Desde hace años, las conmemoraciones se han puesto de moda. No hace tanto vivimos las del final de la Primera Guerra Mundial y otras menos gratas. Ahora le ha tocado el turno al ochocientos aniversario del nacimiento de Alfonso X, una de las grandes figuras de la Historia de la Edad Media hispana.
Que fue un notable impulsor de la cultura está fuera de toda duda. Su legado en el idioma castellano, la historiografía o el Derecho es fundamental, más allá de la propia Castilla, más allá de las fronteras de la España actual.
Sin embargo, su fortuna como político ya aparece mucho más mermada. El afilado padre Mariana lo caracterizó mirando tanto a los cielos que la corona se le cayó. El Sabio, verdaderamente, encajó desastres sonoros: el fracaso de su candidatura al Sacro Imperio, la gran rebelión de los mudéjares del reino de Sevilla al de Murcia, la victoriosa irrupción de los benimerines, sus airadas discusiones con su esposa doña Violante (la hija de Jaime I) o la guerra civil que lo enfrentó a su segundogénito Sancho.
El hombre que murió abandonado por muchos tampoco pudo doblegar los males de la economía de Castilla. Los gastos resultaron excesivos, el valor de la moneda fue mermando y las actividades artesanales carecieron de la deseada animación. Sus medidas económicas han sido tildadas de dirigistas, propias de un gobierno autoritario contemporáneo, aunque en el siglo XIII se careciera de los medios estatales acordes. En verdad, sobrepasaron a Alfonso y a su círculo los problemas de fondo de una Castilla que acababa de devorar un territorio muy amplio, con urbes tan atractivas como Murcia, Córdoba o Sevilla, que atrajeron a muchas gentes, alterando los delicados equilibrios de sus áreas de origen.
Alfonso tampoco resultó ser un ingenuo, como demuestran sus consejos a su querido primogénito don Fernando de la Cerda, fallecido a los diecinueve años. Conocía muy bien las añagazas de los nobles para doblegar la realeza a su voluntad. En su juventud, cuando todavía era infante, había consumado la dominación del reino de Murcia, quizá una de sus obras políticas más logradas. Las circunstancias de su dilatado reinado le resultaron finalmente adversas, pero su obra fue duradera. Muchas de sus innovaciones legales y culturales serían aceptadas en los tiempos venideros.
A escala local, a nivel de Requena, su importante legado queda reflejado en la carta puebla del 4 de agosto de 1257, que también en el porvenir aseguraría los derechos económicos de los requenenses en el siglo XVIII, además de ser un elemento de reivindicación de justicia social en los siglos XIX y XX.
Alfonso X murió temporalmente derrotado en 1284, pero en el 2021 celebramos su victoria frente al tiempo y las circunstancias.
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