqué telefónicamente con la posición “Salomón”, advirtiéndole al Mayor que al servicio que se me había encomendado estaba aclarado para empezar a actuar, rogando que se trasladaran rápidamente a esta plaza, con el fin de proceder seguidamente y con la mayor urgencia, presentándose a las pocas horas un capitán del S.I.M. acompañado de otros agentes del mismo servicio, a quienes se les entregaron las diligencias empezadas por esta Comandancia Militar y Sub-Comisaría. Por cuyos motivos se han practicado unas 40 detenciones de elementos que al parecer estaban comprometidos según declaración del citado G., habiéndolos trasladado a Valencia, para seguir la práctica de las citadas diligencias.
En día 26 de los corrientes, procedí a detener a un elemento de la disuelta JONS llamado A. P. de 14 años de edad. Este muchacho vino a confirmar ciertos datos facilitados por R. G.
Lo que tengo el honor de comunicar a Vd. Para su conocimiento y efectos.
Requena 29 de enero de 1939.
(Fin de la carta)
Calle Norberto Piñango nº 4. edificio donde el ejército republicano implantó la “pagaduría” de Requena. La casa de propiedad particular fue ocupada para ser utilizada por el bando republicano para alojar soldados y como oficina para el pago a los caidos (heridos y muertos). Las oficinas del S.I.P. ocuparon el Convento de la Consolación junto a la Glorieta.
Carta escrita a máquina por el espía del bando republicano que capturó a los conspiradores requenenses del bando nacional.
(1) La 6ª Brigada estuvo una corta temporada en Requena entre agosto y septiembre de 1938, y posteriormente regresó al frente extremeño. Los hechos relatados implican a varios miembros oficiales de la 6ª Brigada que debieron quedar en Requena.
(2) El S.I.M. de Requena estaba en el convento de la Consolación. (Sevicio de información militar del bando republicano, “espionaje”)
(3) C/ Norberto Piñango nº 4: segunda casa de la acera derecha de esta misma calle que parte desde el Ayuntamiento.
(4) “Pagaduría”: El pago de pensiones a los caídos en la defensa de la República
(5) “Teniente habilitado”: el oficial que llevaba las pagas.
(6) La palabra “decirla” es un laismo que nos muestra la procedencia de quien escribió esa carta. El laismo se utiliza en la zona de Castilla la Vieja y norte de España.
(7) “Centuria”: Uno de los modos de organización de Falange.
(8) “Socorro Blanco”: El Socorro Blanco fue una organización creada a principios de 1933 por la Sección Femenina de la Comunión Tradicionalista (las llamadas Margaritas). Estuvo dirigida por María Rosa Urraca Pastor y su objetivo era proporcionar apoyo y asistencia a partidarios del tradicionalismo, así como a otros católicos que estuvieran necesitados o perseguidos por causa de sus ideas. Los fondos del Socorro procedían de sellos de cotización y cuestaciones extraordinarias por parte de la militancia del movimiento. El nombre fue escogido en contraposición al Socorro Rojo de los comunistas.
Comentado por Javier Jordá Sánchez